Van Doren exhaló con fuerza por la nariz al escuchar la mención a la investidura, pero no comentó nada, sin embargo si tenía algo que decir.
-Mi señor, la quimera no es la única que se ha colado en la fiesta. Hay un ser monstruoso intentando acabar con todos los Kithain de la península. Se mueve en las sombras y asesina con hierro frío por la espalda. Ha matado a una anciana de vuestra estirpe y también lo ha intentado conmigo. Nadie que tenga sangre changeling en las venas está a salvo.
El rostro de Lord Aeon se llenó de inquietud.
-He oído acerca de ello, pero no sabía que hubiese vuelto a atacar. Se pensaba que era una venganza en contra de Pandora por sus Saqueos continuos, mas si el asesino ha atacado a más gente... Por favor, no me gustaría que esto llegase a oídos de mis súbditos; no podemos permitir que cunda el pánico. Guardaos la información por el momento. Intentaré poner a mis adivinos a trabajar, y cualquiera de vuestras pesquisas se agradecerían. Si se trata de un Dauntain... No quiero ni pensarlo.
Calandra no tenía mucha idea de lo que eran los Dauntain. Sabía, eso sí, que era algo malo. Que Bernardette y Suri estuviesen muertos también era malo, al igual que la destrucción de la Mansión y la calavera quimérica. Había demasiadas cosas malas en su vida, y no tenía sitio para otra. Tendría que esperar a que se solucionara otra cosa antes de ser capaz de preocuparse por el Dauntain.
-Yo no me molestaría con la calavera, su Reverencia. Es una nena: sólo es vulnerable una vez al mes. Si no hay nada más, su Señoría, me retiro a descansar que estoy rota entera.
-La quimera solo será vulnerable el próximo 25 de Diciembre. Hasta entonces solo se puede intentar prevenir que ataque a otros -apuntó el sidhe manteniendo el tipo frente al Lord a pesar de que el protocolo le hacía sentir derrotado-. Creo que todos necesitamos un descanso antes de poder encarar más problemas. Con su permiso.
¿Era el 25 o año nuevo?
-Quedáis dispensados. Idos, y descansad. Transmitiré lo que me habéis dicho a mis hombres y veremos qué se puede hacer.
El Duque desapareció con un frufrú de la bata y las quimeras del servicio los acompañaron fuera después de ofrecerles comida y bebida, y algo para sanar sus heridas. Shyam se quedó en una de las habitaciones, una lujosa cámara con una cama adoselada que se le hacía un océano de sábanas, demasiado frío sin un cuerpo femenino al lado. Mientras, Calandra y Van Doren dejaron atrás el palacio y se fueron cada uno a su casa.