No era difícil encontrar a Selina porque conocía su lugar favorito y definitivamente era el jardín. La entendía a la perfección pues también para él era uno de los mejores lugares de la academia, donde se podía leer rodeado de verdor, notando la brisa que circulaba por todo el complejo gracias a la cercanía del mar.
Justo ayer les comentaron lo del baile de Navidad y no dejaba de ser curioso que les prohibieran iniciar relaciones pero les propusieran que fueran a un evento tan íntimo. En todo este tiempo Selina le había parecido una chica especial. No tenía claro que a ella le gustara él, pero Cisco se había decidido a intentarlo. Como apoyo llevaba consigo un regalo, aunque no se lo iba a enseñar de primeras.
Para qué negarlo, al joven le gustaría tener un mayor control sobre sus nervios. No era el típico líder que impresionaba con facilidad a las chicas, sin embargo intentaba comportarse con dignidad y de forma honesta. Leía mucho y eso terminaba por darle seguridad, así que recurriría a ella para armarse de valor. Había leído cientos de historias acerca de este tipo de intentos, solo que en la literatura se tendía a exagerar este tipo de escenas, cargándolas del sentimentalismo que solía gustar a los lectores. En este caso tenía la esperanza de que Cisco le pareciera un chico atractivo e íntegro.
Se acercó escondiendo las manos a su espalda.
- Hola Selina. ¿Cómo estás? Quería hablar contigo...
Respiró hondo tras decirlo. Enseguida buscó el contacto con sus ojos azules, sabiendo que quedaría una vez más hechizado por ellos.
Selina estaba sentada sobre la hierba en una zona tranquila de los jardines. A su lado descansaban una bolsa de tela, su iPod y los patines, que o bien se había quitado ya o no se había llegado a poner. Sobre sus piernas una libreta de tamaño medio se teñía de tinta con líneas, espirales y números. Había escogido ese agradable rincón para dibujar sus ideas.
Estaba tan concentrada en ello que no le vio venir hasta que estuvo cerca. Le recibió con una sonrisa y le hubiese invitado a sentarse junto a ella de no ser que observó algo inusual.
-Estoy bien, gracias -se levantó dejando la libreta sobre la hierba. Caminó hacia él mientras se colocaba un mechón de cabello tras la oreja- ¿Cómo estás tú? -le preguntó ladeando ligeramente la cabeza.
A Selina también le gustaba hacer anotaciones en libreta aunque las suyas eran más bien dibujos y cálculos. Eso le llamaba un poco la atención porque era algo característico de ella.
- Estoy bien, gracias. Mira, te traje un ramo de flores.
Lo mostró despacio, dibujando una suave sonrisa. Eran una docena de rosas azules que lucían hermosas a la vista.
- Me recuerdan a tus ojos, Selina. Y además... quiero pedirte que vengas al baile de Navidad conmigo.
Tenía que ser directo o de otro modo no llegaría a ningún sitio. Ya el color que había elegido era prudente porque traer flores blancas o rojas tenía un significado más profundo, mientras que las amarillas le parecían que apenas tenían significado. Las azules serían el color perfecto a su entender.
Se quedó esperando a ver cuál era su primera reacción. Sería muy importante así que no dejó de prestar detalle a sus expresiones, un poco nervioso por saber lo que sucederia.
- Te trataré como una reina.
Sonrió un poco más, realmente dispuesto a aquello.
A Selina le dio un vuelco el corazón cuando vio a Cisco sujetando aquel impactante ramo de rosas azules.
Se llevó instintivamente una mano al pecho y le miró boquiabierta, incapaz de reaccionar durante unos segundos. Sus ojos brillaban, observándole sin acabar de creerse que un chico tan guapo estuviese frente a ella brindándole un momento tan especial, pues era el gesto más hermoso y romántico que nadie había tenido jamás con ella.
Cuando él le ofreció el ramo, ella lo cogió con delicadeza y cerrando un instante los ojos inspiró el perfume de las rosas.
-Gracias, -sonrió con timidez- son preciosas... -declaró con una voz suave mientras acariciaba con la mirada los aterciopelados pétalos de un azul intenso y vibrante. Le encantaba el color y cuando Cisco lo comparó con el de sus ojos Selina se sonrojó.
De nuevo la sorprendió. ¿Juntos? ¿Al baile?
El día anterior cuando les hablaron del baile Selina sólo había pensado en el evento en sí. No le había parecido importante si llegaban solos o acompañados, pero ahora por algún motivo tenía una extraña sensación en el estómago y, aunque lo ocultaba, estaba nerviosa.
Le miró con complicidad a los ojos. -Me encantaría -respondió con una dulce sonrisa que se amplió cuando escuchó lo bien que la iba a tratar, le hizo gracia.
Cisco no había estado del todo seguro de lo que sucedería aunque estaba decidido a conseguir acudir a ese baile con ella. Al ver que sonreía y disfrutaba del aroma de las rosas sintió una intensa sensación, de alegría, que creció cuando ella le miraba de aquella manera. No era una forma de mirar cualquiera y se sumaba a toda esa plétora de sentimientos que ella despertaba en él.
Sonrió, un poco superado por la emoción.
- Genial. Genial.
Anonadado todavía no sabía ni como seguir. Mostró una nueva sonrisa.
- Estoy deseando ya poder bailar contigo. Quizá se puedan pedir canciones y podamos pedir una que nos guste a ambos. Lo podemos ir hablando.
Añadió una nueva sonrisa. Se serenó un poco ahora después de esa descarga de sensaciones que había tenido. Sin embargo pensar que podría bailar con ella le nublaba mucho. Tenía que hacer esfuerzos para resultar coherente en vez de quedarse en blanco y por suerte lo iba consiguiendo.
- Quizá quieras que vayamos a comprar zapatos o un vestido o algo. Seguro que nos dejarán salir a hacer este tipo de compras. A mi me van a hacer falta cosas.
No había más remedio que dejarles salir a la ciudad, o es que querían que fueran al baile de Navidad con ropa casual.
Tenía la sensación de que Cisco estaba pensando en voz alta. Le observaba mientras él planeaba acordar entre ambos las canciones que bailarían. Eso le parecía un poco extraño, parecía una lista para el dj en una boda. ¿No era más natural pedir espontáneamente cada uno lo que quisiera? Su preferida o sorprender con la del otro, si la conocía.
No sabía bien qué responder cuando sintió como si aterrizase contra el suelo, al estilo profesor Peverell.
Eeeeeehhhhh??
Le estaba proponiendo ir juntos a comprar la ropa del baile? Cómo se le ocurría algo así? Era como retorcer el momento exprimiendo toda la magia hasta dejarlo seco. No quería ver antes de tiempo el traje de Cisco y desde luego no pensaba enseñarle lo que ella llevaría esa noche. ¿Y si era eso precisamente lo que le preocupaba? ¿Y si creía que ella podría avergonzarle?
¡Ay Dios!! ¿Y si quiere asegurarse de que vaya como una princesa Disney?
-Ah, yo pensaba ir con pantalones -soltó como si tal cosa. No había ningún guiño o atisbo de broma. Le miró tranquila, como si fuese una decisión tomada días atrás. Esperó unos segundos para ver su reacción, pensando que seguramente la banda sonora del baile ya había empezado para Cisco en ese preciso momento con las primeras estrofas de Thunderstruck de AC/DC.
Se sentía abrumada. Tal vez ella lo había exagerado todo. Estaba convencida de que Cisco lo había dicho con buena intención a pesar de todo y no quería hacerle sentir mal, así que sonrió un poco.
-Claro. Mmm... tú pides permiso mientras yo pongo el ramo en agua? Nos vemos en el embarcadero en unos minutos.
Cogió todas sus cosas y desapareció, caminando a paso ligero hacia su hermandad.
La joven terminó por poner una cara un poco extraña y le dijo lo de llevar pantalones. Él no sabía en realidad lo que llevaban las chicas para esas fiestas pero parecía similar a la tradición norteamericana. Que quisiera llevar pantalón le sorprendió un poco pero acabó sonriendo.
- Llévalo si quieres. Por mí no hay problema.
No le importaba lo más mínimo como fuera vestida porque además seguro que ella sabía mejor que él lo que vestir en una fiesta así, pues no era de salir demasiado sino más bien de quedarse leyendo en casa. Lo que pasó fue que lo otro de ir a comprar tampoco le pareció entusiasmar. Cisco se lo merecía por intentar ir demasiado rápido con la organización pero le había parecido una buena forma de salir juntos.
- Vayamos sólo a mirar las tiendas que hay. Todavía hay tiempo para prepararse.
Se quedó un poco frío porque ella se marchó y no sabía lo que eso significaba. “Ella quería ir con sus amigas” es lo que pensó. Tomó aire y no una sino dos veces.
- ¿Te parece bien así? Te espero en el embarcadero.
Sonrió levemente pero sin saber lo que pensar. Iría a pedir permiso, pensando que ese planteamiento le gustaría más a ella. Él lo que quería era pasar tiempo con Selina. “Mira que tocarnos hermandades distintas.” Echó a caminar buscando a la tutora. Después era cuestión de esperarla.
Cisco se queda esperando en el embarcadero.
El ramo de rosas lucía espectacular. Lo había colocado cuidadosamente en un jarrón en su habitación, cuya decoración por cierto combinaba perfectamente en colores. Cogió su bolso y una chaqueta para abrigarse en el trayecto por el lago. Renovó su perfume y salió hacia el embarcadero, con la idea de pasar a su regreso por el invernadero en busca de algún sobre de vitaminas que alargase la vida de las flores.
Vio que Cisco ya estaba allí y caminó un poco más rápido. -Has esperado mucho? -sonrió al llegar junto a él.
Cuando estuviesen listos subiría con él a la embarcación rumbo a Isla Superior.
Allí propondría tomar algo en una cafetería que conocía donde hacían un chocolate caliente que recomponía a cualquiera.
El joven al verla aproximarse sonrió levemente, encantado de verla de nuevo. Tenía en sus manos un ebook y se dedicaba a leer uno de la miríada de libros que había dentro de ese delgado objeto. Había todo un paraíso de títulos comprimidos en su interior.
- No he esperado mucho. Vayamos a dar ese paseo. Estoy deseando ver la ciudad contigo.
Siendo sinceros no había visto mucho de la isla cercana porque por lo general pasaba el tiempo leyendo y escribiendo.
- Es Juego de Tronos. - Dijo sacudiendo un poco el ebook arriba y abajo. - Comprobaba algunas cosas que estuve hablando con Renzo. Le gusta hablar de eso.
Le sonrió mientras desconectaba el aparato para poder prestar toda la atención a Selina.
- Suerte que me traje el ebook a la academia porque le saco bastante provecho.
La observó con una suave sonrisa. Ella seguramente ya conocía su afición.
Contigo...
Suspiró pensando que era un encanto. Le miró con sus enormes ojos azules y una cálida sonrisa dibujada en su rostro. A ella también le apetecía dar un paseo con él.
Luego Cisco le habló acerca de lo que estaba leyendo. Selina había pensado muchas veces en comprar esos libros pero finalmente no lo había hecho. Lo único que había visto era la serie y le había encantado.
-¿Por cuál vas? -se interesó, mirando cómo sacudía el ebook. Nombró a Renzo y se extrañó al principio porque su compañero de hermandad era bastante tímido, aunque poco a poco se iba relacionando. Se alegró de que Cisco y él hablasen. Lo cierto es que Cisco era extrovertido y eso le agradaba.
En el barco se sentó junto a él. -Dime... -le miró achinando los ojos- qué casa prefieres? No serán los Lannister, verdad? Porque en ese caso iré a por un chaleco salvavidas, no sea que sufra una caída “accidental” por la borda -rió.
Le preguntó acerca de sus gustos literarios y sobre qué le gustaba escribir.
-Algún día me dejarás leer algo que hayas escrito? -preguntó con prudencia y cierta timidez. Tampoco quería causarle ninguna presión ni incomodidad.
Llegaron a su destino y Selina observó a su alrededor antes de continuar.
-Conozco la isla bastante bien -confesó- de los días que pasamos cuando... -no acabó la frase, aunque era evidente que hablaba del incendio-. Dormimos en ese hotel. Todos en la misma habitación -recordaba las largas noches sin poder pegar ojo desvelada en su cama- imagina el caos -dijo con una leve sonrisa y luego su mirada se tornó nostálgica- Pero fue bueno porque aunque apenas nos conocíamos, nos tuvimos los unos a los otros.
Tomó aire un instante.
-Bueno... -miró a Cisco de nuevo- ¿a dónde te gustaría ir? -preguntó sonriendo, queriendo dejar atrás el pasado.
Si quieres puedes decidir dónde ir, Selina le acompañará a cualquier lado. Nos vemos en 3 días!
Cisco como de costumbre se quedaba un poco prendado de las miradas de la joven. Ahora se la veía más feliz y eso se le contagiaba a él haciéndole sentir mejor. Ella era muy expresiva así que él estaba bastante atento a su mirada.
- La casa que más me gusta... no son los Lannister, no. No me gusta Cersei y tampoco demasiado Tyrion porque parece intocable, pero Jaime sí. A ver... me gustan los que más sufren para qué negarlo. Jaime, o el pobre de Theon Greyjoy. Ya luego está Jon que me cae bien porque es idealista.
Sonrió a Selina compartiendo sus preferidos.
- Es el que acaba buscando lo mejor para todos. Más que Daenerys, pienso yo.
Bueno, esperaba que eso no les hiciera enfrentarse por ver cuál de los protagonistas era el mejor.
- Y tampoco le tiene miedo a los dragones. Pero yo tampoco lo tendría.
Dijo con exagerada seriedad y después sonrió en plan bromista porque aquello era una especie de vacile y no iba en serio.
- Vamos a algún centro comercial y vemos ropa. ¿Te parece? Y a cualquier sitio que ya conozcas y te guste*.
* Para ir a esa cafetería que posteaste.
No habría adivinado jamás sus favoritos, a excepción de Jon Nieve.
Cuando dijo que él tampoco tendría miedo de los dragones le miró durante un par de segundos, y al verle sonreír, Selina rió espontáneamente apoyando su mano en el antebrazo de Cisco.
-Te creo! -afirmó guiñándole un ojo.
Le propuso ir a un centro comercial y ella le sugirió uno en el que había estado y que a su parecer tenía la ropa más elegante sin ser demasiado clásica.
-De acuerdo. ¿Vamos allí y luego nos tomamos algo en la cafetería?
Le acompañó a mirar ropa sin saber muy bien qué esperaba de ella, así que se mantuvo en una actitud bastante prudente mientras trataba de averiguarlo. Si el chico le pedía consejo, le daría su opinión, incluso podía ayudarle en su búsqueda, pero no querría saber su decisión final. Si él sólo quería mirar por su cuenta, Selina haría lo mismo en la sección femenina, pero sin probarse nada.
Selina era un auténtico sol y así lo demostraba su apoyo hacia la causa anti-dragonil. A Cisco le resultó divertido que le hiciera el guiño y ya en tierra pudieron seguir un poco esa charla sobre Juego de Tronos, comparando impresiones acerca de los diferentes personajes.
Un poco después llegaban hasta el centro comercial que a ella le parecía más apropiado.
- No me voy a probar nada, tan sólo me haré una idea de las tiendas que hay. Así podemos ir después a esa cafetería.
Ella ya tenía una impresión general sobre los diferentes establecimientos pues había estado más tiempo en la ciudad, pero Cisco todavía tenía que tener una primera toma de contacto.
- Quiero comprar un buen traje pero sin pasarme tampoco con el precio. Entiendo que los demás harán algo parecido. Verás, con mis amigos normales solemos competir por llevar lo mejor pero creo que no pasará eso en la academia.
Le iba comentando mientras evaluaba los lugares buscando algo de calidad sin excederse.
-Ah, si es por eso no te preocupes. No hay prisa por ir a la cafetería -le dijo con tranquilidad. No quería que el chico echase un vistazo rápido solo porque ella propuso ir después a otro lugar.
Se quedó un poco extrañada cuando Cisco le contó la competición que tenían entre amigos. No le había imaginado rivalizando por algo así, pero no hizo ningún comentario al respecto. Únicamente dio su opinión acerca de si pasaría lo mismo entre los compañeros de la academia.
-No creo, vaya...
Se apartó dejándole un poco a su aire. -Iré a dar una vuelta.
Le creyó cuando dijo que le daría igual si ella iba en pantalones, algo que no pensaba hacer por cierto, pero ahora imaginaba que él habría dado por hecho que serían espectaculares. Tal vez lo que había pensado llevar Selina para el baile provocaría un gesto de decepción en su acompañante y no quería que eso sucediese. Se agobió un poco y decidió distraerse paseando un rato por los pasillos del centro comercial.
Tampoco él tenía prisa, incluso preferiría que aquella salida durara todo el día. Francisco le sonrió con complicidad. Le notó entonces en la mirada que le parecía extraño lo de sus amigos.
- Sí, es así, bueno. Echaré un vistazo.
Le daba un poco de vergüenza explicarle más el tema de los colegas porque seguro que lo encontraría algo banal, así que terminó por callarse.
- Te veo pronto. Tengo ganas de probar ese chocolate que decías.
Le comentó con una sonrisa. Ya se dirían con whatsapp en qué momento reunirse otra vez. El joven entonces se dedicó a mirar de un lado para otro, pues se lo iba a tomar como un simple "reconocimiento". Seguramente vendría otro día junto a Kurt o Matías o ambos, así que ahora se conformaría con ver aquí y allá. Realmente su pensamiento estaba más en la cafetería ya que no quería desaprovechar esta salida conjunta y prefería pasar el tiempo junto a ella.
En su recorrido por los pasillos del centro comercial llegó a la sección donde les habían atendido durante horas el primer día que se hospedaron en la isla. Rió por lo bajo al recordar la escena que había protagonizado con su amiga y al reconocer a una dependienta aceleró el paso, porque estaba convencida de que si la veía se acercaría a ella y la abordaría de un modo implacable.
Salió al exterior agradeciendo el aire fresco. En realidad ir de compras no era algo que le gustase demasiado. Paseó tranquilamente hasta llegar a la cafetería. Allí se sentó cómodamente en una mesa y esperó a Cisco tomando algo mientras respondía a las conversaciones que tenía por whatsapp. Cuando el chico llegó le recibió con una sonrisa y luego se tomó un chocolate caliente mientras conversaban.
Se acercaba la hora de regresar y cogieron el barco de vuelta. Cuando llegó el momento de separarse Selina se despidió de él con un suave beso en la mejilla. -Gracias por el detalle -sonrió con dulzura recordando el precioso ramo que le había regalado y se fue caminando tranquilamente hacia a su hermandad.
El tiempo en aquella cafetería terminó pasando volando. Cuando se quiso dar cuenta ya era hora de volver, por lo que se instaló en él una sensación agridulce.
- Vayamos al ferry.
Lo había pasado muy bien y en el trayecto trató de que el buen ambiente continuara. Ya tras pisar suelo firme recibió un beso de ella lo que era la mayor recompensa que podría imaginar por aquél regalo.
- Con suerte te lo devolveré en el baile.
Le comentó deseando poder hacerlo pues era una sensación fantástica.
- Nos vemos, princesa.
Se quedó observándola un momento. Le parecía una chica segura pero a la vez un poco reservada, tenía algunas preguntas acerca de ella que tendría que intentar resolver con el tiempo. Terminó por girarse para emprender la vuelta hacia su hermandad. Tendría que hablar con Kurt de los trajes si es que lograba acordarse de aquello, ahora que tenía a Selina tan presente en su cabeza.
Espero que lo hayas pasado tan bien como yo con el fic.
Desde luego, ha estado muy bien :)
Puedes apostar a que Selina se ha ido bastante sonrojada después de lo que le ha dicho Cisco.
Nos leemos!