-Oh, venga ya. -Se inclinó hacia Damara y señaló a Craig con el pulgar-. Éste tampoco tiene nada que ver con nada y... ¿has visto que mono es? Me derrito. -Se apartó y levantó las manos en el aire-. Chica, no me lo cuentes si no quieres. Pero de verdad, esa chica se llevaría un tesoro, ¿tú te has visto? Si por alguna broma cruel del destino a mí me fueran las tetas me pasaría día y noche debajo de tu ventana cantándote serenatas y llevándote a autocines a enrollarnos y todas esas cosas que hacen los heteros. Aunque el mundo sería un lugar mucho más triste si yo no fuera así de fabulosa.
-Sí -dijo con voz fúnebre-, sí, me he visto. Y voy a ignorar todo lo que acabas de decir. Bueno, menos la última frase -hizo un gesto breve con la cabeza-. Cuando llevas razón, llevas razón.
Chascó la lengua, un poco enfadado. No le gustaba que la gente se sintiera mal consigo misma si no era él quien les hacía sentir así. En ese caso era bastante gracioso. Apoyó el codo en la barra y cruzó las piernas.
-Bueno, chica, si te sirve de algo opino que eres horrorosa -dijo, y se rascó suavemente la base de una antena, llamando la atención sobre su condición de pooka.