El interpelado saluda con un asentimiento. Observa a todos en silencio, dejando hablar a su socio.
El hombre retoma la breve presentación para concluirla de forma rápida y directa.
- Nos dirigimos a Karia, al norte. No esperábamos encontrar una caravana de arriesgados oportunistas a estas alturas del año, pero ya que vamos con el mismo rumbo y merodean unos uz agresivos, viajaremos mejor juntos.
Se vuelve al mercenario y le escupe una orden.
- Hargorek, ocúpate de todo.
El mercenario controla un caracoleo en su montura entre las tres carretas que se han reunido y se dirige al mercader que viaja en el pescante del deteriorado carro:
- Ocuparéis el segundo lugar en la caravana, tras el carro del señor Janoasdel.
Luego se dirige al hombre que viaja con un pequeño carro de dos ruedas y un perro:
- Iréis detrás, justo delante del señor Molton, que cerrará la marcha.
Finalmente se dirige a los cuatro que al parecer considera escoltas:
- Vosotros viajaréis a ambos lados de vuestros compañeros. Mis jinetes y yo abriremos y cerraremos la caravana.
Para finalizar, se dirige a todos.
- Cuando anochezca, formaremos un círculo con las carretas y montaremos cuatro turnos de guardia de tres centinelas: uno de los vuestros con dos de los nuestros en cada turno. Uno vigilará sobre un lugar elevado y los otros dos patrullarán el perímetro. Ahora pongámonos en marcha, ya hemos perdido suficiente tiempo.
Los embozados conductores de las dos carretas han permanecido en completo silencio todo el tiempo...
Parecía que el plan había salido a la perfección y la pelirroja no quiso arruinarlo todo por una cuestión de orgullo - Entonces tenemos que seguir las órdenes del rubito... - pensaba la mujer. Gábriel avanzó hacia la posición indicada sin decir nada, eso sí, con la espalda bien erguida. Ahora ya estaban en la boca del lobo, y era cuestión de tiempo averiguar dónde escondían el libro - Lo más importante ahora es guardar las apariencias y sobre todo tener los ojos bien abiertos. Bien abiertos sobre todo para vigilar a esos que van vendados - la mujer se fijaba en ellos con disimulo, intentando averiguar que se escondía debajo de aquellos vendajes.
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d100
Dificultad: 97-
Resultado: 95 (Exito)
Motivo: Otear
Tirada: 1d100
Dificultad: 97-
Resultado: 65 (Exito)
Motivo: Oler
Tirada: 1d100
Dificultad: 34-
Resultado: 58 (Fracaso)
Tiradas para intentar escuchar conversaciones, observar conductas o gestos que se hagan entre ellos o para intentar oler a algo putrefacto o muerto.
Cuando tenga un momento de tranquilidad, me concentro para Detectar Muertos Vivientes.
Conforme la caravana echa a andar, y simulando que comprueba sus armas, Groth se concentra y la espada parece querer apuntar a la carreta que tiene detrás, como si alguno de los que viajan en el pescante o en su interior fuera un muerto viviente...
Tirada oculta
Motivo: PERx2
Tirada: 1d100
Dificultad: 34-
Resultado: 18 (Exito)
Tirada oculta
Motivo: Otear
Tirada: 1d100
Dificultad: 35-
Resultado: 91 (Fracaso)
Vaerles se siente satisfecho por haber conseguido unirse a la caravana de los misteriosos ladrones. Sin embargo, los encapuchados y, aunque en menor medida, también Molton y Janoasdel, le provocan escalofríos al mirarlos. Luego dirige la mirada hacia otro lado para disimular su aprensión frente al líder orlanthi.
-De acuerdo -contesta brevemente al oír el plan de avance. Acto seguido, espolea a su mula y la carreta se pone en marcha detrás del carromato de Heenshen. Qué gente más desagradable -piensa para sus adentros-. Tú ándate con cuidado, Vaerlesito, que nosotros somos siete y ellos doce. Sigámosles la corriente y a ver qué sucede cuando lleguemos a Karia...
Vaerles acaricia a su perro, que está sentado junto a él y, al fijarse en sus compañeros, les guiña un ojo en señal de complicidad.
Tirada oculta
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d100
Resultado: 58
Tirada oculta
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 74 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Otear
Tirada: 1d100
Dificultad: 46-
Resultado: 71 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Buscar
Tirada: 1d100
Dificultad: 46-
Resultado: 57 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Con. Humano
Tirada: 1d100
Dificultad: 55-
Resultado: 38 (Exito)
El abatido enlo observa a sus nuevos compañeros desde detrás de Groth. Algo le dice que a pesar de las carretas, no le van a permitir viajar en su interiór.
El orbe de fuego sigue alto en el cielo y hasta que éste no se oculte, no podrá pensar con claridad.
Cuando llevan apenas medio día de camino recorrido, Groth tira levemente de las riendas de Sombra, situándolo a la altura del pescante de la carreta contigua.
- Disculpen compadres -dice intentando parecer agradable- Mi pequeño servidor no lleva nada bien lo de caminar bajo el sol y nuestro carromato está tan dañado que apenas puede con el peso que lleva ahora ¿sería posible que le encontraran un lugar en una de estas carretas? Apenas huele y de día es muy silencioso. Y es un excelente vigía nocturno, gracias a su aviso pudimos despertar a tiempo para defendernos de los uz, pero para que sea efectivo debe estar al menos un poco descansado.
Amplía la sonrisa, como ha visto hacer incontables veces a los milagreros ambulantes.
Si no, Suk, supongo que tendremos que ponerte en el nuestro, no? Yo también pensaba que no teníamos ningún carro.
El encapuchado de la carreta ni se inmuta, embozado en su negra túnica zarrapastrosa sigue mirando al frente ensimismado.
Es el tal Molton, a su lado en el pescante y al cargo de las riendas, el que responde poco amablemente.
- ¿Que un piojoso trollkin se suba en la carreta? -arquea las cejas e irrumpe en una carcajada desagradable- ¡JAJAJAJAJAJAJA!
Luego se pone serio y mira al mercenario con gesto de desdén.
- Puedes meter a tu esclavo en vuestra propia carreta. Y si le molestan los rayos de Yelm que se cuelan por los jirones de la lona que han destrozado sus parientes, que se joda.
Cerraré esta escena de trayecto a Karia el fin de semana. Si alguien quiere hacer o decir algo durante los días de viaje que quedan, que lo indique ahora.
Pese a ir en su carreta, que va en tercer lugar, Vaerles alcalnza a oír la respesta que el imbécil de Molton le da a Groth.
-¡Oye! -grita de inmediato para que le oigan ahí adelante-. ¡Que alguien le dé una pomada a Molton que creo que le han salido granos en el culo! O eso, o es que nadie le ha enseñado nunca modales a ese tipo...
Sin esperar respuesta, luego le hace una señal con la mano al trollkin, estira el brazo hacia atrás, saca la lona que lleva ahí y se la arroja.
-Tápate con eso, compañero. Y si quieres, puedes ir en mi carreta. A saber dónde estaríamos ahora si no fuera por tu visión en la oscuridad... -el amigo de Groth aún le da algo de repelús, pero qué demonios, es de los suyos ahora.
Motivo: Habla Fluida en L.Comercial
Tirada: 1d100
Dificultad: 31-
Resultado: 15 (Exito)
Motivo: Oratoria en L.Comercial
Tirada: 1d100
Dificultad: 31-
Resultado: 76 (Fracaso)
Motivo: Con. Humano
Tirada: 1d100
Dificultad: 55-
Resultado: 58 (Fracaso)
¿Vemos u oímos algo de interés durante el camino a Karia? Supongo que los mercenarios no se extrañarán si les pregunto en voz baja si los encapuchados son leprosos... o algo. Intento congraciarme con uno de los mercenarios para que me cuente cómo los contrataron y cualquier cosa de interés sobre Molton, Janoasdel y Hogarek, haciéndome el extranjero ignorante, cuando el resto no nos oigan (mucho).
El mercenario tuerce ligeramente el gesto, esperaba una negativa, pero no una burla. Se deben sentir muy seguros... ellos y sus vendados acompañantes.
Humakt los alcanzará a todos, tarde o temprano, así que es mejor que rían ahora. El pensamiento le anima, así que le devuelve la sonrisa al tal Molton mientras fantasea con qué parte de su cuerpo cortará primero. Celebra con una risa ahogada la ocurrencia de Vaerles y se gira hacia el pobre Suk.
- Sube a la carreta que te indica el hombre de cabellos rubios, Suk -le dice con voz suave en idioma oscuro- Intenta descansar, nos serás mucho más útil esta noche si estás descansado.
No tiene sentido prometerle venganza ni intentar consolarle, por lo que lo conoce, el trollkin tiene el buen juicio de no inmutarse por los improperios que le dedican los humanos.
El mercenario tuerce ligeramente el gesto, esperaba una negativa, pero no una burla. Se deben sentir muy seguros... ellos y sus vendados acompañantes.
Humakt los alcanzará a todos, tarde o temprano, así que es mejor que rían ahora. El pensamiento le anima, así que le devuelve la sonrisa al tal Molton mientras fantasea con qué parte de su cuerpo cortará primero. Celebra con una risa ahogada la ocurrencia de Vaerles y se gira hacia el pobre Suk.
- Baeta vid korfu sem segir pér ljoshaerda mann, Suk -le dice con voz suave en idioma oscuro. Reyndu ad hvila, munum vid vera miklu meira gagni ef pú ert hvildir i kvold.
No tiene sentido prometerle venganza ni intentar consolarle, por lo que lo conoce, el trollkin tiene el buen juicio de no inmutarse por los improperios que le dedican los humanos.
El comentario del mercader rubio pilla por sorpresa a Molton. Por su reacción iracunda, no parece acostumbrado a que le repliquen o se burlen de él.
- Tú... grnfx -balbucea incoherente y rojo de ira en voz baja.
Janosdael también se vuelve desde la primera carreta, para comprobar quién ha replicado de tal manera, y las miradas de ambos se cruzan.
Molton parece no encontrar las palabras adecuadas para replicar al afilado comentario del mercader y se echa la capucha de la túnia más hacia adelante, tapándole por completo el rostro. Permanece en silencio la mayor parte del tiempo.
El trollkin está acostumbrado al desprecio de los humanos... y los troll, así que las palabras del nuevo compañero de viaje no le hieren en absoluto, pero el cambio de actitud del mercader rubio le reconforta y, por una vez, le hace sentir que forma una parte útil del grupo al que acompaña.
Siguiendo las indicaciones de Groth, se encarama a la maltrecha carreta, busca un lugar donde poder acomodarse y, utilizando un pedazo de tela, se enrolla y se acuesta, adoptando la apariencia de una enorme larva.
Durante el tiempo que pueda dormir, soñará que al salir de su capullo se habrá convertido en un enorme troll negro que le pateará el culo a ese tal Molton.
Los días pasan y la tensión inicial se relaja un punto, aunque no lo suficiente para que Janosdael, Molton o Hargorek se muestren amistosos. No obstante, algunas preguntas son respondidas y otras, aunque no formuladas, son deducidas por la observación a lo largo del viaje.
Es evidente que Hargorek ejerce como una especie de lugarteniente de Molton y Janosdael y no se trata de un miembro más de la escolta. Perece estar al cargo de los otros siete mercenarios y estos suelen acatar sus órdenes. Dado que las guardias se realizan con dos de los escoltas y solo un miembro de la propia caravana, y que los misteriosos encapuchados montan guardia toda la noche inmóviles junto a las carretas, no es tarea facil husmear en su interior sin ser visto y arriesgarse a un conflicto en el que llevarián las de perder dada su inferioridad numérica.
Y hablando de los encapuchados de manos vendadas, ante la curiosidad que suscitan Janosdael simplemente se limita a decir que son esclavos a su servicio, leales hasta la muerte y fanáticos en el combate. Sin embargo su aspecto terrorífico hace aconsejable que vayan completamente cubiertos para no llamar la atención más de la cuenta o despertar temores u otras reacciones incómodas.
Por las conversaciones escuchadas a algunos de los escoltas, se deduce que los dos grupos salieron de Karia, la región situada más al norte, hace varias semanas, con destinos diferentes y con intención de reunirse en las tierras salvajes tras su misión, fuera cual fuese esta, para volver juntos dándose protección mútua en el camino de vuelta. Parece que ambas misiones fueron un éxito y Molton y Janosdael parecen satisfechos de poder complacer a quiequiera que les haya mandado a realizar esos misteriosos trabajos.
En cuanto a lugar al que se dirigen, Karia, les informan de que se trata de un valle de algunas decenas de kilómetros de largo y ancho entre una cordillera y las Montañas Petrificadas Occidentales, justo en la zona del paso de Kartolin que conduce a Dorastor en el este. Durante varios siglos ha sido una tierra abandonada y supuestamente maldita, pero desde hace un par de décadas algunos colonos, casi todos orlanthis de Delela y los menos de algunos condados y ducados de la zona noreste del lago, han empezado a lavantar sus granjas en la zona y a perderle el miedo a las aberraciones del Caos que los pueblos ribereños del lago Guredo creen que hay por allí. Según les cuenta Janosdael, no hay centros urbanos o clanes orlanthis, sino un puñado de granjas repartidas por el territorio que obligan a los mercaderes que llegan una o dos veces al año a peregrinar durante algunas semanas por el territorio vendiendo sus bienes. Curiosamente nada dicen de si mismos y de sus negocios en esa apartada región, que evidentemente no es llevar ninguna granja, y las miradas suspicades desaconsejan hacerles más preguntas sobre el tema para no correr más riesgos de que descubran sus verdaderos propósitos.
NOTA: Se cierra la escena y todos los personajes pasan a la escena "En la tierra de los colonos"