Partida Rol por web

La madame carraspeó con fuerza desde la puerta de la cocina. La mujer estaba ataviada con uno de sus extravagantes y discretos vestidos, si es que aquella combinación era posible.

-Rose, prepara la primera habitación subiendo las escaleras -le ordenó a la joven-. El cliente que la tiene reservada está al caer y debería haber estado hecha hace horas. Vamos.

Rose soltó a Shyam y bajó la cabeza como haría un cachorro al ser reprendido. Siempre adoptaba esa expresión cuando Van Doren la cazaba haciendo algo indebido.

-¿La primera? Pensé que era la tercera. Ya he hecho la primera y... -Carraspeó-. De acuerdo, jefa. Perdón. Voy enseguida.

La kinain desapareció de la cocina y cerró la puerta tras de sí.

Shyam se levantó al mismo tiempo que la Kinain, avergonzado por haberla puesto en semejante compromiso de forma tan tonta y descuidada. Sin embargo, en su fuero interno no había arrepentimiento de ningún tipo y le costaba contener las ganas de sonreír. No había salido corriendo y eso ya hacía que valiese la pena.

-Perdón -dijo mientras cogía ambas tazas y las llevaba al fregadero. Después se cuadró frente a Van Doren con las manos en la espalda, dispuesto a escuchar lo que tuviera que decir si es que iba a hacerlo. No era de las personas que excusaban sus actos cuando no había nada de malo en ellos.

-Vayamos a mi habitación -dijo la pooka ignorando la disculpa del sidhe-. Este es el lugar menos apropiado para tratar este tipo de asuntos.

Van Doren condujo a Shyam por un oscuro pasillo hasta llegar a una puerta que daba a un despacho. No podía verse ninguna cama por ningún lado, por lo que era fácil de adivinar donde se encontraba la mentira en sus palabras. La mujer rodeó una gran mesa de madera y se sentó en una elegante silla de escritorio. Shyam, por su parte, podía elegir sentarse en una de las dos pequeñas sillas que se enfrentaban a la mujer.

-La próxima vez agradecería ser avisada antes de que te sentases a comer con una de mis empleadas. Entiendo que pueden ser muy disuasorias, pero si eso va a ser un problema... -Dijo entrelazando los dedos de las manos-. Si te comento esto es porque he pensado en ti como posible portero y vigilante de la Seda Roja.

El sidhe obedeció y la siguió por los pasillos hasta la supuesta “habitación”, que resultó ser el despechado de la araña. De forma inconsciente optó por el asiento más cercano a la salida, apoyó los brazos en los laterales y esperó a que Van Doren diese pie a conversación. Tardó poco en responder, de forma segura y concisa.

-No. En absoluto. Rose ha sido muy atenta y ya está; no quiero ningún malentendido -explicó rápidamente. Se irguió sobre el asiento y entrelazó las manos como hacía ella, apoyándolas sobre la madera-. Me interesa el trabajo.

-Bien, comentado ese punto... No puedo prometerte que sea algo temporal debido a que nos están acosando bastante desde el ayuntamiento por algo que no hace falta que te explique, supongo. Tampoco puedo hacerte un contrato, ya que de salir tu nombre tendría a toda la oficina de sanidad encima. Espero que no te moleste la idea de cobrar en dinero blanco. A parte el horario te resultará extraño. Solemos estar cerrados por las mañanas y abiertos por las tardes y por las noches hasta las cuatro del mediodía. ¿Todo bien?

Shyam escuchó los términos y le parecieron razonables. En su condición, el dinero en negro iba a ser la mejor solución después de todo, así que asintió, conforme.

-Siempre que seas flexible para poder encargarme del asunto de las quimeras enfermas, estoy de acuerdo. Me adaptaré al horario y a las condiciones sin problemas.

Tras ver que Shyam parecía estar de acuerdo con los requisitos y derechos pasó a enumerarle las normas de su trabajo. A Van Doren le gustaba tener todo bien atado.

-Tu trabajo consistirá en estar todo lo lejos que puedas de la recepción. El segundo piso queda totalmente prohibido y no podrás subir ni aunque yo te lo pida, y mucho menos si algún empleado reclama tu ayuda. Preferiblemente me gustaría que vinieras a trabajar del rosa chillón más discreto que tengas para que los clientes no se sientan aturdidos al verte al entrar. Cuanto menos neutra sea tu forma de vestir menos quejas tendré. ¿Ha quedado todo claro? ¿Tienes alguna pregunta?

Le costó desentrañar el verdadero sentido de las peticiones, pero la verdad es que había tratado con pookas más enrevesados que ella.

-Discreción, quedarme en la recepción y ayudar a los empleados si solicitan ayuda. Claro como el agua, Madame -dijo el sidhe, esperando una confirmación de que había entendido todo debidamente-. ¿Cuándo empiezo?

-Hoy. Tenemos quimeras borrar, así que no tiene sentido retenerte aquí.

Van Doren desentrelazó las manos y se echó hacia atrás en la silla. La pooka miró a Shyam de manera penetrante. Sabía de sobra que lo que iba a decir a continuación lo le iba a gustar nada.

-Una penúltima cosa. No juegues con Rose.

Shyam no apartó la mirada, como si fuese un reto. Cualquier atisbo de alegría o simpatía se había esfumado de su rictus. Nunca le había gustado que le juzgasen, aunque siempre le había dado igual que lo hicieran. Pero eso había cambiado y no estaba dispuesto a dejarse mangonear. En aquel momento Van Doren no era su jefa ni él su empleado.

-No soy un inconsciente, Van Doren -aclaró, muy serio-. Dejé atrás ese tipo de vida y soy plenamente consciente de lo que me juego estando con alguien. Lo último que quiero es herirla, a ella o a cualquiera. No voy a hacer el tonto porque en ningún caso es eso lo que busco. Pero, en el hipotético caso de que llegase a ocurrir lo que fuera, con ella o con cualquier otra mujer, te aseguro que sería porque los dos queremos y sabiendo todo lo que hay en juego. Esas son mis condiciones.

-Dudo que Rose sepa lo que está en juego o que lo llegue a saber alguna vez. Ese es el verdadero problema y por eso escribo lo que digo. No conocemos esta peste y ni siquiera sabemos a ciencia cierta si solo hace falta un apretón de manos para que pase de unos a otros -comentó revelando que había visto bien lo que estaba pasando en la cocina-. Se que eres sumamente irresponsable y por eso me gustaría que tuvieras el trabajo, pero Rose es como una hija para mi. Te lo pido como favor personal, no le des esperanzas.

Shyam se echó hacia atrás, descontento. No podía reprocharle su preocupación y estaba en lo cierto al decir que aquella muchacha no tenía ni idea de dónde se metía. Además, le estaba dando demasiadas vueltas a un tema absurdo. Sólo había charlado un rato con ella, lo mismo ya estaba coqueteando con otro.

-Tienes razón, al menos en la mayor parte de lo que has dicho -suspiró y cabeceó, asintiendo-. No te preocupes, procuraré mantener las distancias todo lo posible. Y... gracias por el trabajo. De verdad.

Después de todo le estaba haciendo un favor, y era normal que intentase proteger a los suyos, sobre todo siendo personas cercanas.

-Gracias. Espero que esto no afecte a nuestro contrato.

Van Doren respiró hondo y se miró ausente las uñas lacadas. Cuando apartó la vista del color rojo brillante se levantó y esperó a que Shyam lo hiciera para hablar.

-Bueno, creo que tenemos mucho papeleo por delante. Vamos a buscar a la polilla de Calandra.

-Estoy de acuerdo -dijo, colocando una mano sobre la empuñadura de su espada al levantarse, dando a entender que estaba listo para limpiar las calles.

Se acercó a la puerta y estuvo tentado de abrir y dejarla pasar primero, pero súbitamente recordó que era el despacho de Van Doren, y que no sería muy apropiado abandonarlo en último lugar.

-Por cierto -añadió ya en el pasillo, usando el mismo tono que pondría un niño que acaba de hacer una trastada-, si Rose comenta algo, kinain es una palabra del gaélico antiguo que los celtas usaban para denominar a las hadas. 

Van Doren se dio la vuelta para mirar a Shyam. El significado de la mirada que le dedicó en ese momento fue difícil de descifrar, pero el sidhe pudo hacerse una idea más o menos acertada.

-¿Qué...? -comenzó a preguntar, pero cerró los ojos, negó con la cabeza y se llevó una mano a la frente-. Nada. Supongo que nunca está de más saber algo así. Me alegra que aún tenga el privilegio de poder ser quién le explique lo que es ser una zorra...

La pooka apartó la mano de su frente y eliminó el asunto de la conversación con un ligero movimiento de muñeca.

-Vayámonos antes de que Calandra se acerque demasiado a la luz.