Partida Rol por web

Carl examinó los movimientos de los tres miembros del servicio desde la otra punta de la mesa intentando averiguar si alguno de aquellos ineptos venidos a más por la ausencia del mando severo, aunque necesario visto lo visto, que la señora Hemmens ejercía sobre ellos.

El mayordomo miraba la radio con una rabia y exasperación apenas contenida. No le caía bien Greg o al menos le exasperaba su lentitud de pensamiento. La doncella seguía mirando divertida mientras jugaba con su copa de vino y le mandaba miraditas indecorosas al empresario que podían ser interpretadas por provocadoras o burlonas, en cambio, la cocinera...

La cocinera había mantenido sus manos debajo de la mesa en todo momento y se había cambiado de sitio justo antes de que todo se produjera. Sí, debía haber algún botón o algo oculto debajo de la mesa que había sido activado por la cocinera. Debía reconocerle algo, su timing había sido perfecto, el fingirse ofendida, todo había sido magníficamente orquestado para engañarles a todos, pero Carl no era como todos, Carl siempre había sobrevivido por algo que a ellos les faltaba, la astucia y las agallas necesarias para hacer lo que había que hacer.

En el establo la canción infantil de Greg seguía sonando como un mantra, un mantra sin demasiado ritmo ni sentido pero que al parecer le ayudada a avanzar en el proceso de reparación, o al menos hasta que la embarazada pareció interrumpirle por alguno de sus miedos.

"quinto se activa el conmutador, sexto se revisa la correa de distribución, séptimo...... que? oh, no hay nada que temer señorita Stinson, por favor, venga aquí conmigo, los establos a oscuras dan miedo pero Greg la defenderá....oh....que?, vaya, perdí la cuenta.....Primeeero se comprueba que hay gasoliiina, Segundo se comprueba que el motor se encendió"

El señor Butler empezó a temblar de furia y con los nudillos blancos alrededor del walkie gritó con voz atronadora

"No pierda la cuenta maldito zoquete, arregle el generador....YAAAAAA!!"

Un graznido sofocado vino de la derecha del mayordomo, el graznido de la doncella que se estaba quedando sin aire, como le había pasado con anterioridad al primero asesinado. El mayordomo angustiado la llamó por su nombre

"Gloria?" pero ésta en su caída golpeo el walkie y cayó en el suelo en mil pedazos.

"GLORIAAAA!!, TÚ NO!!!, TU NO!!!"

El mayordomo intentó hacerle el masaje cardíaco mientras miraba su boca con indecisión. No parecía estar respondiendo y su tonalidad cada vez se hacía más oscura.

El señor Butler cogió una de las jarras de agua y vertió su contenido en los labios de Gloria mientras empezaba a practicarle el boca a boca. Por su parte la cocinera parecía paralizada, mirando con horror toda la escena incapaz de moverse en su sitio y musitando cosas sin sentido en francés.

El cuerpo de Gloria empezaba a convulsionar y parecía no estar respondiendo a los esfuerzos del señor Butler mientras que el sonido atronador de un arma de fuego provenía de alguna de las habitaciones de las plantas superiores.

Las convulsiones de Gloria se extinguieron a juego con su vida, con los labios amoratados y entre los brazos de un desesperado mayordomo que seguía intentando insuflar aire en unos pulmones que ya nunca más lo necesitarían. La cocinera miraba la escena con inquietud y tensión, con las lágrimas a punto de brotar e intentando decirle al mayordomo que no había nada que hacer

"Monsieur, monsieur.... no se puede haceg nada, pagece lo mismo que le pasó al señog Relish....monsieur, siento mucho su pegdida, Glogia ega una pegsona aleggre y vital y no megecía esto"

El mayordomo ignoraba a la mujer e intentaba seguir con la reanimación cuando, con un fuerte chasquido, la corriente eléctrica volvió a la casa y la voz de Dark anunciaba lo que ya sabían, que Gloria Simmons, doncella en la mansión Dark e irredenta provocadora había fallecido.

https://drive.google.com/open?id=1zk0ExDBfcWSc74LV...

La mirada del señor Butler era de una frialdad y un odio que helaban el alma, un odio casi físico que hizo que la cocinera retrocediera unos pasos con cara de pánico, mientras el mayordomo volvía a fijar su atención en la difunta doncella, retomando su llanto sordo ajeno al resto.

La cocinera salió del comedor en silencio mientras en un extremo de la mesa Carl lo veía todo, como un espectador privilegiado en un drama griego.

Wallace entró en la sala algo pálido cuando vio dos escenas que no parecían encajar. En el extremo más lejano de la mesa Carl permanecía sentado en silencio observando el espectáculo, en la más cercana el mayordomo sollozaba y abrazaba el cuerpo sin vida de Gloria, la doncella, la misma mujer que había disfrutado atormentándole, aunque ahora ya no lo haría más, a no ser que se pudiera convertir en fantasma.
 

Wallace empezó a pensar firmemente que, de alguna forma que desconocía, la muerte llegaba justamente cuando él se marchaba, marcando cuando las personas que le rodeaban se separaban.

Primero fue con Felicity, quien había permanecido con ellos un buen tramo hasta que decidió bajar sola al sótano, muriendo. Luego John y Dylan, dos personas que habían estado a “salvo” y, al decidir virar el rumbo, simplemente “Pum” contra el suelo. Ahora miraba a Gloria sin entender qué había pasado, ¿pero hace cuanto que estuvo aquí? ¿Llegaría acaso a una hora? Mi mala suerte los está condenando a todos.- En esos momentos sintió que le faltaban personas a su alrededor, cayendo que Stinson y Townsend se habían marchado con el jardinero hace no demasiado, horrorizado por no saber de sus destinos.

Se pasó las manos por el rostro mientras perlas de sudor caían de su frente, quitándoselas con el paso de su palma. ¿Qué ha pasado? – Miró al mayordomo esperando que él aclarara las cosas ya que Carl no parecía tener la intención, ni siquiera, de mostrar un mínimo de empatía por la pérdida. Aunque le incordiara hasta los extremos de hacerle dudar sobre su fidelidad, Gloria seguía siendo una persona.

Wallace no entendía nada de lo que estaba pasando. El reservado mayordomo se había convertido en un hombre dolente abrazado a la turbadora doncella, el orondo empresario miraba la escena con una frialdad que helaba la sangre y allí estaba él, de pie, mirando a ambas escenas a la vez tan incompatibles, como esas veces que llueve a mares en un lugar y a 20 metros está totalmente seco.

Algo llamó la atención del croupier en una ventana, un haz de luz roja que se iba moviendo lentamente hacia la posición que ocupaba Carl hasta fijarse en su frente. Una circunstancia de la que el empresario parecía no haberse dado cuenta.

La poca empatía de aquél hombre enervaba la sangre horchata que circulaba por las venas de Wallace. No mostraba un ápice de compasión, ni siquiera interés sobre qué había pasado. Tampoco pedía lágrimas de cocodrilo que no tenía que sentir, sólo que bajara de la montaña de ego a costa de pisar pequeños cuerpos, destrozados bajo sus pies.

Sí, tenía claro que sería él, era el único a su visión que se merecía morir en esta ruleta de la suerte donde las fichas eran cabezas y las fichas a apostar gotas de sangre de las víctimas. Buscó en la mesa cualquier cosa que pudiera servirle, desde un cuchillo a una servilleta, le daba igual, era novato en esto de matar y dudaba que le dieran una masterclass de mejores posturas para tener una cuchillada limpia.

Paseando su mirada en todo el recinto, descubrió un haz de luz que captó su atención, un punto rojo que se movía sin prisa pero sin pausa buscando algo, al igual que él, hasta que se posó en la frente. Había visto demasiadas películas como para saber lo que significaba, reaccionando de inmediato.

- ¡AL SUELO! – Gritó al mayordomo

Wallace corrió hacia Carl y a media carrera no podía creer lo que su cuerpo estaba haciendo. Estaba intentando salvar la vida del hombre que había pensado eliminar para cumplir las órdenes de Dark, las órdenes que salvarían la vida de su inocente hijita de aquel loco, un hombre que detestaba profundamente pero allí estaba él, corriendo para intentar derribar su silla y esconderse bajo la mesa, salvar su vida para posteriormente segarla él, era su plan?, no podía saberlo, tenía que salvar a aquel sucio empresario sin escrúpulos ni educación, el mismo que les había mirado por encima del hombro desde que llegaron allí.

La carrera se convirtió en una escena a cámara lenta a los ojos de Wallace, cada paso se correspondía con una palpitación furiosa de su corazón, cada paso que le acercaba a esos ojos ausentes y esa sonrisa ligeramente cínica que parecía no haber entendido el peligro que se le venía encima.

Wallace saltó para derribarle, como en esos partidos de fútbol americano del instituto, esos en los que nunca había podido participar por su enclenque cuerpo, pre0guntándose si podría tirarle y salvarle. El sonido de cristal roto se escuchó en una ventana frente a ellos y la bala atravesó limpiamente el cristal para alojarse entre los ojos sorprendidos de Carl, con un espantoso crujido de hueso roto y una explosión de sangre que manchó el rostro de Wallace que impactó con el cuerpo de Carl y le derribó. Antes de tocar el suelo estaba muerto, con esa sonrisa cínica y unos ojos de sorpresa mientras que Wallace parecía haber salido del infierno, bañado de sangre y con el hombro dolorido por el impacto.

En la otra parte de la mesa, ajeno a todo lo que estaba pasando en la otra parte del comedor, el señor Butler abrazaba el cadáver de Gloria, lastimeramente, solo como alguien enamorado podría hacer por su amor.
 

No había podido hacer nada para ¿salvarle? Era mío, tenía que ser yo quién le matara.- No se dio cuenta que tenía el rostro manchado de sangre cuando se escondió bajo la mesa, asustado más por si tenía que cambiar de objetivo a que volvieran a disparar acertándole, en esta ocasión, a él.

Con la mano temblorosa, se colocó mejor el auricular en la oreja, tan adentro que creía que no sería capaz de sacarlo luego.- Dark, sé que estás ahí, escuchándome. ¿Tiene que ser por mi mano? – Desconocía la letra pequeña del “contrato” que habían firmado, queriendo tener clara las directrices antes de actuar mientras miraba al mayordomo, quien parecía querer acabar con su vida al abrazar el cuerpo inerte de Gloria.

Si le dejo ahí, ¿contará como que no le he salvado y, por lo tanto, cumpliré mi parte?

Wallace contempló desde el suelo como la sangre salía perezosa, como había sido en vida, de la cabeza del empresario donde el disparo había dibujado un tercer ojo en su frente. Los ojos vidriosos y la sonrisa burlona era lo único que daba cierta constancia de que no hace demasiado estaba vivo, eso si no se tenía en cuenta que el haz de luz seguía iluminando la letal trayectoria que había seguido el disparo. El haz no se movía, no parecía estar buscando otro blanco, por lo que Wallace sacó el intercomunicador para intentar ponerse en contacto con Dark.

Pasaron unos angustiosos segundos y el haz desapareció. La voz de Dark llegó pero no por donde esperaba, llegaba desde los conductor del aire anunciando no una muerte sino dos.

https://drive.google.com/open?id=1yN5kw7Q2__Rxw1SdQCrXY-LYG-NFc_nj

Tras ello llegó el silencio solo roto por el señor Butler que cargaba en sus brazos entre sollozos a Gloria y se dirigía a la puerta del comedor.

Unos segundos después de las palabras de Dark el estruendo de un disparo se escuchó en el primer piso mientras un hombre gritaba como un cochinillo al que están a punto de asar, renegando y amenazando a alguien. Wallace pudo entender que algunos estaban locos y que iban a acabar con ellos, y la voz, o más bien lo arrastrado de las palabras, indicaban que quien gritaba era Nate.

Estaba tan concentrado en el puntito rojo que le dolían los ojos de tanto mirarlo, una obsesión por seguir su movimiento en el aire como si fueran a darle un millón de dólares si lograba no perderlo de vista durante una hora. Pero ese haz rojo era lo que le separaba de la muerte, sólo necesitaba una orden de Dark para que buscaba un nuevo objetivo y se colocara en su entrecejo de forma pausada, sin que la mano del francotirador temblara antes de apretar el gatillo, y Bang. Adiós a su sufrimiento, adiós a las escaleras del demonio, y adiós a su pequeña.

Tragó saliva esperando la contestación de Dark cuando escuchó el mensaje, entendiendo que uno era el cadáver que tenía delante pero, ¿el otro? Sin salir debajo de la mesa, tanteó la superficie con las manos para coger un plato y asomarse levemente, usando la cerámica como escudo impenetrable, creyendo que pudiera parar una manada de balas.

- ¿Dark? ¿Hola? – Volvió a intentarlo antes de escuchar otro disparo, esta vez desde el primer piso, creyendo que el puntito había danzado hasta esa planta para reírse de los invitados, aunque ahora estuvieran jugando al cluedo al no saber la víctima ni el lugar exacto. Pero en esta ocasión reconoció la voz, Nate, quien hace unos minutos habían cruzado palabras en mitad del pasillo.

No sabía qué estaba pasando y tampoco estaba seguro de querer saberlo, pero el tiempo se acababa y tenía que moverse, rápido. Yendo a cuatro patas, ocultándose bajo la mesa y tras los muebles, gateó hasta la puerta para intentar ir al vestíbulo y enterarse de la situación, esperando encontrar alguna respuesta.