Tan pronto la criatura apareció todos los adultos presentes se giraron en su dirección, tan sorprendidos como confundidos por la intrusión en un lugar que se suponía seguro, pero eso no le impidió a la mayoría reaccionar a tiempo. En cosa de segundos el profesor Lane se había convertido en corriente eléctrica en su más pura forma, y mientras Nikola parecía ir a los puños contra el alienígena, Vitória se había apresurado a ir hacia Aleksov. Encerrados en aquel sótano de metal los poderes de bioquinesis de la profesora de arte no servían de nada, y confiaba en que el profesor Ernest sería capaz de detener a Astrid si efectivamente respondía al llamado del skrull. Las trillizas estaban junto a Tormenta, y mientras una de ellas se refugiaba tras la morena, otra parecía alerta y la tercera se transformaba en cosa de segundos en una bestia humanoide de color azul, una especie de gorila peludo en esteroides.
Ya era puta hora - se escuchó venir desde algún lugar de la habitación, y quienes voltearon se encontraron con que quien hablaba era Dembe Kanu. O al menos quien solía ser Dembe, pues repentinamente reveló su verdadera naturaleza dejando de lado la apariencia que había adoptado hasta entonces. La directora, que hasta ese momento miraba fijamente al skrull que corría hacia ella, desvió su mirada inmediatamente al imitador y abrió la boca, de donde salió una especie de humo negro hecho de energía que se movía rápidamente en dirección al chico. Este, que había mirado alrededor, alcanzó a soltar un - Ah, mierda - en tono frustrado antes de que esta materia oscura lo envolviera paralizándolo del todo.
Renzo, no se me ocurrió decírtelo antes, pero para la próxima sería mejor si me pusieras la ilusión en solo para director. Para que parezca menos ilusión ;)
El que quiera puede hacer una tirada de Percepción, dif. 6.
Hasta el momento en que Caroline se había girado para abrazarla y acariciarle el cabello, Vera había estado prácticamente escondida a sus espaldas, aterrada por la incertidumbre de saber que si incluso sospechaban de los docentes quienes eran obviamente más fuertes que ellos, solo podía confiar en Caroline y rogar por no equivocarse. Aunque, sinceramente, los nervios no le daban para siquiera plantearse aquello como una posibilidad. Simplemente no quería creer que lo fuera.
Acurrucada en su pecho cerró los ojos, asintiendo suavemente al escuchar como su preciosa anarquista rebelde la reconfortaba y le aseguraba que todo iría bien. La alemana podía ser impulsiva, pero Vera confiaba en que la chica no soltaría promesas así en vano. Jamás había tenido razones para dudar de su palabra o de su protección, con las que sabía podía contar contra viento y marea, incluso si en ese momento se vieran rodeadas de enemigos.
Entonces hizo aparición el primer skrull, y abriendo los ojos miró claramente aterrada sobre el hombro de Caroline, pero enseguida se aferró a esta y negó con la cabeza, susurrándole al oído algo que solo ella escucharía. Instantes después, cuando se escuchó la segunda voz, Vera se sobresaltó y le clavó las uñas a la chica de pelo azul para que no se separara de ella.
No vayas, no es de verdad - le aseguró apresurada, con los ojos brillantes por el simple pero profundo miedo que sentía, mientras se agarraba a Caroline con todas sus fuerzas para que la escuchara antes de intentar nada - Es un truco, estoy segura. - Quizás si habían vuelto ya los otros sería alguna de las cambiaformas, o tal vez era una ilusión, pero incluso dentro de lo paranoica que le ponía la situación tenía la certeza de que ese no era un skrull real.
Todo parecía bajo el control de la directora, algo que la peliazul podía notar, sabiendo muy bien que la mujer, de actitud estricta, no dejaría que aquella amenaza continuara poniendo en peligro a sus alumnos. Sin embargo, lo que más preocupaba a la joven anarquista, era el hecho de si realmente Astrid era una de esas horribles criaturas. Si era así... ¿dónde estaría la real? ¿Había sido secuestrada junto con el resto o aún se encontraba en los terrenos de la escuela? No estaba segura, pero si Astrid resultaba ser una Skrull... Caroline jamás dudaría en usar su poder para aplastarla si ésta intentaba algo extraño.
No obstante, mientras se mantenía atenta a la posibilidad de que la profesora pudiera convertirse en uno de esos... "Shrek", y atacar a los presentes, alguien irrumpió en la sala de Peligro, llamando la atención tanto de la anarquista como del resto. Ante ellos, se encontraba otro Skrull, el cual no tardó mucho en comenzar a decir un montón de palabras que, para la rebelde, no eran más que tonterías, y que no dudaría en darle una lección por el atrevimiento de haberse presentado ante ellos. Estaba harta de esas criaturas, y deseaba aplastarlas cuanto antes para poder regresar a su vida normal, o bueno, lo más normal que se podría considerar con sus poderes, claro. Sea lo que fuese, aquella interrupción fue acompañada por una voz familiar que parecía haberse mostrado de acuerdo con el primer Skrull. Dembe Kanu se había convertido en otras de esas criaturas, algo que explicaba ciertas cosas. - Con razón nunca me caíste bien, pedazo de mierda. - Espetó furiosa, mientras continuaba abrazando a su novia, quien parecía realmente aterrada por todo lo que estaba sucediendo en ese momento.
Cuando vio que el primer Skrull se abalanzaba sobre la directora, Caroline estuvo a punto de actuar, si bien se detuvo en cuanto vio la rapidez con la que la "tirana" se hacía cargo del problema. Los poderes de esa mujer eran aterradores, sin duda. Por suerte, Xavier estaba del lado de los alumnos. De lo contrario, habrían estado en grandes problemas, y no quería imaginarse lo problemático que sería intentar pelear contra alguien así, no luego de su pequeña experiencia con su copia y el enjambre de cucarachas. Aún así... incluso si se había encargado de la primera de las criaturas, aún quedaba otro más, más el hecho de que Astrid podría ser también una de éstas, así como otros de los alumnos o docentes presentes en la sala. No podían confiarse ni bajar su guardia en aquel momento. Debían de mantenerse atentos.
Sin embargo, en el instante en el que la anarquista pretendía ayudar al resto con el Skrull restante, pudo sentir cómo su hermosa conejita se aferraba a ella, como si no deseara que se separara de ella, por lo que no tuvo otra opción que quedarse allí reconfortándola como le era posible, mientras acariciaba su cabello de manera delicada, gentil. Había pensado que se trataba del miedo que su pareja tenía pero... de acuerdo a las palabras de Vera, parecía que había algo más en todo aquello. En ese instante, la peliazul entrecerró los ojos, tratando de comprender lo que estaba ocurriendo, sin llegar a obtener una explicación apropiada. Tan sólo sabía que jamás ignoraría lo que su conejita le decía, por lo que optó por quedarse allí, bridándole toda la seguridad y el cariño que ésta podría desear de ella. - Está bien. No iré a ninguna parte. Tranquila... - Le aseguró en un tono amoroso, afirmando aquel abrazo para tranquilizar a su pareja. Aún así, se mantendría lo suficientemente atenta por si algo salía mal, ya que no dejaría que le hicieran daño a su novia.
Ante tanto despliegue de poderes y él con los puños en alto, el suizo se sintió desbordado. Kurt no estaba en el lugar indicado según semejaba, mucho menos para confrontar una amenaza como la que suponía la de los alienígenas invasores del espacio exterior. Ni tenía capacidades especiales eléctricas, de cambio de forma u otras de matiz ofensivo, así que solo dependía exclusivamente de su habilidad para la pelea y debería rezar pidiendo que puñetazos y patadas bastasen para frenar a esos seres. Poco más podría hacer él.
Para mayor sorpresa, una desde luego inesperada, Dembe se desvelaba como uno de los metamorfos. Sin poder atender a ambos frentes, sobrepasado y en gran parte acongojado, Kurt saltó lejos del que hasta el momento creía que era un alumno igual que él. Si el tal Kanu era un infiltrado, cosa que así se ratificaba, cualquier otro podía serlo. Era preferible dejar un pequeño margen para una ligera paranoia.
La resolución que tomó la directora al parar al anteriormente Dembe de una manera tan taxativa y eficaz le dio un instante de respiro. Desde luego, ser atacada y parar dicho intento de agresión excluían a Eleonora Xavier de ser parte del grupo invasor... ¿o no? No estaba seguro al cien por cien de poder asegurar la identidad real de nadie y eso acrecentaba la inseguridad del suizo todavía más.
Desde su nueva posición, una apartada, Kurt prefirió cubrir su espalda apoyándose contra una de las paredes del sótano para asegurar que no le tomasen por sorpresa... otra vez más. Exponer lo que pensaba no era correcto, pues solo serviría para acrecentar miedos al resto.
Motivo: Percepción
Tirada: 1d6
Dificultad: 6+
Resultado: 6 (Exito)
Aunque todo se sucedía a gran velocidad, el joven sentía que se había quedado paralizado en el tiempo. No pudo reaccionar tan rápido como lo había hecho la directora. Cisco había querido protegerla pero ni hizo falta.
Estaba mirando al otro "skrull", el que había aparecido en la sala gritando a viva voz, lo que pasaba era que no se había acercado. Parecía tan quieto como Dembe. "Esto parece controlado". Por si acaso no quería bajar la guardia, si había otro alien todavía les podía intentar sorprender. Además, ahora no tenía claro el papel de Astrid, así que siguió atento a ella, sin saber si la acusación de Xavier había sido parte de su estrategia para descubrir al alumno.
- Ya tenemos a otro. Ahora podremos descubrir todos sus planes.
Era algo positivo, aparte decir aquello debía de añadir presión si había otro alien en la sala. Justo lo que quería era que se siguieran cometiendo errores de los que pudieran sacar beneficio.
Dado que la directora era vital para ellos, se fijó en que nadie la estuviera mirando con odio, lo que podría ser el anticipo de un ataque contra ella.
Tirada oculta
Motivo: percepción
Tirada: 1d6
Dificultad: 6+
Resultado: 4 (Fracaso)
Entre el grupo de compañeros y el simulador me sentia algo seguro, al menos eso pensaba yo ya que de pronto nuestros enemigos se duplicaron obligando a mis compañeros a tener que dividir sus fuerzas para contenerlos, me sentia bastante imponente al no poder ayudarles nada, lo único que habia hecho era ver que Prevell no era el verdadero, sino que el verdadero estaba en una nave orbital lejos de aqui pero ¿de que servia eso ahora? La primera vez habia servido para desenmascarar a uno de ellos ¿podria servir de nuevo? No estaba muy seguro de como funcionaria pero quizas valia la pena intentarlo...¿o no?
---Venga Ethan, deja de ser un cobarde...- pienso mientras sacudo los hombros tratando de quitar ese pensamiento de mi cabeza, necesitaba hacer algo, lo que fuera para sentirse útil y que inclinase la balanza a nuestro favor.
Motivo: Percepción
Tirada: 1d8
Dificultad: 6+
Resultado: 3 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Precognición
Tirada: 1d8
Resultado: 5
Pues eso, en secreto trato de usar Precognición y tiro solo para el director ( más emocionate XD); recordad que tengo poder mínimo y impronta ( esta última como defecto)
Tan pronto te lograste concentrar lo suficiente para percibir las visiones que te transmitía tu mente de forma constante, te encontraste con un escenario de devastación. Las hermandades, recién construidas este año y una ya atacada por el fuego, yacían como meras ruinas. Como si se tratara de una cámara, tu vista se fue alejando y paseando por todas las instalaciones, y a lo largo de toda la isla solo pudiste ver destrucción, cadáveres sin rostro y una desolación que te resonaba como un vacío en tu pecho.
La distancia que tomaste de la situación y tu aguda vista te permitieron enfocarte en algo que nadie más parecía haber notado hasta el momento, y eso era que entre la multitud, muchas miradas se detenían en el mismo punto. No fuiste realmente conscientes de todos los que miraron hacia allí, pero notaste como tras el anuncio del primer skrull que había aparecido, al menos Nat y Johanna llevaron su atención hacia donde se encontraban Caroline y Vera.
Con velocidad, Kurt dejó de lado su cautela reemplazándola por un intento deductivo de los acontecimientos. Podía ser que se equivocase o no, pero desde un principio Caroline había insistido en permanecer juntos, en la necesidad de encontrar a la directora y seguía actuando como ella misma, incluyendo llamar perros del estado a fuerzas policiales y demás grupos gubernamentales. Vera había permanecido al lado de Caroline desde que se habían reunido. Todo le daba un margen ínfimo a que una o las dos fuesen copias y no las originales; pero ese margen existía. Al contrario, Natalia y Johanna, aunque no las conocía bien y podría deberse a una mínima casualidad del destino, habían pasado por alto un ataque que pondría nervioso a cualquier un humano o mutante. Las dos. No una sola. Añadió también el factor incógnita de saber dónde habían estado anteriormente. ¿Estarían buscando Natalia y Johanna posibles victimas... o unir sus fuerzas con otros de esos invasores? En ese momento, cercano a la paranoia completa, el suizo tenía que tomar una decisión. Tardar mucho en asir las riendas de la situación podría llevar a esta a convertirse en insostenible.
—¡DIRECTORA! —llamó la atención a la mujer —¡NAT Y JOHANNA NI SE HAN INMUTADO CUANDO HA APARECIDO EL ALIEN! ¡SE HAN QUEDADO MIRANDO A CAROLINE Y VERA!
Al chillar lo que le había alarmado, se movió rápidamente desde la pared en la que estaba resguardado hacía ellas prestando plena atención a las chicas. Esperaba que, en caso de que las que había mentado se transformasen, ya fuese una o las cuatro, pudiese evitar que atacasen si la directora no se podía hacer cargo de ellas. No es que fuese valiente pero tampoco quería que, al no poder pensar mejor estrategia que la del chivatazo, alguien no invasor sufriese daño.
Es horrible el evitar metarrol. :P
Entré a la sala y me senté, saqué un auricular y lo enganché de uno de mis oídos. En parte para relajarme, y en parte para ponerle banda sonora a aquello. Busqué un sitio pegado a la pared, donde no pudieran fastidiarme mucho. Escuché a la directora explicar la situación, sin poder evitar reírme al imaginarme a Nora pegándonos a todos en la cabeza para averiguar quién era bueno y quién malo... En otro tiempo lo hubiera hecho, créeme. Me tranquilicé mientras veía cómo iba a empezar la revisión con la profesora Thompson, al menos hasta que uno de esos bichos irrumpió en la sala.
Mi sonrisa se borró, al menos a medias, y me incorporé un poco hacia delante, para observar bien no sólo a ese bicho asqueroso, sino quiénes de los allí presentes obedecían al que pudiera parecer el que estaba al mando. Al ver que algunos de mis compañeros ya se ponían en guardia, decidí mantenerme atrás, con el objetivo de tener una mejor amplitud y movilidad. Entonces fue Kanu el que reveló su verdadera identidad, y cuando me puse en pie. Con razón me caía mal, el hijo de su puta madre alienígena ese. -Agg, cómo lo sabía... ¡Siempre es el negro!- espeté, negando con la cabeza y riéndome de forma irónica, y mirando luego a Astrid divertidamente irónico y le guiñé un ojo.
Permanecí atento a las reacciones de la directora, esperando órdenes. Al menos hasta que Rapunzel gritó. Joder, tenía razón. No había hablado mucho con él, pero parecía un tío atento, punto para él. -Bien visto.- le dije mientras me colocaba a su lado. Cosa que no me costó mucho, pues me encontraba cerca de la posición de las mencionadas. En caso de que alguien decidiera atacar allí, estaba preparado. Y obviamente, la perromojado era para mí.
Mientras los ojos de Ethan se ponían blancos y su cuerpo permanecía completamente paralizado por unos minutos, el grito de Kurt alertó a docentes y alumnos por igual. Sin embargo, antes de que cualquiera pudiera reaccionar a su llamado de auxilio, las cosas cambiaron drásticamente. Nat se giró hacia Noah gruñendo en posición de ataque, pero aquello probó no ser más que una distracción cuando Johanna aprovechó el momento y la cercanía del velocista para congelar al chico desde los pies hasta el comienzo de su cuello haciendo uso de sus poderes de hielo.
Al mismo tiempo, quien hasta entonces había sido la temerosa y dulce Vera, clavó un cuchillo hasta su mango entre dos de las costillas de Caroline y torciéndolo la manipuló para moverse hasta que quedara con la espalda contra su pecho. Con una mano sujeta firmemente al puñal, usó la otra para sostenerla del cuello, quedando frente a Nora. La apariencia de la adolescente era ahora la de una mujer con tono de piel verde, mirada dura, y una sonrisa soberbia contenida en la comisura de sus labios.
Tienes una decisión que tomar, Xavier - su sonrisa creció, mirando fijamente a los ojos a Nora - Tu vida, o la de tus niños - se burló, retorciendo aún un poco más el puñal que atravesaba la carne de Caroline, impidiéndole por el daño profundo y constante que regenerara la herida.
Cuando aún sentías el frío hierro del cuchillo atravesando tu piel y el fuego del dolor causado por este, Veranke posó su mano sobre tu cuello. Y tan pronto lo hizo, cualquier sentimiento que se hubiera intensificado o creado con su traición, desapareció. De pronto, te sentiste vacía. Absolutamente vacía, como si un agujero negro en tu pecho se hubiese tragado toda luz, fuerza, optimismo o buen sentimiento que tu corazón pudiese alojar, y ahora solo quedara la más abrumante tristeza, una de la que no podías escapar. Ante tus ojos, los colores parecieron perder sus brillantes tonalidades para ser reemplazados por meras sombras de lo que eran. Tu pecho se hundió, sometido al dolor de sentirte sola una vez más, sola, desechable y utilizada. Y aunque querías luchar, enfadarte, responder con rabia a aquella ofensa que para cualquiera sería imposible de perdonar y dejar de vengar, ahora mismo solo podías pensar en lo absurdo que había sido volver a creer en el amor cuando tu conejita había probado no ser más que un lobo en piel de oveja.
Todos pensabais que este era un lugar seguro, que los skrull iban a ser pocos, que no tenían tan dominada la isla. La cruda realidad decía que no, que parecían tener todo controlado para para poder mostrarse así.
Nora, al ver a los dos rehenes y entre ellos uno era su propio hijo, no se lanzó con toda la furia contenida que albergaba hacia aquella mujer verde, pero si clavó sus ojos claros en los de la extraña invasora. Abrió la boca, pero antes de poder soltar alguna sílaba, escupió sangre. Su vientre estaba atravesado brutalmente por un trozo de metal afilado. La responsable era una Astrid con las manos apoyadas en el suelo y una sonrisa depravada. Su aspecto ahora se semejaba más a los de los skrull. Además una de las gemelas, Elisabeth, se lanzaba contra ella para rematarla también con una grotesca sonrisa.
Nora simplemente cerró los ojos y una energía oscura de ambas manos de la directora. Como si un enjambre mortal se tratase, aquella oscuridad densa rodeo a sendas mujeres además. Al disiparse los cuerpos de ambas mujeres yacía en el suelo, como si se hubieran consumido y con los ojos en blanco.
Volvió a abrir los ojos y aunque su respiración era cada vez más errática, Veranka se quedó congelada al ver aquella mirada llena de furia y determinación. La skrull se llevó las manos a la cabeza y comenzó a gritar como si una terrible jaquea se hubiese apoderado de ella.
A pesar de esta situación tan desoladora, sentisteis una ola de valor, el valor suficiente para salir de allí y que el terror no os impidiera a actuar*. Apenas ese sentimiento se apoderaba de vosotros, la voz de vuestra directora sonó en vuestra cabeza a pesar de que le mantenía la mirada a Veranka mientras esta chillaba de dolor.
"Solo vosotros podéis detener la invasión. En mi despacho podréis encontrar la ayuda que necesitáis".
Las puertas se abrieron, permitiendo vuestra huida. Los profesores que demostraron no ser skrulls os obligaron a huir de allí mientras defendían vuestra retaguardia, incluida Ororo. Solo pasasteis vosotros seis. Natalia, Johanna, Dembe, Vera y Matías habían demostrado ser skrulls. Y ahora solo estabais vosotros para salvar la isla.
Pues eso solo os marcáis vosotros y nada más. Un post de acción y después nos pasamos al vestíbulo ¿vale?
*Menos para Caroline, para ella no hay valor today xD
Por un momento, te pareció que desvió la mirada hacia ti. En ese entonces pudiste escuchar un claro:
"Estoy orgullosa de ti".
Las palabras de Kurt habían causado cierto eco en la mente de la peliazul, principalmente porque nunca habría imaginado que Nat podría ser una de aquellas criaturas. Sin embargo, era posible que aquello fuera porque habían capturado a la verdadera y llevado a la nave de los skrulls como habían hecho con otros. Era difícil creer que su mejor amiga, en aquel lugar, fuera uno de esos despreciables seres. Aún así, el chico tenía razón, ahora que lo notaba, tanto Nat como Johanna no se habían inmutado, y no paraban de mirarlas a ella y a Vera, como si quisieran hacerles algo. Ante esa posible amenaza, la rebelde no dudó en prepararse ante la posibilidad de que las atacaran, ya que no deseaba que hirieran a su querida conejita. No dejes que la toquen, Caroline. Advirtió la voz de la razón, alentándola a proteger a su novia frente a cualquier amenaza.
No obstante, mientras todo parecía a punto de estallar, descubriendo nuevos enemigos entre los que creía que eran amigos o compañeros de clase, algo tomó por sorpresa a la anarquista, algo que jamás hubiese imaginado que sucedería. Al principio, tan sólo pudo sentir el frío de la hoja de un cuchillo, penetrando su carne y abriéndose paso entre dos de sus costillas, provocando que la peliazul diera una bocanada de aire ante lo repentino de aquello, sintiendo cómo las fuerzas se le escapaban de su cuerpo, a medida que el arma se enterraba aún más en su ser. En teoría, tal acción no era un problema para ella, ya que podría regenerarse tarde o temprano, y no había manera de que algo así la matara. Sin embargo... no todo era tan ideal, no cuando el constante movimiento del arma no hacía más que mantener la herida abierta, imposibilitando que se regenerara, pero... eso no era todo, no. Lo peor, fue la persona que había actuado de esa forma contra ella.
Allí estaba, su querida Vera, su conejita, la dulce chica que había jurado que cuidaría con todas sus fuerzas de todo mal, traicionándola sin piedad alguna, sin ninguna clase de miramiento, fría como la hoja del cuchillo que dañaba su cuerpo en ese instante tan... doloroso, y no por el daño físico, sino el daño sentimental que dicha acción había causado en ella. La había traicionado, y lo peor era que su hermosa pareja era... un Skrull, una criatura de mirada dura y fría, la cual había jugado con ella, de una forma incluso peor que como lo había hecho Erika en su momento. No había manera de que Vera fuera una copia, no cuando siempre se había mantenido a su lado. No, era la verdadera, siempre lo había sido, fingiendo aquella dulzura que tanto había llegado a ganarse su corazón. Con cualquier otra persona, habría sentido la ira fortaleciéndose en su ser pero... aquello era imposible en el caso de Vera, o más bien quien había creído que era la dulce Vera. Ni siquiera habría sido necesario lo que sea que le había hecho al tocar su cuello. Sin ello, se habría sentido de la misma forma, o al menos eso pensaba. ¿Cómo no podía sentirse destruida por dentro? ¿Cómo podía enojarse cuando era más fuerte la necesidad de llorar, de caer sobre el suelo para perder toda motivación a hacer otra cosa?
- Ve-Vera... ¿P-por qué? - Alcanzó a preguntar, realmente dolida ante semejante traición por parte de la ahora Skrull. Había creído en una mentira, una hermosa, pero una mentira al final. Había creído que encontraría la felicidad con su conejita, una de las pocas personas que más le importaba en ese mundo. Habría peleado contra el mundo entero, con tal de estar a su lado, y ahora todo aquello se había derrumbado como si nada. Una ilusión tan frágil e igual de dolorosa. De haber podido llorar sangre, lo habría hecho, aunque tan sólo fueron lágrimas normales las que no tardaron en correr por sus mejillas, no por el dolor en su herida, sino por lo que había perdido. - Yo... Vera... - No tenía idea de qué palabras expresar en ese momento, a medida que sentía cómo la tristeza la dominaba por completo. Un vacío existencial tan poderoso que había pisoteado la fuerza de voluntad de la peliazul, quien en otro momento no habría dejado que nada la hiriera en cuanto a lo que respectaban sus emociones. Tan sólo permaneció allí, presa del agarre de la Skrull, mientras sus compañeros se defendían de los ataques de aquellas criaturas, algunos cayendo de manera simple ante tales ataques.
Sin embargo, una acción decisiva de la directora había causado que... Vera, la liberara de su agarre, permitiendo que la anarquista pudiera removerse el cuchillo, mientras mostraba una clara expresión de dolor y escupía sangre de manera considerable. De no ser por la insistencia de los profesores, la peliazul se habría quedado allí, sin importarle lo que le sucediera. ¿Cómo podía tener fuerzas para hacer algo, cuando se suponía que había perdido esa hermosa ilusión en la que había creído? Le daba igual el mundo. Nunca le había importado, no cuando este no deseaba aceptarla. La única que lo había hecho, había sido su conejita, y ni siquiera ella era real. ¿Qué motivos tenía para pelear contra esa raza invasora? El mensaje de la directora era algo que había sido ignorado por completo por la anarquista. No podía aceptar algo así, no podía importarle siquiera. Mientras huía, obligada a hacerlo, volvió a mirar hacia atrás, una mirada pura de tristeza al ver aquello en lo que se había convertido su novia, totalmente diferente a la persona a la cual le había entregado su corazón. La visión no hizo otra cosa más que fortalecer la tristeza que sentía, a medida que sus lágrimas continuaban corriendo por su rostro, imaginando feliz que habría sido con ella, de no haber descubierto aquella verdad.
Había sido lento en reacción para evitar que los invasores tomasen medidas, la sutileza brillaba por su ausencia en su decisión de lanzar un grito delatador, el saldo de alienígenas era muy superior al que podía abarcar su pensamiento y todo pintaba mal, incluso se atrevería a asegurar que funesto para los mutantes de aún eran ellos mismos. Pero no iba a convertirse en lo que esos seres del espacio exterior quisieran hacer con él, ya fuese transformarlo en esclavo o en chuletas.
Todo estaba en su contra desde punto táctico, de numero o de poder, pero la voz mental de la directora le había convertido en uno de sus Obi Wan Kenobi. La única esperanza. No había que flaquear, dudar o desesperanzarse aunque fuese cercano a lo imposible. Había que frenar la ola verde. El miedo debía superarse, apartandolo completamente de manera instantánea. La presión que había sobre él y sobre los otros que englobaba el "solo vosotros podéis detener la invasión" por parte de la escuela Xavier no era poca. El suizo, al escuchar el mensaje telepático, salió a plena velocidad de la habitación. Si le dejasen escoger un nuevo poder, ese era el mismo que Noah, un don que envidiaba sobremanera para esa situación.
Por fortuna, desgracia o azares del destino, puede que combinación de todo ello o puede que por ayudita externa de los profesores que mantenían su identidad, Kurt lograba huir de la batalla y escapar del avispero que había sido la Sala del Peligro. Ahora, tras ello, tocaba ir corriendo al despacho de la directora, justo como ella había ordenado.
Toda esa sucesión de acontecimientos les asaltó de un modo tan veloz que apenas pudieron reaccionar. Los skrulls se habían coordinado a pesar del caos inicial. Le sorprendía verse arrastrado hacia la salida, y que Vera hubiera mutado así, tras haber él intentado asegurarse de que no era una de ellas "maldición, lo intenté y no funcionó". Tanto esfuerzo fue infructuoso pero ahora, ya los podían ver a todos, al menos podían ver cuántos eran, pues seguro que seguirían cambiando sus formas.
Al encontrarse fuera de la sala, estaba claro que los sacaron de allí pensando que no estaban a la altura para luchar, creyéndolos sólo niños. Los alien quizá hasta pensaban igual "venga ya, los adultos siempre con la misma cantinela" pero recibieron aquella pista mental, sobre aquello que había estado buscando la directora en su despacho "tiene algo allí, pero qué puede ser, ¿un comunicador? ¿una señal de emergencia?" no tenía tiempo nada más que para pensar frases cortas.
Cisco terminó por acercarse hasta Caroline pensando que tendría que tirar de ella, mas no, echó a correr sin perder tiempo.
- Vamos a ello, estamos a tiempo de ganarles.
Decía buscando también su propia dosis de ánimo.
- De aquí al vestíbulo y luego subimos.
Ahora es cuando le gustaría que su poder de teleportación funcionara mejor y pudiera llevarles a todos directamente allí.
Salgo.
Al ver a la perromojado cuadrarse, sonreí decidido a darle la paliza que llevaba tanto tiempo mereciéndose la muy perra. Pero como era de esperar, a pesar de que yo no me lo esperé, la chucho sólo estaba distrayéndome para que su amiguita me congelara de arriba abajo. Me tensé, intentando romper aquel bloqueo, aunque sin suerte. Por lo que sólo dependía de alguno de mis compañeros, o profesores. La puñalada a la peliazul me sorprendió, y mi aspecto se tornó serio cuando escuché a aquella zorra amenazar a mi madre. -¡Nora, estoy bien. Salgo solo!- le dije intentando mantener la sonrisa burlona de siempre. Por supuesto, era un intento desesperado por intentar que se ocupara de lo verdaderamente importante, y se olvidara de nosotros.
En un pestañeo vi que Astrid hacía un movimiento, sucio y ruin. La cara se me transformó a una de rabia no contenida, al ver cómo aquel filo metálico se clavaba en mi madre, y cómo la trilliza esa se abalanzaba a por ella. -¡HIJA DE PUTA! ¡TE VOY A ARRANCAR HASTA EL ALMA!- grité, con la ira que sólo había sentido una vez más en mi vida. Podía sentir el calor en todo mi cuerpo, y era consciente de que no iba a poder controlarme. En ese momento me pareció ver a mi antiguo maestro, Charaka. Aunque eso fue sólo por un mísero segundo, pues tras ver cómo mi madre liberaba el poder que tanto le costaba controlar, entendí lo que venía después. Después de deshacer a las dos mujeres aquellas, vi cómo sus fuerzas mermaron tremendamente. Miré hacia todos lados, pero el único capaz de salvarnos de aquello no estaba. Mi tío Brandon se encontraría en algún lugar de vete tú a saber dónde, y con él mi primo. Estábamos solos, completamente solos, porque obviamente no esperaba que ninguno de los allí presentes fuera capaz de hacer algo para salvar a mi madre. Saldrían corriendo a la mínima de cambio.
Más me llenaba de ira e impotencia, viendo cómo todo mi mundo se iba a la mierda. Fue cuando me miró y me habló cuando reaccioné. -¡NO, MAMÁ! ¡TÚ ERES ELEANORA XAVIER! ¡TÚ NO PUEDES MORIR!- le grité desmadrado, mientras las lágrimas me brotaban de los ojos y la sangre me quemaba en las venas, intentando infundirle algo del valor que ella se esforzaba en infundirnos a nosotros. Maldita seas mamá, por qué no guardaste algo de fuerzas para tí... -No, mamá...- bajé intensidad al verla jadear, perdiendo la fuerza que le quedaba.
Aprovechado del valor extra que mi madre nos dio, mi instinto fue lanzarme directamente a por ella, para llevármela conmigo. Pero justo en el momento en el iba a acelerar al máximo, el profesor Lane fue quien me paralizó el cuerpo y me sacó de allí junto a los demás. Siempre he pensado que fue mi madre quien le advirtió de lo que intentaría hacer y cómo evitarlo. Al verme incapaz sólo pude gritar, tan fuerte que sentí a mis pulmones hincharse hasta llenar toda la caja torácica. Ni siquiera fui capaz de usar mis otros poderes, joder. -Coge su cuerpo, por favor.- logré decirle al profesor, mientras aún me llevaba con él.
Mi estado de shock y de rabia era tan grande en ese momento que no escuché nada ni a nadie. Vi que mis compañeros se movían, pero yo sólo quería volver allí dentro a por mi madre, y llevármela conmigo.
Motivo: Supervelocidad
Tirada: 1d8
Dificultad: 7+
Resultado: 1 (Fracaso)
Respiró pesadamente, viendo todo como quien observa una película alucinante. ¡Estaba tan seguro que iban a delatarse todos! ¿y cómo podían ser tantos? ¿donde estaba el resto, los auténticos estudiantes? ¿seguían vivos? En algunos casos, ¿habían existido siquiera? Por unos segundos acarició la idea de quedarse allí. Después de todo, debía estar muerto. Y el rememorar lo que había hecho con sus padres no hizo sino empeorar esa sensación pegajosa y llena de ceniza en la boca. Pero no había tiempo. Y de alguna manera le parecía desagradable quedarse allí, echar a perder tanto. Y se lo debía. A Caroline, si es que sobrevivía. A sus amigos de arriba, si es que regresaban. Joder hasta al estúpido de Noah aunque solo fuera por lo que había sentido cuando había notado la mente de la directora rozándole.
Les habían ordenado que huyeran y que buscaran un plan para contener la invasión. Y eso exactamente hizo. Sin mirar hacia atrás.