Partida Rol por web

Ambas estuvisteis dando vueltas para tratar de encontrar a Thad o al menos escuchar algo que os hiciese sospechar de dónde se habría podido haber metido cuando Kayla empezó a escuchar pasos que provenían del pasillo que conduce al cobertizo donde se encuentran las barcazas que los alumnos suelen usar el primer día que van a Hogwarts y cruzan el lago. 

En verdad era extraño que a esas horas, ya habiendo anochecido, alguien estuviese recorriendo ese pasillo y al parecer en vuestra dirección, dado que los pasos se escuchaban más fuerte a cada instante. ¿Puede que fuesen más de dos los que se acercaban?

Lo curioso era que, a pesar de que las puertas que daban al Gran Hall estuviesen cerradas, como solía ser habitual al anochecer, parecía que al otro lado se escuchaba todo tipo de estallidos de varitas, gritos ahogados, ruidos de platos al romperse. Cómo si de una verdadera batalla se estuviese librando en aquel instante. ¿Qué convenía hacer? ¿Os esconderíais para no ser descubiertas por quien fuese que se acercaba por los pasillos? ¿Avisaríais levantando la voz al profesor y los alumnos que justo entonces empezaban a cruzar el puente cubierto? ¿Quizá intentar entrar al Gran Hall con algún hechizo de apertura, golpear la puerta para que os abrieran desde el interior? ¿Puede que decidiéseis quedaros sin hacer nada, hasta esperar tanto al profesor Rowle y los alumnos, cómo a quienes se acercasen por el pasillo aunque no supiéseis sus identidades?

Raven alcanzó a Kayla y le hizo una pregunta significativa... ¿Por qué lo había hecho?.... A la pelirroja se le iban a saltar las lágrimas ya que no tenía excusa para lo que había hecho, aquel  acto que había cometido simplemente le salió, sin más, sin orden ni planificación.

- No lo sé, Raven..., no lo sé...., teníamos que estar callados, habían sombras a lo lejos..., tuve miedo..., y él no paraba de gritar....y....y... me estresé.... - varias lágrimas recorren sus mejillas, se contenía para no perder la compostura del todo y fue entonces cuando por uno de los pasillos escuchó pasos.

La niña se enjugó las lágrimas y le hizo una señal de silencio a Raven. Sacó la varita y tomó la mano de la rubita, la cual pudo notar que temblaba.

- Esto no es normal..., hay gritos y lamentos..., alguien se acerca..., son varios....., vamos a escondernos.... - susurra la Slytherin buscando un sitio adecuado para ello, localizando un murito bajo de piedra donde podrían ambas esconderse. Kayla dio un tirón de Raven para que la siguiera. Quizás su compañera quisiera seguirla o quizás no, pero la pelirroja tenía claro que el factor sorpresa, siempre estaba de parte del vencedor.

El patio de la Torre del Reloj era un claustro en la base de la Torre del reloj que comunicaba el puente cubierto con la la entrada al Gran Hall. También tenía un pequeño acceso que daba a un estrecho pasillo que descendía hasta el cobertizo en donde se encontraban las barcazas para cruzar el Lago Negro.

Si hasta entonces el lugar había permanecido en completo silencio durante gran parte del día, en un abrir y cerrar de ojos esa calma fue quedando en el olvido para terminar aglomerando a mucha gente en poco tiempo. El primero en llegar, atravesar el patio y cruzar el umbral de entrada al Gran Hall fue el joven Thad, quién cerró la puerta tras de si para impedir que sus compañeras pudieran interceptarle. Entonces llegaron Kayla y Raven, que al no encontrar al joven Slytherin trataron de buscarle por las inmediaciones, y al escuchar pasos desde el pasadizo del cobertizo y no saber de quién podría tratarse, optaron por esconderse tras un pequeño muro de piedra sin mucho éxito. Tras eso se confirmó que quién llegaba desde el pasadizo era la profesora McMahon y dos de los alumnos de primer año, la joven Anastasia Born y el joven Jake Dawson. Finalmente llegaría un numeroso grupo cruzando el puente cubierto, encabezado por el profesor Rowle y Daniel, Ginevra, Rubén y Seth.

Justo cuando se dispusieron a relatarse los últimos acontecimientos vividos, la doble puerta de madera de roble del Gran Hall se abrió lentamente hasta quedar de par en par, y la luz de las antorchas revelaron la presencia de Severus Snape, Madame Pomfrey y algunos alumnos de distintos cursos, entre los que aún se encontraban Altair Edevane y Ártemis Flamel. 

Snape fue el primero en intervenir...

- Cuesta creer que aún haya tantos alumnos fuera de sus aposentos, cuando el director Dumbledore hace horas que exigió que todos debían permanecer en sus salas comunes y dormitorios hasta nuevo aviso. ¿Creyó apropiado hacer una excursión justo hoy, profesor Rowle?

Harold sonrió ante las palabras del profesor de pociones y replicó en un tono neutral, aunque se dejaba entre ver un poco de jocosidad.

- No teníamos ni idea de ello, Severus. Aunque visto lo acontecido estas últimas horas, no es de extrañar, la verdad. Temo que tendremos una larga sesión nocturna en la sala de profesores, hay mucho de lo que hablar... ¿Cómo está la situación en el castillo? Traigo algunos pequeños con leves heridas que espero la enfermera Pomfrey pueda atender.

Desde la entrada, arrodillada en el suelo y atendiendo a uno de los alumnos heridos, la medimaga comentó tras un suspiro de resignación.

- Esta bien, Harold. Yo me haré cargo de inmediato de los jovencitos... Aunque creo que le pediré al director unas pagas extras, vaya día... Envíame a los que tengan heridas hasta la enfermería, por favor.

Finalmente, el profesor Snape volvió a tomar la palabra para comentar.

- Bien jovencitos, los Gryffindor y Ravenclaw iréis con el profesor Rowle a vuestros respectivos dormitorios. Los Slytherin y Hufflepuff con la profesora McMahon. ¿Entendido? Pues en marcha. 

-Por el momento el mejor consejo es que vayas a la enfermería y claro que estoy dispuesto a oírlo- comenté a Ruben mientras atravesábamos por el patio del reloj, un grupo de chicos también estaban llegando, pero al parecer éramos los más numerosos.

Ginevra iba un poco mas adelante aun que la aprensión en el corazón me decía que siguiera intentando hablar con ella, pero sabía que no era el momento preciso, fue entonces cuando los profesores estaban frente a nosotros, por un momento pensé en encarar aquel hombre de piel blanquecina y de aspecto sombrío, pero tenía miedo que ocasionará otra perdida de puntos para Gryffindor, así que solamente seguí las instrucciones.

Observe como Ginevra lentamente se alejaba con todos los Slythering y me despedí de ella aunque la muchacha ni si quiera volteó o si lo hizo no pareció importarle mucho, mire a Ruben una vez más para escuchar su consejo – Bien te escucho camarada.

Al llegar al patio, me percato que hay una gran aglomeración de alumnos, procedo a mezclarme rápidamente entre ellos y busco a Kayla, sabía que tenía muy poco tiempo antes de que los profesores se organizaran  y así fue.

Afortunadamente, logré localizar a Kayla a tiempo y sin perder tiempo me acerqué a ella y la abracé, para luego decirle algo en voz baja.

Tras ello me aparté de ella y me puse a las órdenes de la profesora MacMahon.

Que bueno que estás bien, estaba muy preocupado, Xabier murió en el ataque. De verdad esto se salió de control, por un momento creí que no lo lograría.

Me gustaría hablar contigo a solas cuando todo esto se calme, nos vemos mañana en el comedor a la hora del desayuno. - digo en un susurro, para luego alejarme rápidamente de Kayla.

del grupo que había quedado más atrás y que venía del bosque, Ginevra fue la primera en llegar, mientras pasaba su mano por sus ojos para limpiarlos, y la verdad, al llegar al patio y ver a todos asustados, lo que le había pasado post dragones, realmente le pareció una tontería. Antes de eso, Daniel le había dicho que no tomara en cuenta lo que Ruben había dicho, ella había asentido, pero era un poco difícil, el chico había sido demasiado duro con ella.

Caminó hasta donde estaba la profesora y esperó las instrucciones, estaba herida, pero nada que un poco de curación mágica no aliviara, pero no sabía si debía ir a la enfermería o ir a su cuarto, así que al final se quedó a medio camino, algo perdida en lo que debía hacer.

Por lo visto, no éramos los únicos que estábamos en problemas y fuera de nuestros dormitorios, como había dicho el profesor Snape. Al entrar en el patio, vi que casi la mitad de Hogwarts estaba allí, junto con más profesores. Vi al profesor Rowle hablando con el profesor Snape, y a Kayla y Raven, así que me dirigí hacia ellos.

-Hola, ¿cómo estáis, qué os ha pasado? -les pregunté casi sin respiración.

Sin tiempo para hablar, el profesor Snape nos dio rápidamente consignas.

- Bien jovencitos, los Gryffindor y Ravenclaw iréis con el profesor Rowle a vuestros respectivos dormitorios. Los Slytherin y Hufflepuff con la profesora McMahon. ¿Entendido? Pues en marcha. 

Así que me coloqué junto a los míos, siguiendo a la profesora McMahon.

Dani, mi consejo es sencillo, yo vivía en el peor barrio de Manchester. A los ocho años la policía ya me conocía, al igual que a todos los demás chicos de mi edad, he visto muchas cosas peligrosas, niños de diez años con pistolas, tiroteos en mi calle, drogas en los baños de los colegios a los que iba... Créeme cuando te digo que si alguien te dice que vayas a buscar ayuda puede que de verdad debas ir en busca de ayuda.

También te digo que en ese momento lo último que quería era estar solo, estaba acojonado a más no poder, pero... Bueno... la verdad es que si me hubieras hecho caso... quizás y sólo quizás... no hubiese pasado toda esa movida de las piedras, los hechizos y thad y Ginevra ahora no estarían enfadados... No lo se, me alegro de que te quedaras a mi lado, no pretendo ser desagradecido, pero tienes que aprender a valorar la situación y pensar que igual te estás equivocando, correr y llamar a la policía a veces es lo mejor, aunque no te guste...

Supuse que la vida del chico debió ser dura en mi caso, mi vida había sido tranquila, después de todo mi madre siempre fue buena en la magia y trato de inculcarme muchos valores, escuche el consejo muy calmado y sin tomarle mucha importancia.

-Vale, lo intentaré, pero en mi familia muchos son Aurores  o trabajan en el ministerio y mi primo, mi madre y el resto de mis familiares tienen una sola frase, no dejamos atrás nadie, así como mi primo Arquímedes Damocles Percival Augusto Graves me dijo,  una vara se rompe sola pero un grupo es difícil- con inocencia mire al chico – Bueno no entiendo que de importancia tiene una pistola si bien puedes usar un conjuro y alejarla o defenderte con un hechizo, mamá siempre ha dicho los muggles confían mucho en sus cosas, aunque papá es mas cauteloso, pero te juro que lo tendré en cuenta, lo prometo con la varita y el corazón, ahora me tengo que ir ya he perdido demasiados puntos esta semana como para liarla más- me despedí del muchacho y me uní a la fila donde guiaban a los de Gryffindor a su torre.

Pese a que se escondieron no era precisamente un buen escondite, o al menos ellas no se escondieron bien, por fortuna los que llegaron fueron el resto de compañeros y el profesor, aunque no solo llegaron ellos, ya que llegaron más alumnos y profesores, parecía que medio colegio estaba allí, lo cual en otra ocasión casi seguramente habría puesto nerviosa a Raven, pero hoy no, hoy el estar acompañada de más gente era sinónimo de estar más segura y después de lo vivido con aquellas criaturas mágicas, que al menos una de ellas había ido directamente a por ella era un gran alivio.

Aquel profesor que daba tanto miedo y que según había escuchado Raven impartía pociones a los alumnos de otros cursos estaba allí con otros compañeros más. Las palabras de los profesores hicieron que ella se fuera tranquilizando, a fin de cuentas parecía que la situación estaba controlada y además de eso estaban ya en el castillo, donde aunque no entendía muy bien que significaba parecía que había unos sellos protectores, sin embargo, esa palabra, protectores sí que la entendía y sí que le tranquilizaban.

Cuando ordenaron que se pusieran por filas mira a Kayla y le coloca una mano en el hombro mientras dice:

No te preocupes… ha sido un rato de mucho miedo… todos hemos estado muy asustados y nerviosos… seguro que si se lo explicas a Thad lo entenderá

Para apretarle un poco más la mano, Kayla puede notar que Raven está realmente nerviosa y aun tiembla por la impresión de lo que ha pasado, realmente se siente a punto de caerse del mismo susto y miedo que tiene, ya que no solo los dragones, aquello le había asustado, pero lo que había pasado antes de eso, eso le tenía aterrada y no sabía qué hacer, mira a los profesores, tenía que contárselo, pero era mejor en otro momento, cuando no hubiesen tantos compañeros… pensaba que era mejor no asustarles.

Raven se coloca cerca de la enfermera, había recibido algunas quemaduras y le picaban y dolían un poco, no había sido realmente consciente de ello hasta ese momento, así que colocándose frente a la enfermera dice:

Señora… esto… me duele un poco… aquí

Uno a uno, los que lo necesitaron fueron revisados por la enfermera Pomfrey para curar sus heridas. Ninguna se presentaba de gravedad y no tardásteis en ser enviados junto al profesor correspondiente a vuestras respectivas salas comunes y dormitorios. El día había sido largo y duro, y os convenía descansar, dado que sabíais que lo acontecido traería consecuencias que probablemente el día de mañana trajese muchos cambios significativos en cuanto a la forma en que sería dirigido el colegio y vuestro nuevo proceder.

A ninguno se le pasó por alto que en el Gran Hall había muchos alumnos heridos de otros cursos y una especie de aves de llamativa coloración enjauladas y silenciadas. Durante el tiempo que habíais estado charlando fuera, el profesor Flitwick, al que hasta los alumnos de primero casi le sacaban una cabeza de altura, había estado llevándose las aves a un lugar apartado donde no pudiesen hacer daño alguno. El que más y el que menos, pudo escuchar rumores de haber visto dragones, aves peligrosas, Grindyllows en el lago, incluso de alumnos muertos. ¿Hasta que punto sería todo aquello real? No entendíais cómo la situación podía ser tan caótica, y si en verdad ese sería el día a día en el colegio de Magia y Hechicería de Hogwarts, pero la sensación que os invadía no era de seguridad y protección... si no más bien todo lo contrario.

El camino hasta vuestras respectivas salas fue por suerte tranquilo y sin ningún contratiempo, y una vez allí, quien quiso pudo darse un baño, ponerse el pijama, charlar en la sala común e irse a dormir. Había sido un día de locos. ¿Qué nuevas traería el próximo día?

Miércoles 25 de septiembre de 1991

Antes de la cena

Las clases habían pasado y estábamos a unos 20 minutos de la cena en el gran comedor, por el momento el  patio estaba desierto salvo por uno que otro fantasma que se movía   por los pasillos, todo estaba tranquilo.

Ahí estaba yo con los nervios de punta, no sabía que iba a decirle todo la mañana había estado pensando en eso, al igual que el día anterior, me había puesto mi mejor capa e incluso me había puesto la mejor colonia que había traído, aun repasaba las palabras que iba a decirle, estaba nervioso y nunca me había sentido, así y no era por su aura de Veela, incluso habíamos tenido poco contacto, pero bueno yo había sugerido verla aquí y  ahí estaba hecho un manojo de nervios.

Me senté en una de las bancas y jugué con mis dedos, quería pensar en cosas bonitas o algo relajante pero no funcionaba, finalmente ella apareció, lo primero que puede decir fue – Hola, Viniste, que bueno- acompañado de una sonrisa nerviosa.

no quería ir, fueron dos o tres veces las que se devolvió a su cama, sentándose en ella y pensar que debería mandarle una nota en donde se excusaba. Estaba profundamente nerviosa pero sobre todo, incómoda por la situación pues  sabía más o menos lo que le diría, y justamente eso no quería escuchar. Daniel había demostrado que sentía cosas por ella, a las que Ginevra no quería corresponder, pues creía que no era el momento y aún le pesaba lo que había pasado esa tarde en el bosque. Quizás si Daniel no la hubiera apartado como lo hizo, sería más receptiva a lo que pudiera decirle, o quizás no, pues ella no había pensado en chicos, y solo sentía curiosidad por Cedric.

Llegar al patio del reloj fue toda una proeza, pero verlo ahí, sentado y nervioso la hizo nuevamente desear irse, de hecho se giró para hacerlo, pero Daniel se dio cuenta de su presencia y debió acercarse, debía hacerlo, intentar hacerle entender a Daniel que lo quería como amigo y que desearía que fuera uno, y no un zombie por su naturaleza mágica.

— eh... sip. — responde de manera casi abrupta — ¿de-de que deseabas hablar? — logró preguntar, sentándose a su lado, con sus manos delante de ella, sus dedos jugueteaban unos con otros entre sus manos entrelazadas — Dany... — quería decirle que lo del beso no contaría como un beso, de hecho ni si quiera lo recordaba, todo eso lo quería decir con tal de que Daniel siguiera siendo solo su amigo. 

-En primera quería disculparme, ayer cometí un error me preocupe mucho cuando te desmayaste y últimamente me he sentido raro, cuando alguien se te acerca me enojo, cuando te ocurre algo me preocupo, nunca me había pasado esto- confesé torpemente.

-Quería preguntarte ¿que soy para ti?, tu amigo, un conocido o que ideas tienes de mi persona- como últimamente baje la mirada al piso, hablar con ella me hacía sentir mariposas en el estómago, nunca por mi mente hubiera pensado en Gin como alguien más, si no fuera por la clase de pociones.

-Me haces sentir mariposas en el estómago, cuando te veo estoy feliz, pero  no es por tu encanto especial es algo diferente, no pretendo nada más solo estoy confundido  y no quiero perderte como amiga, pero quiero saber qué piensas de mí-  me quede firme en mi lugar, bajo mi capa apretaba algo con fuerza.

— ¿cómo sabes que no es por mi esencia? — le preguntó casi abruptamente cuando terminó sus preguntas, ella había bajado la cabeza mientras él hablaba y hacía esas preguntas, que en parte le complicaban, no por tener dudas, sino porque ella tenía muy claro lo que pensaba o sentía sobre esas preguntas. Así que cuando ella al fin habló, clavó sus ojos verdes en Daniel. Hubiera deseado que la viera como a las demás chicas, que nada hubiera cambiado.

— no tienes ni idea si tus emociones o sentimientos no están perturbados por mi... mi naturaleza — los ojos de ella se llenaron de lágrimas, pero rápidamente los secó con la manga de su capa — estas... estás intoxicado por eso... y no me digas que no, no hablamos tanto y ya sientes todo eso — alzó una octava su voz, pero al darse cuenta de eso, bajo el tono y el rostro — quiero que seas mi amigo, así te siento, eres con el único que hablo, pero creo que solo te preocupo porque crees que lo que sientes por mi es real y no una ilusión porque me encuentras linda — linda... eso era tonto, era una chica fea, muy fea, por dentro y así se sentía — si... si sientes algo más que amistad, es falso... solo es porque te he encantado... eso es así — se cruza de brazos, y mira hacia otro lado, estaba dolida, pero no podía culpar por todo a Daniel.

— solo quiero ser tu amiga... nada más... pero cómo te comportas, me haces sentir incómoda y culpable por no sentir lo mismo... ni siquiera sé si quiero sentirme así por alguien, — hace un pequeño puchero — quie-quiero que te alejes de mí... Dani, quiero que te desintoxiques de mi... de eso... y que si me quieres como amiga, sea por mí... solo por mí — Daniel era el primer amigo que tenía en la vida, sin embargo estaba dispuesta a dejarlo ir, solo por creer que no era completamente  sincero ese afecto a causa de su naturaleza veela. La forma en que lo miraba y dijo esas palabras, mostraba la convicción de su postura.

Entendía en parte lo que ella quería decir, pero otra parte de mi realmente quería correr y abrazarla, hacerle reír quizás ella tenía razón y era parte del encanto, me preguntaba si habría forma de ser su amigo  o estar con ella sin sufrir el efecto de su encanto.

-Yo también quiero ser tu amigo, pero quería saber que pensabas, porque tal vez era el único confundido, veo que sí- me mantuve quieto en mi lugar – si quieres que me aleje, no pienso hacerlo, los amigos no se alejan los amigos están siempre unidos y no se dan la espalda, si te incomoda mi manera de actuar dejaré de hacerlo aunque sienta celos, si para estar contigo  debo tener la mente clara y no caer en el encanto, le compraré una poción a la Profesora Foxier o algo que me ayude a resistirlo, pero no me pidas que deje de ser tu amigo o que me aleje de ti, no sabría si podría-  busque entre mis ropas y al fin pude revelar lo que tenía oculto.

No era el objeto más valioso ni más raro, de hecho era una pequeña flor blanca y bonita, bastante sencilla tomada de los jardines – Me recuerda a ti, no digas que no eres linda-  extendí la mano y se la entregue, esperaba que la tomará.

-Amigos, vale- decirlo fue la cosa más difícil, pero sabía que no debía forzar o intentar algo más, de hacerlo lo más seguro era que ella se alejará y no quería eso – Prometo comportarme mejor.

No le creía, esa era la verdad y la forma en que lo miraba daba cuenta de ellos, pero lo dejó hablar, hacer sus promesas, pero al final, la niña bajó la mirada y dio un paso hacia atrás, con sus labios muy apretados y sin poder mirarlo a la cara, él no iba a poder con eso que sentía y más encima se había confundido de esa manera en esos pocos días en que habían convivido. Ginevra da otro paso hacia atrás. 

— no Daniel, eso no va a pasar — miró la flor, y de nuevo sus ojitos se llenaron de lágrimas, ella pasó sus manos para secarlos, y tomó la flor entre los dedos, pero de la devolvió — no... no podemos ser amigos, estas confundido y pasaron muy pocos días... pero aún así quedaste así por mí...— pasó su mano por su cabello, le dolía que fuera así, era la primera persona así de cercana, sin embargo había sido muy rápido — tú no puedes alejarte... pero yo sí, no me busques nunca más, por favor — dio otro paso hacia atrás, y le dio la espalda, con las manos en sus bolsillos, lista para retirarse, ahora sí sentía mucha más pena, y las lágrimas brotaban con más fuerza de sus los verdosos. 

-No llores, por favor- dije mientras mis lágrimas brotaban de mis ojos – he sido yo el culpable, solo no te alejes- era un algo que sabía no ocurriría, ¿La había alejado?, aún estaba confundido, ¿Podría tener ella razón?, había demasiada confusión en el aire, a pesar de tener los impulsos de acercarme y abrazarla me quede quieto observando cómo se alejaba.