Partida Rol por web

Hal irrumpió en la estancia, tenía los ojos cubiertos en lágrimas y apenas podía gesticular palabra alguna, bajando lentamente los pasillos hasta llegar a la tribuna inferior donde se encontraba el resto de los Millonarios, habló, y pese a que su voz seguía teniendo grandes matices de decepción y dolor, era aún así firme con lo que decía.

-Estos Millonarios a parte de asesinos son unos farsantes y vándalos, entraron en la Biblioteca de Registros bajo la premisa falsa de que eran mis nuevos ayudantes y que me ayudarían con el trabajo, pero en vez de ayudarme lo destrozaron absolutamente todo; y no contentos con eso... prendieron fuego a la Bibliotecas de Registros para tapar sus actos criminales.

Con eso hecho, agarró de la solapa a El Patrón y lo lanzó por encima de la valla que separaba la zona de operaciones del resto de las gradas. A fin de cuentas Hal, estaba de muy mal humor contra aquellos que lo habían engañado y traicionado su confianza, y no solo eso, destrozado el motivo de su vida.

Viendo como todo el público había creído las palabras del Mattathias MedicalSchool y de un dolorido Hal y estos poco a poco se iban acercando a aquellos villanos millonarios, no tuvieron otra opción que tratar de huir del hospital saltando ellos mismos la valla hacia la zona de operaciones, ahora que eran buscados por el personal, la seguridad, médicos, médicas, enfermeros, enfermeras y distintos miembros del equipo de mantenimiento del Hospital Heimlich.

-Atrápenlos, no podemos dejar que esos Asesinos y Pirómanos se escapen.

El tropel de actores del Conde Olaf disfrazados de médicos también saltaron detrás de los Millonarios, junto con otros miembros del público asistente a aquella operación. Sin mucho más remedio, los Millonarios usaron la camilla del hospital como un improvisado ariete abriendo las puertas cerradas que daba al pasillo cercano y detrás de ellos, el tropel de perseguidores.

Mientras los Millonarios huían de aquel grupo y se abrían paso por las puertas dobles golpeándolas con la camilla; René, Adolf, Donald y Dennise trataban de desatar a una Anya Ivanov atada y amordazada a dicha camilla. Por suerte, gracias al trabajo conjunto de Saimon y El Patrón, la velocidad de la camilla no disminuía.

Tanto Rosa como Clarence Seen se encontraban detrás, junto a Reginald Coleson que aún le costaba respirar a causa del puñetazo propinado por El Patrón; mientras Arthur trataba de buscar una salida viable entre las pocas opciones que habían, pues el fuego ya mentado se estaba extendiendo por diversas alas y corredores.

De hecho, los Millonarios incluso pudieron ver al perro de Anya corretear con el rabo en llamas entre los pasillos.

A aquella frenética persecución, liderada ahora por la Enfermera Lucafont, se habían unido los miembros alegres y chispeantes del V.F.D. (Volunteers Fighting Diseases), encabezados por el hombre de barba y la guitarra, y como no, tenían que cantar mientras perseguían a los Millonarios por el Hospital en llamas.

The hospital is burning down
It really is a shame
And the worst part is
The Millionaries are totally to blame

Mientras los Millonarios trataban de escapar de una nueva turba enfurecida, y esta vez dicha turba estaba corriendo tras ellos más que andar sin mucha prisa, como eran los miembros del V.F.D. (El Pueblo de los Cuervos); de los altavoces funcionales del hospital se escuchó una voz que todos pudieron reconocer: El Doctor Mattathias MedicalSchool.

-Soy el Doctor Mattathias MedicalSchool, el Jefe de Administración de este Hospital y no tengo nada que ver con Organizador de Fiestas, y quiero dar el siguiente mensaje: Los Millonarios Asesinos Extranjeros se encuentran en el Hospital, además de que lo han prendido fuego. Se ruega a todo el mundo que los atrape... O si tal escapar de las llamas y sacar a los enfermos, como veáis... _{¿Como se apaga este trasto? ¿Aquí? Si ya le di ahí, ah, no, es aquí.}

Por suerte para los Millonarios los Enfermos, Médicos y Enfermeros estaban demasiado ocupados trasladando a los pacientes que teniendo tiempos para abalanzarse sobre ellos o detener la camilla-ariete. Pese a esta suerte de tener gente con buena moral y prioridades bien claras y definidas a la hora de un incendio en un hospital, aún tenían que enfrentar a la turba violenta que los seguía.

No habiendo más sitios por donde escapar, los Millonarios se metieron en una de las habitaciones que tenían a su derecha en el pasillo. Estaban rodeados por enemigos, y lo máximo que lograron hacer fue bloquear la puerta y encerrarse en un edificio en llamas, algo que, como todo el mundo debe de saber, es lo menos aconsejable para hacer en un edificio en llamas.

La Enfermera Lucafont, así como otros perseguidores los cuales iban desde médicos hasta devotos de la sangre decidieron aglomerarse en la puerta y dar ligeros golpes en ella bajo la consigna: "Abrid" "Abrid" "Abrid" "¿Por favor?" "Abrid" "Abrid".

Viendo que nada de esto funcionaba, la Enfermera Lucafont decidió abandonar el grupo momentaneamente y a medida que las llamas se les iba acercando por ambos extremos del pasillo, cogió el extintor de pared que había por ahí colgado y lo usó eficientemente... No para combatir las llamas, sino para abrir la puerta, ante el animo y el júbilo del público asistente.

Los Millonarios sin otra zona donde escapar se abalanzaron a la ventana, abriéndola y mirando la distancia que había desde el suelo; por desgracia el humo, los gritos, y el caos reinante no son buenos amigos a la hora de concentrarse en calcular la distancia que hay hasta el suelo en un edificio en llamas.

Los golpes en la puerta se sucedían uno tras otro, y a medida que se veían las primeras grietas y entraba el humo en la estancia, los Millonarios tomaron una decisión valiente, tras atar las sabanas del cuarto en el que estaban a la pata de una de las camas cercanas, inventaron una pequeña cuerda improvisada, de la cual, comenzaron a bajar lentamente.

-Métete ya en el coche. Nos vamos. No me importa que aún siga dentro, la policía ya está por aquí.

A medida que los últimos Millonarios fueron bajando, la puerta no pudo resistir más los golpes incesantes del extintor, y el rostro de la Enfermera Lucafont se mostró a los pocos Millonarios que aún quedaban en la planta superior.

-Aquí estoy yo, la Enfermera Lucafont.

Dijo con su voz de continua pasimonia sin ningún tipo de emoción o sentimiento, haciendo así alusión a lo primero que dijo en presencia de los Millonarios en la Casa del Conde Olaf. Acto seguido metió la mano y desbloqueó la puerta, entrando a aquella habitación donde un aún encamillado Miguel Ortega se encontraba, a la par que otros Millonarios.

Los Millonarios estaban mareados por el humo y desorientados, y lo primero que pudieron ver es un escondite para así escapar de los hombres del Conde Olaf y la Policía que los andaba buscando como vulgares delincuentes, o en este caso, asesinos, prófugos de la justicia, pirómanos y otros tanto cargos que se fueron solapando sobre sus espaldas y expedientes.

El lugar idóneo fue una Ambulancia, entrando todos y cerrando las puertas tras de sí, los Millonarios se sintieron seguros y a salvo. Incluso divisaron el coche del Conde Olaf yéndose en la distancia mientras una exhausta enfermera Lucafont los perseguía tratando de llamar la atención en vano.

Girando su cabeza, hacia los Millonarios la Enfermera fue decidida hasta ellos, abriendo la puerta de par en par y sentándose al volante para conducir mientras sacaba un Walkie-Talkie para hablar con el Conde Olaf.

-Los he perdido... pero he conseguido atrapar a uno... lo he atado a la cama donde estaba ese otro... Sí, supongo que estarán bien los dos...

Acto seguido una enorme explosión tuvo lugar en un ala del hospital, provocando que una poderosa llamarada tintara el cielo nocturno exactamente de la habitación donde los Millonarios, la Enfermera Lucafont y algún otro perseguidor habían bajado en rappel.

-Supuse mal... ¿Donde nos vemos?... Ok, voy para allá...

Entonces la Enfermera Lucafont sin prestar atención a los Millonarios que tenía en la parte trasera de la Ambulancia, se dirigió hacia aquel lugar misterioso donde tenía concordada la próxima reunión con el Conde Olaf. Mientras tanto, los Millonarios se miraban los unos a otros y se contaban entre ellos para tratar de averiguar quién era el que faltaba, hasta que dieron con un nombre...

Clarence Seen había sido el último, golpeado por una turba furiosa, atado y quemado vivo en el incendio del hospital, al igual que un Miguel Ortega que se encontraba incapacitado en la cama de su habitación.

Mientras tanto en ese mismo momento en otro lugar; que aquí significa mientras los sucesos están aconteciendo para el resto de Millonarios supervivientes, pero aún en el Hospital Heimlich en llamas...