Sobre la cama de Gwen hay una mosquitera recogida, algunas fotos instantáneas que cuelgan de los cables de unas lucecillas que parpadean y un atrapasueños en el lado de mesilla que tiene en su cabecera (donde se encuentra un lector de libros electrónicos y cuyo cargador asoma por un huequito). Nunca está hecha realmente, solo con las sábanas estiradas y a los pies, como ella no llega por su estatura, se acumula la ropa que se va a poner al día siguiente, cargadores, el bolso de lona que siempre lleva consigo para llevar los libros de clase además de los diversos cojines que adornan habitualmente la cama y un pijama de Stitch con capucha.
Por el contrario frente a la cama de Renzo hay una televisión último modelo, y en el mueble, bajo la misma, una colección con las últimas consolas del mercado: las mejores de cada tipo, y una colección de juegos sencillamente impresionante aunque, afortunadamente para el espacio, la práctica totalidad de la misma es digital. No hay nada en la parte de Renzo que sea indicativo de su pasado o de su personalidad. No hay nada personal, no hay ningún recuerdo, no hay nada a lo que el chaval parezca tener cariño. Sobre la mesa de noche que hay en el vértice de ambas camas, Renzo deja siempre un vaso con agua, y una caja de pastillas que siempre toma para acostarse, levantarse y a la hora de comer.
Avisad cuando le deis permiso a Steve para poder poner que entran :3 (y si hay alguien más dentro de la hermandad decidmelo para hacer paso antes por la sala común)
-Bueeeno-tras subir las escaleras, Gwen empujó la puerta de su cuarto esperando ver dentro a Renzo pero no era así. Quizá por fin estuviese disfrutando sinceramente de algo que no fuese quedarse absorto con el sonido de un televisor.-Bienvenido a mi habitación.
Sobre la cama de Gwen hay una mosquitera recogida, algunas fotos instantáneas que cuelgan de los cables de unas lucecillas que parpadean y un atrapasueños en el lado de mesilla que tiene en su cabecera (donde se encuentra un lector de libros electrónicos y cuyo cargador asoma por un huequito). Nunca está hecha realmente, solo con las sábanas estiradas y a los pies, como ella no llega por su estatura, estaba el cargador del móvil como si hiciese de frontera entre dos huecos casi vacíos: el de la ropa que se ponía al día siguiente (ocupado en aquel momento por un pijama de pies de Stitch) y, a juzgar por la falta de arrugas en el otro hueco, el hueco de la bolsa donde guardaba las cosa de clase y su cámara
Por el contrario frente a la cama de Renzo hay una televisión último modelo, y en el mueble, bajo la misma, una colección con las últimas consolas del mercado: las mejores de cada tipo, y una colección de juegos sencillamente impresionante aunque, afortunadamente para el espacio, la práctica totalidad de la misma es digital. No hay nada en la parte de Renzo que sea indicativo de su pasado o de su personalidad. No hay nada personal, no hay ningún recuerdo, no hay nada a lo que el chaval parezca tener cariño. Sobre la mesa de noche que hay en el vértice de ambas camas, Renzo deja siempre un vaso con agua, y una caja de pastillas que siempre toma para acostarse, levantarse y a la hora de comer.
-Perdona por, bueno, no tener la cama hecha. Aunque no te lo creas aun estoy adaptándome a no tener un futón tirado en el suelo-se disculpó con media sonrisa nerviosa, recogiéndose el pelo tras una oreja-deja, yo lo estiraré para que no tenga ninguna arruga esta noche-cambió los bártulos de Steven por su móvil-vete copiando el número de Adrastos-no había que hacer muchos malabares para manipular el teléfono móvil de la chica: se desbloqueaba con solo pasar el dedo por la pantalla y en su agenda solo se encontraban cuatro números de teléfono: "Adrastos", "Papá", "Steve" y "Vincent".
De camino hacia la hermandad de Gwen, llegado cierto momento de la conversación, a Steve se le congeló la sonrisa en la cara.
Primero no se atrevía a pedirle a Gwen ir juntos al baile, después gracias a Connor - Al final voy a tener que agradecerle algo al idiota este... - se lo había dicho, pero ella medio le rechazó. Al borde del pánico él habia insistido y ella había accedido, lo cual le hizo sinceramente feliz como llevaba mucho tiempo sin serlo. En ese momento había estado a punto de abandonar todo intento, ya que el temido rechazo era indicativo claro de que ella no tenía ese tipo de interés en él, pero su respuesta afirmativa le devolvió la esperanza cuando estaba a punto de arrebatársela.
Habían sido unos minutos maravillosos. No llegaban a veinte. Lo que había durado el corto vuelo y la visita a su hermandad. Porque ya de camino hacia la hermandad de Gwen, se hizo obvio que ella había aceptado por compromiso. Eso no era una cita, era una compañía amistosa.
La noticia fue un jarro de agua fría para Steven, pero no podía decir que no fuese esperada. Al menos Gwen había sido nuevamente más inteligente y había sabido darle su negativa intentando no afectar a la amistad que les unía.
Bueeeno, Steve. Ya deberías haberte acostumbrado a esta situación, ¿no?. - Y, sin embargo, no.
Continuó caminando en silencio hasta que entraron en el cuarto de ella. Había estado en su hermandad en algún momento de esos tres meses, no así en su cuarto. Intentó una sonrisa y decir algo.
Está muy bien. Lo tenéis muy acogedor. Ya has visto el mío, es mucho más... - Aburrido, aséptico, frío, desagradable... hostil.. - Soso - Acabó sentenciando. - Este es mucho más acogedor. La decoración lo hace más tuyo. - Y es acogedor. ¿Lo he mencionado ya?... estúpido, estúpido, estúpido. Calla la boca. - Steve no había colgado ni un mísero póster. Era un lugar ordenado donde pasar las noches. Ni siquiera tenía allí sus discos ahora que disponía de la emisora. Si no fuese por Vincent, su cuarto casi no se podría llamar ni habitación.
Emm, claro... ¿Te importa que grabe también el número de Vincent? Nunca se sabe si necesitaré algo de él.
Suspiró resignado y marcó el número de teléfono de Adrastos en su móvil después de grabar los dos números nuevos.
El número de Adrastos no da señal, así que Steve cuelga y mira la hora en la pantalla.
No da señal... ¡Anda! ¡Pero si es la hora de la gincana!
Me giro hacia Gwen y la ve estirando con esmero la funda de su ropa encima de su cama. Trata la ropa de Steve como si fuese lo más valioso de la habitación, lo que consigue sacarle una sonrisa a Steven y animarle de nuevo. Era cómico que tomase tanto cuidado en algo tan poco importante. Verla así solo consiguió reafirmar a Steven.
Bueno, ella no tiene ese interés en ti, y qué mas da. Eso puede cambiar y, aunque no cambie, lo que tu sientes sigue ahí.
¿Vienes fuera? Seguro que ahí nos encontramos con Adrastos. Quizás él se anime a participar y entre los dos te convenzamos.
Steven estaba en el baño, tal y como atestiguaba el sonido de la ducha, que en esos mismos instantes estaba dejando de sonar. Casi hubiese parecido que de fondo a los últimos ruidos provocados por el agua cayendo sobre el plato de ducha sonaba la voz de Steven canturreando algo. Pero eso no era posible, ¿no?
Fuera del baño, en la habitación, no había ni rastro de la funda con la ropa para la fiesta porque Steven se había metido dentro del baño con ella con intención de salir del baño perfectamente listo para disfrutar del baile con Gwen.
Allí donde había estado la funda, estaba ahora perfectamente doblada la ropa que Steven llevaba mientras estaban en la cocina. Sobre la ropa, el cuaderno que Gwen le había regalado.
Llamó a la puerta de su habitación hasta que realmente se dio cuenta de que eso que sonaba era agua al caer y la voz de Steven colándose entre el sonido del agua con cierta cadencia melódica. Entonces Gwen entró en la habitación y cerró suavemente tras ella, tomándose un instante para sentirse cansada.
Dejó el vaso de agua con las maltratadas flores del jardín en el alféizar de la ventana y miró su reflejo. Era un desastre visual en toda regla y arriba del todo, como una antena, la florecilla del tallo largo que se quitó para dejar junto a la mesilla/cabecera compartida con Renzo lejos de las pastillas de éste.
Buscó en sus cajones y en su armario sacando su vestido y doblándolo pudorosamente envolviendo su ropa interior para formar un sencillo paquete de ropa que llevar al baño, después se sentó en la cama con el vestido sobre las piernas y esperó dejando los pies pendular sobre el suelo con un gesto de distracción.
Steve no tardó demasiado en salir vestido y peinado. Llevaba una chaqueta de terciopelo rojo con un adorno navideño en forma de rama de acebo en la solapa y un pantalón formal de tela negro. Bajo la chaqueta, llevaba una camisa blanca sencilla y una corbata negra . - Y esto, y esto - tomó una camisa blanca simple y una corbata negra de nudo estrecho y corte italiano.
¡Oh! ¿Estás aquí? No te había oído llegar. - Intentó no mirar la ropa que llevaba envuelta, prefería la impresión completa sin avisos previos. - Discúlpame si he tardado mucho. Quería estar perfecto. - Para ti - Pensó. Pero no dijo nada. Debía aprender a lidiar con aquellos sentimientos.
Le dedicó una sonrisa afectuosa. - ¿Todo tuyo? - Dijo refiriéndose al baño. En su mente no entraba otra posibilidad.
-¡Ah!-se sobresaltó con la llegada de Steven y en su fuero interno se dijo que debía de estar más centrada y dejar de darse sustillos por cualquier cosa. Sonrió y ladeó la cabeza mirando a Steven-Estás muy guapo no te abrazo ahora porque estoy hecha un desastre- se puso de pie y abrazó su paquete de ropa con una sonrisa avergonzada-¡no me mires! Así no te acordarás de mis pintas de chacha cuando vuelva... o sí pero finge que no-se inclinó para coger con un par de dedos sus manoletinas al engancharlas desde el talón y salió escudándose en su ropa dejando la puerta entreabierta en su retirada nada estratégica al baño.
Edito cuando pueda para añadir la segunda parte del post xD
Como si pudiera borrar tu imagen de mi retina - Murmuró para sí mismo cuando Gwen entraba en el baño.
¿Eh? ¿Qué? ¡Nada, nada! Decía que te tomes todo el tiempo que necesites. Yo no voy a irme a ningún lado.
Se dio la vuelta. Estaba su cara a juego con su chaqueta.
Recogió el cuaderno que ella le habúa regalado y al hacerlo, una foto voló de entre sus páginas. Era la foto que les había hecho Gwen en la cafetería: "Caballero y Princesa de la Navidad" la recogió nervioso y la guardó de nuevo entre sus páginas. Después, abrió el cuaderno en la mesa de ella, de espaldas al baño, y se puso a diseñar el dron que le permitiese volar con Gwen y dirigir sus trayectorias.
No te doy tiempo xD. La segunda parte en otro post :P
El agua barrió gran parte del cansancio de la chica. Fausto había comentado lo agotador que había sido aquel día emocionalmente para él y a esas alturas Gwen podía dar fe de lo ciertas que eran esas palabras... sobre todo cuando gran parte de ese desgaste venía del tira y afloja con Connor para que éste dejase de ser tan tristón. Pensó en si debía mencionarle a Steven que Connor al final había aparecido y que lo habían confundido con la cita de Bran pero estaba casi segura de que el muchacho pondría morros y acabaría incómodo así que se guardaría esa información cuando no estuvieran encerrados entre cuatro paredes.
Una hermandad destruida ya eran muchas hermandades destruidas.
* * *
Golpeó con los nudillos la puerta antes de abrirla totalmente.
-¿Se puede?-Titubeó en el umbral antes de atreverse a entrar en su propia habitación. El pelo, liso hasta los hombros pero ondulándose por no haberlo secado del todo sobre el pecho y a lo largo de la espalda, destacaba sobre un sencillo vestido blanco con un lazo en el escote y estampado floral negro en la falda. No era un vestido de fiesta en aquel planeta ni en ningún otro pero era un vestido-yo también quería estar perfecta pero no sé maquillarme así que yo iré bien y tú irás perfecto-bromeó un poco incómoda, pasando al interior de la habitación dejando la puerta entreabierta con un débil empujón. Se acercó hasta Steven con una sonrisa nerviosa y se recogió un mechón cobrizo tras la oreja-cierra los ojos y flota-le dijo rompiendo el breve silencio de la habitación. Si el chico quiso preguntar algo se encontró con un dedo índice cruzando los labios de Gwen que esperó a que hiciera lo que le había pedido.
En el momento en que los zapatos de Steven dejaron de tocar el suelo ella buscó su móvil, tecleó algo y lo dejó con la pantalla contra la colcha de la cama.
Se levantó en el aire y tomó las manos de Steven para colocarlas en la cintura, apoyó la cabeza en su hombro y le sostuvo de las solapas del traje, impulsándole lo justo para que los dos pudieran flotar en la habitación mecidos por la música.
-Te dije que no sé bailar pero flotar...es otra cosa-murmuró antes de ponerse a tararear la canción de Barry Manilow. No porque cantara mejor que el cantante sino porque era una costumbre suya y solo por unos instantes podían estar tranquilos y ella tener su versión del baile en el que los demás se juntaban.
El suave sonido de los nudillos de Gwen en la puerta hicieron a Steve levantarse de la silla y mirar hacia la puerta del baño.
Y de pronto, el tiempo se paralizó.
Allí estaba Ella, pues no había otra. Quería decirle lo hermosa que estaba, pero le fallaban las palabras. Ni siquiera llegaban a su boca, se perdían en algún punto después de salir del cerebro. Sólo abría y cerraba la boca como un tonto. Como un pez. Como un pez extremadamente tonto.
No, Gwen, no. No dejarías de ser perfecta ni aunque te esforzases en ello. - ¿Lo había pensado o lo había dicho? Quería decirlo, pero los mandos no funcionaban. No es que no hubiera nadie al volante, es que habían desconectado el volante del resto del vehículo.
¡Habla! ¡Abrázala! ¡Bésala! ¡¡Haz algo!! - Repetía su cerebro una y otra vez, pero su cuerpo no respondía. Era como si hubiese encontrado un cervatillo en el bosque y no se atreviese a moverse para no espantarlo. Cualquier sonido, palabra, movimiento o incluso un pensamiento muy fuerte podría espantarla, y su visión era demasiado hermosa para arriesgarse.
De pronto Gwen avanzó y le dio una orden extraña. Con un hilo de voz quiso preguntar pero no llegó ni a formarse el sonido oclusivo de la Q que ella ya había posado un dedo sobre sus labios.
Él cerró los ojos, pero seguía viéndola. Después flotó. Ella puso una suave melodía y las manos de él sobre la cintura de ella. Él abrio los ojos a tiempo de ver sus dos esmeraldas azules en un breve cruce de miradas. Ella apoyó su cabeza en el pecho de él y le cogió por las solapas.
Juntos flotaron al son de la música.
Al rato, Barry Manilow guardó silencio. La música terminó, pero Steve y Gwen permanecieron unos segundos más bailando en el aire.
Cuando por fin ella se separó, el cerebro de Steve intentó recuperar el control.
Pensó en decir muchas cosas, todas concentradas en una - Te quiero - pero en lugar de esto su boca pronunció otras palabras. Unas que no habían sido contrastadas por el cerebro. Al principio sono con voz débil. Pero fue ganando convicción a medida que hablaba.
Vámonos a Roma. Ahora, tú y yo. Paseemos por la plaza de España. Lancemos una moneda a la Fontana di Trevi. Vámonos. Solos tú y yo. Esta noche.
La canción de Manilow terminó pero aun así los dedos de Gwen seguían sujetos a la solapa aterciopelada del traje y tanto él como ella se mantuvieron ingrávidos ajenos al correr del mundo en los segundos que tardó en romperse el breve hechizo que había caído en la habitación."Es mi canción favorita, ¿sabes?", quiso decirle a Steven pero él se adelantó con una proposición que comenzó a media voz y tomó fuerza a medida que aumentaba las opciones para el viaje. Los labios de ella se curvaron en una sonrisa casi fascinada.
-Es un buen plan-aceptó con un asentimiento-pero no podemos... esta noche.-concretó- tenemos que ir con los demás, es el primer baile. ¿No quieres ver cómo es una fiesta con gente que te cae bien?-le preguntó emocionada- Roma puede esperar a primavera, le prometí a Fausto un baile por todo el lío de la cocina y a Adrastos que iríamos con él-tomó las manos de él para enlazar el meñique con el suyo- pero si aún quieres ir a Roma cuando haya mejor tiempo te prometo que yo querré-las promesas para ella eran algo importante, si no podía confiar en la palabra de alguien era como no poder confiar jamás en esa persona y ella se atenía a dar ejemplo con sus promesas.- vamos a pasarlo bien con los demás esta noche-pidió, estaba también la cuestión del innombrable pero después de darle varias oportunidades para animarse dudaba que fuera a ponerse en contacto esa noche con ella así que cruzaría ese puente cuando llegara a él.
Hablando del demonio...
Soltó a Steven para recuperar su flor del moño y, con una horquilla, la hundió en su pelo.
-Flores en el vestido y flores en el pelo-bromeó abriendo la ventana-va, dame la mano, Steve-se subió al alféizar con cuidado de no tirar el vaso con las flores y estiró la mano hacia Steven- prometo no aterrizar volando en medio de la fiesta porque aún no sé cómo se aterriza con vestido.
La propuesta de Steve había sido tan inesperada para él como para ella, pero Gwen siempre tenía en cuenta a todo el mundo, eso era una parte importante de su ser, de eso que la hacía tan especial. Steve no era así. Su mundo en aquel instante se reducía a Gwen. Aun así, Steve sintió un leve pinchazo - Es injusto que no pueda sencillamente olvidarse del mundo y ser feliz.
A medida que ella iba hablando supo que eso sería exactamente lo que harían.
Claro - Dijo con una sonrisa. Haciendo un gesto abarcó la habitación - Solo fue que después de esto, el baile me sabía a poco. - Quizás la magia del momento se había esfumado, pero había dejado un firme recuerdo que asustaba y emocionaba a Steven a partes iguales: - La quiero.
Entrelazaron sus dedos meñiques y le prometió ir con él a Roma en primavera.
Claro que querré. Pero me tienes que prometer que no habrá intromisiones. Que te olvidarás de todos y harás lo que tu corazón sienta. - Ella se merecía dejar de vivir para otros. Vivir un poco para ella.
Vamos - Le dijo con un asentimiento cuando ella le instó a ir con todos. Luego le soltó, y Steve se sintió vacío un instante.
La chica se puso una flor en el pelo. Caminó tras ella y le cedió su mano. Empezó a flotar de nuevo.
Gwen. No te he dicho nada, pero eres muy hermosa. - Se puso rojo. - Quiero decir, estás. Estás muy hermosa. Aunque también lo eres siempre, pero me refería a hoy especialmente. Es decir, no es como si tú nunca estuvieras... - Se calló. Mejor no añadir nada y seguir cagándola.
-¿Olvidarme de todos?-hizo una mueca- bueeeeno, vaaaale, prometido.
Estaban a punto de salir cuando se fijó en que se dejaba el móvil en la cama así que hizo una especie de finta para alcanzarlo, tirarlo al fondo de un bolsito con una cadenita dorada y colgárselo al hombro antes de salir finalmente de la habitación.
-¿hermosa?...-se ruborizó aunque el propio atropello de Steven hizo de vía salvadora para centrarse más en la vergüenza del chico que en la suya propia-Si a ti te lo parece entonces está bien-respondió con sencillez, para sacarle del apuro en el que se había metido de cabeza para halagarla, tirando de él mientras se inclinaba de espaldas hacia el vacío. Por unos instantes Steve pasó flotando por encima de ella como si ambos se precipitaran al suelo en una suerte de voltereta pero con una risa que casi fue un gorgeo Gwen corrigió la trayectoria apretando la mano de Steven antes de tocar tierra ambos fuera de la hermandad- quizá deberíamos haber cogido algo de abrigo...-comentó antes de quedar extrañamente callada mientras aumentaba ligeramente la temperatura a su alrededor- si no me mata antes por la encerrona con Ororo lo hará por estar jugando con el tiempo-medio bromeó- huy- apartó algunos mechones del pelo de Steven- puede que te haya despeinado un poco, si te preguntan dí que en Alemania se peinan así-bromeó mientras paseaban hacia los jardines.
Suspiró.
Se estaba convirtiendo en un lugar común ser incapaz de decirle abiertamente a alguien lo que sentía sin morirse de vergüenza. Ojalá tuviese más confianza. En otros ámbitos tenía una seguridad intachable, pero en hablar abiertamente con Gwen y decirle lo que siente, tódo eran miedos e inseguridades.
Aun así, la chica estaba de muy buen humor, y verla feliz era todo lo que necesitaba para ser feliz él.
Ella les hizo caer por la ventana de espaldas para luego alterar la ruta y tocar tierracon suavidad. Su risa le lleno los oídos y le hizo reir a él también.
Hizo el clima más agradable y luego comentó algo de su pelo. - ¿Qué pasa con mi pelo? Solo da problemas, debería cortármelo. - No te preocupes, estaré bien - Dijo antes de darse cuenta de lo absurdo de su respuesta.
Paseó junto a ella en un cómodo silencio. La miraba siempre que podía, siempre que ella estaba distraída, y siempre lo hacía con una sonrisa bobalicona en la cara.