Partida Rol por web

Me puse a un lado, esperando que las chicas se adelantaran.

- Victoria, Kayla, podéis ir juntas. Yo estaré perfectamente yo sola y os alcanzaré en un momento, ¿de acuerdo?

Digo esperando que saliera ellas y luego yo detrás. Caminé tranquilamente como si pasara por allí todos los días pero sin dejar de prestar atención a lo que sucedía alrededor ya que si por algún motivo me detectaban tendría que salir corriendo de allí, al menos no hacía tanto frío con en el túnel así que me sentía mas cómoda y con algo mas de movilidad.

- Vamos - le dijo a Kayla y espero a que su compañera saliera primero. Después Victoria la siguio, mirando al suelo y algo nerviosa, deseando que nadie advirtiera su presencia.

Kayla asintió ante las palabras de Altair, mejor era dividirse en pequeños grupos para pasar desapercibidas, cinco niñas siempre sería más llamativo que un par paseando por Honeydukes.

La pelirroja se quitó la túnica para no ser reconocida como estudiante de Slytherin, una cosa absurda teniendo en cuenta de que su pelo ya de por sí la hacía reconocible. 

- Vale Victoria no te preocupes que ya verás como nadie se da cuenta de que nos hemos escapado de Hogwarts... - dice la niña mientras sale del almacén mientras mira hacia los lados como si estuviera escondiéndose, quizás llamando la atención más de lo que pretendía con aquel gesto "sigiloso" que si saliera con normalidad del lugar -... creo que nadie nos ve... - ¿lo había dicho demasiado alto?....

Los dependientes del establecimiento, el matrimonio Flume, estaban abstraídos atendiendo con calma a los clientes que estaban cerca del mostrador, y en ningún momento repararon en la presencia de Altair y Raven, quiénes fueron las primeras en salir desde la zona del sótano donde se encontraban y acercarse sin problema hasta la puerta de entrada. Ambas se unieron a un pequeño grupo de alumnos de tercero de Hufflepuff que salía en aquel momento,  que ni si quiera las reconocieron, y no tuvieron ningún contratiempo en salir del lugar.

La siguiente en salir del escondite fue Anastasia, quién salió con suma tranquilidad del sotano y se hizo pasar por una de los hijas de una familia numerosa. Una pequeña le sonreía desde su carrito y quería ofrecerle una piruleta gigante, y salieron todos entre sonrisas del comercio. No obstante, Ambrosius Flume y su mujer se quedaron conversando unos instantes. ¿Desde cuando los Redwood, tenían ocho hijos y no siete? Para el hombre aquello carecía de importancia, pero la mujer trató de darle explicaciones de que algo no le encajaba.

El punto álgido llegó cuando Victoria y Kayla decidieron que su momento de salir habían llegado. Pese a que al principio lograron pasar por detrás del pasillo sin ser vistas, aprovechando la conversación que mantenían la pareja de comerciantes, el último trecho hasta la puerta resultaba el más complicado de salvar. Aunque ambas trataron de disimular, su actitud nerviosa y los gestos de ambas resultaron un tanto sospechosos, y justo cuando abrían la puerta de la tienda, la voz de la mujer se escuchó a lo lejos.

- Disculpad jovencitas... - Enunció la mujer tras el mostrador, provocando que ambas giraseis la vista en su dirección y os percatáseis que os hablaba a ambas. ¿Podéis acercaros un segundo?

Me sentía alegre, contenta de haber hecho la travesura de ir hasta Hogsmade y de habernos escabullido entre la gente de la tienda, aunque regresar quizás no fuese tan sencillo. No obstante, cuando ni Kayla ni Victoria aparecieron detrás de nosotras, sospeché lo peor, algo que confirmé cuando vimos que la puerta se abría y ellas no salían.

¡¡Las han descubierto!!, pensé.

Sin perder tiempo y aprovechando la pequeña abertura de la puerta que ambas habían dejado, saqué la varita, me eché a un lado y apunté a lo más profundo de la tienda.

¡Avifors! -exclamé.

Un chorro luminoso de mi varita impactó contra un montón de cosas que había en la única estantería que podía ver, transformándolas rápidamente en aves que empezaron a revolotear por todas partes, creando, esperaba, la confusión que necesitábamos.

-¡Vamos, deprisa! -les dije a Victoria y Kayla.

La dueña sostenía un bote enorme con piruletas y barritas confitadas que tenía en promoción, y pretendía darles a probar alguna de forma gratuita a las dos pequeñas, para saber si tendrían aceptación, cuando de pronto se escuchó una especie de estallido y empezaron a revolotear aves por el establecimiento. 

La cara de sorpresa de la mujer fue más que evidente, la cual acababa de depositar dos chuches en las manos de las pequeñas y ya se despedía. Se giró de inmediato y fue a llamar a su marido, quién había acudido un momento a la despensa en ese preciso instante.

- ¡Ambrosius! ¡Ven, corre! Creo que alguien ha lanzado un artilugio de Zonco's nuevamente. ¿No crees que deberíamos hacer algo? - comunicó bastante confundida con todo lo que estaba ocurriendo. ¡Finite incatatem!

El estallido de pájaros consiguió justo lo que quería, haciendo que la atención de los dueños de la tienda se desviase, al menos momentaneamente, hacia el hechizo. Era lo que necesitábamos.

Claro que tuve que quitarme de la puerta rápidamente para que no me vieran, pero había merecido la pena el peligro, no solo por salvar a V. y K. sino también por ver la cara de sorpresa de la dependienta.

Justo cuando iban a salir de la tienda la dependienta las llamó y Kayla y ella tuvieron que volverse, Victoria temblaba de nerviosismo, pero rápidamente se relajó pues la señora solo pretendía invitarlas a probar unas chuches en promoción, "¡qué amable!" pensó la pequeña. Sin embargo en ese preciso instante algo impactó contra una de las estanterías haciendo que aparecieran muchos pajaritos, la dependienta sorprendida manejó rapidamente la situación y Victoria pudo escuchar como alguien las llamaba desde fuera, "¿Altair? ¿había sido Altair?", la niña sonrió y tiró de la manga de Kayla.

- Será mejor que nos vayamos antes de que se de cuenta - le susurró, y se encaminó hacia la salida.

Una vez fuera abrazó a Altair riendo.

- Estás loca... ¡Vamos! - les dice, para encaminarse a Las Tres Escobas.

Kayla podría haber descrito perfectamente lo que se sentía cuando las glándulas suprarrenales secretaban adrenalina. Un calor interno invadió todo su cuerpo haciendo temblar hasta la última raíz de sus rojizos cabellos.

- Disculpad jovencitas... - Enunció la mujer tras el mostrador, provocando que ambas giraseis la vista en su dirección y os percatáseis que os hablaba a ambas. ¿Podéis acercaros un segundo?

La Slytherin temía que si salían corriendo avisaran a los aurores, y si se quedaban probablemente llamasen a Dumbledore, ¿cómo le explicaba al director que había vuelto a comportarse de forma desobediente saltándose las normas del colegio? El rubor llegó a su rostro y la mirada buscaba a Victoria, la cuál parecía tan nerviosa como ella.

Cuando Kayla se percató de que las intenciones de la señora Flume era darle unos dulces para probar suspiró profundamente, recobrando la sonrisa, casi dando un paso hacia la mujer. Pero de repente se desató el caos, muchos pajaritos comenzaron a salir de la estantería y la pelirroja no sabía quien había sido, pero seguro que una de las suyas ya que ese hechizo hacía furor entre los de primer curso y era evidente que creaban confusión para que pudieran escapar.

Victoria le cogió de la manga y Kayla no dudó en seguirla.

- Sí vamos, cuanto antes...., o llamaremos mucho más la atención... - susurra ella saliendo fuera del local y sonriendo a sus compañeras que esperaban en las calles de Hogsmeade -... puff chicas, ha estado cerca, ¡casi nos pillan!....

Y así fue como el grupo se encaminó hacia las Tres Escobas con un claro objetivo, tomar una deliciosa cerveza de mantequilla.