Partida Rol por web

La mujer y el agimori siguen el camino hacia el nornoroeste, cuyo firme se encuentra húmedo y en algunos puntos embarrado por los copos de nieve, que caen en estos días de forma esporádica. En el camino la nieve no ha cuajado, pero en muchos puntos del paisaje se ven pequeños parches blancos donde, protegida por la sombra de algún árbol, edificio o elevación del terreno, los furiosos rayos de Yelm no han derretido la nieve.

Salen de la aldea y comprueban que el camino deja a la derecha un molino sobre un promontorio de aventajada posición, a unos centenares de pasos del edificio más próximo de la aldea. Se aprestan ambos a observar con atención las múltiples huellas que pueden verse impresas en el camino. Se supone que han pasado tres días desde que la carreta pasó por aquí, así que a Gábriel le parece imposible distinguir unas huellas de otras transcurrido tanto tiempo. Además, probablemente la nieve haya caído en ese intervalo de tiempo y habrá diluido las huellas. Pero Onaekko es terco como una mula y anda con la vista fija en los lindes del camino, ya que si la historia que dice el posadero que el molinero le contó es cierta, habrá huellas que extrañamente salgan del camino hacia la derecha.

Y en efecto el gigante de ébano termina observando algo y se agacha para corroborar que huellas de un carro de dos ejes salió del camino aprovechando una llanura de terreno más o menos llano y transitable. Siguiendo un trecho las huellas, se observa que toman dirección noreste, acompañadas de huellas de varios caballos más acompañándola. Finalmente, rodeando a la aldea por el norte varios kilómetros, más adelante terminan incorporándose al camino que sale de la aldea hacia el noreste, en una clara maniobra prevista para despistar posibles perseguidores...

Onaekko se siente orgulloso por el descubrimiento. Quizá la Cazadora empiece a tomar más en serio sus habilidades. Tiene una deuda de sangre con Gabriel y siente que así puede empezar a saldarla. Además, ya se sentía algo entumecido en el interior de la posada y un poco de aire fresco le ha venido bien para despejar su cabeza.

-El Hijo Pródigo nos ha facilitado la presa. Nuestros perseguidos han sido descuidados. ¿Será una trampa? ¿O de verdad serán tan poco precavidos? Pelo de Fuego, ¿volvemos con los demás para iniciar la cacería en manada? ¿O quieres que nos adelantemos?

La vingana está tan segura de que no habría forma posible de distinguir las huellas, que se queda bastante estupefacta cuando el agimori avisa de su hallazgo. Gábriel avanza segura hacia la posición que señala el agimori, y cuando está a punto de burlarse de los reflejos de su protector, queda sorprendida al distinguir las ruedas del carro -Ejem...- se rasca la cabeza -Sí, efectivamente son las huellas...- la mujer reacciona rápido -Has pasado la prueba amigo Onaekko. Podremos volver...en cuanto las examine detenidamente- durante unos instantes, mientras las examina, la cazadora no para de rumiar para sus adentros cómo es posible que ella no haya visto las huellas...

La mujer pelirroja y el cazador de negra piel regresan por donde han venido y al llegar a la altura del molino ven que hay gente a las puertas del mismo. Al poner un poco de atención comrpueban que son sus compañeros que al parecer están hablando con el molinero...