Partida Rol por web

El viento y el frío azotan con bravura esa noche. La cazadora sonríe porque sus dioses han escuchado sus plegarías, y se siente segura cuando manifiestan su poder de forma tan evidente. El miedo y la preocupación no son capaces de mostrarse en estos momentos, ahora tan sólo existe en su corazón orgullo y valentía. La vingana alza la vista para divisar la torre, pero las condiciones son demasiado extremas para ver algo ahí arriba - Cuando estemos todos preparados veré con mi magia cuantos enemigos nos aguardan y ordenaré a mi silfo que arroje a los soldados por el barranco. En estos momentos, la idea inicial de entrar en sigilo gana fuerza, y no debería ser descartada. Así, cada grupo debería permanecer en su posición hasta que los incursores se percatasen que el ataque a la torre por parte de mi silfo no ha sido detectado. Si así sucediera, sería momento de usar la magia de Heenshen sobre el trollkin, y luego intentar subirlo hasta el hueco. Yo podría clamar a mis dioses para calmar a los vientos, en caso de que la ventisca pudiera afectarnos haciendo que la ascensión fuera más segura. Si Suk consiguiese abrir la puerta de arriba, tendríamos unos minutos para subir al resto del grupo de incursores. Una vez infiltrados podríamos dar la alerta al grupo del ariete para que comenzase a atacar desde abajo. ¿Hay alguien que pueda alertar al grupo del ariete? ¿O se le ocurra cómo hacerlo? 

Groth avanza arrebujado en su pesado capote. A pesar de su fortaleza la nevisca es tan fuerte que le obliga a utilizar su gran espada envainada a modo de bastón mientras camina pesadamente. Maldiciendo entre dientes, llega hasta donde los demás están perfilando los últimos detalles del plan de ataque.

- No apaguéis todas las antorchas todavía. Lo ideal ahí arriba sería un buen fuego -masculla con la voz ronca- Pero no una antorcha, sino una gran fogata para que se vea desde abajo a pesar de toda esta mierda de nieve. Utilicemos magia, madera, telas, estandartes, paja, lo que sea. El tamaño de la llama debe ser lo más grande posible. Tened en cuenta que una vez hayamos tomado ese tejado no podrán ver desde dentro de la torre lo que hagamos ahí arriba, así que como si le prendemos fuego a todo el piso superior. Es el momento de acumular todo el combustible que tengamos a mano y llevarlo con nosotros.

Mira a sus compañeros evaluándolos y después a la torre.

- Recordad que hablamos de dividir el grupo de asalto al tejado en dos grupos menores. Uno atacará el primero y el otro, formado por los menos sigilosos, se acercará más lentamente -mueve un poco los brazos, los enormes músculos abultan incluso bajo la armadura- Ese segundo grupo puede llevar los objetos combustibles. Y tal vez sea buena idea que Vaerles se apunte con nosotros... su magia ígnea nos será muy necesaria ahí arriba y, si mis sospechas son acertadas, también dentro de la estructura, cuando nos encontremos con esos monstruos vendados.

Después escucha las palabras de la vingana con el ceño fruncido. Sabe que es una gran guerrera, pero como le pasa a los berserkers, a veces da la impresión de tener un exceso de confianza a juego con su potencial.

- Lo importante, Cazadora, es subir la mayor cantidad de gente ahí arriba en el menor tiempo posible -replica con una mueca hosca- Incluso aunque logres lanzarlos a todos al vacío, puede que alguien oiga sus gritos o que exista algún otro tipo de alarma, tal vez mágica, que desconocemos. A Suk deberías subirlo después de hayamos establecido ahí arriba una cabeza de puente. Llegado el caso, hasta podríamos descolgarlo con una cuerda si es necesario y ya no podemos contar con tu demonio aéreo. Así que los que asaltéis ese tejado hacedlo rápido y con dureza. No se trata sólo de eliminar a los defensores: se trata de tomar una posición, no lo olvidéis.

Sin querer, la imagen de una anciana montada en una escoba le viene a la mente. "Demonios, cómo hecho de menos la magia de Alëu", el propio humakti reconoce su sorpresa al recordar a la bruja, "puede volar y excavar, y seguro que tiene recursos que ni llegamos a imaginar. En cambio aquí... excepto tal vez Gábriel y alguna añagaza de última hora de esos impenetrables mostalis, no veo más que músculo".

Un suspiro se escapa en forma de vaho de la boca del mercenario.

En un momento determinado de la discusión, Groth se acerca al veterano Holguer y le susurra al oído, esperando que el ruido del viento apague definitivamente su voz.

- Amigo... ¿recuerdas de lo que hablamos ayer? -hace un esfuerzo para evitar mirar a Bosporus- Yo no he podido olvidarlo ¿Viste cómo luchó Bosporus? ¡Qué Humakt me lleve si ese mercader no es al menos tan fuerte como uro, y tal vez más! ¡NO le mires! El problema es que si no viene con nosotros al tejado se quedará en el grupo de abajo, el del ariete, y allí no hay nadie para quien levante sospechas. Tal vez deberíamos avisar a alguien más nuestras sospechas. Si es lo que pensamos podría cambiar de bando en cualquier momento y eso sería un desastre ¿Se te ocurre a quién podemos confiarnos? No me gustan esos mostalis, pero si hay un guerrero capaz de lidiar con un ogro, desde luego es un enano de hierro ¿qué opinas? No es el momento de luchar, ni aquí, ni ahora, pero alguno de los nuestros debería estar prevenido.

El capitán mostali lanza una última mirada hacia la ventisca, dirigiendo su rostro en dirección a la torre. Después se despide de sus dos camaradas, Rompepiernas y Botas Ligeras, en su propia lengua.

- Esto lo hacemos por La Máquina, no permitáis que los humanos cambien los planes si no estáis convencidos. Escuchad a Holguer, es el más viejo de ellos y quizá el más sabio. No subáis los primeros, vosotros sois más valiosos. Antes de usar el artefacto explosivo, es importante tener arriba aliados suficientes para que ataquen en vuestro lugar. Botas Ligeras, si el elemental de viento de la mujer, Gabriel la cazadora, es destruido, dependerá de ti subirlos. Espero volver a veros de nuevo con la animación de un trabajo bien acabado.

Tras darles una corta charla, tan fría como la nieve, se dirige ahora a "el Viejo" y a "la Cazadora".

- Una vez ganada la posición de arriba, con el... engaño de la puerta inferior ejecutado, y con tan pocas posibilidades de entrar por esa ruta, -lanza una mirada rápida al trollkin - pensad que los tres enanos de hierro seremos más útiles combatiendo que golpeando una puerta hasta que todo acabe. No dejéis atrás a vuestras mejores herramientas. Que vuestros dioses os ayuden esta noche.

No muestra más preocupación por las decisiones que puedan tomar los humanos durante el combate, salvo las palabras que acaba de dedicarles. Crisol hirviente se mantiene impasible ante la ventisca, viéndoles partir.

El mostali avanza en silencio con los ojos entreabiertos para ver sin ser molestado por la tempestad. Es consciente de que va a ser un encuentro realmente duro, pero no le importa pues es su misión, para eso está aquí.

Se engranará con sus hermanos del hierro.

Cuando el seguidor de La Espada se dirige a él en privado, expresándose como la viva voz de la cautela, Holguer le escucha con mucha atención, asintiendo a algunas de sus aseveraciones y ponderando muy bien las cosas antes de contestar. Y luego guarda silencio varios minutos, porque las cosas de importancia hay que pensarlas bien antes de pronunciarse.

Y por ello cuando habla, lo hace muy convencido:

- No te falta razón, Groth, pero yo había pensado dejar con ellos a Sökendal, el otro uroxi… él sabrá qué hacer en caso necesario, pero tiene instrucciones de aguardar al momento adecuado – eso suena bastante siniestro en boca del viejo – Sin embargo no me parece una buena idea compartir nuestras… inquietudes… con los mostalis – añade mirando hacia atrás sobre el hombro – Por una sencilla razón: no sabemos cómo reaccionarían ante esa información.

Le mira a los ojos con una sonrisa elocuentemente cínica:

- Nadie que yo conozca entiende de verdad la forma de pensar de los enanos, sus mentes razonan de un modo muy distinto al nuestro – se justifica – Son rígidos, tercos, estrictos… y pocas veces atienden a razones. Si se les comunica que algunos de nuestros supuestos aliados podrían estar infectados por El Enemigo, igual les daba por atacarlos en el acto, sin reparar en ninguna otra cosa… Así que mejor no arriesgarse… No me fío.

El viejo guerrero es sorprendentemente pragmático, en especial para ser un uroxi… pero desde luego le sobra experiencia.

Aunque todavía parece preocupado, en sus ojos se puede apreciar una sombra de alivio.

- ¿El otro uroxi? -murmura- Claro... sí, me parece bien así. Me preocupaba que nadie del otro grupo estuviera al corriente, pero si va a haber un fiel del Toro Tempestuoso vigilando al sospechoso, lo dejo en sus manos. Confío en tu criterio, Anciano.

Inclina levemente la cabeza como muestra de respeto y sin mudar la expresión se da la vuelta para prepararse para el combate.

Encogido y tiritando por el frío, Suk mira a lo alto de la intimidante torre, luego a los intimidantes mostalis y después a su compañero Groth, que parece más intimidante que nunca.
Y mientras juguetea con el anillo oculto entre los bolsillos de su capa, se pregunta qué será de él. ¿Lo dejarán avanzar solo para llamar la atención de los vigilantes y que lo ensarten con sus flechas y lanzas? ¿Lo meterán por el agujero ese para que ese hechicero le absorba su fuerza vital con nigromancia? ¿Lo rellenarán de mecanismos mostalis para hacerlo explotar junto a una de las puertas?
Suk se siente tentado a salir corriendo y dejarse morir de frío para, por lo menos, servir de alimento a algún carroñero cuando llegue la primavera.

El mercader dirige la carreta hecho un ovillo en el pescante y con los ojos entrecerrados por la fuerte ventisca. Su único consuelo es que, si sobrevive a esta noche, la historia que contará durante muchos años en las tabernas por donde pase le valdrá muchas jarras de vino.

-Vevendré cocon vososotros sisi puedodo ser uútil -le responde a Groth mientras le castañean los dientes por el frío. La nieve le entumece todo el cuerpo y apenas nota el dolor de la herida en la pierna, que el difunto Hal logró sanarle a medias.