Partida Rol por web

- Obendiya y yo debemos descansar el tiempo que resta de oscuridad para poder estar activos la próxima jornada. Si no queremos que se den cuenta de que vamos tras sus pasos, nuestra carreta, al menos, tendrá que quedarse atrás y seguirnos a Obendiya o a mi en la distancia - comenta mientras se tumba junto al fuego tapandose con una manta.

Durante un día siguen a gran distancia a los extranjeros de la carreta, que parecen desviar su rumbo brúscamente al sur. Todos los días, cuando llega el atardecer, Hal y Obendiya se aproximan lo suficiente como para ubicar su posición de acampada y ver su fuego, para luego volver rápidamente antes de que la noche les alcance para informar y descansar. No encuentran evidencia de que se hayan deshecho de la chica telmori, pues no encuentran su cadáver por el camino, ni tampoco restos de sangre o signos de violencia, así que suponen que la llevan con ellos, sea cual sea su destino.

Al tercer día están convencidos de que los supuestos ladrones se dirigen a un mazizo montañoso aislado que se ve en la lejanía, a varias jornadas de camino, en mitad de las tierras salvajes, pero luego varían de nuevo su rumbo al suroeste lo dejan de lado. Parece cada vez más claro que su intención es mantenerse fuera de los dominios que los telmori llamaban la tierra de los dragones que caminan. Su destino parece algún lugar que está más allá de esos dominios, y para ser más concretos, parecen dirigirse a una alargada formación montañosa que hay algo antes de llegar a la gran cordillera de las Montañas Petrificadas Occidentales, formando un valle entre dicha formación y la cordillera. Sin embargo, parecen dar un gran rodeo para evitar las tierras de los dragones...