Partida Rol por web

El sidhe guardó silencio con una sonrisa pintada. Había olvidado lo que era echar el rato con un redcap amenazándote constantemente con violencia física. Una experiencia digna de mención. Le imitó mirando el cielo, ocupando su mente con absurdas y pegadizas melodías de anuncios esperando a que llegasen los efectos. Al principio tenía frío, pero al rato dejó de tenerlo y poco después Eddie empezó a estar fascinado con su caro reloj. Él también echó un vistazo, aunque no encontró nada anómalo o gracioso en él.

-Se llama reloj –apuntó, a riesgo de que le llovieran bocados redcap.

Tuvo que esperar un poco más hasta notar los efectos. De repente el cielo parecía una bola disco de los ochenta, y las estrellas destellaban cambiando de color. Se frotó los ojos, y eso sólo hizo la sensación más viva. Sabía que era mentira pero estaba ahí y casi lo podía tocar. Cuando se dio cuenta alargaba la mano tratando de cazar alguna de esas luciérnagas.

-Esto es mejor que irse al Ensueño de vacaciones. ¡Mira!

Eddie sólo se rió. Volvió a mirar el reloj con suma atención y luego al cielo. Parecía ensimismado con lo que había a su alrededor, demasiado bonito para explicarlo. Al cabo de un rato se echó a reír como si le hubiesen contado un chiste y se sentó a la indio sobre la hierba. Siguió riéndose mientras arrancaba varias briznas de una sola vez y se las metía en la boca.

-Chillan -explicó masticando la tierra y la hierba-. Cuando las arranco chillan. Es muy gracioso.

El sidhe también se quedó explorando la cantidad de cosas absurdas que aparecían a su alrededor de forma misteriosa, riéndose tontamente. No sólo era el cielo arcoiris; parecía que Calandra había repasado sus botas con aquel pintalabios horrible, y encontró fascinante desatar los cordones, que se movían como culebras. En cierto momento pensó que quizá, si echaban a andar, se iba a tropezar. Hizo un vago intento de atarlos, pero su mente se distrajo con el tacto de la hierba, que le recordó a algodones de azúcar. Cuando vio que Eddie se la metía a la boca, el también quiso saber si realmente chillaban y sabían a azúcar. Se sentó a su lado y arrancó una, descubriendo con desilusión que no chillaban. Entonces pensó en plural y arrancó más de golpe. No chillaron, pero descubrió un bichillo que se movía entre la hierba recitando una de esas absurdas melodías que antes había estado tarareando.

-Bicho, tú vales para estrella del rock. Voy a hacerte estrella del rock.

Y con aquel firme propósito empezó a buscar al resto de los componentes de la banda, tirando la botella de whisky sin querer. El líquido se dispersó formando un río de lava que llevaba a unos arbustos más cercanos, y ya no se acordó más del bicho roquero, seguro de que al final del camino estaba el cocodrilo de Eddie.

En cierto punto, cuando encontró una gema de un color que jamás había visto, empezó a darle la murga al redcap diciendo que con eso serían jóvenes y estúpidos para el resto de su vida, y que así no tendrían que preocuparse jamás por ser gruñones. Sólo tenía que descubrir la forma de destilarla. Y así empezaron a pasar las horas, descubriendo un nuevo mundo oculto entre carcajadas que sólo él entendía y Eddie a medias.

Al cabo de un par de horas, cuando a su alrededor no había hierba sino sólo tierra removida, Eddie se cogió las rodillas y habló con tristeza.

-Supongo que fue porque ella empezó a tomarse muy en serio el negocio. Para mí era sólo un juguete más, pero Anne tenía un sueño. No quería una casa de putas sin más, quería algo bonito. Se hizo un jardín y un huerto para cosechar Glamour y yo me puse celoso porque todo lo que hago es banal e intenté pisarle el sembrado. Al final resultó que fue el mejor regalo que le hice y lo que nos forzó a cortar. Ni siquiera es mío. Ayer le di mi parte y ya no hay más Eddie y Van Doren. Ahora sólo es ella.

El recdcap le chistó y miró en otra dirección.

-Espera, calla. -Aguardó un instante y negó con la cabeza-. No, todavía no.

Shyam le prestó atención, posiblemente más de la que le había prestado nunca. No recordaba haber visto al redcap tan sentimental y procuró atesorar aquellas palabras como si tuviese miedo de perderlas a la mañana siguiente. Cuando la historia de final no feliz terminó se sintió terriblemente unido a Eddie, compartiendo aquella tristeza desde lo más profundo de su ser. Se sentó a su lado y le echó el brazo por los hombros, zarandeándolo suavemente.

-Vamos, hombre. Saldrás adelante, ya lo verás. Y si algo sé siendo Fiona es que las emociones son más fuertes de lo que parecen. Seguro que ella, bajo su fachada de señora, todavía no te ha olvidado -hizo una pausa, lanzando un largo suspiro-. Y sino siempre te quedara el consuelo de que no te estás muriendo.

-Quita las manos -le espetó él con aspereza-. ¿Crees que te lo he contado porque quiera tu compasión? Te lo he contado porque estoy colocado.

Eddie se levantó a trompicones, se abrió la bragueta y se puso a orinar en dirección opuesta.

-Tendría que haberla besado, joder.

Shyam puso los ojos en blanco, lejos de sentirse ofendido.

-Pues bésala y deja de quejarte y hacer el tonto.

-Me daría de hostias -replicó él echándose a reír-. Ah, y esa es otra. -Se subió la bragueta-. Antes del Terciopelo siempre hacía lo que yo quería, pero ahora ha aprendido a ponerse chula. No es que me disguste. La verdad es que me pone. Pero es molesto. Y más difícil.

Giró sobre sus talones.

-Tú lo que deberías hacer es... No lo sé. Iba a decirte que te follaras a la kinain, pero es una chica muy maja y Van Doren te mataría si le contagiaras eso.

Se rió, negando con la cabeza.

-Aaaah, si tú no te encaras a Van Doren no voy a ser yo el pringado que lo haga. Y menos por algo tan estúpido como echarle un polvo a Rose. Para eso me voy a un bar y me busco a una rubia -Volvió a echarse sobre la hierba evitando los socavones que Eddie había dejado-. En serio. Vuelve y dile algo. O mejor, no digas nada y hazlo. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

-Que esta ilusión de amistad que tenemos se vaya a la mierda, y entonces sí estoy perdido. Eh, tío, tienes fuego en el pelo.

-¿Eso soy para ti, Shyam? -dijo Rose sentada a su lado-. ¿Una pelirroja más?

-Seguro -masculló Shyam, aunque por precaución se llevó la mano al pelo.

Entonces escuchó la voz de Rose y giró la cabeza parar mirarla, anonadado. ¿Estaba ahí o no estaba ahí? Tuvo la tentación de alargar la mano para comprobar si podía tocarla, pero el gesto se quedó a medio camino. Miró a Eddie y después a la Kinain.

-¿Sabes que a esto se le llama acoso? -comentó, tratando de quitarle hierro al asunto. No el gustaba que la gente se le apareciera. Y menos para reprocharle cosas.

-Oh. Yo también la veo. ¿Es la de verdad?

Rose, vestida con su atuendo habitual de limpiadora, se recostó en la hierba junto a Shyam. Frente a él se apareció otra imagen suya, esta vez envuelta en mantos de virgen y con expresión de santa.

-No, no soy la Rose de verdad. Sólo estoy en vuestra imaginación. Tú me has traído, Shyam. No me culpes a mí.

El sidhe abrió la boca para decir algo, pero no supo qué decir cuando la Rose virginal apareció con aquella expresión que se le antojaba tan extraña en la kinain. Miró alternativamente a una y a otra, y después a Eddie pidiendo auxilio. Se incorporó rápidamente, repasando la figura de la Rose limpiadora de arriba abajo. Era la que más interés le despertaba aunque no la que le desconcertaba más.

-¿Qué? No -contestó, pasando de un estado de confusión al enfado. Frunció el ceño-. Eddie te ha mentado. Vete a darle el mal viaje a él. 

-Sólo quiero estar aquí un rato, contigo -murmuró Rose pasándole un brazo por la cintura y apoyándose en su hombro. No tenía actitud libidinosa, sólo buscaba que la reconfortaran. Cuando Shyam la miró otra vez, tenía orejas negras asomándole entre los rizos rojos y una cola roja y blanca asomándole bajo la falda-. Disfruta, ¿qué hay de malo? Yo no existo de verdad, no puedes contagiarme. Pero puedes tocarme y besarme sin miedo y sentirás que es de verdad. Lo que importa es lo que te digan los sentidos. -Eddie había dejado de prestarles atención-. ¿Quieres algo de intimidad? Ahora sólo me ves tú.

Tragó saliva. Tenía la boca seca y estaba sumamente contrariado, dividido por su actitud y sus palabras. Le pasó un brazo rodeando sus hombros y le acarició aquellas orejas tan adorables de tacto aterciopelado. Era cierto que si no existía no podía pasar nada malo, pero algo le seguía diciendo que hacerlo estaba terriblemente mal. Quiso aporrear esa parte y mandarla al fondo del pozo para después hundir su rostro en aquellos rizos rojos que olían a fresas. No fue exactamente eso lo que hizo, pero parecido.

-Eres una zorra manipuladora, ¿sabías? -dijo con una perversa sonrisa, atrayéndola junto a él. Le acarició la mejilla deslizando los dedos hasta su mentón para que levantase la cabeza-. Una muy atractiva y con unos labios muy sexys.

-Dios me ampare -gruñó Eddie-. No quiero oír esto.

Rose le besó dulcemente y luego buscó el hueco cálido en el cuello de Shyam. El Fiona sintió su respiración contra la piel, el latido de su corazón. Era como la Rose real, pero como changeling en lugar de como kinain.

-Sólo quiero un poco de amor. Van Doren es como una madre para mí, pero es fría. Es una araña. Yo soy una zorra. Los mamíferos necesitamos contacto...

-Piérdete -le espetó a Eddie.

Volvió a mirar a Rose, abrazándola con calidez. 

-Oh, preciosa. Estoy a tu lado -Se paró un momento, pensando que en realidad estaba con una fantasía. Le dio igual. Besó sus labios con suavidad-. Un día de estos te pediré disculpas.