Partida Rol por web

Selina estaba enfrente de su hermandad, junto a la fuente en medio de la plaza, observando el perfil de la arquitectura recortada sobre un fondo cálido. Había varios tejados a dos aguas bastante pronunciados y dos torres dentadas como las de los castillos. Miró alrededor y no vio ni escuchó a nadie, así que se concentró. Consiguió trepar la fachada y una vez en la azotea comenzó a correr y salvar obstáculos cruzando el edificio en dirección a la torre más alta, donde había fijado su objetivo.

Corría y trepaba por cualquier lugar que me lo permitiese, buscando liberar toda la rabia que contenía en su interior. Nat había sufrido demasiado en los últimos días y lo único que la ayudaba a liberar adrenalina era aquello o entrenar en la sala del peligro. Pero teniendo en cuenta de que estaba vetada sin supervisión de un miembro del profesorado, solo la quedaba aquello. Sus carreras eran cada día más locas y frenéticas, realizando saltos imposibles... llevando su cuerpo al límite.

Aquel día prometía ser igual. Nuevas carreras con nuevos desafíos. Trataría de repetir aquellos saltos que no había conseguido realizar con éxito anteriormente. El dolor físico atenuaba el dolor emocional y su factor regenerativo la tenía lista para un nuevo intento minutos después. Ansiaba nuevos retos, algo que poder mejorar y superarse.

A lo lejos vio a Selina, comenzaba a subir por el edifico. Parecía que se había centrado en las torres del mismo. No era lo que Nat tenía en mente pero... sería divertido tratar de superarla. Así pues, a pesar de la ventaja que tenía la joven frente a ella, Nat comenzó a correr hacia la fachada del edificio. No dudó en sacar sus garras para ayudarse a trepar con mayor facilidad por aquella pared.

Una vez arriba observó y olfateó el ambiente, buscando el camino que había tomado Selina, puesto que no sabía a cual de las dos torres trataría de subir. Pero pronto se percató de que iría a la más alta. Nat arrancó a correr, guardando sus garras hasta que las necesitase más adelante, tratando de alcanzar a Selina... quien mantenía un ritmo normal. Instantes depués, Nat logró alcanzarla y mantuvo la misma velocidad que Selina durante un momento, lo justo para guiñarla un ojo y sonreirla, para esprintar nuevamente, en busca de la cima de la torre.

Seguía a la carrera cuando apareció una sombra a su lado. Levantó la vista sin dejar de correr y entonces vio a Nat colocarse a la par con ella, justo a su izquierda. Selina se movió instintivamente tan solo un paso a la derecha por lo inesperado de su presencia, aunque afortunadamente el tramo en el que estaba no entrañaba dificultad. Entonces ambas corrieron en paralelo unos instantes y Selina le devolvió la sonrisa. Se estaba divirtiendo ya que ella había tenido una vez la misma idea. Nat aceleró para dejarla atrás, parecía conocer sus planes y querer adelantarse. Selina centró entonces su mirada en ella y esprintó detrás, dispuesta a alcanzarla y llegar primero a la meta, confiando en la facilidad que tenía salvando obstáculos.

Sería que Nat había aflojado o que ella realmente había pegado un buen acelerón, pero volvieron a correr en paralelo. Selina seguía concentrada pero una gran sonrisa se dibujaba en su rostro. Su compañera de hermandad lo hacía realmente bien, pero ella tampoco pensaba rendirse.

Disfrutaba de esa sensación, sentía como la adrenalina se disparaba por su cuerpo. No tardó en escuchar como los pasos de Selina se volvían más rápidos y cada vez más cercanos. Nat sonrió para sí, puesto que se había dado cuenta de que la chica había aceptado el reto. No tardó en ser alcanzada por ella y volvieron a correr en paralelo. Nat la miró, sonreía y parecía realmente concentrada. No sería ella quien rompiese su estado.

La torre estaba a unos metros y Nat sacó sus garras lentamente. No quería asustar a Selina con ellas. Era la parte que quizás más le gustaba de todo aquello, trepar por las paredes y alcanzar la cima... en aquella torre comenzaba el verdadero reto.

Selina vio como Nat se preparaba para trepar la torre. Tragó saliva viendo asomar las garras, pero pronto dejó de pensar en ello. Si Nat le hubiese querido atacar ya lo habría hecho cuando tuvo oportunidad.

Se esforzó al máximo, exprimiendo su energía y aprovechando la inercia de la carrera, a la que sumó la explosión de un fuerte impulso para comenzar a subir por ella el máximo tramo posible. Luego todo fue puro instinto y pura velocidad. Había que darlo todo y no estaba dispuesta a menos.

Nat vio como la joven rival se centraba en la carrera y sonrió. Estaba demasiado segura de si misma y confiada y ese fue su mayor error. Comenzó a colgarse y saltar con agilidad y soltura, aprovechando sus garras en cada saliente, disfrutando de aquellos movimientos y creyendo que las garras serían su mayor ventaja en la subida.

Ni prestó atención del camino que había tomado Selina, ni por donde iba, tan solo trepaba pensando que iba delante. Cuando llegó arriba se llevó la sorpresa. - Pe... pero... - dijo al ver a su rival ya en lo alto y recuperando el aliento. Nat miró un momento hacia abajo antes de mirar a Selina de nuevo. Tendió su mano a la joven, las garras se habían esfumado en el momento que los pies de Nat pisaron lo más alto del edificio. - Felicidades... creo que te he subestimado... - Dijo con una sonrisa en el rostro mientras terminaba de recuperar el aliento y seguía sin creerse que su contrincante había llegado antes que ella a la meta.

Selina miró al cielo y alzó los brazos celebrando haber llegado primera a la meta.

Nat no tardó en alcanzarla también, y al estirar su mano hacia arriba, Selina se fijó en el lugar donde aparecían las garras pero rápidamente la cogió y le ayudó a subir junto a ella.

Sonrió a su felicitación.

-Hubiera podido ser cualquiera de las dos. Eres muy buena!

Colocó sus manos sobre sus rodillas y respiró dos bocanadas de aire, tratando de cobrar la respiración.

-Las vistas desde aquí son increíbles, ¿no te parece? -hablaba con la mirada perdida en el horizonte, donde se empezaba a adivinarse el atardecer.

La verdad es que las vistas desde allí eran muy agradables y bonitas. A Nat la gustaba subir de vez en cuando a verlas. Procuraba no saltarse el toque de queda y respetarlo, aunque alguna vez sintiese el impulso de subir a aquella torre para contemplar un amancer desde lo alto.

- La próxima vez entonces... - Respondió a la joven antes de mirar hacia el lugar que la chica indicaba. - Es un bonito lugar para soñar. Pero... añoro los anocheceres en Roma y sus amaneceres. El paisaje es distinto pero realmente bello. Todos esos edificios antiguos... tan hermosos... - dijo Nat recordando la arquitectura de la Antigua Roma que se mantenía aún en pie en la ciudad.

-Visité Roma en una ocasión, con mis padres, y me pareció una ciudad preciosa -sonrió con nostalgia. Les echaba de menos. Hacía días que no hablaba con ellos, de hecho había evitado hacerlo. Resultaba más fácil así porque pensaba ocultar la noticia del incendio por no preocuparles-. Me encantó el Coliseo, Santa Maria Maggiore, la Fontana di Trevi y la Galeria Borghese. Tiene una de mis esculturas preferidas: Apolo y Daphne. Y tienes razón, la ciudad en sí es toda una obra de arte. Me gustaría volver a visitarla algún día.

A Selina se le ocurrió que tal vez Nat no sólo echaba de menos los amaneceres y puestas de sol. Seguramente echaría de menos su hogar.

-¿Sabes? Hay una pregunta que me hago des del primer día. Dijeron que somos la primera promoción y eso quiere decir que nuestra estancia aquí tiene fecha límite. ¿Cuánto crees que estaremos en la academia? ¿Un año? ¿Dos? ¿Cuatro? -preguntó por si ella lo sabía- Porque creo que es una oportunidad única y me gustaría aprovecharla durante mucho tiempo. Me siento bastante bien aquí, ¿y tú?

- Sí, el Coliseo... he dormido más de una vez en él... y corrido y trepado por sus muros. - Confesó la joven con cierta nostalgia en sus palabras. No entendía de arquitectura ni sabía nada de historia, pero si sabía que le gustaban aquellos edificios y lo que disfrutaba viéndolos y trepando por ellos. - Otra cosa que me gustaba hacer era colarme entre los visitantes y escuchar esas historias de dioses y diosas todopoderosos, que se peleaban entre ellos, tenían descendientes con los mortales y demás. La verdad es que me quedaba con pocas cosas, el idioma me limitaba mucho. Pero con mis poderes y las historias que escuchaba... soñaba que mi padre era uno de esos dioses romanos... - Nat guardó silencio, recordando quienes eran o fueron su padres realmente y tragó saliva, tratando de que aquello no la afectase.

- No lo se. La verdad es que no se aún que esperan de nosotros. Yo no veo que me hayan ayudado demasiado hasta el momento. - Respondió sinceramente y bastante molesta por ello. - ¿Yo? No sabría decirte. - Se encogió de hombros al responder. -  Es distinto a mi mundo y requiere mucho esfuerzo por mi parte hacerme a todo esto, a la gente... incluso a hablar contigo ahora, es un esfuerzo enorme para mí. - Sonrió a Selina. - Pero le prometí a los mendigos que me animaron a venir aquí, Justine y Jean-Paul se llaman - dibujó una sonrisa recordándoles con cierta ternura, - que no me rendiría el primer mes y que trataría de aguantar ese tiempo... y no quiero fallarles.

Guardó silencio mirando el atardecer tan hermoso que les ofrecía el horizonte. - ¿Nos vemos mañana aquí? ¡Quiero la rebancha! - Dijo a Selina con una sonrisa. Al menos aquello la hacía no pensar en las cosas que más la dolían de aquel lugar y corriendo se sentía más viva que nunca.

El rostro de Selina se iluminó cuando la escuchó hablar de dioses.

-Bromeas? Me apasiona la mitología! -esbozaba una gran sonrisa-. Hay muchos libros que puedes leer, pero si alguna vez te apetece, me encantará contarte alguna historia -dijo con cierta timidez- no es que sea una experta... pero he leído bastante. Y además le gustaba explicarlas dándoles su toque personal.

Nat le propuso quedar al día siguiente para volver a competir.

-Desde luego! Pero no te lo pondré fácil -exclamó. Luego sacó una chocolatina y la partió en dos, ofreciéndole a Nat la mitad que había quedado ligeramente más grande- pero ahora disfrutemos del atardecer y de este exquisito manjar, de dioses... -sonrió divertida y comenzó a saborear el chocolate, con un precioso telón de fondo y una inesperada pero agradable compañía.