Partida Rol por web

Durante la mañana, Helerlavi enseña sus tierras a los huéspedes, mientras su hijo mayor, Varhen, se ocupa de los quehaceres hasta que su hermano menor regresa tras llevar a los enanos a la Cañada de la Serpiente. Al parecer les ha dejado en el abrigo rocoso sin incidente alguno, y han estado examinando el terreno por el que pasa el sendero que conduce a La Colina. Los enanos parecen haber seleccionado para una posible emboscada un punto en el que el sendero pasa a menos de diez metros de unas rocas de gran tamaño que prodrían ocultarles, y el joven granjero lo comunica a su padre, Holguer y Hal.

- Bien, ahora solo queda esperar y ver si las sospechas se confirman y vemos salir de esa torre... -sus palabras mueren en la garganta cuando mientras habla se gira para observar la torre.

Al parecer, por el tortuoso sendero que conduce a la pétrea fortaleza, baja una comitiva. Demasiado lejos aún para ver de qué se trata, si una patrulla rutinaria de jinetes o tal vez los Kelebran con su patriarca en el sudario como esperaban.

Holguer el viejo sonríe con aire ladino y se dirige a sus compañeros:

- Acerquémonos a ese grupo antes de que se pongan en marcha - propone - Pero antes concededme un instante para recoger algo de mi equipo...

Dicho esto se dirige al granero en el que están resguardados los animales y en breve está de vuelta con un saco a la espalda que parece contener un objeto no demasiado voluminoso. También está guardando un largo cuchillo de cazador en una funda bien aceitada que ha incorporado a su grueso cinturón, será la única arma que lleve consigo…

El anciano entrecierra los ojos mientras observa el lejano punto moverse por el sendero que desciende desde la cima donde está construida la torre.

- Sean quienes sean, en menos de una hora pasarán cerca de nuestra granja y veremos a dónde se dirigen y quienes componen el grupo. Entonces nos acercaremos... o no.

Y en efecto no pasa mucho tiempo hasta que descienden de la montaña y comienzan a acercarse por el sendero en dirección a la granja, para torcer luego al noreste y encaminarse a la colina. Ya a esa distancia de un par de kilómetros se puede apreciar que la comitiva la componen una carreta descubierta de un solo eje, tirada por un solo caballo, y un grupo de entre seis y ocho jinetes.

Uno de los jinetes se separa del grupo y se aproxima a la granja al trote...

Tras hablarlo con Helerlavi y Holguer, Háloric deja todo lo que lleva en su yegua que pueda sugerir a cualquiera que viene de muy lejos. Porta solo lo que sería necesario para ir de caza o defenderse en caso de ser asaltado, aunque la gran lanza, que destaca bastante, la deja dentro de la casa. Ha pedido prestada a su anfitrión una piel de animal grande para ponerla cruzada en la grupa de Negraluna, ocultando así la presencia de su arco y la aljaba con flechas. Las jabalinas y el escudo se pueden ver colgando a ambos lados de la montura. Con su manto orlanthi procura cubrir la presencia de su hacha especial, dejando a la vista solo su espada enfundada en el costado contrario. Intentar ocultar que va armado le parece una señal clara que podría levantar más sospechas aún. Es mejor explicar el motivo. Les aconseja lo que pueden comentar, una manada de lobos podría haber matado unas reses en alguna granja a un día de distancia y por eso deben estar preparados.
Sea como fuere, prefiere que sean otros quienes hablen para que no se note demasiado que no es de por aquí. Le pueden presentar, si lo creen conveniente, como "Haldus el cazador", emulando la táctica del viejo Khan, y explicar cualquier relación con Holguer o Helerlavi que consideren oportuna. Quizá haya venido ya a la zona en más ocasiones a vender sus pieles, incluso conocer al difunto. Finalmente los ven acercarse. Hal se mantiene tranquilo ante la llegada del jinete que se adelanta. Coge algo para beber de un tonel, agua espera, y bebe despreocupadamente, como si lo que está pasando fuera normal para él.

El hombre que viene cabalgando en seguida se hace identificable y Helerlavi le anuncia como Orlug, el hijo mayor de los Kelebram. Cuando llega a unos pocos metros se mantiene en la montura mientras habla, presto a partir de nuevo.

- Os saludo, Helerlavi, Palgrem... y compañía -añade al advertir a Holguer y Hal. Traigo la triste noticia del fallecimiento de mi anciano padre. Le llevamos a La Colina, para celebrar un rápido rito funerario. Los hombres de Samaliman nos apremian a que no nos demoremos, así que no hay tiempo de reunirnos como merecería un hombre como él, y solo los más próximos podremos honrarle en su último viaje entre los vientos. Si uno de vuestros hijos partiera ahora a la taberna de Jorhen, los que allí estuvieran podrían llegar a tiempo para el atardecer, cuando el fuego prenda la pira. Os agradeceríamos vuestra ayuda. Yo mismo me adelantaré para avisar a nuestra gente y a alguna otra granja del norte, mientras mi hermano permanece con el cadáver de mi padre y los hombres de Samaliman.

El anciano cumplimenta a Orlug sin demora.

- Vuestra pérdida es nuestra pérdida, Orlug. Tu padre tuvo una vida larga y llena de aventuras, y no merecía caer postrado por una pestilencia o un espíritu maligno. No diré nada sobre tu decisión de llevarlo al hombre que dice tener poderes para curarnos y que últimamente tanto le fallan, pues las Damas Blancas no recorren por desgracia nuestro territorio y pocas opciones de buscar la curación de nuestros enfermos tenemos. Palgrem, aquí presente, ya pasó por ese trance antes que tú, como bien sabes... y son muchos ya. Pero dejemos eso por ahora.

Se vuelve hacia Hal y Holguer para presentarlos.

- Estos son Holguer, un pariente lejano de Palgrem, recién llegado a Karia, y Haldus el cazador, que ha venido acompañando al anciano y que pronto vuelve al sur.

Y mientras deja que "Haldus" y Holguer presenten sus respetos, se dirige a su hijo mayor.

- Varhen, galopa hasta la taberna de Jorhen y haz saber a todos que al anochecer arderá el fuego en La Colina para consumir los restos de Garlan, patriarca de los Kelebram. No te demores y vuelve cuanto antes, directamente a La Colina. Nosotros ya estaremos allí junto a sus parientes para despedirle en su último viaje -dice estas palabras vuelto ya de nuevo hacia Orlug.

El hijo mayor de Helerlavi monta de un salto en el caballo que ya tenía ensillado. Antes de partir, se acerca a la altura de Orlug y estrecha su antebrazo musitando unas rápidas palabras de consuelo, para luego detenerse un instante delante de los demás.

- Palgrem, Holguer, Hal... si alguien quisiera acompañarme a la taberna que monte de inmediato, tenemos el tiempo justo para dar la noticia y llegar a La Colina para el anochecer.

El viejo Holguer adopta una expresión muy seria, solemne, y dice con voz grave:

- Recibid mis sinceras condolencias por vuestra pérdida, la desaparición de nuestros mayores siempre es un trago amargo – y a continuación añade – Aunque no he tenido la oportunidad de conocer a vuestro padre en vida, me gustaría acompañaros a la colina para honrarle debidamente a su muerte… a mi edad piensas mucho en esas cosas y la posibilidad de disfrutar de una despedida adecuada cuando partas adquiere un gran valor.

Luego se vuelve a Palgrem y añade:

- Si no hay inconveniente, Hal y yo acompañaremos a la comitiva fúnebre desde este momento – propone – Pero tal vez si tú, que tan bien conoces a todas las familias que se han instalado en estas colinas, acompañases a Vahren, podríamos reunir a un mayor número de colonos para hacer los honores como merece al difunto Garlan Kelebram – y concluye con una críptica frase – ¡Ruego a los dioses que su muerte sea la última que tengamos que lamentar en estas dolorosas circunstancias!

Hal se mantiene en silencio, escuchando atentamente cada palabra pero mostrando un semblante serio, apropiado para acompañar el dolor de los Kelebram. Cuando Holguer deja claro que marcharán acompañando la comitiva asiente y espera a que lance su último ruego antes de abrir la boca. Sin levantar mucho la voz y dado que es un forastero, se limita a ofrecer a Orlug unas breves palabras.

- Lamento vuestra pérdida y siento que sea en este día tan triste cuando nos hemos conocido - mira al hombre fijamente a la cara y no quiere decir más, no desea mentirle, pues lo que descubra hoy ya será dolor suficiente que soportar.
Tras la presentación de sus condolencias Hal se acerca a Negraluna y tira de la yegua para seguir a Holguer.

El escueto asentimiento de cabeza de Orlug deberá pasar por agradecimiento suficiente a las palabras de Hal. Y mientras, Palgrem sube a su montura para acompañar al hijo mayor de Helerlavi a la posada con las nuevas del funeral. El anciano Helerlavi también monta en un caballo y las nueras y nietos del viejo se despiden en la puerta cuando todos parten, Varhen y Palgrem hacia el este y Orlug, Hal, Holguer y Helerlavi hacia el noroeste, para interceptar el carromato con los restos del patriarca.