Partida Rol por web

Yoshitoko asintió cuando el señor Seen enseñó el tarro y habló.

- Así es, esta preciosidad la encontramos cerca de la costa y con un tarro vacío de melocotón en almíbar la conseguímos capturar. La jodida tiene unos dientes bastante poderosos, capaces de prácticamente partir el tarro. Pues eso, que este pestilente lago parece el lugar donde se desarrollan estas sanguijuelas asesinas...

No quiso hablar para asustar al personal, pero debían ser conscientes de elmpeligro que entrañaba caer al fondo del lago. El capo de la mafia dejó de realizar su ancestral danza y se volvió a sentar con el rostro más sombrío.

- Si soy sincero, no me gusta este lugar. Confío en que recuperemos nuestras pertenencias y lleguemos a buen puerto todos...sanos y salvos.

Elvira mira con curiosidad el tarro que el señor Seen porta en sus manos cuando lo expone a la vista de todos. En su interior, una extraña criatura se muestra ante ellos.

-Pero... ¿qué...? ¿Es que no hay nada normal aquí?

El portador del tarro hace recopilación de todo lo que han encontrado hasta ahora, pero nada sigue sin tener sentido.

-Sí, tenemos un mapa con un modus operandi, otro que solo nos ha perdido, una ballesta, un tarro con un bicho raro...  -la mujer se encoge de hombros- No sé ustedes, pero yo sigo perdidísima en cuanto a la identidad de los asesinos locos.

La lancha de los millonarios se acercaba peligrosamente a la del Capitán Sham, estaban a apenas unos metros de distancia cuando y muy al pesar de Josephine, el viejo marinero giró su cabeza para meditar acerca de sus opciones. A fin de cuentas, él se encontraba solo contra una turba de millonarios cabreados. ¿Qué posibilidades había de vencer?.

Así que de forma magistral, vio en el "equipaje" que llevaba una forma perfecta de aligerar peso y quizás desviar el barco de sus perseguidores. El problema, no sabía exactamente qué mochila o maleta podría lanzar sin perder un tesoro de valor incalculable. Así que, con una amplia sonrisa; el Capitán Sham sacó su disfraz de viejo lobo de mar, o lago grande, y lo lanzó hacia la lancha de los millonarios. Desvelando así, que tras toda esa barba postiza, pata de palo falsa y jersey raído no se encontraba otro que el Conde Olaf.

Por suerte para los millonarios, un par de elementos de atrezzo no iban a ser suficientes para detener la embarcación, y mucho menos para hacerles desistir de su búsqueda. Algo que hizo al Conde Olaf, ya sin disfraz, buscar otra forma de distraerlos. Acercándose peligrosamente a una maniatada Josephine, el vil conde la lanza por la borda.

En ese instante, hubo una pequeña disputa moral en la mente de todos los Millonarios, salvar a aquella mujer o dejarla a su suerte en el lago en mitad de la tormenta. Por desgracia mientras la lancha reducía su velocidad para estar preparada a escoger una u otra opción; un sonido ensordecedor rompió la sinfonía que el Huracán Herman llevaba tocando toda la noche.

El sonido de miles de pequeñas criaturas nadando a gran velocidad y saltando por encima de la superficie del lago que se aproximaban a gran velocidad contra la lancha de los millonarios y de donde las burbujas de Josephine salían a la superficie mientras esta se hundía en el lago.

No pasarían ni 10 segundos hasta que aquellas sanguijuelas alcanzaron a los millonarios, y las burbujas que aquella señora temerosa de casi todo comenzaron a brotar en mayor cantidad, a la par que el agua del lago se teñía de rojo y flotaban restos de sus prendas. Una imagen desagradable que por suerte ninguno de los presentes tuvo que presenciar de forma directa debido a la oscuridad del lago.

Ya con el alma en el suelo, los Millonarios decidieron continuar la persecución, pues ya todo estaba perdido. Antes de avanzar nuevamente, notaron algo extraño, alguien faltaba en la lancha. Tras mirarse los unos a los otros, se dieron de cuenta de que Felix Hammerschimdt ya no se encontraban entre ellos, tras revisar los alrededores vieron que había una segunda mancha rojiza que empañaba el lago lacrimógeno y de esta flotando sobre el agua algo más calmada, unas plumas negras.

Continuasteis aún así el viaje, hasta llegar a un pequeño puerto. Encontrásteis la lancha del Conde Olaf aparcada pero ni rastro del Conde Olaf ni de los valiosos objetos para la subasta; aunque tras una pequeña investigación dentro de aquel transporte lo que sí encontrasteis es un lógo en una tarjeta: "Lucky Smells Lumbermill".

La suerte hizo que en las cercanías había un camión con el mismo logo, al parecer el caminero estaba comprando en una tienda cercana ingentes cantidades de chicle así que, tras un rápido consenso sobre lo que se debería hacer, todos aceptásteis aunque algunos a regañadientes a ir a investigar al Aserradero aquel.

Subiendo sin ser detectados a la parte trasera del camión, y escondiendoos entre las enormes cajas de chicle, los millonarios se dirigieron hacia donde diablos fuera aquel camión. Hacia lo desconocido.