He de admitir que me desagrada escribir estas líneas, pues la serie de accidentes, como algunos periódicos locales lo catalogaban, que ocurrieron en el Aserradero Lucky Smells, no es más que un conjunto grotesco de situaciones predemeritadas vilmente por mentes maestras del crimen que comenzaban a florecer entre los Millonarios, así como impulsos irracionales que algunos invitados tenían desde el principio.
Entre la discusión que hubo entre los Millonarios, y en especial la atención que consiguió Georgina Orwell usando a Adolf Meinster como su marioneta personal para tratar de meter de cabeza en las llamas de la caldera al Dr. Henry Walton Jones; nadie logró escuchar como una de las máquinas comenzó a funcionar nuevamente, esta vez era una sierra que estaba sujeta a un brazo móvil, y tanto la sierra como el brazo comenzaron a moverse, no en dirección a ningún invitado, sino dirección a una de las correas que sujetaban un enorme tronco que había sobre las cabezas de estos.
Nadie escuchó como el metal comenzaba a cortar el otro metal, Nadie vió como las chispas saltaban. Y por desgracia, tampoco nadie vio como aquel gigantesco tronco caía sobre las cabezas de los millonarios cual péndulo gigante hecho de madera y metal. Por suerte para la mayoría, aquel tronco gigante no les rozó siquiera, pero por desgracia para Elvira, y un cuervo que revoloteaba casualmente, aquel gigantesco péndulo quedó justamente alineado frente a ella.
El tronco arrollaría con una tremenda fuerza a Elvira, capaz de lanzarla al suelo un par de metros en la dirección hacia donde se dirigía el tronco; destrozándole el rostro, los hombros, el cuello, la columna y basicamente todo lo que estuviera a una altura superior a su cintura.
Por desgracia, no solo ella fue la que sufrió un fatal incidente en el Aserradero aquella noche, pues aquí entraría la irracionalidad, al menos la irracionalidad que puede ser el amor entre dos personas. Pues cuando el golpe se escuchó, uno de los invitados se giró y al ver a su querida Elvira, en el suelo, tratando de agarrarse al hilo de la vida, fue corriendo a socorrerla.
No me malinterpreten, cuando me refiero a la irracionalidad del amor, no quiero criticar al amor, pues yo también he amado -y perdido- y comprendo perfectamente esto; lo que critico es que aquel acto de amor ciego, no le permitió ver lo evidente, pues el tronco con la correa restante hacía de péndulo, y tanto como se va, este vuelve a su posición inicial, así de forma indefinida si no hubiera alguna fuerza o resistencia que lo detuviera.
Esto es exactamente lo que ocurrió aquella noche en el Aserradero de la Suerte, cuando Lady Adele Beatrice Margareth Blois se arrodilló ante el cuerpo casi sin vida de Elvira, no pensó en la física de los péndulos, ni siquiera se le pasó por la cabeza que aquel enorme tronco volviera directamente hacia su dirección y arrancara su frágil cabeza de cuajo como si fuera el corcho de una botella de champagne, chocando esta contra una de las paredes del Aserradero.
Al final, ambas mujeres abrazadas y ante la solemne protección de un tronco en vaivén, fallecieron en el Aserradero; ante la atenta mirada estupefacta y paralizada del resto de Millonarios y la socarrona risa de Georgina Orwell y Shirley quien ya estaba a punto de salir por una puerta del piso superior.
Por desgracia o por suerte para los Millonarios, todo el ruido provocado por la caída del tronco alertó a los empleados exaltados que estaban quemando el Despacho de Sir, y con las hachas y las antorchas aún en alto se acercaron hacia la zona de trabajo del aserradero, y tras derribar la enorme puerta de entrada a hachazos, entraron al fin gritando y con rostros que asustarían a cualquiera.
Esto mismo le ocurrió a Georgina, quien se asustó de que aquella turba de lo que antes eran hombres libres convertidos a esclavos por su poder y ahora liberados, se acercara a ella con tales armas en alto y con tales rostros demacrados por el trabajo duro y ahora recubiertos de un profundo odio.
Del susto, esta mujer dio un paso hacia atrás para tratar de mantener cierto terreno entre la turba y ella como era lógico, y aunque por desgracia para ella, no es lógico dar un paso atrás si justamente detrás tienes la puerta abierta de un enorme horno encendido; y eso fue lo que le ocurrió, con tal mala suerte que tropezó contra la parte inferior del horno con su talón y cayó directa a las llamas.
Un grito ensordecedor llenaría la estancia, a la par que una llamarada escupía las gafas casi carbonizadas de la que antaño fue la mejor (y única) optometrista del pueblo. Todo mientras aquella masa cabreada de ex-esclavos se tranquilizaba mientras veía arder a aquella vil persona que los había puesto en tal deplorable situación.
Mientras tanto, los Millonarios pudieron ver por la ventana correr a Shirley, sin tacones y ya sin la aquella peluca rubia, despavorida del lugar. Junto a ella, uno de los trabajadores que en vez de manos tenía garfios, sin lugar a dudas uno de sus principales apoyos para entrar en la fábrica sin ser visto.
Pensaréis que los Ricos a salvo están y que muy bien se encontrarán.
Encarcelado el Conde Olaf y toda su gente igual.
Pero ahora el final no es feliz, es tal cual, con pena, tristeza y horror.
Justicia y paz que vosotros queréis. Las cosas así no son.
Creeréis que los Inocentes con tanto valor un premio han de obtener.
Pues esta noticia muy buena no es, aquí no funciona la ley.
Y es que este final no es feliz, es tal cual, con pena, tristeza y horror.
La justicia y la paz que vosotros queréis. Las cosas así no son.
A una mujer una vez yo amé ansiando la felicidad.
Ahora muy solo estoy, es así, porque ella enterrada está.
Y es que este final no es feliz, es tal cual, con pena, tristeza y horror.
La justicia y la paz que vosotros queréis. Las cosas así no son.
El mundo es como ese picor textil que te molesta un montón.
Imaginan Millonarios dichosos, pero no, las cosas así no son.
Algunos sonríen alguna vez, y otros un mogollón.
Pero yo no sonrío porque triste estoy. Las cosas así no son.