El Fiona sacudió la cabeza negando varias veces. Nunca llegaría a comprender del todo las ansias de poder que algunos corazones podían llegar a albergar. Era una lástima, pero con ello había quedado clara la posición de Lady Dahlia en aquel tablero de ajedrez. Se arrebujó bajo el abrigo mirando cómo su silueta se perdía entre la multitud, y cuando ya no hubo más Eiluned reparó en un puesto al otro lado de la calle con unas flores muy bonitas que se resistían al frío. Regresó a casa portando unas flores violetas, con Rose, donde realmente quería estar. Es tarde le pediría que lo acompañara al hospital a ver a Glenn y a salir de dudas de una vez por todas.