Partida Rol por web

Descripción del comedor con su mapa. PDTE

Al entrar en el comedor una mesa montada para 13 comensales les recibió. La vajilla de porcelana fina, la cristalería tallada a mano de cristal de Bohemia y la cubertería en plata anunciaban lo que ya sabían, que estaban en la casa de alguien inmensamente rico, pero dentro de la ostentación había un punto de contención, como si simplemente su anfitrión estuviese exponiendo un hecho pero no quisiera restregarlo por sus caras más de lo estrictamente necesario.

En la mesa, frente a cada silla, había una pequeña cartulina con letras doradas que asignaban el asiento a cada uno de los invitados. A la derecha del señor Dark la más cercana era la señorita Stein, seguida de los señores Cavanough, Hallard, Relish, O'Brien cerrando con la señorita Townsend. A la izquierda el mas cercano era el señor Vincent, seguidos de los señores Wallace, Jenkins, Bullocks cerrando la mesa con las señoras Stinson y Kramer. Una disposición peculiar, puesto todas las mujeres menos una, sentada a su derecha, habían quedado relegadas al final de la mesa

La chimenea crepitaba alegremente y la sensación de calidez se agradecía viniendo del crudo invierno de Nueva York acentuado por la niebla de aquel día. 

Poco a poco tras verse en el piso de abajo, Dylan observó la estancia del comedor. Platos, cubiertos y demás decoración, parecía que todos teníamos un sitio prefijado.

Cruzó los dedos mentalmente para no estar sentado con ninguno de sus acompañantes de helicoptero. No quería nada con el policía ni con su fiel sirvienta, doña "como estoy preñada soy más madura que tú".

Se paseó por la mesa buscando su nombre... Y en un lateral, en el derecho... allí estaba él, miró a ambos lados y no reconoció los nombres, nada de Stinson o Wallace... mis compañeros eran unos tal Redish y Townsend.

Se quedó de pie frente a su asiento y espero al resto, mientras buscaba con la mirada los asientos de aquellos que no quería nombrar.

En cuanto Dylan apareció en el comedor pudo escuchar un bufido indignado de la señora Hemmens. Lo miró de arriba a abajo y arrugó la nariz, como si el joven apestará y le dijo

"Señor O'Brien, tal vez dada su juventud no haya entendido el concepto `de gala`. Así vestido no le daría de comer en los establos. Tenga la bondad de subir a su habitación a ponerse un traje, esmoquín, frac... Algo digno de un caballero, no de un ligón de discoteca"

Dylan se percató de la presencia de la Señora Hemmens y agachó sus hombros ante la reprimenda, luego la miro a los ojos y dijo.- Lo siento Miss Hemmens, pero no he traído nada de eso.

Yo pensaba que mis padres me enviaban a un campamento para terapias en grupo, y en los campings en los que he estado hacía mas falta un chubasquero que un esmoquin.

Agarró los botones de su camiseta y los comenzó a abotonar y dijo en voz baja.- _{Tranquila Miss Hemmens, en las discotecas el loco nunca es un plan a valorar.}

Trago saliva, mientras pensaba en aquella décima de segundo en la que alguien lo había tratado como si fuera igual que los demás.

Nadia entró en el comedor con su inesperado y recien adquirido vestido. Se ajustaba perfectamente a su abultada forma. Era increible la capacidad del señor Dark para estar preparado para cualquier imprevisto. Evidentemente no había escogido el vestido que le había sugerido aquella chica tan mezquina. Ella tenía clase y saber estar, aunque las hormonas a veces le jugaban malas pasadas... Llevaba el pelo recogido con un pequeño adorno de flores en el lado derecho.

Se sentó en el asiento que le correspondía. No le soprendió ser la primera. De sus amistades ella era la única que siempre llegaba antes de tiempo. Recolocó los cubiertos que tenía delante, aunque era un gesto inecesario.  Observó los cartelitos de la gente que se sentaba a su lado. Sonrió levemente. Después enlazó sus manos sobre su regazo a la espera de la llegada de más comensales.

Cuando Nadia se sentó, Dylan ya estaba allí, en el lado contrario de la mesa, y de pie... esperando a los demás, mientras hablaba con Miss Hemmens.

Con cara algo cabizbaja. Miro la entrada de Nadia y al verla sentarse, alzó media mano para saludarla, luego se giró hacía Miss Hemmens y esperó su respuesta. Aquello si era un vestido de gala, y no la camisa a cuadros y el vaquero que llevaba el joven.

Nadia se sorprendió de que la saludase tan amigablemente, pero le complació ver que así era. Se le veía buen chaval. No pudo evitar fijarse en su ropa. Era lógico sabiendo que el muchacho pensaba que iba a un campamento. Seguramente no se le habría ocurrido preguntar al servicio, porque seguro que tenían ropa adecuada para él. Quizás la señora Hemmens estuviera en ello en esos momentos.
 

Me había puesto mis mejores galas, que básicamente consistían en una camisa, chaqueta y corbata nuevas. La etiqueta no iba conmigo, y la verdad es que no entendía tanto acto protocolario. Eso sí, mantenía curiosidad por conocer al señor Dark, aunque aquella noche apenas iba tener tiempo de responder a preguntas.

Cuando entré al comedor, estaba la Señora Stinson, bella y reluciente, haciendo gala de la mejor de las genéticas y confirmando mi teoría de que cuando uno es guapo da igual lo que te pongas, y ella aun con aquel bombo, se mostraba tremendamente elegante.

No quise intercambiar palabra con ella. Después del incidente del helicóptero, cierto pudor me recorría la mente y mi cuerpo reaccionaba con cierta vergüenza. Así que me descubrí casi con la cabeza gacha, después de hacerle un gesto asertivo con la cabeza, camino del asiento dispuesto con mi nombre. Me senté y observé la categoría de la mesa. Observé los nombres de los que sentaban a mis lados. Respiré aliviado al ver que el díscolo joven no estaba a mi lado. Sería una situación violenta. 

Quedé expectante, deseoso de que llegara alguien del servicio y que me pusiera un tinto en aquella, ahora, vacía copa.

La señora Hemmens no aflojó el rictus de desaprobación ni por un momento mientras le decía a Dylan "Señor O'brien, eso no será ningún problema. Estamos preparados para este tipo de inconvenientes" Alzando la voz dijo "Señor Butler, tenga la bondad de llevar el Armani a la suite Sidney y unos zapatos a juego. El señor O'brien necesita una vestimenta más adecuada para la comida" y en voz baja y entre dientes dijo _{"Algo distinto que lo que llevaría alguien para ir a robar cobre..."}

La mirada de la señora Hemmens se clavó en el muchacho, desafiándole a desobedecerle. Por la celeridad en la que el mayordomo había salido en busca del Armani el pronto de aquella mujer debía ser terrible.

En cambio al ver aparecer a Nate su mirada se suavizo algo y un relámpago de sorpresa cruzo sus ojos. Obviamente no era el tipo de vestimenta de gala que esperaba pero sí algo mucho mejor de lo que había imaginado

"Señor Wallace, Señora Stinson. Desean beber algo mientras esperan al resto de invitados?"

Entro en el comedor y apenas doy un vistazo alrededor antes de buscar mi nombre en la mesa y comprobar que me habían sentado al lado del señor Dark.

- Al fin un poco de respeto...

Me había vestido con un sobrio traje de oficina, como el que me pondría cualquier otro día para acudir al despacho, aunque con el solo añadido de un elegante fedora gris que me quito al sentarme en mi sitio.

Solo dos personas estaban ya en el comedor, una joven y bella señorita y mi compañero de mesa, al que le hago un gesto con la cabeza y le alargo la mano para presentarme. 

- Mejor mantener los modales.

- Buenas noches, soy el señor Vincent.

Bajó al comedor sin ninguna prisa, deteniéndose en los cuadros o en la decoración, más distraído en el tipo de arte que le gustaba al anfitrión que en llegar puntual sin saber quiénes o cuantos les estaban esperando exactamente.

Al llegar se sorprendió ver sólo a tres personas, pensando se había equivocado de sala al no ver a sus compañeros de vuelo. Sonrío de manera tímida y breve, una fina línea de sus labios que simuló incomodidad mientras guardaba las manos en los bolsillos de la chaqueta, percatándose que parecía ser el único informal. Sus vaqueros con cinturón que le quedaba una talla más grande y una camisa azul oculta tras un jersey arrugado era su carta de presentación ante vestidos elegantes y corbatas.

Se sintió momentáneamente incómodo, rascándose la base del cuello y agachando la cabeza mientras se dirigía a la mesa sin saber qué decir, buscando su nombre para no quedarse estático durante demasiado rato. Volteó la gran mesa deteniéndose en el cartel de “Wallace” pero percatándose de que ese asiento estaba ya ocupado por un silencioso hombre que temía molestar.

Le miró unos segundos levantando la mano unos centímetros mientras abría la boca, buscando el valor de decirle que “era su sitio” cuando suspiró y siguió caminando, encontrando poco después el cartel con su apellido. Sin saber bien si era una broma de Dark o una coincidencia a modo de mensaje oculto prefirió sentarse antes de hacer más el rídiculo.

Sir Gustave Cavanough bajó al comedor después de cambiarse el vestuario por un traje gris indicado para el día* dado que su ropa de viaje se había quedado algo arrugada del trayecto en helicóptero.

Su aspecto era elegante e impecable.

A pesar del ligero retraso al cambiarse de ropa, aún llegó de los primeros: En la estancia solo se vaía dos caballeros sentados juntos y, a un asiento de distancia, un joven y una hermosa mujer embarazada. Todos estaban al mismo lado de la mesa.

Buenos días - Dijo en voz alta desde la entrada

Sir Gustave inspeccionó con la mirada la estancia. Localizó un cartel con su apellido próximo al lugar de honor y frente a todos los que allí se encontraban, por lo que antes de ir a ocupar su sitio, avanzó primero hasta los dos caballeros y acompañó una ligera inclinación de cabeza de una palabra en voz leve a modo de saludo.

Caballeros

Sin duda, ambos entenderían que la buena educación marcaba que debiera primero presentarse a la dama. Así que se dirigió a la joven pareja. No encajaban bien juntos y no por ella precisamente, sino por él.

Permítanme que me presente. Soy Gustave Cavanough. - Les dijo inclinándo su cabeza frente a ella. - No, por favor, no se levante. - Después tendió la mano al extraño joven y cuando ambos ya se habían presentado, continuó intentando ser cortés. - Dejenme que les de la enhorabuena por su estado. Con el permiso de su esposo, le diré que no sé cuál es el secreto, pero sea como sea, una mujer embarazada siempre luce radiante. Usted desde luego no es una excepción. ¿Para cuando esperan al bebé? ¿Saben ya si será niño o niña?

Escuchó la respuesta de la desagradable ama de llaves. No le iba a replicar, pues agradecía el que le tuvieran en cuenta y le cedieran un traje, pero en su mente apuntaba las heridas. Pues aunque uno este herido no se deja morir, o al menos ese era el pensamiento de Dylan. Un perro herido muerde al más mínimo roce.

Su ceño se entre cruzaba cuando si darse cuenta un hombre de traje vetado en gris y corbata negra plisada, le tendía la mano y le daba la enhorabuena por su estado. Dylan elevó una ceja sin percartarse al principio y dijo a la vez que encontraba sentido entre sus siguientes palabras.- ¿Su estado?.

Los ojos de Dylan se abrieron de par en par, y con gestos rápidos en las manos dije.- No yo no... Ella... Tengo que ir a por mi traje disculpe...

Y sin dar tiempo a más el joven salió corriendo del comedor siguiendo al hombre que llevaba su traje hacía su habitación.

Unos tres minutos o cuatro despues de la hora acordada, Natalie hizo acto de presencia en la sala. Subida sobre unos elegantes tacones y embutida en un vestido de color azul oscuro, ajustado y con tirantes negros caminó elegantemente a la mesa. Sus ojos azules bajo unos parpados maquillados de forma sutil al tratarse de una fiesta diurna observaron a cada uno de los presentes. Esbozo una sonrisa al comprobar que la muchacha embarazada estaba ya ahi, agradablemente vestida. Al menos parecia entender el concepto de gala, no como un muchacho en vaqueros.

- Buenas tardes a todos, es un placer compartir mesa con ustedes. Soy Natalie Stein. Ojala todos disfrutemos de un dia fantastico. - Se presento educadamente con una de sus sonrisas cordiales y sutiles. Cada gesto que hacia parecia ser medido para dar una imagen en particular, y en ese momento era la personificacion de la educacion y la elegancia. Se sento al lado de la silla que ocuparia el señor Dark, conteniendo su pequeña llama de jubilo y observo a los que serian sus compañeros mas inmediatos, el señor Vincent y el señor Cavanaugh, el primero enfrente y el segundo a su lado. Ambos parecian muy adinerados o al menos, mas que el resto de los presentes.

La muchacha embarazada le habia preguntado si estaba ahi por negocios, por lo que suponia que el señor Dark aprovechaba la fiesta para zanjar multiples asuntos. Se descubrio analizando a cada uno para tratar de adivinar su proposito.
Sus finos dedos colocaron mejor un lujoso collar que adornaba su cuello, con zafiros envueltos en diamantes en pequeñas lagrimas en torno a la gargantilla, de oro blanco. A su lado dejo un bolso de mano que parecia abultado al alojar una pequeña caja dentro de este.
Natalie tras haber saludado se acomodo en la silla, cruzando una pierna sobre la otra y se dedico a mirar la sala y sus elegantes decoraciones, admirando el arte sin dejar de prestar atencion a las conversaciones que fluian a su alrededor.

Miss Hemmens responde al saludo de Carl Aaron con un breve cabeceo respetuoso, aprobando su sentido de la etiqueta y el protocolo

"Señor Vincent, por favor ocupe la silla a la izquierda del señor Dark." Durante un segundo sopesa si debe decir algo más pero finalmente concluye "Señor Vincent, debo decirle que el señor Dark no acostumbra a tratar de negocios durante las comidas, según palabras textuales suyas los negocios salen mejor cuando el estómago está lleno"