Ay, diosito... o me voy a mi casa favorita, o me quedo en la segunda favorita y...
Pues... puedo esperarme a ver en qué casa queda mi amiga? es que nos gustaría jugar juntas.
Todo aquello era muy extraño para Raven, el hombre que le dijo era del ministerio que le recogio de casa le dijo que irian a comprar el material escoler y que despues se marcharian a tomar el tren que le llevaria al colegio. La despedida de sus padres fue como siempre cariñosa, ya les hechaba de menos y ellos a ella, pero esa era una oportunidad que no podia dejar escapar, ya que no todo el mundo era capaz de entrar en ese colegio, segun iba caminando con aquel hombre descubrio porque, era un colegio para magos y ella era uno de ellos, cosa que le sorprendio, por lo que le conto sus verdaderos padres, sus padres viologicos eran magos.
La forma de entrar en el tren, el propio tren fueron cosas que le sorprendieeron, ¿atravesar una pared? ¿llevar esos anticuados baules?¿esos libros extraños?¿esos uniformes? Todo aquello parecia sacado de alguna clase de libro de aventuras, pero no, era eal y ella lo estaba viviendo. El viaje en tren no fue menos sorprendente, niños de muchas edades iban de un lado para otro,, hablaban de magia, de lo que harian en el colegio, Raven permanecio algo apartada, escuchando lo que decian, realmente no se lo creia, no parecia real todo lo que decian sobre magia. Habia sido ademas un dia muy intenso y pronto gracias al movimiento del tren se quedo dormida acurrucada en el asiento.
Cuando el tren se detuvo bajo y cotemplo a aquel gigante con los ojos como platos y la boca abierta, era cierto que a su edad los adultos pueden parecer gigantes, pero ese hombre era gigante hasta para los adultos y ese palo y barba lo hacian aun mas siniestro. Sin poder evitarlo dio un par de pasos hacia atras chocandose con un niño, ella se gira y le pide rapidamente perdon. Lo siguiente increible que vio fue aquel castillo en la noche, alto e impresionante y ¡¡tendrian que ir en barcas!! Las barcas le daban un pocco de miedo porque no sabia si iba a poder llegar porque ella no sabia remar, pero se armo de valor, estaba alli para que sus padres se sintieran orgullosos asi que se lanzo a una barca para buscar los remos, pero por fortuna no tenia que remar.
Al llegar el castillo era aun mas impresionante y la mujer que le esperaba era toda una bruja con su sombrero y todo. Raven queria sacar su camara de fotos para hacer fotos a todo y mandarselas a sus padres, pero estaba en aquel antiguo e incomodo baul. La mujer parecia toda una institutriz de cuento asi que era mejor seguirla y no desobedecerla. Todos entraron en un gran salon, un lugar impresionante, Raven mira asombrada cuando levanta la mirada y ve aqullas velas flotando en el aire, asombrada dice:
Estan... estan flotando en el aire... vaya que chulo, que bonito
La profesora les indica que se detengan y observen, lo que sucedio a continuacion hizo que Raven se quedara aun mas sorprendida con aquel lugar, colocaron una bannqueta y un sobrero realmente viejo y andrajoso, pero entonces empezo a cantar e inclusos algunos alumnos tambien parecian conocer lo que cantaba, Raven mira a todas partes, no sabia que era lo que pasaba, pero aquelo era realmente increible, era magia o algo muy bien montado, pero en su mente infantil no terminaba de ver como podrian hacerlo. El sombrero fue llamando a los alumnos que fueron poniendoselo hasta que:
Raven O´ Connor
Como si le hubieran llamado para ir a la battala se pone seria y levanta la mano
Yo... pre... presente, profesora...
Se queda un par de segundos parada hasta que ve la mirada de la mujer y commienza a andar a zancadas, realmente tensa hasta llegar al sombrero, se queda unos momentos mirandolo, estaba sucio, se lo haiban puesto seguro que un monton de gente, a lo mejor hasta ese hombre siniestro y con pinta de no labarse que era el conserje, ¡¡incluso quizas el gigante!! Aquello hizo que no pudiera evitar una mueca de desagrado, sin embargo, se lo pusieron:
Ummm vaya... vaya... asi que O´ Connor...ese es tu nombre ahora... pero yo se cual es el autentico...ummm... a que casa deberia enviar a la hija de Gregor y Michel...Slytherin tus padres fueron... grandes magos de la casa... pero tu familia mal eligio... ummm creo que tu podras si... quizas las cosas puedas cambiar... si... ya lo he decidido
Raven estaba bastante confundida, no sabia lo que le estaba diciendo, para ella esos dos nombres no eran personas que conociera, a lo mejor eran sus padres biologicos, aunque realmente ella no lo sabia, aun asi se mantuvo expectante cuando el sombrero dijo
SLYTHERIN
Raven pudo ver como una de las cuatro bancadas empezo a aplaudir, realmente no sabia porque, pero por lo visto todos los chicos aplaudian cuando alguien nuevo llegaba a su casa, Raven observa los colores de la que seria su casa, verde y plateado, eran colores que le gustaban, sin embargo el animal le parecia un poco tenebroso, aun asi no importaba demasido se acerca a la mesa donde saluda a algunos niños y toma asiento en el primer sitio que ve libre
Motivo: Casa
Tirada: 1d6
Resultado: 5
Creo que la que menos tenia por lo que he contado es la de las serpientes, pero corregidme si me confundo please
Motivo: Casa
Tirada: 1d6
Resultado: 6
Slytherin
Me levanto al oír mi nombre y me acerco temeroso hasta el sombrero, todos me miran y odio ser el centro de atención, me siento muy mal, tengo un gran dolor de estómago y estoy a punto de vomitar. Cuando estoy llegando a las escaleras no me doy cuenta de que hay una pequeña doblez la alfombra y caigo al suelo de bruces, todo el mundo se ríe y las lágrimas me brotan de los ojos mientras me agarro la muñeca y subo las escaleras cabizbajo. El sombrero resopla y me dice que me siente de una vez en la silla, tarda unos segundos en deliberar y al final dice... SLYTHERIN.
Todo el comedor se queda en silencio, todos me miran pensando lo mismo, ¿Ese idiota un Slytherin? El sombrero ha cumplido y me levanto de nuevo de la silla, bajo las escaleras y me dirijo hacia mi casa, todos me miran con cara de preocupación. No me gusta ser el centro de atención, oh no, mi estómago... Vomito en la túnica de una chica que se levanta como si tuviera un resorte y se va corriendo al baño a limpiarse.
Esto no podría haber sido más humillante.
Motivo: Casa
Tirada: 1d6
Resultado: 4
Tras hablarlo Wynnona y yo decidimos hacer un Romeo y Julieta xD Ella Slytherin, yo Gryffindor.
"John Beaufort" Sono en toda la sala.
John se levanto y se dirigió al taburete
Cuando se se sento le pusieron el sombrero y este dijo....+
Sombrero: Otro Beaufort, a un recuerdo a tus antepasados, Por lo que veo no quieres defraudarles, Veo mucho potencial en ti, Yo creo que no los defraudaras, Creo que te colocare en....
Motivo: Elegir casa
Tirada: 1d6
Resultado: 1
Los Carrow, portentosa familia, dignos herederos de una larga historia de pureza, nadie puede poner en duda su sangre ni su origen, pues, siendo miembro de los Sagrados 28, se han encargado siempre de mantener su estirpe alejada de los sangre sucia y aquellos que han traicionado sus orígenes. O eso es lo que Melinda Carrow, su madre, decía, y sus hermanos repetían. Sus hermanos, eran tres, Alecto, Amycus y Ophelia, todos mayores que ellos por mucho, pero lejos de tener la gracia de ser criada como hija única, su madre no mostraba mucho interés en ella, más allá que en su educación y que supiera cual era su lugar. Su padre le decía que el humor de su madre se había agriado por que sus hijos mayores estaban lejos de ella y porque su otra hija, siempre estaba apenada, Wynnona no entendía mucho esto, menos las razones por las que Alecto y Amycus nunca los había visto, ellos se habían ido hacia años y sólo los conocía por fotografías. De ahí es que no es extraño que en el anden, la joven estuviese sola, acompañada sólo por una de las doncellas de su madre, esperando el tren que la llevaría a su primer año en Hogwarts.
¿Nerviosa?, bastante, se encontraría con muchos otros niños, no tenía mucho contacto con otras personas que no fuesen las del servicio de la Mansión Carrow, su madre estaba ocupada y no tenía tiempo para ella, su padre, siempre estaba de viaje pero cuando llegaba, le dedicaba algunas horas que la chica aprovechaba al máximo y su anciano padre también, era el único que mostraba verdadero aprecio por ella o eso sentía la niña. El otro familiar presente en la mansión era su hermana mayor, Ophelia, pero ella también la evitaba o parecía que debía contarle algo, porque cuando se veían los ojos de aquella mujer preciosa se ponían tristes y llorosos.
Pero de vuelta al anden, no pocos repararon en la joven que despedía una belleza que si bien aún no florecía del todo, estaba latente, propio de la sangre mágica que corría por sus venas; no fueron pocos los ojos que se posaron en ella antes de subir al tren en donde viajaría en un compartimiento sola, aún recordaba la discusión de hacia una semana entre sus padres cuando llegó la carta de Hogwarts, su madre no quería que fuera a la escuela, estaba dispuesta a ella misma educarla, pero su padre no, él insistió en que debía ir a la escuela y dejar en alto el nombre de los Carrow como todos los miembros de esta familia lo habían hecho. Wynnona se ocultó para escucharlos, y una frase que no entendió de su padre : "así será menos sospechoso", y con eso, su madre accedió. Obviamente Wynnona intuyó que había algo más, pero no tenía ni el valor ni la fuerza para preguntar y cuando ya estaba arriba del tren, disfrutando del paisaje, ella sólo pudo sentirse contenta, sonriendo y olvidando lo que pasaba en la mansión.
La llegada a la escuela fue ruidosa, caótica, con todos yendo de un lado a otro hasta que los prefectos los guiaron, sobre todo a los de primer año, y ella decidió ir adelante, sus ojos ligeramente rasgados destellaban en ingenio, pues, el haber vivido tan apartada de las personas la había olvidado a tener que adaptarse a las situaciones, a fingir a la perfección y a siempre demostrar aquello que se esperaba por medio de una sonrisa perfectamente ejecutada.
La entrada al salón fue otra sorpresa, que Wynnona simuló perfectamente aunque de todas formas los ojos se le fueron al cielo repleto de velas y estrellas que bailaban sobre sus cabezas por unos instantes antes de entrar en el salón a paso firme y con mucha seguridad. Buscó un lugar adelante y aguardó a que su nombre fuese llamado. "Wynnona Carrow", se escuchó y la chica subió los peldaños hacia la donde estaba ese roñoso sombrero que no había dejado de hablar durante toda la jornada, mandando a tantos alumnos que ella debía ser una de las últimas. Ahora si sintió miedo y apretó su puño con fuerza hasta sentarse en el sitial y la profesora colocó aquel sombrero sobre su cabeza. La mujer mantuvo su semblante serio, ya se habían levantado algunos comentarios cuando se escuchó aquel apellido. Carrow... Carrow... a esas alturas, Wynnona sabía perfectamente cuales eran las razones por las que sus hermanos mayores desaparecieron hacia 10 años. Algo que su familia no comentaba pero que Wynnona había descubierto. Varios de los vástagos de los sagrados 28 empezarían ese año, algo curioso que tantos se estuvieran congregando.
"Una Carrow... pero una muy Carrow particular" le comentó el sombrero "Siento en ti el valor de los Gryffindor, deberías ir a esa casa, pequeña, serías mucho más feliz ahí, pero también siento la sagacidad de Slytherin pero ahí, no será lo mismo que en Gryffindor, sin embargo, la verdad estará mas cerca de ti" Sentenció el sombrero, lo que asustó a Wynnona quien comenzó a suplicar que la mandara a Slytherin, si iba a otra casa, defraudaría a sus padres, todos los Carrow de la historia habían sido parte de esa casa, y ella debía serlo también. Debía, y rogó que la mandara a esa casa, sin saber a qué se refería con eso de la verdad. Wynnona apretó los ojos cuando el sombrero pareció rumiar la decisión...
Slytherin
Los aplausos reventaron cuando el sombrero indicó que la niña rubia iría a la casa de la serpiente, aliviada, Wynnona dejó que le sacaran el sombrero y fue hacia el resto de sus compañeros que la felicitaron, no esperaba que la felicitaran, pero le gustó su aceptación que agradeció con una tímida sonrisa y mejillas sonrojadas.
- ¿Por qué no me puedo llevar el walkman? - volví a preguntar.
- Porque estás castigado. - insistió mamá, que iba sentada a mi lado, sin despegar la vista de su scrapbook llena de apuntes, fotografías y recortes de periódico.
- ¿Medio año? - preguntó papá, quien se mantenía concentrado a su vez en el volante.
- "No" es "no". - Mamá levantó la cabeza, con una mirada de advertencia. - Y si intentan algo, lo sabré.
Suspiré, cruzándome de brazos. ¡Yo no empecé esa pelea en la escuela! Solo la terminé...
Al final llegamos al estacionamiento. íbamos a tener que caminar un poco para llegar a la estación. Fue un caos decidirnos si llevar mi cosas en maletas (por vernos "casuales" y no levantar sospechas, según Stephen) o en baúl ("¿y anunciar con las maletas muggle que es un mestizo para empezar el día uno con problemas?" preguntó Audrey, para que Stephen respondiera "¿Entonces vamos a tener una lechuza y un águila que ni siquiera tenemos legalmente en un cubículo de la muerte?"). Al final Audrey consiguió prestado de uno de sus compañeros un baúl sin fondo para llevar mis cosas y lo metimos dentro de la maleta más grande que encontramos en Wallmart con ruedas, para poder transportarlo. La lechuza iba a salvo, fuera de esta.
Subimos las escaleras y nos mezclamos con el bullicio de Londres. Me puse nervioso. Siempre viajábamos, pero era los tres juntos, o si tenían que separarse por trabajo siempre me quedaba con mamá o papá. Él captó que algo me estaba preocupando.
- ¿Necesitas ir al baño? - preguntó, y solo pude asentir. - Cariño, ¿cuidas la maleta?
Apenas ella asintió y fuimos a los baños públicos. Sacó de su abrigo un paquete envuelto en una bolsa de plástico. No tuvo que decir nada: de inmediato lo agarré y lo escondí bajo mi chamarra. No sé si lo hizo por darme ánimos, pero funcionó. Regresamos con Audrey, y yo que había pasado el viaje taciturno ahora me reía por todo. Enarcó la ceja, pero no dijo nada.
Llegamos al andén Nueve. Seguimos caminando, hasta quedar casi en el Diez.
- ¿Es ese? - pregunté, ilusionado. - ¿el andén?
Audrey asintió. Puso sus manos sobre mis hombros, animándome, y crucé rápidamente. Casi caigo, y mamá comenzó a reírse. Mis papás abrieron la maleta y sacaron el baúl. Yo miraba todo. Casi toda mi vida había vivido más como muggle que mago, y aunque tuve todas las sorpresas de estar en el Callejón Diagon esto era la antesala a algo aun más grande. Trataba de ver a todos los niños, que como yo, también iba a ser su primer año.
Había un revuelo de cabezas volteando. Una niña rubia, de mi edad, estaba subiendo al tren. No me di cuenta de que me había quedado mirándola hasta que sentí un codazo, y vi a mi padre riéndose. Sentí que me ponía rojo hasta las orejas y no sabía por qué. Mamá negó con la cabeza y me pasó un monedero pesado por las monedas. que cargaba adentro.
- Recuerda lo que te expliqué del cambio. Y cualquier duda puedes escribirme.
- Si, mamá. - y la abracé. Papá nos rodeó con los brazos.
Nos separamos: no nos habíamos dado cuenta, pero los tres estábamos llorando.
Me subí al tren. Caminé lo más lejos que pude, buscando un lugar vacío, para poder escuchar música. A salvo, saqué de mi chamarra la bolsa donde estaba el Walkman... pero solo escuchaba estática. Me lo quité, viendo que estuvieran los cascos bien conectados. Moví el cable para ver si era un falso contacto, pero pronto ni siquiera prendía. Saqué las baterías Duracell, de las que había comerciales donde te decían que si apretabas un punto blanco en cada extremo podías ver la carga de la pila. Es que estaban nuevas. No supe si se quedó encendido por error y se descargó. Pero la barra indicadora de las pilas las mostraba llenas.
Llevaba media hora obstinado en que encendiera el Walkman, hasta que llegó una señora empujando un carrito lleno de dulces. Metí la mano en el bolsillo a buscar en el monedero donde mi mamá había metido las monedas, pero adentro siento también un papel doblado. Lo saco y lo abro para leerlo:
En Hogwarts no se puede usar nada electrónico. Tu padre se está enterando, también.
Con amor, tu madre.
¡Oh, vamos!
Compré una rana de chocolate. Dejo lo que por meses no va a ser más que un pisapapeles de vuelta en mi baúl y abro la caja del dulce: apenas tuve tiempo a pestañear, cuando el dulce cobró vida y brincó a la ventana en un acto kamikaze. Me quedé pestañeando, mirando a la ventana, con la caja aun abierta en mis manos. Niego con la cabeza, recordando por fin que hace dos años le hicimos una broma a papá con ese mismo dulce. Abro la otra caja, abriendo una oblea. "¿Todos los sabores?". La como... medio segundo después estoy escupiendo y casi vomitando por el sabor a vinagre.
Por fin caigo en que no hay anécdota que hubiera podido prepararme para el mundo mágico.
Esto se va a poner feo.
-.-
Escuchaba la canción del sombrero, y me sentía aun más confundido. Pero no por falta de conocimiento. Audrey me dijo cinco veces como iba a ser la ceremonia y qué podía esperar. Desde que tenía seis años me mostró fotografías donde brujos y brujas iban y venían, posaba junto a sus amigas en la sala común de Slytherin. Ahora, imaginen el momento incómodo cuando con mis ocho años pregunto en qué casa estaba papá y me explican no solo que él no es mago sino que se la robó.
No era como lo imaginaba. Algunos otros niños veían todo fascinados, incluso los de sangre pura. Yo, en cambio, me sentía inquieto, casi incómodo.
Es que... se veía... familiar.
Me llevé el pulgar y el índice al entrecejo. Creo que no me sorprendo por lo mismo de haber ya estado en el Callejón Diagon y que mamá me contó casi todo lo que tenía que saber.
"Jake Dawson", escuché mi nombre, volviéndome a la tierra.
Camino nervioso. No sé que, pero tengo una sensación opresiva en el pecho. Colocan el sombrero por encima de mi cabeza. No sabía por qué estaba tan nervioso. Mamá fue Slytherin, pero no quería ir allí. Tampoco sabía por qué.
Me senté. Apenas estaban acercando el sombrero a mi cabeza cuando escucho:
¡Gryffindor!
Solté el aire que no sabía que estaba reteniendo. No sabía por qué me sentía tan aliviado.
Ya estaba bien entrada la noche cuando una profesora de sombrero negro y túnica elegante ordenó al montón de nuevos alumnos ordenarse en una fila para entrar en (lo que Guillermo más tarde descubrió que era) el Gran Comedor. El agotamiento que tenía encima pesada como una gran losa de piedra sobre sus hombros, Bill llevaba despierto prácticamente las veinticuatro horas del día. Sus padres le habían aconsejado acostarse pronto el día anterior, pero toda la emoción acumulada y los nervios le había provocado un insomnio de excitación por el que había tardado horas en dormirse y se había despertado horas antes de lo debido. En resumidas cuentas, llevaba despierto desde prontas horas de la madrugada del día anterior y tras tantas emociones caminaba casi como en un sueño. ¿O quizás era la majestuosidad de los sitios por los que había estado?.
El andén 9 y 3/4, el Expreso de Hogwarts, el lago y ahora el Gran Comedor. Cualquiera hubiese dicho que el largo viaje en tren habría sido un sitio idóneo para echar una cabezada, pero quien dijese tal cosa es que nunca había viajado en un tren con cientos de jóvenes magos y brujas. Allí había conocido a los que al día siguiente sería sus nuevos compañeros de clase, sus amigos y amigas. Espero no tener ningún enemigo había pensado el chico también. Se había sentado con unos extraños en uno de los compartimentos que le dio más confianza y había charlado con todos sobre los nervios, las casas de Hogwarts, la familia y la procedencia.
Tal fue la casualidad que allí conoció a un chico, llamado Xabier Baztán que también era español, y también era del norte del país, aunque evidentemente no se conocían de nada y ni siquiera habían vivido cerca, la casualidad le tranquilizó mucho y le pareció tan curiosa que no podía esperar en contárselo a su padre.
Poco a poco, casi sin darse cuenta perdido en sus ensoñaciones, la cola de niños y niñas iba disminuyendo. Su compatriota, el chico que se llamaba Xabier fue de los primeros en ser seleccionados para Gryffindor. Aunque no estaba prestando mucha más atención a la selección de sus compañeros, pues le parecía mucho más interesante observar a los profesores y los alumnos de otros cursos, cada vez que escuchaba "¡SLYTHERIN!" y los vítores posteriores, su estómago daba un vuelco y una mezcla de nostalgia, pena, nervios y miedo le invadía al recordar a su madre.
En todo eso estaba pensando cuando la profesora McGonagall le llamó. "Martínez-Crawley, Guillermo". Pero el chico con la mirada perdida y penando en su madre no lo oyó "Martínez-Crawley, Guillermo" repitió la profesora. "¡Guillermo Martínez-Crawley" ¡¡Guillermo!!" El chico se sobresaltó al escuchar su nombre en voz en grito y se precipito hacia la profesora con tanta prisa como torpeza, tropezó con el primer escalón y a punto estuvo de caerse mientras la profesora decía "¿Acaso no quieres estudiar en esta escuela?" mientras algunas risillas recorrían el Gran Comedor entre sorna y lástima.
Lo siento profesora, es que en casa me suelen llamar Bill- susurró el chico con una voz tan tenue que fue apenas audible para la gente de un metro más allá.
No obstante, la profesora acostumbrada a cazar susurros le contestó. "Pues vaya acostumbrándose a que aquí le llamen por su nombre real y no un diminutivo".
Le colocó el sombrero en la cabeza y este cobró vida. "¡Vaya! ¡Fíjense!" le susurraba al oído, aunque el joven no tenía claro si todo el comedor lo escuchaba o solo el. "¿Es usted un Crawley, jovencito? ¿Un Crawley de la familia Crawley del condado de Yorkshire? ¿A que viene ese apellido? "
S... sí, eso creo, señor. Susurró el chico (o más bien pensó) Mi madre se fue hace muchos años del pueblo a España, y allí nací yo, Martínez es el apellido de mi padre, pero el no acudió a Hogwarts... Ni a Hogwarts ni a ningún otro colegio mágico.
Entiendo chico, no te preocupes. No te juzgo. Nunca lo hago. Solo pregunto. Mera curiosidad de un trapo viejo y ajado que ha visto muchas cosas a lo largo de los siglos. Recuerdo que toda tu familia estuvo en Slytherin, incluso tienes unos primos por aquí, en esa misma casa. Pero... No, dentro de ti hay algo más. Hay inteligencia, pero no hay orgullo, no hay vanidad ni astucia. Eres más complaciente que obstinado. Además... el mero hecho de escuchar la palabra Slytherin activa todas tus alarmas. Creo que lo tengo claro, creo recordar haber escuchado al antiguo director como tu madre lo pasó un poco mal en esa casa. Entiendo. Tiene sentido. Claro. Es lógico que tu hayas salido así. Lo entiendo hijo, no te preocupes más, será mejor que estés en ...
HUFFLEPUFF
Esta vez Bill tuvo claro que el sombrero seleccionador había hablado para todo el comedor. Un poco avergonzado por todo lo que le había pasado y también preocupado por lo que el sombrero le había contado, se encaminó con paso tembloroso a la mesa donde muchos chicos y chicas aplaudían con fervor y le daban la bienvenida con corbatas de color amarillo adornadas con tejones.
Allí se sentó junto a otros chicos de su edad, también de primero, todos estaban un poco avergonzados por el exceso de atención y un poco sonrojados.
Hola... ¿qué tal? Estoy muy nervioso ¡lo siento!- dijo a nadie en particular, pero mirando a sus nuevos compañeros de casa. Eran cuatro chicos y una chica. ¿Qué ganas de que empiece el curso, verdad?
Motivo: Sombrero Seleccionador
Tirada: 1d6
Resultado: 6
Hola! No he querido rolear toda la escena desde King's cross para no resetear la escena y sigo un poco el hilo de los post anteriores.
He sacado un 6, así que si no me equivoco según la leyenda del post inicial, elijo casa. Así que elijo Hufflepuff
Todos estos últimos meses han sido una revelación tras otra para Alistair, que vive en una nube desde que le llegó la carta de Hogwarts. Acompañado de sus no menos resplandecientes padres, se plantan en el Andén 9¾ con ayuda de otra familia de muggles cuyo hijo va a asistir a Hogwarts también, solo que en cuarto curso. Después de mantener una corta charla, Alistair aborda el tren y se duerme con el traqueteo hasta que llegan a la estación de tren de Hogsmeade. De allí le transportan hasta la orilla del lago donde lo montan en una barcaza llena de otros chavales para enseñarle el lago que colinda el castillo. Maravillado porque todo esto haya podido subsistir durante tantisimo tiempo, el chaval mira a su alrededor; no es que pueda ver nada, pero su mente se lo imagina todo solita.
Los chicos son guiados al castillo, ante tantísimo estímulo, Alistair no puede hacer otra cosa que mirar hacia todos lados, esta vez no teniendo que imaginarse nada: los cuadros vivos hablan -literalmente- más que cualquier cosa que se pueda llegar a imaginar... Pero eso sólo parece ser el comienzo.
Cuando entran al comedor, no puede evitar mirar primero de todo hacia arriba. No parece haber techo, pero su intuición le dice que es un conjuro para hacer invisible el techo, o para crear una ilusión de que el cielo nocturno está justo encima de ellos.
Está tan ensimismado mirando hacia todos lados que la profesora tiene que llamarle un par de veces para que acuda donde está el sombrero. Sentándose en el taburete, se da cuenta en una mezcla entre curioso, emocionado y sorprendido que el Sombrero ha empezado a hablarle... dentro de su cabeza.
— Así que Alistair Craigh, vamos a ver qué encontramos... ¡No te preocupes, no puedo morderte! Aunque sí puedo hacer que te comas la cabeza...
El tono del sombrero es neutro, pero a Alistair se le hace bastante jocoso. No parece tener ni idea de que lo que dice es totalmente literal.
— Veamos... Pareces emocionado, eres curioso e inteligente. Con un poco de ambición podrías llegar a hacer grandes cosas...
¿Ambición? ¿Está pensando mandarle a esa casa? No, desde luego que no. Según lo que ha leído, de esa casa han salido muchos magos tenebrosos. Aunque objetivamente un mago tenebroso puede llegar a hacer grandes cosas, no es ese el camino por el que quiere ir... Además, no parece ser una casa demasiado acogedora. Fijándose un poco, parece que más que esperar entusiasmados la selección lo que estén haciendo sea juzgar a los nuevos. Algunas miradas delatan eso.
— Veo que tienes miedo de caer en Slytherin, Alistair Craigh... Veamos qué más encontramos... Tienes mucho apego por los tuyos, pero te pierde la constancia... ¡Ya sé! Te voy a colocar en...
Lo siguiente lo dice en voz alta, claramente para que toda la sala lo escuche.
¡RAVENCLAW!
Suspirando aliviado, el chico se levanta, todavía nervioso por la experiencia, mientras los vítores y los aplausos por parte de la mesa de la que va a ser su casa los próximos siete años se suceden.
Motivo: Casa
Tirada: 1d6
Resultado: 4
Motivo: Casa (salió justo la que NANAY)
Tirada: 1d6
Resultado: 6
Motivo: Si sale 1 me voy a Raven, si sale 2 me voy a Hufflepuff (no puedo decidirme)
Tirada: 1d2
Resultado: 1
A diferencia de todos yo entraba por el salón con toda la tranquilidad del mundo, no me maravillaba con nada de lo que veía mas bien al contrario me limitaba a mostrar una media sonrisa que demostraba esa actitud que siempre tenía de superioridad. A la mayoría del mundo le parecía alguien odioso pero yo sabía que lo único que sentían era envidia ya que nadie podía siquiera estar a mi altura. Una profesora nos hablaba explicando cosas por las que no tenía el mas mínimo interés, lo único que teníamos que hacer era ponernos el dichoso sombrero y que este decidiera donde se supone que estaríamos mejor. A mi poco me importaba el lugar ya que en cualquier casa estaría bien, a excepción de esos inútiles de Hufflepuf esa casa era una aglomeración de los restos de las demás cuando alguien no era apto para ninguna otra lo mandaban a ella, era vomitiva y tenía asumido que si a ese sombrerucho se le ocurría mandarme a ella me largaría de vuelta a casa sin dudarlo ni por un instante, yo no estaba aquí para compartir lugar con la mayor escoria de Hogwarts ya bastante era soportar a esa maldita sangre sucia que pululaba por ahí creyéndose estar a la altura de los puros.
La puerta se abrió y todas las miradas se fijaron en nosotros, todos los demás empezaron a temblar algunos inclusos llevaban a cabo sus estrategias para superar los nervios, otros parecían una entrada de túnel con la boca abierta de par en par yo en cambio mostraba una media sonrisa llena de confianza y tranquilidad mientras avanzaba en la fila que se había formado. Uno a uno fue llamando a todos por sus nombres... el tiempo pasaba y el sombrero no se callaba había decenas de alumnos y parecía que no me llegaba el turno nunca. Hasta que al fin mi nombre retumbo en las paredes del lugar, ahora si que todas las miradas estaban fijadas únicamente en mi, avance a paso lento, me pare frente al asiento y con las manos en los bolsillos sonreí a cada uno de los profesores que tenía enfrente, al fin tome asiento sacando solo una mano de mis bolsillos para ponerme el sombrero y cerré los ojos.
Vaya, vaya que tenemos aquí desde luego esta sera una difícil elección,
posees coraje eso desde luego pero no eres un caballero precisamente,
¿justo? ¿leal? no, para nada eso no va contigo
Te iría bien en Slytherin, en ese lugar seguramente encuentres lo que buscas pero...
te iría aún mejor en otro lugar y es...
!RAVENCLAW¡
Al momento de que sonó el nombre de la casa que disfrutaría de mi presencia durante unos cuantos años me levante dejando el sombrero en su sitio de forma un poco brusca y camine hacía mi casa en silencio ignorando los aplausos que me recibían ya que para mi no tenían significado, todo los alumnos eran recibidos igual así que poco importaba. Igualmente cuando tomé asiento me mantuve en silencio.
Motivo: Casa
Tirada: 1d6
Resultado: 2
No sabía nada de todo este mundo mágico pero me importaba muy poco, lo probaría y si merecía la pena lo estrujaría hasta que no quedara nada por saber, nadie iba a interponerse en su camino, miró a un lado y a otro, todos niños con sus ridículos problemas infantiles, esta capa no es la que yo quería, esta escoba es antigua... Niñatos, de donde yo vengo si no tienes lo que hay que tener eres un niño muerto. Me parece que estos niños no han visto un programa de rehabilitación en su vida, no creo que sepan lo que es la vida. Mejor para mi, cuando acabe aquí los estudios volveré al mundo real sabiendo mejor lo que pasa que ellos.
Un asqueroso sombrero dice mi nombre y por lo que he visto hay que ponérselo para que diga una especie de hermandad, pues vale, allá voy.
Me acerco y me coloco el sombrero.
Mmmm, Irrespetuoso, mal hablado, condescendiente, desobediente...
- Deja de insultarme y di la casa ya.
Si fuera por mi volvías a casa de una patada en tu culo insolente pero tengo que asignarte a una casa. A ver quien va a soportarte siete años...
- Sombrero andrajoso... suspiro.
Hufflepuff.
Me quito el sombrero y lo dejo de malas maneras sobre el asiento, me acerco a la mesa en donde están los de mi casa y me pongo en un banco cerca de la niña más bonita.
- ¿Cómo va eso guapísima?