Steve llevaba dándole vueltas a un asunto desde la visita de Xavier.
Bueno, a dos, pero uno formaba parte de su paranoia, y ese no era el momento de sacarlo a la luz.
El asunto en cuestión era cómo Brandon había sido capaz de alterar la gravedad sobre todos los alumnos a la vez, y no contento con eso, dotarla de suficiente fuerza como para que Steve no pudiera recuperar su gravedad normal focalizando sólo en él mismo.
Estaba claro que aunque ambos tuvieran el mismo poder, Bran tenía un dominio del mismo mucho mayor, y Steve quería mejorar en eso.
Él solía hacer un uso más preciso del poder. Más quirúrgico, pero el poder de Brandon tenía una intensidad muchísimo mayor.
Dejó pasar un par de semanas desde el incidente de Tokyo. Bastante habían conseguido no siendo expulsados todos. Realmente no sabía en que habían estado pensando, largarse con el Jet cuando visitaba el centro el gran hombre - El gran bastardo -... había sido una decisión de locos.
Fuera como fuese, confiaba en que los ánimos se hubiesen calmado y él había pasado unas semanas siendo estudiante modélico para quitarse la lupa de encima - O la microcámara -. Había llegado el momento. O eso esperaba, porque no había vuelta atrás.
Llegó al despacho de Bran con una manzana orbitando alrededor de su cuerpo para así tener las manos disponibles para llevar las dos muletas.
Trago saliva, llamó a la puerta y pidió permiso para entrar.
¿Profesor Peverell? Soy Steve. ¿tendría un hueco para hablar? ¿Por favor?
Cuando llegaste a la puerta del despacho, encontraste un cartel que ponía:
Estoy en el invernadero.
Y allí fuiste con el trabajo que te costaba moverte. Para tu sorpresa no estaba dentro, si no fuera. Al lado del invernadero había un pequeño huerto y sentado al lado estaba el director Peverell sentado en el suelo con las piernas cruzadas y cara relajada. Parecía que le habías pillado en su hora de meditación.
No tengo prisa y no quiero mantener esta conversación con Peverell molesto por interrumpirle, así que espero pacientemente. Al fin y al cabo, no sé cuánto tiempo lleva meditando ni cuanto le queda por delante.
Mientras espero pienso viéndole que no parece el típico profe de manzana en la mesa y me siento algo ridículo con una manzana roja en órbita alrededor de mi.
Me pienso un instante comerme la manzana yo, pero no soy muy de echarme atrás una vez dado un primer paso, así que decido que esa manzana tenía una función que va a seguir cumpliendo.
-Buenos días Steven, ¿qué ocurre?- preguntó mientras seguía con los ojos cerrados . No tardó mucho en abrirlos y ponerse de pie para sacudirse la ropa -Si quieres hablar, podemos ir a otro sitio donde estés más cómodo ¿no crees?- se acercó a ti con los brazos cruzados y una sonrisa en el rostro.
Perdone, director Peverell, no quería interrumpir su meditación - Dijo algo contrito pensando que había molestado.
Lo cierto es que estaba buscándole porque quería pedirle un favor personal.
Empezó a hablar antes de haber llegado a algún sitio más cómodo donde hablar. Después de todo, si les monitorizaban cualquier sitio era válido, y si no, también.
En ese momento la manzana orbitó por delante de los ojos de Steve y este detuvo su órbita agarrándola con la mano hábil.
Por cierto, esto es para usted.
Se dio cuenta de que se había interrumpido a sí mismo y continuó.
El caso es que no he podido evitar fijarme en que usted y yo tenemos un mismo poder, y también en que cuando usted lo usa sobre todos los alumnos simultáneamente, ni siquiera concentrando mis esfuerzos sólo sobre mi mismo consigo aliviar mi gravedad. Es decir, incluso sometiendo a un número de sujetos mucho mayor, tengo poca oportunidad de controlar mi poder sobre un único sujeto como para, ya no digo alterar su gravedad, sino recuperar la normalidad.
Entonces, me preguntaba si a usted no le importaría darme clases particulares, por así decirlo. Un entrenamiento más personal para enseñarme a controlar mi potencial... si es que tiene tiempo, claro.
Con ese último pensamiento verbalizado pareció perder la poca convicciòn que le quedaba.
Aunque seguro que no podrá. ¡Qué tontería! Seguro que ya tiene bastante con dirigir un centro con una veintena de adolescentes con poderes...
Negó con la cabeza suavemente y sonrió de nuevo al muchacho -No te preocupes Steven- respondió a la disculpas del muchacho. Comenzó a caminar para dirigirse a un lugar más cómodo. Escuchó al muchacho hablar, observando un momento la manzana para después devolver la mirada a él -Gracias por la manzana- es lo primero que respondió. -También tengo que decir que yo no solo altero a las personas, sino también puedo alterar la gravedad de un lugar. Por lo demás, si quieres entrenamiento, por supuesto, para eso habéis venido aquí. Solo tenemos que acordar un día a la semana.
Escuchó al director mientras le seguía y se animó por obtener una respuesta positiva.
Ese es el tema. Yo aún no sé ni hasta donde puedo llegar. De momento siempre he intentado hacer cosas pequeñas y quizás no lo esté enfocando bien.
¿Un día a la semana? Eso estaba hecho. Iba a ser más fácil de lo que se había imaginado.
Un día a la semana puede ser cualquiera, siempre que no coincida con las clases obligatorias. Cuando le venga bien. Si tengo algún otro compromiso lo cambio de día.
No iba a poner ningún tipo de pega ya que parecía todo tan sencillo.
Le dio varias palmadas en la espalda al chico -Bueno, ya va siendo hora de que lo descubras- habló con tranquilidad, para después pensar en que día mejor para prepararle ya que parecía que él tenía todo libre -¿Miércoles de 7 de la tarde a 8:30? Terminaremos antes de la cena, seguro que después cenas y duermes que da gusto- rió levemente- te veo el próximo miércoles entonces en la Sala peligro.
¡Perfecto! Los miércoles en la sala del peligro ¡Estoy deseando empezar! - Y era verdad, no necesitaba mentir.
Eso sí, - pensó - Creo que igual necesito buscar un sustituto para Las Horas Bajas los miércoles, o sino se acabarán convirtiendo en las horas mínimas.