14 de Septiembre de 2017
No sabía como podía haberse complicado todo tanto... Connor era el tipo de persona a la que le gustaba dominar su destino, y en los últimos tiempos solo estaba reaccionando, una y otra vez, así que había decidido que era el momento de enfrentarse a sus problemas, por lo menos al más apremiante, que sin duda era la movida que había ocurrido el día anterior.
Había decidido dejar a Nat su espacio el día anterior, al fin y al cabo estaba con sus amigas, y estaba muy mal, así que le había preocupado que pudiera ponerla peor. Además él también había necesitado hablar de aquello, y había encontrado en Keyla el apoyo que necesitaba.
Tras darle muchas vueltas por la noche, no conseguía alcanzar a entender que había pasado. Ya de por si se le hacía difícil entender que pudiera gustarle a alguien. Pero aun pasando eso por alto, aun aceptando que le gustara y se hubiera puesto celosa, no entendía que la chica hubiera atacado a Keyla. Aquel pensamiento lo había mantenido despierto toda la noche...
Con todo esto, al día siguiente se había propuesto la difícil tarea de hablar con Nat. Lo que el muchacho no había sospechado es que sería difícil hasta encontrarla. Había tenido que buscar por todos lados sin éxito, hasta que cuando ya casi había perdido toda esperanza había visto su figura a lo lejos. En la orilla del lago, sentada en el borde con los pies metidos en el agua y mirando el infinito.
Connor se acercó con paso calmado y las manos en los bolsillos, sin saber muy bien que iba a decirle. Había tenido mucho tiempo para reflexionar, pero la verdad era que seguía sin idea de que podía decir. Observó entristecido como la espalda de su compañera se iba haciendo más grande a medida que se acercaba, sabía que estaría mal después de lo visto el día anterior, pero confiaba en que hubiera descansado y lo viera todo de otra forma.
Cuando finalmente llegó a su lado, simplemente se quitó las deportivas, manteniendo una distancia prudente para no molestarla. Y moviéndose con toda la calma del mundo para no asustarla.
Cuando finalmente se sentó, con las manos aun en los bolsillos, y sin apartar la mirada del horizonte, habló.
-Hola Nat...- Se limitó a decir en el tono más relajado que pudo, esperando a ver su reacción.
El día anterior fue muy intenso, demasiado para la joven que no era capaz de recordar un día tan horrendo y doloroso como ese. Salvo quizás aquellos dos fatídicos días, el primero cuando descubrió que sus padres la vendieron por una dosis de la mierda que se metían. El segundo, años más tarde, cuando sus poderes surgieron y la regeneración de su cuerpo la hizo sintetizar las drogas que la suministraban limitando su efecto y duración en el cuerpo.
Aquel primer despertar fue clave para la joven. Abrió sus ojos cuando aquel baboso se movía sobre ella, manteniendo las piernas de la joven abiertas y jadeando a cada nuevo empuje que daba. Nat le sentía dentro y el hombre se regocigaba viéndola despierta. Nat no se contuvo. Sintió la ira y la rabia en ella y se dejó guiar por ellas. El hombre chilló como el cerdo que era a cada zarpazo que le propinaba la joven, hasta que se lo quitó de encima y acabó destripado en el suelo de aquel dormitorio. De aquello han pasado años, muchos años. Pero la herida sigue latente en la joven.
Tardó bastante, pero logró quedarse a solas a pesar de la insistencia de Caroline y Vera. Ellas necesitaban su espacio, algo de intimidad y ella descansar. Nuevamente cogió la almohada y se metió bajo la cama. Sacó de la mochila aquel pequeño objeto que tanto parecía consolarla y se lamentó de que no fuese más grande para poder abrazarse a él. Nat se quedó un rato largo esperando que Connor llamase a la puerta, sobre todo después de ser separado de su lado de aquella manera. Pero pronto comenzó a ver la cruda realidad: No vendría.
Nat rompió a llorar, abrazándose a la almohada. Entre sus sollozos maldijo el día que se acercó a Connor y se lamentó de haberse distanciado de él durante estos últimos días por no saber bien que la pasaba con él. De alguna manera sabía que todo era culpa suya por permitirle a Connor entrar con tanta facilidad en su corazón y ahora él tenía a la pelandrusca aquella y había dejado claro que prefería estar con ella antes que con Nat. Eso hizo que aquel agujero que se había abierto en su alma, se agrandase un poco más y la hiciese sentir que la iba matando lentamente.
El llanto atrajo la atención de Morfeo, que sintió compasión por el estado de la joven loba y la llevó con él al Mundo de los Sueños. Durmió durante horas y se levantó cansada y dolorida. Se había pasado la hora de la comida, pero ni el hambre quería acercarse ahora a ella. Salió de la Hermandad y permaneció oculta a los ojos de todos. Seguramente la dirección del centro y el profesorado sabían donde estaba y como estaba. Aún así no demostraron que les importase nada en absoluto. Igual que cuando reclamó su atención esa misma mañana antes de salir del anfiteatro, un poco de esperanza... algo de ayuda y obtuvo solo silencio a cambio.
Despertó en lo alto del tejado de la Hermandad con los primeros rayos de sol. Se había saltado las comidas, pero no tenía hambre alguna. Esperó paciente a que sus hermanos saliesen a desayunar para entrar y asearse un poco. Luego se perdió por los jardines de la Escuela saltándose todas las clases. No quería ver a nadie y tenía miedo de ver a Connor. El día ofreció una temperatura agradable y un sol bastante generoso en cuanto al calor que repartía. Nat decidió sentarse a la orilla del Lago Mayor, dejando su calzado a un lado y metiendo los pies en el agua que permanecía templada en la orilla. Sus ojos acabaron mirando a un punto más allá del horizonte y su mente... nadie sabía donde estaban sus pensamientos.
Eso hizo que no se diese cuenta de la llegada de Connor y si lo hizo, ni se inmutó. Había pensado tantas veces que él iría a buscarla, lo había imaginado tanto, que simplemente pensó que era una vez más de tantas que había soñado. Pero en su mente Connor no tenía voz ni olor. El cuerpo de la joven se tensó antes de comenzar a temblar tras darse cuenta de que Connor estaba allí sentado a su lado y que realmente la había hablado. Se sintió de golpe completamente insegura. Tanto que descartó la opción de huir por miedo a caerse y quedar en ridículo por volverse tan torpe de golpe. Plegó las piernas, atrayéndolas hacia su pecho, rodeándolas con sus brazos y colocando la cabeza entre sus rodillas. Buscaba algo de protección y seguridad con esa postura, pero su cuerpo seguía temblando sin parar.
Ahora que tenía a Connor a su lado, no sabía que hacer, ni que decir. Todo lo que había pensado que le diría o como ocurriría, se esfumó de su cabeza y el miedo se apoderó de ella. Sabía el daño que podía hacerle Connor y no quería sentirse así más. Quería que todo terminase de una vez. - Hola Connor... - Susurró con una voz temblorosa, era un manojo de nervios mezclados con miedo lo que sonaba en cada palabra que Nat pronunciaba. - supongo que vienes por lo de ayer en el anfiteatro. - Decidió tomar la iniciativa. Si ella lo decía todo, sería menos doloso que escucharlo de boca de Connor.
- Yo... lo siento... no sabía que me pasaba... lo que era... - No miró al joven. Tenía demasiado miedo y se sentía avergonzada por la escena. - Perdí el control... no entendía el porqué... yo no quería que ella te tocase... me dolía que lo hiciese... Pero Caroline y Vera me explicaron lo que era, lo que me pasa. - Guardó un instante de silencio, buscando las palabras que decir que menos la doliesen - Cuando apareciste con... ella. Yo... yo no sabía lo que era, ni que doliese tanto... - Apretó con sus manos sus rodillas mientras hablaba. - ... pero ya aprendí... no volveré a acercarme a tí... ni a ella... - No había que ser un genio para darse cuenta de que Nat había comenzado a llorar.
Sonrió, aunque le apenaba ver a la chica en aquel estado, al menos parecía haberse quedado a hablar de aquello, y ya era algo positivo. Se lo puso bastante fácil, pues ella misma sacaba el tema, comprendía que lo que había hecho no estaba bien, aunque no estaba seguro de que entendiera las razones.
-Vengo a ver como estás.- La corrigió.
Si, era por lo del anfiteatro, pero aun más por lo ocurrido después. Lo del anfiteatro solo lo había asustado, pero lo otro le había preocupado, verla tan mal, haciéndose daño a si misma. Y encima por su causa.
-No pasa nada Nat, todos cometemos errores.- Le dijo en tono conciliador.- Pero no puedes atacar a gente por que me toque... podrías matarla...- Dijo preocupado por Key, aunque entonces se dio cuenta de que se desviaba del tema, por que no solo era por su amiga.- Matar no está bien, no todo el mundo es tan resistente como Caroline o tú, y después te sentirías mal, porque no podríamos arreglarlo.
Él no era un experto en sentimientos ni en relaciones humanas, ni mucho menos, pero estaba claro que las medidas que tomaba la chica no eran las adecuadas.
Connor suspiró, no quería que Nat se alejara.
-Eso no es lo que tienes que aprender Nat...- Dijo el chico.- Tienes que aprender a controlarte...- Aunque él no era el más indicado para decir aquello.- ¿Crees que yo no tengo ganas de hacerle daño a la gente a veces?- De hecho había sentido unas cuantas veces ya la necesidad de apalear a Vincent.- Puedes acercarte a mi, somos amigos. Pero cuando te pase algo tenemos que hablar, tú y yo.- Dijo el chico matizándolo, y es que estaba bastante cansado de Caroline.
Le habría gustado decirle que no le hiciera mucho caso a Caroline, pero no quería meterse en la relación con su amiga, por muy tóxica que le pareciese. Tampoco quería hablar de aquello que ella llamaba amor, no estaba nada convencido de que en realidad lo sintiese, parecía muy inocente como para saber lo que sentía, y de todas formas tampoco habría sabido que decirle al respecto.
Así que cuando se fijó en que la chica lloraba simplemente se acercó sentándose a su lado y le pasó el brazo por encima lentamente, confiando en que no se lo tomase mal.
-Tranquila, no pasa nada.- Le volvió a decir con dulzura.
¿Ver como estoy? - Pensó para ella. Connor no se había preocupado demasiado últimamente por ella o así lo había visto la joven. Ella temía por todo aquello que se estaba despertando en su interior y como sus sueños y anhelos se enfrentaban a sus recuerdos y su pasado. Y ayer, quizás cuando más necesitó tenerle a su lado, prefirió quedarse con su amiga. - ¿Realmente le importo algo?
La joven no dijo nada mientras Connor seguía hablando. Ella estaba segura de que lo mejor para ella, para todos, era alejarse de Connor. Dejaría de dolerla pues no le vería, no vería como otras le tocan, le sonríen... pero el chico parecía no entenderlo así. No sabía como hacerle entender lo que sentía, cuando a ella misma la costaba tanto entenderlo. Su cuerpo seguía templando, siendo presa de los nervios y el miedo a las palabras que Connor pudiese pronunciar. Y aquello no tardó en llegar. - Amigos... yo no pienso en ti como un amigo... - Susurró la joven sin pensar si le escucharía o no.
Por la reacción de Connor, entendió que no la había escuchado o que simplemente había ignorado el comentario. Sintió como el joven se sentaba a su lado y le pasaba el brazo por encima de los hombros. Su tono de voz y sus palabras, hicieron que la joven bajase la guardia lo suficiente como para abrazarse a él. Por un instante pensó que no podría hacerlo puesto que la peliazul asomaría de la nada y se lo llevaría nuevamente con ella, dejándola destrozada y sola. Pero eso no pasó y pudo sentir la calidez del cuerpo de Connor junto con el suyo.
- Llegas tarde para eso. Ya he matado, Connor. -Confesó acurrucada en el cuerpo del joven.- Se lo merecían y fueron mis garras las que acabaron con sus vidas. - Nat guardó silencio tras aquella confesión. Había mucho más en aquella historia, tras aquellas muertes. - Le conté todo a Caroline antes de ir al anfiteatro... yo ya no estaba bien, te necesitaba y cuando te busqué... - Quería contarle todo, pero su cabeza era en ese momento un hervidero de pensamientos, recuerdos y emociones a flor de piel.
- Se que no debí distanciarme tanto de tí en estos días... - Dijo tratando de alejar aquellos crueles recuerdos de su mente. - Pero... algo me hacía desear estar más tiempo contigo, de estar a solas... - Tembló con fuerza diciendo esas palabras. - No sabía que era, empezaba a ser casi... obsesivo... deseaba tocarte, estar entre tus brazos y no podía controlar nada dentro de mí... deseaba cosas que me habían atormentado hasta ahora. - Buscaba como contarle todo lo que la dolía, lo que la torturaba. Aquello que la hacía tan especial y distinta a cualquier otro adolescente de aquella escuela. Pero cada vez que hablaba sentía que complicaba más las cosas y no se atrevía a mirar a Connor ni quería separarse de su cuerpo.
Cuando la chica confesó aquello que Connor apenas escuchó suspiró levemente, pues no sabía como afrontar aquel tema, así que se limitó a seguir cayado, esperando que ella siguiera hablando.
Nat se abrazó a él, y Connor correspondió su abrazo, se le hacía tan raro consolar a alguien, nunca lo había hecho, por lo general no se acercaba demasiado a nadie, y de necesitar alguien consuelo, solía ser él. Acarició la espalda de la chica intentando reconfortarla.
No entendió a que se refería con llegar tarde, por un momento pensó que le reprochaba algo, pero cuando acabó la frase aquello fue mucho peor. Recordó la furia en la expresión de su cara, y ahora la asoció a aquello que decía. No es que fuera difícil pensar aquello debido al temperamento descontrolado de la chica, pero aun así no era fácil de aceptar.
Él había estado a punto de matar a alguien, a alguien que le importaba, de hecho aun podría morir, pero aun así, distaba mucho de haberlo hecho.
Se agarró al clavo ardiente que era ese "Se lo merecían", por muy malo que fuera lo que hubieran hecho... merecerse morir... aceptar aquello no era fácil.
-Nat, puedes estar conmigo cuando quieras.- Le dijo el chico, aunque sabía que no era lo que quería oír.
Estuvo a punto de añadir que según las normas de la isla solo podían ser amigos, pero le pareció demasiado hipócrita después de que Keyla le hubiera dado un beso, aunque había sido solo eso, ¿no?, un beso...
Alejó a Keyla de su mente, no era el momento para pensar en sus problemas, sino en Nat.
-Nat, apenas se nada de ti, pero puedes contarme lo que quieras en cualquier momento.- Le dijo el chico sin dejar de acariciarle la espalda.- Esto... esta escuela no es fácil, pero hemos venido a que nos ayuden... En cuanto a distanciarnos, también es culpa mía, a mi tampoco se me da bien tratar con gente, siento haberte fallado...- El chico se preocupaba de verdad, le daba la sensación de que nadie se daba cuenta de lo difícil que estaba siendo todo para él, no era excusa para haber fallado, pero de verdad se sentía desbordado.- Intentaré hacerlo mejor a partir de ahora y ayudarte... si... si... es decir... si tú quieres...
Intentaba no dar todo por sentado, no fuera a parecer que imponía algo. Realmente se sentía muy extraño en aquella situación, pero odiaba ver a la chica tan mal, por más que le diera un poco de miedo.
- Después de lo que te he contado, de lo que has visto... debo parecerte un monstruo. - Nat se abrazó con más fuerza a Connor, sus propias palabras la dolían incluso más que las que el chico pudiese decir en ese momento. Pero no se había ido aún, ni tratado de zafarse de sus brazos. Al contrario, demostraba que seguía ahí... que no mentía. Él no temblaba como lo hacía ella o quizás sí y Nat no fuese capaz de percibirlo.
- No sabes nada de mí... realmente yo tampoco se mucho de mí. - Nat no quería separarse de Connor, de su abrazo. Escuchar su corazón latir y su voz tan cercana... por otro lado se preguntaba que diría su cuerpo en ese momento. Pero a su mente vinieron los tatuajes que mostró en el pecho el día anterior. Eso la dolió y prefirió seguir en aquella postura. No le veía y era más sencillo todo. Además, disfrutaba de las caricias que le proporcionaba Connor en la espalda.
- Mi vida se puede resumir en muy pocas palabras. Ninguna agradable. - Temblo con fuerza un instante. - Mis padres eran drogadictos. No recuerdo nada de mi infancia decente ni lúcido, salvo cuando me separaron de ellos y me desengancharon y me educaron a base de palizas. Tenía unos 8 años... tiempo después decidieron que ya estaba domada y me entregaron a una familia, luego a otra... y otra... probemas de agresividad.- Sonrió con amargura. - Un día me dijeron que mis padres me buscaban, aliviados me entregaron a esos que decían ser mi familia... mis padres me vendieron a ellos por un chute y a mis 11 años, volví a caer en el mundo de las drogas y esta vez me usaron para... - No cambió mi postura, pero sus manos se apartaron de golpe del cuerpo de Connor. Trataba de contenerse, pero poco a poco las garras comenzaba a asomar.
- Me alquilaban para que señores grandes, feos, gordos... me babeasen... me tocasen... Me pegaban para que dejase de ser tan agresiva... al final me entregaban drogada a aquellos hombres que pagaban por estar con una niña. Por fortuna las drogas no me permitieron recordar nada en los años sucesivos, pero seguramente fue todo lo mismo, día tras día. - Nat hizo una pausa y tragó saliva. Esta parte la recordaba muy bien, demasiado bien. - A los 14 años o así, mi cuerpo comenzó a mutar... ya sabes... el poder de regeneración... empecé a... las drogas... ya no me afectaban como antes... yo... -Se separó de Connor, quería mirarle a los ojos cuando le contase el resto.
Connor no estuvo seguro de que decir, o no, sabía lo que tenía que decir, pero no era tan sencillo, no es que la situación fuera simple ni mucho menos.
-Nat, no eres ningún monstruo, solo una persona...- Dijo el chico.
"Como todos..." pensó, en muchas ocasiones el mismo se sentía un monstruo, y entonces debía recordarse que solo era una persona, con sus virtudes y muchos defectos, pero una persona al fin y al cabo. Connor estrechó con fuerza a Nat, ya que la chica sin duda parecía necesitarlo.
El chico escuchó la historia en silencio, conmovido por las palabras de la chica, y por una historia a cada paso más difícil de creer. Él sentía que había tenido una infancia dura, pero en comparación era como vivir en Disneylandia.
Las manos de Connor se detuvieron, no haciendo ya ninguna caricia, no porque no quisiera, sino porque se había quedado completamente perplejo. ¿Qué clase de infancia había tenido Nat? ¿Con que cantidad de salvajes se había cruzado? ¿Es que ni una sola persona había intentado ayudarla?
Cuando la chica lo miró a los ojos Connor la observaba boquiabierto, le costó reaccionar, no quería interrumpir y se imaginaba lo que venía ahora, pero una frase escapó de su boca.
-Nat yo... no se que decir, es terrible...- Fue todo lo que dijo sin apartar la mirada de la chica, y aun conmocionado por la dureza de su relato.
- Cuando las drogas comenzaron a dejar de hacerme efecto, sentí algo que me oprimía el cuerpo. Mi oído fue lo primero en despertar y escuché aquellos gemidos en mi oreja. Lo siguiente fue el balanceo del cuerpo que tenía encima. Podía sentirle dentro de mí... - Había dejado de mirar a Connor y miraba al frente, hacia el horizonte. - Me asusté y chillé. El hombre sonrió al verme despierta. Me dijo que hacía mucho que soñaba con ese momento, donde le viese y sintiese... A pesar de mis súlpicas, no paró... siguió a lo suyo, disfrutando el doble... me decía asquerosidades, me babeaba la cara... el cuerpo... - Nat apretó con fuerza sus manos, lo recordaba demasiado bien. Incluso parecía que lo revivía mientras lo contaba. - El miedo paso a ser rabia y...
» Perdí el control. Mis manos se conviertieron en garras que le arañaron la cara. El hombre gritó y volví a arañarle el cuerpo. Sentía como mis dedos se hundían en su carne al igual que él se había metido en mí. Pero no podía parar. - Negó con la cabeza y enseñó los dientes antes de seguir hablando. -Cuando se quitó de encima mía, gritaba asustado por mi mirada y mis manos y por el dolor que le estaba causando. No paré ahí. Salté a por él y mis garras abrieron en canal el cuerpo de aquel cabrón. No solo rompí piel y carne, sino que le destrocé por dentro. Le ví caer ante mis pies, sin vida...
» Cuando recuperé el aliento, cuando volví a ser yo, estaba en un rincón de la habitación, llena de sangre y aterrada. - Nat había vuelto a temblar, como si durante la narración inicial hubiese adquirido parte de ese salvajismo incontrolable y ahora volviese a ser la joven inocente. Miró a Connor un instante mientras hablaba. - Entró un hombre en la habitación y se encontró con el hombre destripado en un lado y conmigo en aquel rincón. No me moví, solo temblaba de miedo. Ni respondí a sus preguntas. Me volvieron a drogar y me llevaron con el resto...
» Un par de días después, me llevaron nuevamente con otro cliente. Me drogaron, pero el efecto no duró demasiado. Estaba despierta... primero pasé por la ducha, allí un cerdo se dedicaba a lavar a las chicas con sus propias manos, pasando sus asquerosas manos por todo su cuerpo y abusando de ellas... nosotras. Cuando me tocó a mí, el cerdo había terminado en la chica que estaba limpiando, pero se alegró de verme... "Me reservaré para tu regreso", me dijo antes de prepararme para el cliente. Aguanté como pude aquel horror y me llevaron de nuevo a un dormitorio, donde me dejaron tirada en la cama. - Nuevamente dejó de temblar, como si diese paso a aquella bestia que guardaba dentro.
- Esta vez no pude ni esperar, me revolvía en la cama pensando en lo que me iban a hacer de nuevo... El hombre entró y... le desgarré la garganta y, cuando entraron en la habitación alertados por los gritos, me encontraron rabiosa, con el cuerpo lleno de sangre, mientras el hombre agonizaba en el suelo. No pudieron hacer nada, fuí más rápida que ellos... y mortal.
» Huí del edificio, nunca olvidaré su olor a miedo y desesperación y corrí por las calles de aquella ciudad desconocida. Era de noche y hacía frío. - El tono de voz de la joven se volvió más pausado y tranquilo, pero su cuerpo comenzaba a temblar de nuevo. - Mi cuerpo desnudo, cubierto tan solo por aquella capa de sangre, comenzaba a temblar. Las voces y miradas de la gente que aún caminaba por allí me hicieron huir, los flashes de sus móviles captaron imágenes de aquel suceso que salió en portada al día siguiente.
» Mientras, yo había encontrado refugio en lo alto de un viejo edificio, donde vieja ropa usada y sucia se encontraba esparcida por entre la porquería. Como si un animal salvaje fuese, me ocultaba de todos durante el día y me movía por las noches, buscando el amparo de las sombras y robando comida para subsistir. Tardé bastante, pero comencé a confiar en los mendigos del lugar. Sabían donde me ocultaba y me dejaban comida o ropa en la entrada de mi refugio. Por el olor sabía quienes habían sido.
» El primer invierno se avecinaba, eso decía el frío. Esa fue la primera noche que me acerqué a ellos, buscando el calor de sus hogueras. El olfato me indicó a quienes acercarme y allí fue cuando comencé a aprender a hablar en italiano. "Las calles no eran para una jovencita guapa y lista como tú" - me solían decir, pero ellos no sabían nada de mi problema ni del daño que podía causar con mis manos... - Nat miró nuevamente sus manos, las cuales temblaban con violencia y no pudo evitar volver a llorar de nuevo. - Por eso vine y... cuando te vi... te... - No aguantó más y se quebró de nuevo
Lo hubiese separado en varios turnos pero el tiempo apremia :S
Aquello era con diferencia lo más terrible que había escuchado en su vida, incluyendo los argumentos de películas de terror. No sabía si contar todo aquello y revivirlo hacía algún bien a la chica, o si por el contrario le hacía mal. Pero fuera como fuese Connor permitió que contara su relato sin interrumpirla, simplemente "flipando" boquiabierto. No entendía que aquellas cosas pudieran pasar en el mundo real, y una vez más se sintió estúpido por sus malestares.
De ser él, probablemente habría pedido que le borraran aquellos recuerdos de su mente, en aquel lugar no parecía algo imposible. Pero ni si quiera aporto la idea, por lo que decía Nat, toda su vida había sido así, por lo que borrar los malos recuerdos parecía significar borrarlo todo. Igual no era mala idea, pero ¿a que quedaría reducida la chica si le arrebataban todas sus experiencias?, por malas que fueran esas eran las que habían creado a la persona que hoy tenía delante.
-Está claro que no lo has tenido fácil...- Se limitó a decir, no sabía muy bien que decir, pues todo iba a sonar absurdo, aun así lo intento.- Pero ahora estás a salvo Nat... Tienes que aprender a confiar y relajarte. Entiendo que hicieras daño a aquellos tipos, solo te defendías...
Connor volvió a abrazarla intentando que se consolara. Entendía que para la chica no iba a ser fácil adaptarse a una vida normal, o todo lo normal que podía ser en aquel sitio. Pero lo que más le preocupaba era que como había dicho, había asesinado a gente defendiéndose... pero en el anfiteatro no se había defendido, puede que para ella fuera lo que hacía, pero había atacado. No obstante aquello tendría que ser una charla para otro día, pues en aquel momento sería inútil ponerse a dar lecciones, la chica solo necesitaba ánimo en aquel momento.
-Tenemos que aprender a controlarnos.- Dijo el chico hablando por los dos, al fin y al cabo él tampoco iba sobrado de autocontrol.- Aquí estamos bien, podemos construir un futuro, y nuestro único enemigo somos nosotros mismos. Va a ser difícil, pero algún día ya no recordarás todas esas cosas malas... Se que estaremos bien.
El muchacho no recordaba la última vez que había hablado tanto, pero se sentía bastante tranquilo en aquel momento, casi en paz. Eso era lo que le transmitía la chica cuando no se convertía en una psicokiller...
Las palabras de Connor no la reconfortaban, la verdad es que nadie podría ayudarla solo con palabras. Ya había contado parte de su historia a Caroline el día anterior, dejándola completamente hundida y esta era la primera vez que la contaba entera. Pero Connor siempre había transmitido cierta seguridad a Nat. Aquellos pequeños gestos ayudándola a integrarse, la complicidad que pareció surgir entre ambos... la preocupación tan fuerte en la sala del peligro. Nat sentía que todo aquello se había esfumado en esos días, que la peliazul había ocupado su sitio, pero... ahí estaba él, buscando que decir ante lo que la joven le acababa de contar. Otro quizás se hubiese alejado de ella o ni se hubiese acercado tras saber lo que podía hacer... tras ver lo que podía hacer.
Pero Connor se mantuvo allí, sorprendido. Quizás fue eso lo que le hizo quedarse allí sin moverse. Pero Nat entendió enseguida que eso no era así, cuando sintió los brazos del joven abrazándola nuevamente. Nat apretó las manos con fuerza, tratando de no llorar más y dejó que su cuerpo se pegase al de Connor. Más tranquila volvió a hablar, solo que con la voz quebrada. - Por eso me alejé de tí... lo que sentía... lo que quiero de tí... es lo mismo que me atormenta y me mata... ¿Cómo podría estar con alguien sabiendo que... si recuerdo aquello, si pierdo el control...? - Nat no sabía como explicarle a Connor aquello. Ser más clara implicaba usar palabras más directas, incluso groseras y algo que la enseñaron los mendigos de Roma fue a hablar bien.
- Lo hablé con Caroline antes de ir al anfiteatro, no le conté todo esto... solo lo sabes tú, pero si la conté mi... despertar y mi huída... no debí ir a ningún lado en ese estado... Debí alejarme de todo... - Las manos de Nat se aferraron al cuerpo de Connor. Pronto sintió su calor y se acurrucó nuevamente en su pecho. Realmente la reconfortaba aquello. Se sentía segura, a salvo en sus brazos. Como si nada ni nadie la pudiese herir mientras estuviese así. Aún temblaba, pero no era por miedo en ese momento.
Connor notó como la joven se aferraba a él, quizás con demasiada fuerza... y es que el chico no entendía demasiado bien aquello, parecía haberse convertido en alguien importante para Nat, pero no alcanzaba a entender el porqué, pero aun así el chico siguió en la misma postura, intentando no molestarla, al fin y al cabo le estaba cogiendo muchísimo cariño a pesar de los desafortunados incidentes.
Entonces Nat volvió a hablar, y Connor se perdió por completo, ¿lo que quería de él? ¿qué podía querer de alguien que no tenía prácticamente nada?
Por más que se esforzaba no acababa de entender a que se refería, aunque era algo que al parecer consumía a la chica por dentro. Connor torció el gesto pensativo.
-Nat, hiciste bien en venir aquí. Te pueden ayudar.- Dijo bastante convencido.- Nos van a ayudar.
A Connor no le cabía duda, y menos después de ver a Xavier en acción el día anterior, y de recibir la ayuda del Director Peverell, esa gente sabía lo que era lidiar con aquellos problemas, de eso no le cabía duda.
-Huir no te habría servido de nada, al final los problemas siempre te alcanzan.- Dijo el muchacho.- Intenta confiar en esta gente. Entre todos te ayudaremos.
Connor la separó un poco para mirarla a los ojos y dedicarle una cálida sonrisa. Creía firmemente en lo que decía, le hubiera gustado añadir que debería poner un poco de distancia con Caroline, ya que no le parecía precisamente la mejor compañía para una chica que debía estar tranquila, pues le parecía una bocazas y una metomentodo. Pero hablarle negativamente de su amiga seguramente la habría disgustado, así que se lo calló.
Nat escuchó en silencio la respuesta de Connor. No debía ser fácil para él asimilar todo aquello de golpe. En cuanto al resto... no era capaz de explicarse mejor.
- ¿Ayudarme? - Preguntó confusa. - Desde el primer día saben cual es mi problema. Y desde el día del simulador, me quedó claro que sabían de mi pasado... y aún no me han ayudado en nada. - Dijo a Connor con dolor en sus palabras. - En el anfiteatro se limitaron a contenerme, nadie hizo nada más... incluso al irme, les pregunté si creían que tenía solución o si lo único que harían sería aplastarme contra el suelo y dejarme fatigada y que si esa era toda la ayuda que iba a recibir, quizás no habría esperanza para mí. ¿Sabes que respondieron? - Guardó silencio unos instantes. - Nada en absoluto. Quizás tu tengas más suerte que yo con ellos.
Sintió como el joven se separaba de ella y la miró a los ojos con una sonrisa, Nat se ruborizó de inmediato y el gesto del chico la hizo sonreir a pesar del malestar que sentía dentro. Esa sonrisa que tenía delante, la hizo sentir algo nuevo por dentro. Su corazón se agitó y sus pupilas se dilataron. Adoraba esa sonrisa, no podía dejar de mirarla completamente hipnotizada por ella. Esos labios eran una dulce tentación que Nat deseaba cada vez con más fuerza.
La joven, acostumbrada a dejarse llevar por sus impulsos y su instinto, no los frenó en esta ocasión y sin pensarlo, juntó sus labios con los de Connor, buscando así apaciguar eso que sentía por dentro. Nat no tenía ni idea de como se besaba a nadie y aquella fue su primera torpe vez. Tras aquel pico, pues Nat no sabía realmente hacer nada más, se separó levemente de los labios de Connor. - Yo... yo...- Balbuceó en ese momento, su propia acción la había quitado las palabras de la boca, pero sin duda aquello marcaría un antes y un después en la relación que tendría con Connor.
Cierras tu xD
La chica parecía muy dolida con toda la institución, además de tremendamente perdida. No era extraño, todo lo que había pasado, y se sentía abandonada, dejada a su propia suerte. Pero tampoco es que aquello fuera algo sencillo para la dirección de la escuela, posiblemente no habían actuado bien, pero tampoco podía juzgar sus actos, no sabía que tenían pensado hacer, y él mismo tampoco sabía como se la podía ayudar.
-Se que sientes que te han fallado...- Comenzó a decir con calma, midiendo cada palabra.- Pero tampoco es que seamos fáciles.- Dijo recordando los propios problemas que había ocasionado.- Somos muchos, y cada uno con sus propios problemas. Estoy seguro de que podrán ayudarte. Aunque toda ayuda comienza por ti misma.
No estaba seguro de si la chica la había entendido. Ellos eran los primeros que tenían que poner todo de su parte, después la ayuda llegaría, estaba convencido. No creía que los hubieran traído a aquel lugar para pasar de ellos, aunque en realidad no tenía ninguna certeza, pero elegía confiar.
Y entonces ocurrió algo que el chico nunca habría esperado, no supo reaccionar a pesar de que lo vio venir, simplemente se quedó quieto mientras la chica lo besaba. El día anterior los labios de Keyla se habían posado sobre los suyos, y ahora esto. Había pasado de no besar a nadie en 17 años a hacerlo dos veces en días consecutivos.
Los besos fueron totalmente diferentes, se notaba enormemente la diferencia de práctica, pero lo más importante era que mientras había deseado que Keyla lo besara durante toda la tarde, el de Nat fue inesperado y un tanto incómodo.
Tardó unos segundos en recuperarse de la perplejidad que lo arrollaba, pero finalmente pudo sacar una pequeña sonrisa nerviosa. Entonces abrazó a Nat contra su pecho, en parte por pena hacia la chica, y en parte para que esta no viera su cara, pues no tenía ni idea de que hacer.
Así que simplemente se quedó allí acariciándole el pelo, no era ni el momento ni el lugar de darle una charla, con suerte habría sido solo algo puntual.
-Todo va a ir bien...- Le susurró mientras miraba al horizonte.
Menuda bomba me dejas en el cierre hermoza xD
Hala, si quieres hablar algo de la relación en estos 3 meses ya sabes donde estoy jaja ^^
Menuda bomba me dejas en el cierre hermoza xD
Jajajajajajajajjajaja
Tenía que hacerlo xDD
Lo has sabido lidiar bien, pero como dije, marcará el antes y el después de ambos ;)