Partida Rol por web

Gábriel está situada estratégicamente en la posada observando quién entra o sale. Observa a los hombres que van entrando, pues la hora es propicia para que la posada reciba clientes, y no puede evitar observar al hombre que entra y deja boquiabiertas a las camareras. De hecho, a Gábriel se le corta momentáneamente la respiración al ver entrar a uno de los hombres más atractivos que haya visto nunca. Lo ve dolerse momentáneamente de la espalda al entrar, y por su aspecto atlético, sus ojos observadores que barren toda la posada y sus movimientos, Gábriel deduce que es un curtido hombre de armas. No parece no obstante que esté demasiado alerta, quizá se trate de un alguiacil que haya terminado su trabajo por hoy o un mercenario sin empleo que gasta el dinero recién obtenido. Sea como fuere, parece un tipo agradable, además de terríblemente guapo. Y de repente, termina fijándose en Gábriel mientras saborea la bebida que acaba de pedir y parece que se le acerca para decirle algo...

Sin duda, Gábriel es conocida por ser una gran cazadora, pero también tiene fama de ser bastante lasciva. Desde que abandonó Murallas Blancas la mujer no había compartido lecho con ningún hombre, y cuando vio ese hombretón que se dirigía hacia ella, se hizo la interesante, se colocó el cabello a un lado y miró hacia otro lugar como si no lo hubiera visto -Creo que esta noche va a ser más larga de lo que pensaba...- pensó, esperando que el misterioso hombre entablara conversación con ella.

El hombre se acerca a la mujer pelirroja con la boca y los ojos abiertos como platos. Rápidamente los cierra al imaginarse la cara de bobo que ha debido poner.

Perdone, señorita. Llevo un largo viaje a mis espaldas, y los combates que he lidiado en el camino me han dejado algo malherido. Si no le importa, espero que me permita sentarme junto a usted y, si es posible, mantener una distendida conversación. El hombre extiende la mano para tomar amablemente la de Gábriel, y la besa con suavidad. Mi nombre es Yiagho y, para serle franco, no esperaba encontrar a una mujer de tal belleza en un lugar tan alejado como éste.

Yiagho observa detenidamente las pertenencias de Gábriel, y entrecierra los párpados, en actitud meditativa.

No quiero ser descortés, pero por los comentarios que he escuchado, su atuendo, su arco y su maravillosa presencia me hacen pensar que me encuentro ante la mismísima Gábriel, la vingana matadragones -dice sin levantar el tono demasiado-. No se preocupe, si viaja de incógnito no pretendo que nadie se entere, pero si he de serle franco, dudo mucho que me equivoque de persona, pues me he quedado sin aire al verla, y eso jamás me había ocurrido. Aunque, a decir verdad, los comentarios sobre su persona se quedan cortos.

El hombre se avergüenza un poco al pensar en lo ridículo que puede parecer ante la guerrera cazadora, y agacha la cabeza. Ehhh, estooo. Siento si le parezco algo ridículo, no soy ningún noble estirado ricachón de esos. Pero lo que he dicho sobre usted es totalmente cierto. Entonces se acongoja y parece ponerse de los nervios cuando la mujer le sigue mirando de esa manera tan directa, como queriendo atravesarle con una flecha. Se ruboriza visiblemente y se cruza de piernas cuando nota una tirantez en la entrepierna. Oh, por todos los dioses de la Corte Celestial, va a pensar que soy un adolescente con ganas de una loche loca. Bueno... y no me importaría. ¿Pero qué estoy diciendo? ¡No puedo pensar esto de Gábriel! Si es Gábriel, claro, porque si me equivoco habré quedado en evidencia.

Bueno, igual la he incomodado. Tal vez me haya precipitado y no sea usted Gábriel. Pero que me caiga un rayo si  miento al decir que tiene usted la belleza misma de Uleria. Si le molesto, puedo marcharme. Por favor, no, por favor, no. Yiagho está realmente nervioso, y no es habitual en él, acostumbrado a que las mujeres se fijen tanto en él. A pesar de ello, ha tenido una única relación, y no fué muy bien, que digamos. Lo único que quiere es mantener una conversación con una heroina, y puede parecer algo pretencioso, pero tal vez esté pareciendo un crío memo.

Cuando la cazadora observa los modales del hombre, sonríe confiada. Ante tantos halagos, la mujer le hace un gesto con la mano para que baje la voz. Mira a su alrededor, observando si hay miradas ajenas que se hayan fijado en las palabras de Yiagho, y al ver que aparentemente todos siguen inmiscuidos en sus conversaciones, la mujer se pronuncia -¡Ohh! Ya te recuerdo, Yiagho. Han pasado muchos años desde entonces- Gábriel observa a sus compañeros de viaje. Por su comportamiento parece que quiere ser escuchada -En aquellos tiempos no tenías esa melenaza, por eso no te he reconocido- la mujer se levanta y le coge del brazo para que la siga, pero el hombre parece resistirse un poco -¿Pero a éste que le pasa?- piensa la mujer extrañada por el comportamiento del hombre. Entonces se hace una idea de lo que le puede estar ocurriendo -¡Ohh! Entiendo...- sonriente, se acerca a Groth y le dice en el oído -Este hombre es un viejo amigo y está malherido. Voy a subir a una de las habitaciones para curarle y de paso, le preguntaré por nuestros amigos misteriosos- se gira rápidamente y le entrega a Onaekko sus armas y pertenencias -Protégelas hasta que vuelva. Que nadie toque nada- le dice también en voz baja. Cogiendo la mano de Yiagho, se acerca al posadero para preguntarle si tienen habitaciones de uso no compartido.

Cuando la mujer le coge del brazo y tira de él, Yiagho siente un nerviosismo inesperado. ¿Qué... qué quiere hacer conmigo? Oh, Dios. Yiagho no esperaba esta reacción; de hecho, esperaba poder conocer a la mujer con una agradable charla primero. ¡Pero parece que es de armas tomar y prefiere pasar primero a la acción! Con agitación, pero con el corazón desbocado, se deja llevar por la guerrera. Definitivamente, no hay mujer como ella, en todos los sentidos. No va a dejar perder una opotunidad de poder sentir la piel de esa diosa. En el último instante, piensa en lo que ha dicho sobre "sus amigos misteriosos". ¿Habrá pensado que soy algún tipo de espía en una de sus misiones heroicas y querrá matarme? Yiagho trata de quitar esos pensamientos negativos de su mente. Gábriel es un espíritu puro, y adora a Vinga, además. Jamás podría hacer daño si no fuera preciso, no con esa belleza. Aunque también es una orlanthi impredecible.

Yiagho es casi arrastrado por la fuerza de la mujer, y murmura embobado sus últimos pensamientos, temeroso, exaltado y emocionado a la vez, mientras le lleva adonde sea que le guíe.

La mujer sube hacia una de las estancias, abre una vieja puerta de madera, e invita a pasar a Yiagho. Cuando éste entra, ella cierra la puerta y se queda apoyada en ella observándole -No quiero airear demasiado quién soy- le dice -verás, prefiero que mis enemigos no sepan que estoy cerca. Aquí podremos hablar tranquilamente- la mujer se sienta encima de la cama y se desata las botas -¿No te pones cómodo?- le dice dando unas palmadas en la cama -Hoy estás de suerte. Enséñame esas feas heridas para que te las cure mientras hablamos de lo que me interesa- contra todo pronóstico, parece que Gábriel sólo pretendía sonsacarle información en privado -Así que has lidiado numerosas batallas...¿y puede saberse con quién?- la mujer le hace preguntas mientras observa las heridas -Mmmm- se queja la vingana -¿Supongo que no te importará que me quite éstos ropajes para estar más cómoda?- ante el evidente nerviosismo del guerrero, la mujer le dice provocadora -¿Me imagino que un hombre con tanto mundo a su espalda no se asustará de que una mujer desnuda le cure?- La cazadora, que ya tenía medio desabrochada la camisa y los pantalones quitados, se queda parada -Pero ¿a lo mejor me estoy equivocando y prefieres que llame a una iniciada de Chalana Arroy? ¿Quieres que me abroche?- cláramente está usando todas sus armas para provocar al guerrero. Sus pulsaciones se disparan y vuelve a sentir ese calor del que hacía tiempo que no gozaba. Como siempre, acaba por tomar las riendas de la situación y se tumba en la cama -Luego hablaremos de esas heridas y de otros asuntos...pero ahora tómame-.

Cuando la guerrera comienza a hablar, Yiagho se siente manipulado. Qué irónico, mis compañeros de armas siempre me decían que podía lograr cualquier cosa de las mujeres. Sin embargo, se despreocupa totalmente y el ardiente deseo hace que se lance a la cama. Supongo que una mujer como tú podría averiguar lo que quisiera, hasta del mismísimo Emperador Rojo. Lo sabe, pero le sigue el juego porque no le importa. Nunca había tenido sexo con una mujer tan bella, y posiblemente esta fuera la mejor noche de su vida.

Tranquila, mi señora. Trataré de hacerte ver que soy digno de tí. Espero no defraudarte. Por supuesto, dejó de hablarle de usted, eso ya no importaba. Ahora mismo, Gábriel podría preguntarle lo que quisiera, sabía que estaba en sus manos hacerlo. Pero no le importaba en absoluto; no con esta mujer llamándole de esa manera para poseerla. Al fin y al cabo fue lo que deseó nada más verla, aunque jamás pensó que ocurriría.

Soy tuyo ahora, más tarde podrás satisfacer tu curiosidad. Yiagho la tomó entre sus brazos, y comenzó a hacerle el amor como no lo había hecho nunca. Deseaba hacerla gozar como nadie jamás. Con un poco de suerte, este espíitu indomable podría elegirlo como pareja, aunque sabía que era tan indomable como libre... Aunque, realmente, todavía no le había llegado a decir su nombre.

Hace tiempo que la cazadora no disfrutaba tanto. Terminó extasiada, pero era hora de seguir con la misión. Desde hacía largo tiempo, había mantenido relaciones con muchos hombres pero nunca se había enamorado de uno. Bueno, eso no es cierto del todo. Gábriel se enamoró perdidamente de un soldado, Garen, que luego pereció, dejando el corazón de la cazadora roto. Por si eso no fuera ya bastante duro, más lo fue cuando despertó de la ilusión en la que le había imbuído su enemigo Kark. Sí, así es. El único hombre del que Gábriel se había enamorado era una ilusión...

La mujer se levantó de la cama y comenzó a vestirse, dejando al hombre plantado en la cama -No has estado mal- dijo sonriente -Ahora ya me puedes decir dónde te han herido para que te cure- e hizo una breve pausa -Y mientras, ya puedes contarme de dónde vienes y qué sabes de la Cadena. Si has estado deambulando por estas tierras estarás al tanto de todo lo que sucede con los trolls- Gábriel está relajada y tiene las mejillas sonrosadas.

Yiagho seguía pensando como si fuera otra persona. No conocía todas las armas de la guerrera, pero temía que tuviera un as en la manga que le permitiera leer la mente. Así que trató de alejar los sarcasmos y los pensamientos de victoria de su verdadero yo. Oh, sí, te diré lo que quieras, pequeña. Haciéndome gozar de esta manera, voy a decirte lo que quieras siempre que lo desees.

-Eeeh, sí claro. Tú también te has por... -ha estado a punto de decir "portado bien", pero se acuerda de que debe hablar de otro modo o se delataría. Tú también me has hecho pasar una maravillosa experiencia -continúa- . En cuanto a lo que me preguntas, lo cierto es que lo poco que sé de la cadena es que hay espías inflitrados en todos lados, incluso en esta misma posada he reconocido algún visitante extraño no habitual -miente-. Yo vigilaría a tus compañeros, ese bárbaro que he visto antes de entrar tiene bastante que esconder, y tiene más poder e influencia del que te puedes imaginar. Le he visto merodeando por el norte, y por lo que sé, muchos le temen. No creo que sea sólo por sus músculos. En cualquier caso, no soy nadie para inmiscuirme en tus asuntos, mi bella acompañante, y no quiero causar suspicacias entre vosotros, más aún cuando acabo de entrar en tu vida. Quiero demostrarte que te soy fiel y que has causado una gran impresión en mí, más que nadie en toda mi vida. Sé que igual no quieres verme más, empero me harías muy feliz si pudiera verte, aunque fuera, sólo una vez más para hacerme sonreir de alegría. Antes de continuar con tus preguntas a las que responderé gustoso, dime, ¿tendré el placer de verte otra vez?

Yiagho termina de incorporarse y le pone un brazo en el hombro. Tan suave como se lo había imaginado. Toda una mujer, sin duda. Y sería un orgullo que mi legado de sangre creciera en tu interior, sin duda -piensa, con una sonrisa dulce que queda tan bien en este rostro-.

Las palabras del hombre misterioso con el que acaba de pasar la noche hacen mella en ella -¿A ese bastardo solar le temen?-la cazadora no quiere hablar más de la cuenta, pero poco le importa la opinión que se pueda formar Yiagho del bárbaro -He tenido que aguantar su presencia más tiempo del que quisiera. Juré a una mujer llamada Janshen que protegería a sus acompañantes y les alejaría del peligro lunar. Y en este tiempo no he percibido nada que haga a ese perro del demonio ser especial ¿Qué esperas de un individuo que traiciona sus orígenes? Nada - Gábriel de nuevo se sienta en la cama y comienza a anudarse las botas. Cuando termina de apretar con fuerza el último nudo le dice -Es bastante improbable que volvamos a vernos. Mañana marcho, pero si nuestros caminos se vuelven a cruzar espero volverte a tener entre mis piernas. Y no hará falta que montes ese numerito de las heridas...-la mujer le sonríe y con paso decidido abandona la habitación. Mientras baja las escaleras para reunirse con sus compañeros, hace una mueca de rabia -Siempre me pasa lo mismo...pero se me nubla el entendimiento cuando necesito que una berga me satisfaga. Quedarme en cinta sería un serio problema. Espera...¿Quizá la abuela Aleül tenga algún remedio? - la vingana se acerca a Onaekko para recuperar sus pertrechos y luego, se sitúa al lado de la vieja para mantener una conversación con ella.

La bella mujer y el apuesto mercenario se despiden tras el tórrido y animado rato que han pasado juntos. Al amanecer sus caminos se separan, ¿volverán a cruzarse sus caminos?