-Ese es mi chico -le reconfortó con algo más de ánimo-. ¿Han... avisado a tu familia los de aquí?
-Sí, mi hermana vino ayer, pero no quiso quedarse mucho. Como está dando de mamar tenía miedo. -Tad le miró con tristeza-. Hay algo en ti, no sé qué es. Pareces feliz. Pese a todo. Me das envidia, ¿sabes? Envidia sana.
Shyam agachó la mirada, culpable por lo injusta que podía llegar a ser la vida. Con el montón de estupideces que había cometido y alguien le había dado una segunda oportunidad. No podía desaprovecharla.
-Creo... que he encontrado el amor -Se encogió de hombros, azorado-. Supongo que será eso. Qué cosas, ¿eh? A estas alturas de la vida.
Aquello hizo cambiar la expresión del rostro de Tad. En lugar de tristeza había sorpresa y confusión, y luego más tristeza.
-Vaya, Andy, no sé qué decir. Me... me alegro por ti, pero... ¿Vas a...? ¿Ella es también...? ¿Cómo...?
El sidhe negó con la cabeza, apesumbrado.
-No, ella... está sana. Así que... estamos jodidos de todas maneras -Guardó silencio un momento-. Pero es bonito soñar.
-Sí, la verdad.
Tad no dijo nada más. Se quedó mirando a la nada, dejando el silencio como única muestra de lo que quedaba por hablar.
El sidhe trató de darle algo más de conversación, por alejar aquella incomodidad que no les causaba más que un tremendo pesar a ambos. A pesar de ello, no se encontraba en su mejor momento para hacer méritos como conversador, por lo que prefirió no alargar demasiado la visita y prometer que volvería pronto. Esperaba que para verlo con vida, pero dada su situación no se podía albergar mucha esperanza.
Salió de la habitación derrotado, como si hubiese pasado una larga jornada sin dormir descubriendo las miserias del mundo. Quería macharse a casa y estar con Rose un rato, o volver al feudo, de haber tenido uno al que volver. Pero había cosas que hacer, así que buscó la cabina más cercana para llamar a Van Doren en casa de Eddie.
El teléfono dio varios tonos y la voz áspera de Eddie sonó al otro lado. Al decir su nombre, el redcap pareció dejar el humor de perros y le contestó con alegría:
-Shyam, hijo de puta, me extrañaba no saber de ti. ¿Estás buscando a Van Doren? No está, se ha ido a no sé qué mierdas. Me lo ha dejado en una nota muy escueta, muy en su línea. -El redcap bajó la voz y siguió en tono confidencial-. Decidí seguir tu consejo y decirle lo que sentía. Funcionó. Ayer follamos. Luego me dijo muchas cosas sin sentido, ya sabes, mierdas de pooka; creo que quiere ir despacio, pero en cuanto puede se me frota. ¿Qué opinas tú? ¿Crees que...?
La parrafada de Eddie le templó el ánimo y le hizo esbozar una sonrisa. Estuvo a punto de mencionar lo extraño que era que el redcap se cepillara a Van Doren y él a la hija, pero darse cuenta de que eso colocaba a Eddie como su posible suegro hizo que le estallara la cabeza dejando al redcap con un largo silencio en el teléfono. Tardó lo suyo en recuperar la compostura.
-Eh... Pues, yo que sé. Querrá arreglar toda la mierda que nos está lloviendo. Pero, ¿sabes lo que la conquistaría mucho? Que le entregases en bandeja al zorro de Silveth y os dedicaseis juntos a atormentarle el resto de su vida. Esas cosas unen.
-Vaya, parece que las noticias vuelan. Así que todo lo que necesita una chica para aceptar tu amor es la tortura y el asesinato. Ahora entiendo por qué me fue tan fácil conquistarla cuando éramos jóvenes -rió Eddie, aunque un gruñido pensativo por su parte hizo parecer que se lo pensaba de veras-. Hablando del payaso ese, ¿sabes que estuvo en el Terciopelo e intentó Saquear a la zorra de la Magnum a punta de pistola? Si llega a tocarte a ti, a Van Doren o a su chavala...
El sidhe volvió a guardar silencio, aunque esta vez por una razón muy diferente.
-He estado con él hace unas horas -comenzó a relatar con voz grave-. Fui a su casa porque no le había visto desde que regresamos... Me ha intentado borrar un recuerdo bastante importante, no sé por qué. Por eso quiero localizar a Van Doren. Va a venir a mi casa esta noche, y puedo asegurarte que no va a salir vivo de ahí.
-¿Necesitas librarte del cadáver? -preguntó con total sinceridad.
-Eso lo decidirá Van Doren, pero yo apostaría por el sí -respondió en el mismo tono-. Creo que si no ha vuelto todavía estará en el Feudo. Voy a ir a buscarla, así que no hagas planes para esta noche. Te llamo más tarde y te confirmo lo que sea.
-Esta es la primera vez que se me pone dura por algo que me ha dicho un tío. Tener a Anne en casa y no poder tocarla me está matando -dijo Eddie-. Afilaré mis cuchillos.
Shyam soltó una carcajada al otro lado del auricular.
-Oye, una última cosa. Rose está en mi casa y no quiero que sea testigo de todo lo que allí va a pasar. Piensa algo respecto a eso, por mí y por Van Doren. Hasta luego -Y colgó antes de que le diese por hilar cosas.