EPÍLOGO
Y así, los aventureros llegados a Karia desde distintos lugares y con distintos objetivos, finalizaron su particular empresa unidos por un enemigo común, al que habían derrotado con gran sacrificio. Las gentes del lugar no quedaron exentas del pago con sangre, y durante muchos años se recordaron con dolor esos cruciales días en los que los taimados meldeks portadores del mal fueron eliminados como alimañas con ayuda de un puñado de valerosos extranjeros.
La torre ardió durante más de un día, y poco a poco se fue derrumbando, conforme las vigas de madera perdían fuerza consumidas por el fuego. No obstante, nadie pudo acercarse a sus ruinas, pues los fantasmas de varios meldeks aparecieron para tomar el cuerpo de cualquiera que quedara a su alcance. Los cuerpos de muchos de los compañeros no pudieron ser recuperados. Ni siquiera el Gábriel, la mujer pelirroja, que se precipitó al acantilado. Sin embargo, todos los caídos fueron recordados y se pronunciaron palabras en su honor: Argörath el enano de plata, el valeroso Hal, el implacable Holguer, Horen el berserker, Gábriel la vingana y Onaekko el hombre y medio.
Los enanos marcharon al oeste, aunque tuvieron que hacerlo sin la chica telmori, pues esta escapó cuando la intentaron encerrar en las caballerizas, trepando al techo del edificio y saltando desde allí la empalizada. Esa noche escalofriantes aullidos sembraron el pánico en las granjas del valle. Al amanecer, los cadáveres destrozados y semidevorados de varias reses de una granja cercana fueron la única huella que la muchacha lobo dejó en la región. Cuando atravesaron tierras telmori, hallaron a la chica entre los suyos, y tuvieron paso franco por sus peligrosas tierras.
Krunk, Arbar y Vorkadung volvieron a incorporarse a sus puestos, con nuevos informes muy positivos en su registro de funcionamiento, lo que les facilitó acceso a mejores recursos en equipamiento y puestos destacados, sobre todo siempre que era menester operar en la superficie. Thorkegar fue reasignado tras proporcionar al consejo el valioso fragmento de la Máquina encontrado en poder de los hechiceros humanos, y su funcionamiento quedó ligado a las tareas que el consejo consideraba más importantes, siempre fuertemente escoltado por los mejores enanos de hierro y de plata.
Heenshen y los que restaban de su grupo pusieron rumbo al sur, no sin antes pasar por la posada donde Auline curó las heridas del alma de algunos, ya que no las del cuerpo.
Además del pago acordado, Vaerles fue recompensado por Karrgiraz, o por quienquiera que en realidad estuviera detrás de la misión encomendada, con una selección de bienes exóticos de todo Ralios con los que hizo una pequeña fortuna al regresar al Imperio. Groth recibió de las Damas Blancas la curación que necesitaba en su brazo mutilado, el propio Heenshen se encargó de ello. Eso, y por fin una nueva armadura de malla con la que protegerse mejor en los muchos bailes con la Muerte entre las manos que le quedaban por danzar. Suk comió hasta que no pudo más, y no solo las sobras, sino su propia ración de comida. Y siguió acompañando a Groth en sus aventuras. A veces, acurrucado en un rincón, saca algo de entre los sucios harapos de cuero basto con los que se viste y lo acaricia, como un tesoro secreto.
Todos ellos corrieron más de una aventura tiempo después. Pero, esa es otra historia, y tendrá que ser contada en otra ocasión...