Finalmente "aterrizaron" en la orilla del lago más próxima al pueblo en un lugar discreto, después de atravesar el agua a saltos.
Steve hizo recuperar a ambos gran parte de su peso real, y llevó a Gwen a la cafetería que conocía, con vistas a la montaña más allá del lago.
Se sentaron y Steve pidió dos chocolates calientes.
Con nubes y extra de azúcar, por favor. ¡Alguien está perdiendo su espíritu navideño! - le dijo con una sonrisa al camarero.
Cogió aire para explicarle a Steven la situación pero el chico le cortó bruscamente y tuvo que dejar salir el mismo aire que había inspirado como un globo deshinchado; aprovechó cuando él la dejó sola para recoger algo para ponerse bien el abrigo y no llevarlo solo colgando de la capucha encasquetada en la cabeza.
Lo que necesito es un cuerpo nuevo. Rumió para sí misma, mirándose los pies hasta que la punta de las zapatillas de Steven apareció en su campo visual y el muchacho le obligó a levantar la cabeza y mirarle. La sonrisa de Steven a veces conseguía desorientarla completamente.
-¿N-nos vamos?-repitió confusa y, por un fugaz instante, pensó que Steven pretendía coger otra vez el quinjet (que había quedado demostrado que no sabían pilotar). Caminó tras él sin soltarle la mano y al principio pensó que aquello podía ser cosa de las famosas mariposas estomacales aunque no tenía sentido porque ella no estaba contenta, que era como todos los personajes de los libros se sentían cuando notaban las mariposas.
-Es genial-contestó más animada. Era como pisar una cama elástica aunque cada vez avanzaban más terreno y a veces sentía una presión en el estómago al precipitarse hacia el suelo que hacía que Gwen apretase la mano de Steven como si estuviesen en una montaña rusa. Durante aquel estrambótico paseo el contacto físico entre ambos se rompió y ella quedó rezagada siguiéndole los pasos porque era él quien sabía a dónde iban. Por inercia, cuando se detuvo se inclinó hacia delante y agitó los brazos en círculos para recuperar el equilibrio ¿y si se caía y seguía botando? Seguramente si compartía ese temor con Steven se reiría y le explicaría que las cosas no funcionaban así pero no quería arriesgarse a que le dijese que estaría dando botes hasta que alguien le devolviese el efecto habitual de la gravedad a su cuerpo.
-caminar sobre...No que yo recuerde-dijo insegura mirando de hito en hito al lago y a Steve. Cuando pisó, literalmente, el agua a Gwen se le escapó un gritito de pánico que murió en sus labios al cambiar su mueca de horror por una de asombro. Se acercó al agua y cerró los ojos al echar a correr hacia Steve tomando contacto con la superficie acuosa del lago.-¡¡Ah!! ¡ESTOY PISANDO EL AGUA!-exclamó al abrir los ojos y mirar hacia sus pies, que creaban ondas allí donde la suela del zapato aplastaba el agua.
Estaba maravillada y seguramente habría podido seguir así durante mucho más tiempo aunque para cuando llegaron ambos a la otra orilla respiraba agitadamente y sentía que hasta le sobraba el abrigo.
-Ha sido una pasada-dijo casi sin resuello mientras se esforzaba por parecer no demasiado agotada, caminando por donde Steven guiaba. Se detuvo mirando el letrero de la cafetería un instante y se preguntó cómo había ido Steven a dar en una cafetería. Normalmente era bastante práctico así que no le imaginaba dando paseos por el pueblo y deteniéndose en plan bohemio a disfrutar de un café.
-Es un sitio estupendo.-dijo quitándose el abrigo y colgándolo en la silla- huala qué vistas... si fuese escritora creo que lo haría en un sitio así. ¿No crees?-se sentó frente al chico y suspiró- gracias. Por esto. Por lo de lago.-se rascó bajo la barbilla- a lo mejor nos metemos en lios por estar aquí-añadió con una sonrisa tímida como si la idea de haber hecho algo contra las normas fuese divertido; cuando llegó el chocolate sacó la cámara y le dio al botoncito que sacaba el objetivo-¿Puedo hacerte una foto? Así, con el chocolate. Será la foto del caballero de la navidad y la podré poner en el cordón de las fotos-Steven ya había visto el cuarto que Gwen compartía con Renzo y sabía que junto a su cama, en la pared, había una cuerda muy fina de la que colgaban con imperdibles y pinzas pequeñas algunas de las fotos que sacaba.
Steve pensó que moverse así animaría a Gwen y esa era la principal razón para hacerlo, pero la verdad es que disfrutó el trayecto con todas sus absurdeces. Cada vez iba pillando más el truco a las posibilidades de alterar la gravedad para situaciones como esa por pura diversión.
Era cierto que había sido un esfuerzo ridículo para su columna vertebral que empezaba a recordarle con un dolor de fondo que su condición no estaba para ese tipo de saltos, pero había merecido la pena por devolverle la sonrisa a Gwen.
Si te digo la verdad, estaba bastante seguro de que funcionaría, lo de caminar sobre el agua digo, pero nunca lo había probado. - Le sonrió contento de que hubiese salido bien.
Realmente no lo había pensado demasiado. Esa era la diferencia en Steve cuando estaba a solas con otras personas y cuando estaba a solas con Gwen. Con otros, como aquel día con Vera, su boca iba de por libre, pero su cerebro no paraba. Como un motor de fondo. Con Gwen todo él estaba de acuerdo en dejarse llevar. Cuantas menos vueltas se dieran a las cosas mejor, y en consecuencia sonreía más y se ruborizaba menos. Eso era bueno.
Sí, el sitio está genial. También tiene buenas tartas si quieres un trozo. Lo conocí de casualidad haciendo compras. ¡Oye! ¿Y por qué no lo haces? Escribir, digo. ¡A mi me encantaría leer lo que escribieras! Bueno, a no ser que fuese una especie de diario secreto, que entonces igual no sería lo más recomendable que anduviese leyéndolo.
Gwen le agradeció el estrambótico paseo y Steve se sintió llenar del placer del reconocimiento. No. No era eso. Era agradecimiento. Muchas veces había obtenido reconocimiento de otros y ninca le generaba demasiado placer. Él iba a su bola normalmente y si los demás lo valoraban no hacía más que hinchar su orgullo. Esto era distinto, era la sensación de haber hecho algo por alguien y que funcionase.
No podía dejarte allí así. No estaríamos en Navidad si tú no fueses feliz. - Ya estaba otra vez su boca soltando frases de película, pero esta vez su cerebro no estaba allí para señalar lo dicho y sonrojarse, así que su expresión de felicidad sólo reafirmaba la frase.
Si nos metemos en líos habrá merecido la pena. Y si aún no nos hemos metido en líos, siempre podemos ir más lejos. - Dijo riendo su propio chsite.
Te acepto la foto, pero con la condición de que luego hagas otra saliendo tú también. - Adquirió el tono que solía usar para citar a otros - "Al caballero no le hace ni el rey ni el caballo, al caballero le hace la dama". No puedo ser caballero de la Navidad en la foto si no aceptas ser tú la dama de la Navidad. - Más alertas sonando en un cerebro sin nadie al volante.
Después de las fotos que Gwen decidiese sacar, Steve comenzó a hablar de nuevo.
Bueno, ahora sí. Si quieres, sí te dejo contarme lo imbécil que es Connor. No es lo mismo contarlo delante de una puerta y sola que juntos con un chocolate caliente. ¿No? - Si lo hubiese pensado, no lo habría dicho, porque no quería que Gwen rememorase la escena fuese la que fuese. Pero esos eran los riesgos de desconectar el cerebro. Al menos cuando se diera cuenta intentaría minimizar los daños recordándole el buen rato que estaban pasando. - ¿Tú querías ir con él? - La pregunta salió sola, pero estaba rondando la cabeza de Steve buscando el momento para salir. Steve no era muy bueno enmascarando sentimientos, así que su expresión delataba su interés en conocer esa respuesta mucho más que el por qué se torció la propuesta.
-Será un placer sir Steven, caballero de la navidad-dijo pomposamente como si estirase una falda a ambos lados del cuerpo e inclinó la cabeza a falta de poder hacer una reverencia en condiciones. Rió con su absurda imitación de una dama y le sacó la foto a Steven-Espera. Hay que darle calor mientras se revela para que los colores salgan mejor. Agitarla en el aire queda chulo pero no sirve de nada-explicó aplastando la foto contra el pecho y la mantuvo así varios segundos mientras Steven se hacía con su cámara; se levantó entonces de su silla y rodeó la mesa para llegar junto a Steven. Estiró lo que pudo el brazo y sacó una foto que le dejó al lado para él y sacó una segunda para ella.
-¿? No-acompañó sus palabras con un movimiento de cabeza-¿Cómo voy a querer ir al baile con alguien que no conozco? Preferiría ir con alguien con quien tuviese confianza-y eso tampoco iba a pasar. Sus amigos ya tenían sus planes que no la incluían a ella-aunque yo no soy de las chicas que invitan a bailes. Yo soy de las que sella la entrada a los demás o que directamente se queda en su hermandad preparando con un adulto una cena romántica para su padre.
Frunció los labios mirando las nubes de su chocolate y paseó el índice por el borde de la taza antes de explicarse.
-No puedes irlo contando por ahí es... vergonzoso. A ver. Connor quería saber si iba con alguien al baile y yo le pregunté que por qué me lo preguntaba a mí. ¿Vale?-miró a Steven por encima de la taza-y me dijo que era porque Keyla le dijo que no, que tenía pareja, y él contestó que también... pero no era verdad así que fue a buscar a la que pensaba que no habría pedido nadie ir al baile ¡para que no fuera sola! ¡Encima pretendía hacerme un favor! En plan, no sé.-puso ceño y volvió a mirar su chocolate-bueno, no dijo lo de que pensaba eso con esas palabras pero sí daba por hecho que estaría sola aunque luego intentó arreglarlo en plan "mírate, es imposible que nadie te lo haya pedido"-imitó burdamente la voz de Connor con un retintín concreto al hacerlo. Después se quedó callada concentrada en su chocolate-Claro que me he mirado-añadió por fin llena de dolor-tengo unos ojos estúpidamente grandes y veo genial con ellos. Sé cómo soy yo... y cómo son las demás. N-no soy como ellas, todas son preciosas y si se ponen algo ajustado no parecen un niño de 10 años. Parecen, eso, mujeres. Veo esa diferencia todos y cada uno de los días. Compartir hermandad con Keyla que es todo curvas en su sitio y con la de los ojos de bruja ayuda a ser consciente del abismo que hay. Hasta yo, que soy idiota, lo sé.-pestañeó furiosamente y soltó la taza para pellizcarse el puente de la nariz-tampoco ayuda que sea como soy aquí arriba-se tocó la sien-pero que primero me dijese que soy una tapadera y que así no iría sola y después fingiese que iba a colar el halago ese de "es imposible que blablabla"-soltó el aire poco a poco-hasta alguien como yo se da cuenta de que ni lo que yo piense ni sienta importa. A lo mejor hay muchas cosas que dejo pasar como si no me diese cuenta... y otras que de verdad no me entero pero para ese tipo de desprecios tengo un radar porque ya lo hago yo bastante para mí como para no darme cuenta de cuandi alguien lo hace.
Empujó una nube con un dedo hacia el chocolate y dedicó a Steven una mirada de disculpa.
-Me he desviado... bueno, él me dijo eso, que era porque la que le gusta le ha dicho que no y no quería hacer el ridículo cuando le viese en el baile y yo le dije que Keyla no es justa con él y que si él estaba conforme con cómo le trataba. Él dijo que no sabía lo que hacía con el tema de Keyla y yo no quise meter el dedo en la herida. ¿Ves? Si hubiese sido otra lo habría hecho e incluso le habría echado limón... pero a mí no me sale. No tengo orgullo de chica ni para eso. Me estoy yendo de nuevo, a ver, luego le dije que yo no iba a ir al baile de todas formas porque tengo que hacer una cena a Bran y a su cita pero que podía ir con mis amigos y así no iría solo-suspiró-y eso no es lo peor que hice. Él parecía muy arrepentido y se ofreció a ayudar con la cena y le dije que me daba igual, que si ayudaba bien. Al menos así Fausto tiene un pinche de cocina que habrá cocinado alguna vez y no solo a mí.
Por fin dio un traguito de su chocolate y la nata le pringó la punta de la nariz y le dejó un bigote, quitándole toda la seriedad del mundo a la situación.
-así que esa soy yo. Puedes tratarme como a algo sin sentimientos ni cerebro para lo que te dé la gana que si luego pareces muy arrepentido te dejaré ayudarme en la cocina... si Vincent se entera de eso se estará riendo de mí y diciendo que tengo merecido lo que me pase hasta que me muera.
-Así que haré la cena con Fausto. Si Connor viene a ayudar pues seré idiota y le trataré bien porque lo hace por compensar el arruinarme la primera vez que un chico me pide ir a algún sitio... y si no viene porque es Connor y si no le pasa algo con alguna loca entonces falta algo en su día con el resto de alumnos pues intentaré no estropear el trabajo de Fausto yo sola y después me iré a leer o escuchar a Barry Manilow a la azotea para dejar a mi padre intimidad.
-¿Y tú? ¿Con quién vas a ir? No me habéis contado nada de vuestros planes ni Adrastos ni tú... bueno, ni Johanna pero ella es muy suya contando cosas.
Steven escuchó con calma la explicación de Gwen. Estaba gritando por dentro, pero no quería que ella perdiera la oportunidad de expresarse, así que no la interrumpió.
Cuando ella hubo acabado la miró con cierta severidad y suspiró.
Primero: Connor no va a ir a ayudarte con la cocina. Ni de coña. No le vas a dejar entrar, y no lo vas a hacer porque dentro estaré yo. - Le quita hierro al asunto con un gesto que acompañaba la explicación - En el reformatorio nos daban clases extracurriculares para intentar formar a una panda de maleantes en algo que les permitiera tener un oficio, así que he estado en algunas clases de cocina y sé cómo funciona un fogón. Me importa muy poco lo que él sepa de cocina, pero tú no vas a pasar la noche con un imbécil. Lo que vas a hacer es dejar que os ayude a Fausto y a ti, prepararemos la cena para tu padre juntos, acabaremos pronto y te vendrás conmigo al baile. - La miró otra vez con la misma severidad que podía pasar por paternalista. - No es opcional.
Segundo: Tú no vas a quedarte en la puerta sellando entradas. Una Navidad sin ti no sería Navidad y un baile sin ti tampoco. Espero que tengas algo que ponerte, porque si no lo tienes vamos a ir ahora mismo a comprarlo. Ajustado o no, eso te lo dejo a ti, pero vas a ir al baile. Ninguna de esas chicas te hace ni media sombra. Keyla valdrá para tu hermano, pero no te llega ni a las rodillas. Por muchas curvas bien puestas que tenga... - Suspiró de nuevo. Después adquirió un cierto tono de confidencia como si le costara un poco decir lo que iba a decir, que de hecho era así, porque le costaba hablar de su madre, aunque quizás por las fechas, empezaba a estar muy presente - Mi madre decía que hay tres tipos de mujeres: Por un lado están las mujeres que pasan desapercibidas a no ser que llamen la atención a gritos, como Natalia. Por otro lado están las mujeres que atraen todas las miradas, pero que, una vez se las ha mirado, se acaba su oferta. El mundo podría seguir exactamente igual sin ellas. Es el grupo de las Keylas. Y luego están las que llamaba mujeres con ángel. Son las mujeres que tienen un magnetismo natural del que no son conscientes. Solo con mirarlas sabes que el mundo necesita que estén allí, que se volvería un lugar gris sin ellas. Quizás no sean tan despampanantes como las segundas, pero parecerán mucho más hermosas. Quizás no tengan que hacer algo para atraer todas las miradas como las primeras, pero no pasan desapercibidas para nadie. Gwen escúchame bien: tú eres de este tercer tipo. Tú tienes ángel. - Le dijo muy seriamente.
Y la Navidad existe por y para los ángeles como tú. Que Connor se pudra en soledad si no tiene ojos para apreciarlo. Si haces una encuesta entre los chicos de la escuela preguntando con qué chica quisieran estar ahora mismo, me juego el cuello a que más de la mitad dicen tu nombre. Excepto tu hermano, que están incapacitado por ser familia, Connor que es imbécil y Ethan que probablemente contestase que preferiría estar con Connor, el resto te elegirían a ti con los ojos cerrados. Y eso me convierte no sólo en el caballero de la Navidad, sino en el chico más envidiado de la escuela en estos momentos. - También dudaba que Cisco eligiese a Gwen porque parecía estar con Selina, pero tenía muy claro al menos otros 3 nombres que elegirían a Gwen, así que ni siquiera estaba mintiendo.
Así que ya sabes: Tú no vas a acabar la noche en la azotea escuchando a Barry Manilow. Tu vas a ir conmigo al baile y vas a brillar. Ahora mismo vamos a buscarte ropa. Vera me enseñó una tienda donde ella escogió el vestido que seguro que tiene cosas que te encantarán. - Sentenció dando por zanjado el asunto. En realidad no la iba a obligar a nada de aquello si se negaba, pero lo afirmaba como si fuese innegociable. Se le ocurrió algo - De hecho, si necesitas una opinión femenina para elegir vestido podemos llamar a alguien.
Se levantó y le tendió la mano invitándola a hacer lo mismo para ir a las tiendas. Si ella aceptaba, se acercarían a pagar en la barra de la cafetería antes de ir.
Steven cuando hablaba por los codos no se quedaba corto. Usaba un tono serio, como si casi la estuviese regañando... la verdad era que había escuchado ese tono en Bran unas cuantas veces así que sabía que lo mejor era dejarle hablar y esperar a la ronda de ruegos y preguntas para poder intervenir.
-...-resopló por la nariz y le cogió la mano- Connor va a ayudar en la cocina porque tiene que compensar haber metido la pata-dijo con un tono que parecía clavar los talones en el suelo y negarse a moverse- podría haberme mentido pero ha sido buena persona-más o menos- así que merece que le deje al menos intentar ayudar en algo.-razonó. Steven debería saber lo que era escoger mal las palabras al conversar con alguien así que podía Gwen podía tender un camino de empatía con Steven porque, después de todo, a él no le había hecho nada Connor y con ella el chico quería pseudoredimirse- si quieres tirar por lo del tema de la navidad puedo usar la baza del espíritu navideño, las buenas acciones y lo de perdonar-entrecerró los ojos- el ángel de la navidad puede ser implacable cuando se trata de dejar que las cosas se arreglen y no haya malos rollos. Para los dramas ya están los demás.
Se había saltado a la torera el tema de la popularidad porque estaba claro que Steven estaba condicionado por las enseñanzas de su madre así que tenía que dejarlo correr en vez de decirle que tenía los ojos de adorno. Y había salido un nuevo objetivo mucho más importante: congraciar a Connor y Steven, que tenían algunos fallos en las interacciones sociales, para que ambos mejorasen.
-Ya veremos lo del baile.-cedió a medias- aunque tenga algún vestido... que Selina se encargó de coger todo tipo de ropa cuando ocurrió lo de la hermandad el vestido no me enseñará a bailar. ¡Y Barry Manilow está bien!
Steven se volvió a sentar. Quizás se había pasado de imperativo, porque Gwen se estaba cerrando en banda.
De acuerdo, - Cedió sin ganas - Connor ayudará si tú lo quieres así, pero os van a sobrar pinches, porque yo también iré. Más aún si va Connor después de lo que hemos hablado. - Ni todas las invocaciones a la navidad iban a conseguir que Steve perdonase a Connor su doble afrenta, pero él no era quién para decidir por ella.
Pero a cambio acepta venir conmigo al baile cuando acabemos con esa cena. Seguro que tu padre necesitará intimidad y la mejor forma de dársela es que tú tengas una buena distracción. Barry Manilow está disponible para ti todo el año, y yo también, pero no va a haber más bailes navideños. Y si no saber o no poder bailar es un impedimento para ir a un baile, lo averiguaremos juntos. ¡A ver si te crees que yo soy Fred Astaire! - Recuperó la sonrisa. Se había puesto serio con todo el tema de Connor porque le indignaba que ella tuviese esa visión de sí misma y que el otro hubiese alimentado esa percepción.
El baile no sería lo mismo si no vinieras - Dijo finalmente con más sentimiento del que pretendía utilizar. - ¿Qué me dices? ¿Vendrás conmigo al terminar?
-¿Quién es Fred Astaire?-preguntó. Cuando se le escapaban algunas referencias con Steve no tenía ambages en preguntarle, no como cuando Matías estaba cerca y se ponía en plan cultureta y le hacía sentirse confusa.
El frío de la calle les envolvió en cuanto dejaron la cafetería y caminaron tranquilamente mientras él seguía rebatiéndole los argumentos.
-Bueno, entonces iremos juntos-asintió resuelta-no es que quiera chafarte el baile-se excusó ante aquel "no sería lo mismo si no vinieras"- aunque estoy segura de que el año que viene habrá otro-sonrió apretó la mano de Steven- es lo bueno de las navidades, siempre vuelven... y nosotros no vamos a separarnos, ¿no?-se detuvo al hablar, pensando en si Steven tendría en mente marcharse de la isla y dejar a sus amigos detrás- ¿tienes que volver a algún sitio?-sí, claro. Tendrá su familia que le estará echando de menos, tonta- bueno si te vas podemos ir a visitarte si quieres.-miró a Steven y añadió en voz baja-aún no voy a preguntar por lo del reformatorio pero un día lo haré.
Steve escuchó a Gwen y le asaltaron las dudas.
¿Cómo puede haberse quedado con la referencia al reformatorio y haber obviado el resto?
De repente sintió que quizás la había forzado insistiéndole tanto y que ella había estado haciéndose la loca para no herirle. Agradeció la distracción sobre el bailarín de la gran pantalla.
Fred Astaire era un bailarín del cine clásico de Hollywood. Decían de él que era capaz de repetir una coreografía grabada semanas antes punto por punto repitiendo todos y cada uno de los pasos con una precisión milimétrica.
Se detuvo, la miró de frente y la cogió de las manos. Por primera vez en toda la conversación se sonrojó, a pesar de todo lo que le había confesado, lo había ido haciendo en modo automático. Ahora era plenamente consciente de la necesidad de contestar a una pregunta formulada.
Gwen, no tengo intención de separarme de ti nunca. - Carraspeó y huyó de la carga emocional reanudando la marcha.
Se sintió acorralado por los sentimientos, así que hizo lo que su mecanismo de defensa le había enseñado tiempo atrás: huyó proporcionando una distracción. El pasado vendría al rescate permitiéndole distraer la atención del presente.
El año que viene habrá otras navidades, tienes razón. Pero estas son las primeras... bueno... son mis primeras navidades reales en mucho tiempo. ¿Sabes cómo eran las navidades en el reformatorio del que vengo? Los chicos se iban a sus casas a pasar las navidades con sus familias a las que no sabían apreciar. Los profesores y cuidadores se sorteaban quién tenía que quedarse conmigo y perderse las navidades con sus familias o amigos. Se quedaba el que perdía. Y en los centros anteriores no era mucho mejor: unos adultos que miraban con condesecendencia y pena a un grupo de niños cambiante por las últimas adopciones mientras éstos se arremolinaban en torno a un árbol de plástico a intentar transmitir cantando una felicidad que, en el mejor de los casos, nunca habían llegado a conocer y en el peor, la habíamos perdido en lo que nos parecía que sería para siempre. - Hizo una pausa involuntaria. Quizás la distracción le iba a salir cara, pero ya no había forma de pararla. - Aquí me siento parte de algo y por primera vez en mucho tiempo quiero pasar las navidades con alguien.
Las palabras de Steven fueron para Gwen como las luces de un camión a una liebre en mitad de la carretera. Cuando quiso darse cuenta el calor de las manos de él se desvanecía mientras la distancia entre ambos aumentaba dejándola atrás no solo físicamente y lo único que llegaba hasta ella era la voz de recuerdos grises.
Se afianzó la cartera agarrando la correa a la altura del pecho y salió en persecución de Steven. Le agarró por la parte trasera del abrigo y le obligó a parar aunque no a darse la vuelta.
-Cambiaremos los malos recuerdos por buenos. Nosotros salimos ganando contigo.-afirmó con la misma tozudez con la que había decidido que Connor iba a ayudar en la cocina.-además-añadió- eres el caballero de la navidad, qué sabrán ellos, sin poderes ni nada especial, lo importante que eres aquí.-La mano que sostenía a Steven por el abrigo lo soltó para buscar la mano de él-vamos a volver, tenemos que buscar una película de Fred Astaire que ver para ver si tienes razón-sonrió. Claro que tenía razón, Steve era un genio y normalmente hablaba sabiendo de lo que lo hacía pero era una buena opción para distraerle. Adaptaría el método de Renzo para compartir cultura cinéfila con Steve.
No sé si ella salió ganando, pero yo desde luego sí.
Como siempre le acababa por ocurrir, su propia distracción le distraía a él de lo verdaderamente importante.
Por eso mismo no admitiría que pasases nuestra primera Navidad sola. Si no hubieras aceptado venir al baile conmigo hubiera tenido que llevar el baile hasta ti si hacía falta, pero esta noche quiero pasarla contigo.
Asiento con la cabeza y sonrió apretando la mano de ella.
Volvamos. Ya verás como en esto también tengo razón. - quiso añadir algo más para aclarar a lo que se refería, pero le falló el valor.
Si tu te vieras como yo te veo - Pensó mientras caminaban de la mano.
Bordearon la orilla haciendo algo de tiempo hasta que Gwen se detuvo.
-Yo te llevo esta vez pero tienes que cambiar para que pueda levantarte-sus pies se despegaron del suelo y se levantó hasta que el brazo de Steven se tensó y, con suavidad, él también acabó por levantarse. Quizás se había desecho de demasiado peso porque Gwen podía mantenerle al mismo nivel que ella como si fuese un globo de helio que lo único que evitaba que siguiese su trayectoria hacia el cielo era la sujeción de la chica-Hm, también habrá que preparar las cosas del eventillo de más tarde-comentó mientras sobrevolaban el lago sin prisa-¿Qué te parece si además me dejas la ropa que te vas a poner esta noche?-le propuso dándose la vuelta y volando de espaldas con más facilidad y naturalidad que si lo hiciese andando-así solo tienes que cambiarte después de que terminemos la cena y no hay ninguna posibilidad de que te manches lo que te quieras poner-sonrió.-lo dejo encima de mi cama, seguro que a Renzo le da lo mismo porque, bueno, él es así. No suele dar demasiada importancia a lo que le rodea y menos a lo que tengo en el cuarto o dejo de tener.
Salen Steven y Gwen