Partida Rol por web

Durante tres largos minutos un mágico vendaval viviente los lleva lejos. Vaerles termina por acostumbrarse a dejarse llevar por el viento y deja de agitarse. Finalmente Gábriel considera que ya deben haberse alejado más de un kilómetro y medio y en efecto en la oscuridad no se oye ni se ve rastro del combate.

El viento cesa depositándoles suavemente en el suelo en un descampado. El frío es intenso y a la luz de la roja luna llena adivinan los contornos de unas colinas suaves alrededor, y algo de vegetación ligera: unos arbustos y un par de árboles solitarios.

Cuando logra calmarse y ve que ha sido la propia cazadora quien ha invocado el viento para sacarlos de ahí, se la queda mirando unos instantes.

-Gábriel, ¿por qué huimos? ¡Tenemos que volver, tenemos que ayudar a los demás! -le apremia. Pero aún no han tocado el suelo cuando entiende que su repentina cobardía debe deberse a la magia-. Gábriel, creo que has sido víctima de un conjuro. ¡Te han lanzado un conjuro, Gábriel! Los trolls te han hecho cobarde con su magia, tenemos que volver -insiste el mercader una y otra vez.

- Ahora deben estar todos muertos - dijo con los ojos llenos de lágrimas - Da gracias por seguir respirando, valiente mercader. La batalla estaba perdida y cuanto antes te des cuenta mejor para ti - la cazadora tenía la mirada fija en el horizonte. No era la misma de siempre, esa mujer con ansia de sangre y venganza. Tenía el ánimo por el suelo y sus ojos no podían ver más allá de la oscuridad -Sólo un necio volvería de nuevo...

-Te equivocas totalmente -contesta Vaerles en tono tajante y adoptando una postura muy seria-. Escúchame bien, te agradezco que hayas pensado en salvarme a mí también con el vendaval que has invocado, pero no todo está perdido, todavía quedan muchos de los nuestros en pie y la anciana tiene magia poderosa -añade pensando de repente en el trollkin que ascendía por el aire como una marioneta-. Gábriel, no te conozco demasiado, pero sé que eres muy valiente, más que muchos hombres que he conocido -continúa, cuidando mucho de que no se note la desesperación en la voz-, y creo que los trolls te han lanzado un conjuro para infundirte cobardía. Es la única explicación a tu modo de reaccionar. ¿Te das cuenta? Son ellos los que te tienen miedo, los trolls, por eso te han querido quitar de en medio con una maldición común, ¡porque les das miedo! Te lo ruego, piensa si tu diosa guerrera, como se llame, hubiera aceptado a alguien como tú si supiera que se desanima al verse superada en un combate. Vamos, Gábriel, eres una luchadora, y tenemos que llegar cuanto antes al campamento, ¡antes de que sea realmente demasiado tarde! -aunque Vaerles es consciente de lo hipócrita de sus palabras, pues él mismo hubiera huido ante aquel monstruo, se sorprende a sí mismo cuando su propio discurso le infunde poco a poco un valor que no sabía que poseía-. Dices que solo un necio volvería de nuevo, pero solo un necio dejaría atrás a sus compañeros. Y yo no veo a ningún necio por aquí. ¡Vamos! -añade haciendo un gesto con el brazo izquierdo en dirección al campamento.

La cazadora escucha atentamente las palabras del mercader, y ella misma parece que comienza a atar cabos con sus acertadas explicaciones. Ese hombre acaba de infundirle todo el valor que el troll le ha arrebatado y vuelve su mirada hacia el lugar donde se encuentran sus compañeros, quién sabe si ya caídos o todavía luchando por su vida - Jamás he dejado atrás a mis compañeros, pero tampoco arriesgaremos la vida si está todo perdido - parece que Gábriel se lo está pensando, pero es una decisión que no se puede tomar a la ligera. Si bien, puede que sus compañeros estén necesitando su ayuda, pero si van hasta allá, pondrá en peligro la vida de un inocente mercader que juega a ser guerrero.

-Está bien, podemos acercarnos a echar un vistazo por lo menos y entonces ya veremos cómo actuamos, ¿de acuerdo? -sugiere Vaerles-. Vamos, apresurémonos -añade haciendo ademán de iniciar la caminata de vuelta. Sin embargo, el dolor del brazo derecho le fuerza a hacer una mueca-. Por cierto... ¿No sabrás algo de magia curativa?

La cazadora se gira, tras tomarse su tiempo observando el trecho que dista entre ellos y sus compañeros, y contesta - Por supuesto, Vaerles - dice como si eso fuera algo evidente. La mujer mira el brazo del mercader y piensa - Si le llega a atacar alguno de los trolls oscuros, este hombre desaparece de la faz de Glorantha. Y aún así quiere volver al combate...me recuerda al Caballero Negro, ese que nunca se rendía...- entonces, Gábriel suspira y se concentra en curarle.

Gábriel sabe que sus enemigos son muy poderosos y no sabe si es muy sensato volver.

-Gracias, Gábriel -dice Vaerles al ver sanar el brazo y recomponerse el hueso roto-. Y ahora, vamos -añade. Y sin decir nada más, empieza a andar medio agazapado en dirección hacia el campamento, muy atento al horizonte. ¿Habrá sobrevivido el resto al ataque de los trolls? ¿Estarán aún con vida Sanna y Regos? Ay, mi buena mula y mi fiel chucho -piensa el mercader con pesar.

La cazadora observa cómo el intrépido mercader avanza con paso firme hacia el campamento y sonríe de lado - Pssssss, Vaerles - le llama - ¡Sube! - dice mientras avanza hacia él montada en su silfo, y le tiende la mano para que suba - Avanza hacia aquella dirección hasta que te avise y vuela por encima de los árboles para no hacer ruido con las hojas – le ordena a su silfo. Luego , se dirige al mercader – Yo voy a intentar disparar a ese miserable troll que me desmoralizó. Según como veamos la situación a lo mejor nos vemos forzados a regresar... - Gábriel intenta avisar al mercader para que acepte cualquier decisión y comienza a concentrarse para preparar sus conjuros. Cuando los tiene preparados, saca una flecha del carcaj y la acaricia suavemente mientras vuelve a concentrarse en ella. Luego la carga, y se mantiene preparada esperando ver a su objetivo.

La pareja vuela empujada de nuevo por un remolino de aire, controlado aún por Gábriel con una poderosa magia, aunque el tiempo se agota y pronto el conjuro expirará y el aéreo elemento quedará libre a menos que la cazadora le ordene antes que regrese a la matriz donde se hallaba ligado.

Tardan de nuevo unos minutos el alcanzar las inmediaciones del campamento, que Vaerles localiza primero desde las alturas gracias a que identifica los tres o cuatro árboles dispersos entre los que acamparon. Desde varios centenares de metros se aprecia que sigue sin haber nada de luz en el campamento, y todo parece mortalmente tranquilo.

Descienden a un centenar de pasos para evitar ser descubiertos por los uz, si es que estos todavía andan por el campamento. Se acercan en la oscuridad intentando no hacer más ruido de la cuenta, pero no es fácil ser sigiloso cuando la oscuridad impide ver donde pisas. No obstante, cuando están a cierta distancia escuchan las voces de Horen y Groth que parecen charlar. Cuando se fijan un poco más, ven la silueta de Horen caminando por el campamento y la de Groth sentado sobre un barril que ha caído de la carreta volcada. Parece estar comiendo algo tranquilamente. De los trolls, no hay ni rastro...