Partida Rol por web

Sin lugar a dudas, las chispas rojas que salieron de la varita de Ruben habían alertado a las sombras, que habíais visto en el linde del bosque, pero lejos de huir observasteis que se acercaban más y más a vuestra posición. Ya no había tiempo a huir hasta la cabaña del guardabosques aunque estuviese a poco metros sin ser alcanzados. ¿era preferible tratar de atacar? ¿Levantaríais las manos en señal de rendición? ¿No haríais nada hasta que os interceptasen? La decisión era vuestra.

-Ratas- dije algo molesto ante la situación después de todo no pensaba que esas cosas nos rodearan tan rápido, con la varita desenvainada era hora de usar lo que mejor podía hacer pero realmente es que estaba muy desconcentrado para algo, - Piensa Daniel, recuerdas ese hechizo era Flipear- dije nervioso pero nada salió ni pareció funcionar – Rictumsumpra-  no tenia pensamientos felices y por lo nervioso había pronunciado mal el conjuro, las cosas continuaban acercándose.

Así que en una opción desesperada empecé a recoger los guijarros que se encontraban en el suelo

Y arrojarlos – Aléjate monstruo, no te nos acerques- era patético y quizás lo mas vergonzoso, pero al no funcionar la magia la fuerza bruta era mi mejor apuesta, aunque poco sirviera.

Me pongo de pié como puedo y lanzo el único hechizo que conozco:

- ¡Rictusempra!  Lo usé con el profesor Melker y se estuvo riendo un buen rato así que supongo que funcione contra estas sombras, sean lo que sean.

Intento lanzar también el que ha dicho mi compañero Daniel a la otra sombra, aunque no lo conozco puede que suene la flauta.

- ¡Flipendo! Salen unas pocas chispas de mi varita, parece que la flauta no va a sonar esta vez, en vista de que sólo parece funcionar el primero ayudo a Daniel a lanzar piedras a la segunda sombra.

- ¡Creo que le he dado a la sombra Dani!.

Sigue en la escena "la cabaña del guardabosques"

Andrew era un buen volador, de eso no había la menor duda, y pese a ser ya de noche, con la luz de la varita de Abbadon no tenían problema en orientarse en la oscuridad. Sin embargo, algo llamó la atención del joven Beaufort y decidió desviar el rumbo hacia el castillo en vez de a la cabaña de Hagrid. Sobre la escoba no era difícil pasar por encima de las murallas y creyó que ir a la Torre del Director era la mejor opción en ese momento.

- Vayamos a buscar al director y advertirle de lo que está sucediendo. La llegada de un dragón es algo demasiado extraño ¿No crees? Algo no me cuadra... ¿Desde cuándo hay dragones cerca de Hogwarts? Yo nunca había oído hablar de algo parecido...

A decir verdad, las palabras de Andrew tenían su lógica, aquello era realmente extraño y si alguien podía ofrecerles una explicación y ayudar al profesor Flamel, sin duda alguna era Dumbledore. Sin tiempo que perder, aceleró hasta el lugar...

Lunes 3 de Noviembre, tras la clases.

Lo único que seguía con cierta normalidad era el quidditch, que Ginevra habría practicado el día sábado hasta caer prácticamente extenuada, luego de retomar los entrenamientos tras su “enfermedad” que la mantuvo una semana apartada de las clases y de la escuela. Ahora, por desgracia, las clases parecían ser imposibles y por la cabeza realmente no dejaba de rondar la idea de que su madre tenía razón y que era una decepción para la la familia y que mejor jamás hubiera nacido. Ni las palabras de Cassius ni sus propios intentos de salir de esa oscuridad a la cual transitaba sin poner mayor resistencia, habían funcionado acrecentando dos rasgos que constituían lo peor de ella, la rabia y la soledad. 

Subida en la escoba, en cambio, creía poder ser algo o alguien más allá de la decepción y el fracaso en que se estaba convirtiendo ahora al ser una bruja sin varita y ese no era lo peor, sino que era que la había perdido por un sangre sucia, pues si la hubiera perdido por Alen de seguro su madre entendería, pero no fue así, fue por Daniel, y fue su corazón el que habló directamente y sin tapujos. Lo quería pero al mismo tiempo lo quería lejos de ella. 

La escoba vibró cuando intentó hacer una vuelta pero ella aún así se esforzó pero terminó cayendo de la escoba dando tumbos y quedando con la capa cubriendo su cara, la chica, enfurecida se apartó la capa y golpeó el suelo con puños y pies en una rabieta que se permitió al creer que estaba sola. Bufó y se a gatas buscó su escoba, roja aún de la frustración por todo.

Con calma caminaba hasta el campo de Quidditch, tenía pensado volar un rato nada especialmente complejo solo para despejarme un poco y poder pensar ciertas cosas con mayor claridad pero al llegar algo capto mi atención no era el único que había tenido esa idea. Observe a la chica que debido a la distancia y la velocidad solo podía reconocer como una Slytherin, su vuelo no se sentía limpio, algo fallaba, algo la desconcentraba de hecho no tardo mucho en darse de bruces contra el suelo, entonces corrí todo lo rápido que pude con la escoba en la mano. Y llegue a su lado para comprobar que estuviera bien lo cual me lo confirmo esa pequeña rabieta por lo que me pare y una pequeña risa se escucho ya que no solo vi la rabieta si no que también reconocí quien era.

- ¿Estás bien Gin? -lo decía entre risas por lo que no podía sonar muy creíble

Mientras sigue con la rabieta y gateando por su escoba, ve unos pies justo delante de ella y al levantar la vista se encuentra con la cara llena de risa de Alen, Ginevra se sienta sobre sus pantorrillas y se pone mucho más roja que antes, era obvio que la había visto y por eso estaba así. 

— ¿realmente te preocupa o vienes solo a reírte de mi caída? — le pregunta poniéndose de pie apoyada en su escoba, al quedar más o menos a su altura, aunque Alen era ya algunos centímetros más alta que ella, porque de por sí, Gin era bastante bajita — ¡ya... no te rías Alen!— exclama y le da un golpecito en su brazo haciendo un pequeño puchero y se mira las manos, tenía pasto en el pelo y en las manos, incluso algunas ramitas secas se habían enredado entre sus cabellos rubios.

— y bueno... ¿cómo estas? — le pregunta, no han podido hablar desde la fiesta, Ginevra ya no estaba roja, y se apoyó en su escoba para poder hablar mejor con él — ya sabes... después de... — no completó la frase y casi murmuró la última frase; ninguno la había pasado bien en esa prueba, Ginevra aún estaba sufriendo y su ánimo apenas repuntaba, mientras pensaba en ir al Lago a buscar sus varitas, quizás los tritones estarían más interesados en otro tipo de trato con la pequeña Carrow.

Muevo el brazo un poco cuando me da un golpe y aunque me cuesta paro de reírme.

- Claro que me preocupo, si no me habría limitado a reírme desde lejos. Además vine corriendo en cuanto vi que te había caído... -entonces saco el tema del que menos ganas tenía de hablar, de inmediato mi expresión se torno seria y aparte la mirada hacia un costado, tarde varios segundos en responder lo cual provoco un silencio incómodo- Mal supongo, tengo que verla todos los días y me repito a mi mismo que es lo mejor y que con el tiempo pasará. Normalmente invierto mi tiempo en cualquier cosa para no pensarlo mucho, volar, practicar hechizos, leer, jugar ajedrez mágico, lo que sea... -entonces volví a mirar a Gin y dude un poco sobre si decir lo que se me había pasado por la mente o no- De hecho estaba pensando en... ir a recuperar tu varita... y la de Francis claro, como no. Hay un encantamiento muy bueno para intentarlo, se supone que atrae cosas lejanas aunque es mas difícil de lo que acostumbramos a hacer -entonces volví a sonreír e incluso me incline un poco hacia ella para darle un toque en la nariz- Entonces ¿que me dices, tomate?

Ambos se habían quedado solos, Gin había decidido cortar relación con Daniel, pensando lo mismo que Alen, que era mejor así, que estarían seguros alejados, la chica suspiró y sin planteárselo mucho, lo abrazó, pasando sus brazos por el talle del chico y acercándose a él con fuerza, dejando su oreja contra el pecho de su compañero mientras lo apretaba contra ella por largos minutos hasta que lo soltó, dando un paso hacia atrás, era el abrazo que no le había podido dar en la cueva. 

— supongo que el tiempo pasará y que estaremos bien en algún momento, mientras tanto, nos tenemos el uno al otro, si quieres, claro — se muerde la punta de la lengua y le da otro golpecito en el hombro, esta vez un poco más fuerte — eso fue por llamarme tomate... — refunfuña con un poco de alegría en sus palabras pero tras eso recuerda algo y siente la necesidad de ser sincera con Alen.

— Alen... — duda en decirle, quizás se enoje con ella, pero era mejor decirlo — respecto a las varitas... — volvió a quedar en silencio, mordisquéandose el labio inferior — el tritón... me me hizo elegir entre mis compañeros que estaban en peligro y... y sin pensarlo dije que quería salvar a Daniel, lo siento, siento no haberte elegido, pero... — pero quiero más a Daniel, Daniel me gusta más, Daniel es más mi amigo, tú nunca me hubieras escogido sobre Victoria, podría haber lanzando todas esas excusas, pero la verdad es que no tenía mucha explicación que la más obvia — digo... pero... nada, lo siento... si quieres no me ayudas con lo de la varita... yo iba a ir al lago a ver si puedo negociar algo ¿has visto algún bote? — le preguntó, pero no sabía cómo iba a reaccionar el chico tras aquella revelación. 

Mis ojos se abrieron de par en par cuando Gin me abrazo, desde luego eso era lo último que esperaba por su parte, bueno puede que no lo último pero la cosa es que desde luego fue inesperado de hecho no supe reaccionar hasta que hubo acabado momento en el cual el tomate era yo.

- Claro, por supuesto que podemos contar el uno con el otro -recibí otro golpe al cual volví a responder con una sonrisa y sus siguientes palabras fueron... ¿reveladoras? No en realidad, eran algo que aunque no me imaginaba era normal- Pues claro que elegiste a Daniel, eso no tiene nada de malo peor fue mi respuesta... que preferí descubrir el cuerpo de esas sirenas antes que ayudar quien estaba en peligro. Y lo peor es que no entiendo porque eso me gusto tanto, no entiendo porque mi cuerpo reacciono como reacciono y no entiendo porque no puedo quitarme de la cabeza esas imágenes -agache la cabeza y puse una mano en ella mientras apretaba los dientes- No creo que negociar valga, habría que encontrar otra forma.

Olvidó el problema de la varita y sus propios pesares cuando Alen le habló de lo que le pasaba, así que la chica lo jaló de la mano con mucha fuerza y lo hizo sentarse en el campo, sobre el pasto aún húmedo, la temperatura estaba bajando y casi ya se sentía el invierno llegar, la chica jaló nuevamente del hombro de su compañero y lo obligó a apoyar su cabeza en su muslo, ahí lo quedó mirando desde arriba y sus dedos comenzaron a arreglar su cabello y le sonreía. Era una brusca y bruta, pero lo que hacía lo hacia con cariño, aunque no fuera para nada femenino. 

le comenzó a cantar, sonriéndole y llevándolo entre las notas de su voz, sería mejor poder hacerlo con la guitarra del salón de música, pero no la tenía en ese momento, así que le cantó a Capella, pasando sus dedos por sus cabellos para calmar todo lo que estaba pasando, incluso, quizás, aliviar el dolor de haber perdido a su papá, al terminar de cantar, mirándolo en todo momento a los ojos, bajó su mano y le permitió moverse si lo deseaba.

— ¿te gustó? — le preguntó, sus mejillas estaban sonrojadas, junto a Daniel, era la segunda persona que le escuchaba esa canción cantar, y ahora que sentía un poco menos de culpa por haber elegido a Daniel, debía hacer algo por Alen — sobre lo de las sirenas... creo que no es tan terrible, digo, creo que no debieron, eres un niño por todos los magos, y ellas como que te pervirtieron y no debieron, pero.. bueno, también creo que es normal que sientas lo que sientes, digo... eres un niño pero estas creciendo y todo eso, además te gustan los besos y tener novia, yo creo que estoy algo atrasada o soy retrasada — se ríe mordiéndose la punta de su lengua — no me gusta eso de tener novio... y sólo he dado un beso y creo que ni cuenta como uno, — ladea un poco su rostro, pensando en el beso que le dio a Daniel, sonriendo pero luego sintiendo el pinchazo de dolor de haberlo tenido que dejar.

— lo que quiero decir es que... es que pensamos en todo momento que era un juego y que no nos podrían en peligro, y quizás cualquier otro hubiera hecho lo mismo que tú y no deberías sentirte tan culpable, sin contar que es una anécdota que podrás contar a tus hijos, y... claro, sigo pensando que las sirenas no debieron hacerte eso, creo que hasta es ilegal, pfff.. me molestó eso, y te quería abrazar en la cueva, pero con Sinclair ahí y todo eso... preferí no hacerlo, ya había revuelto bastante el asunto — se echó un poco hacia atrás, apoyándose en sus manos y mirando al cielo. 

— a veces me gustaría ser un pajarito e irme muy lejos, para siempre — revela aquel pensamiento, fue uno de los que le cruzó por la cabeza cuando estaba apunto de saltar del puente.