Partida Rol por web

Calandra no escuchó latigazos, pero sí pasos que se acercaban a la puerta y pretendían ser sigilosos.

-Te sorprenderías de la cantidad de personas que son conscientes de lo que hacen pero omiten las posibles consecuencias de sus diarios... -suspiró recordando escenas menos placenteras-. No me malinterpretéis, lo que habéis conseguido son buenas noticias, pero si la información la habéis extraido de un libro o de diversas fuentes no estaría de más llevárselas al Conde. El Rey no se va a mojar a menos que peuda contrastar lo que le llevemos. Si no tenéis nada que lo pruebe, como un libro antiguo y mohoso, no hay nada que hacer y todos esos chiquillos se quedarán en la calle.

Las antenas de Calandra se agitaron brevemente y, distraído por algo, se levantó. Suponía que eso de la Restitución significaba que no debían dejar que les escucharan hablar sobre feudos y Obas. Además, muy a su pesar, aún tenía la esperanza de encontrarse con alguien vestido de cuero de los pies a la cabeza y con instrumental de tortura en la mano. De modo que sin previo aviso Calandra abrió la puerta del despacho.

Al abrir la puerta, el destello de un turbante dorado desapareció en menos de un segundo. Pero no había duda, sobre todo si uno sacaba la cabeza y miraba a ambos lados del pasillo. La madre de Craig había estado espiando la conversación.

-¿Qué haces?

Van Doren se levantó y fue tras Calandra. Se asomó a la puerta al igual que ella y frunció el ceño.

-Quedaos aquí a reflexionar sobre vuestros pecados. Ahora vengo...

-¿Korah? Korah, no es lo que piensas -dijo al encontrarla de vuelta en la cocina, "sea lo que sea"-. ¿Has pensado en lo que te he dicho?

-No, no, no importa -dijo guardando sus cosas en el bolso y cargándolo-. Quiero decir, ya sé, ya entiendo. Tus amigos y... ¿Sabías que ese ser andrógino ha abusado de mi hijo? -preguntó con ira.

-¿Qué? No, Calandra no hace esas cosas, se dedica a echar purpurina por ahí, a utilizar maquillaje barato y a pintarse las uñas como una prostituta. No es lo suficientemente hombre para abusar de nadie. Por lo que se recogió a Craig de la calle y le salvó la vida de unos policias corruptos que intentaron pegarle. No tienes por qué darle las gracias, quiero decir, yo no lo haría... Pero Craig seguiría desaparecido si no fuera por ella. Y Calandra no es mi amiga, es algo así como mi némesis cabaretera con poca clase -Van Doren hizo una pequeña pausa-. Si está aquí es solo por negocios, por la fiesta que doy el viernes.

-Me voy. No puedo estar en la misma casa que ese tipo. No después de que Craig me dijera que... ¿te puedes creer que dice que cree que está... enamorado? -Korah suspiró desesperada y avanzó hacia la puerta-. Espero que no se le ocurra cruzarse conmigo.

-Vale, no voy a negar que los gustos de tu hijo dejan que desear, pero que le vas a hacer. Pero Calandra no es una mala persona, aunque tenga un gusto muy deplorable a la hora de vestir.

Van Doren la acompañó hasta la puerta y se frotó los ojos, cansada.

-No seas muy dura con el chico, al menos no hasta que hayas decidido que camino tomar. Ya sabes que nunca voy a darte ningún consejo que te perjudique.
 

Tanto Van Doren como Korah pasaron de largo y se dirigieron a la puerta. Parecía que la pooka araña había conseguido alejarla.

Al ver a Korah a Calandra le sucedió algo que le avergonzaría durante el resto de su vida: se le puso sonrisa de nuera. Tratando de redimirse, se apoyó en el marco de la puerta y saludó burlonamente a espalda de la mujer a la fuga.

-¡Un placer verla, señora Lambert!

El pooka suspiró y se dejó caer teatralmente sobre el escritorio, como una doncella desmayada con el brazo sobre la frente. Procedió a hacerse el muerto. No demasiado bien, eso sí, debido a los suspiros y lamentos con los que trataba de atraer la atención de Damara.

-Cierra el pico, Calandra -murmuró Van Doren cuando le escuchó despedirse, justo antes de cerrar la puerta. La pooka tenía unas ojeras inmensas y la conversación que debía haber tenido con Korah parecía haberle recordado que estaba de mal humor-. ¿Y bien? -dijo al volver al despacho.

-Podría intentar buscar algún libro que refuerce la información y nos ayude, pero puede ser complicado... -dijo, econgiéndose de hombros-. Me temo que la información sobre los Obas es escasa y difícil de encontrar. Igual que ellos. Y ahora sabemos por qué -dijo con retintín, como quien deja ver que no le desearía la situación a nadie.

-Seguro que hay un libro por ahí esperando a ser descubierto. Aunque creo que no podemos usar la biblioteca del Feudo de las Pulgas, la última vez tuve que trepar desnuda por una de las ventanas para poder entrar. Igual el duque os deja echar un vistazo a la suya... O igual hay otra forma. ¿Calandra, algo que quieras aportar o en lo que te gustaría colaborar?

Después de ver a Korah Calandra se había despanzurrado sobre el escritorio muy dramáticamente. Se incorporó y empezó a examinarse las uñas.

-¿Y qué quieres que haga? Esto es cosa de gente lista -dijo, y por el tono en que pronunció la palabra "lista" hubiera podido pensarse que se le había ido la lengua y había querido decir "aburrida"-. Pero bueno, si una servidora estuviera a punto de convertirse en una montañita de purpurina volcánica en el suelo, estoy segura de que me gustaría que me avisaran.

-Se podría intentar. Con suerte igual tiene sentido común y nosotros preocupándonos.