Partida Rol por web

Al poco salieron por la puerta Cisco y Kurt, buscando con la mirada a su compañera. Cisco pudo ver que estaba trepando por la pared.

- ¡Hola Nat!

Miró a Kurt y luego otra vez arriba.

- Ven con nosotros si quieres y damos una vuelta.

Iba a ser complicado convencerla, pero había que hacer el intento. Lo cierto era que preocupaba un poco esa salida tan rápida y que después comenzara a ascender por la pared no era fácil de interpretar.

Se quedó quieto, asumiendo que Natalia estaba trepando por las paredes del edificio, sin creer muy bien lo que pasaba. Miró al español con un gesto un poco perplejo, señal de que no terminaba de comprender muy bien a qué se debía el afán de escalada de la chica.

- ¿Pero qué haces? - no iba a ser tan diplomático como Cisco -. Aún te vas a caer y a hacerte daño, Nat. No sé que habrá sido lo que te ha hecho casi reventar la puerta, aunque lo que sí sabemos es que subiendo por las paredes no lo vas a arreglar.

Suspiró con cierta resignación. Suponía que de nada iba a servir intentar convencerla de que dejase de subirse a las alturas, pero había que intentarlo.

- Colega, hazle caso a Cisco y vente con nosotros. O solo baja de ahí, que puedes resbalar y pegarte un buen golpe - le intentó explicar a la rubia.

Nat había trepado lo justo para no ser alcanzable ya desde es suelo, cuando dos de sus compañeros de hermandad salieron alertados por los portazos dados por la joven. La joven frenó su ritmo de subida al escuchar las voces, pidiéndola que bajase de allí. Pero Nat buscaba soledad y un refugio donde estar tranquila.

En Roma todo era más fácil, se mantenía alejada de todo y de todos el máximo tiempo que podía y su refugio, en lo alto del Panteón Romano*, era el lugar más seguro y tranquilo donde se ocultaba la joven cuando no quería ser encontrada. Eso era algo que aún no tenía en la escuela... algo que en ese instante añoraba.

- Necesito estar sola. - Fue lo único que dijo, volviendo a recuperar el ritmo, buscando el punto más alto y estable del edificio, donde poder lamerse las heridas.

El joven no veía que se pudiera hacer gran cosa, se encogió de hombros pensando en que ya iba siendo hora de dormir.

- Seguro que en tu cama estarías mucho mejor, sólo tienes que echarte una sábana por encima y Caroline pasara de tí.

A Cisco se le dibujó una leve sonrisa entonces.

- Díle eso de "Carolina, trátame bien, o al final te tendré que comer..."

Canturreó en español aunque los chips tradujeron la cancioncilla. El chico siguió hablando aunque no quiso mirar hacia arriba por respeto.

- No puedes dormir ahí todas las noches. Lo hablamos mañana, ¿vale Nat?

La soledad que buscaba la chica podía ser encontrada en otros sitios, alguno que no fuese el tejado pensó Kurt. Aún así no veía que la fuesen a convencer.

- Mira, Nat. Nos largamos a dormir a la habitación. Tienes toda la casa para estar sola en ella, y no sobre ella. Es tu casa y te daremos la intimidad que necesites - intentó razonar con la aficionada a las alturas -. No te conviene quedarte fuera toda la noche. Puede que pilles un catarro. Por lo menos, en caso de seguir ahí arriba, baja para coger una manta o algo.

La miró una última vez, asumiendo que ella prefería ese espacio, antes de retirarse rumbo a los muy queridos brazos de su cama.

- Buenas noches, rubia. Si necesitas hablar de algo, de lo que sea, puedes contar con cualquiera de nosotros.

¿Se dan cuenta que estamos violando el toque de queda? Vaya, no los tomaba por rebeldes sin causa. Expresó contenta, para luego sonreír complacida con la actitud de sus "hermanos". Era bueno saber que se pasaban por donde no llegaba el sol las reglas de la loca de la directora. Significaba que tenían cojones.

¿Algún motivo en particular? Preguntó si bien no tardó demasiado tiempo en percatarse de lo que sucedía. Su amiga estaba montando una escena, probablemente nerviosa y confundida por lo que habían hablado. No pudo evitar llevarse la palma al rostro, preguntándose por qué hacían tanto escándalo por algo que en realidad era bastante natural, por más que los directivos de la escuela quisieran que no sucediera.

¡Vamos, Nat! ¡Baja de allí! En otro momento le hubiera parecido divertida la escena pero no en aquel momento, principalmente porque era producto de algo bastante simple.

Nat alcanzaba la cumbre del edificio y había localizado un buen sitio donde estar. Las vistas no eran iguales que las que tenía en Roma, con aquellos enormes y antiguos edificios que tanto gustaban a la joven. Pero el Lago Mayor ofrecía unas vistas envidiables para cualquiera que se decidiese a contemplarlas.

Sus ojos se perdieron en la inmensidad del lugar, observando como la luz se perdía en el horizonte. Su agudo oído era capaz de permitirla escuchar con claridad las palabras de sus compañeros, a los que parecía no tener intención de hacer caso alguno... hasta que escuchó entre ellos a Caroline.

- ¡No!¡No lo entendéis!- No lo entenderéis. - Fue lo único que dijo la joven mientras se acomodaba en el tejado. Quería estar sola. Necesitaba estar sola y veía que si descendía, no la dejarían tranquila. Si era allí encaramada y no obtenía paz... ¿qué lograría bajando? Nada. Además, aún no sabía porque todos pensaban que iba a pasar allí arriba toda la noche. Pero eso era quizás lo que menos la preocupaba a la joven.

De todo aquello había sacado dos cosas en claro, la primera que necesitaba más ropa, algo que pediría al día siguiente, aprovechando que tendrían que comprarle ropa a sus compañeros. No necesitaba nada especial, algo cómodo y que la permitiese moverse con libertad. La otra, encontrar un buen refugio y escondite donde nadie pudiese perturbar más su delicada mente ni alterarla emocionalmente.

Renzo llega desde su hermandad, mirando si sus compañeros han pasado por aquí. Es evidente que no va rápido, y que parece albergar muchas dudas. Pero va.

Renzo sigue su camino hacia el edificio de la hermandad