Los ejercitos llamados por la Mano de la Reina y por la señora de la Casa Martell se reunen en Sepulcro del Rey.
Más de 8000 efectivos entre los que se encuentran caballeros, soldados y mercenarios se han reunido para tan gloriosa ocasión, para la marcha de Quentyn Martell a la capital de Poniente con el fin de obtener el Trono de Hierro.
Es el mayor ejercito reunido nunca por las fuerzas de Dorne y se espera que incremente aún más a medida que recorra sus tierras durante el viaje a Desembarco del Rey.
En una gran carpa situada en el interior de Sepulcro del Rey, los comandantes, nobles y mejores caballeros del ejercito se han reunido para cenar con sus señores.
Mientras los más de doscientos invitados llegan a la cena Quentyn Martell habla de forma distendida con su hermana Arianne, señora de la Casa Martell, y sus primas Arena.
Se puede observar que la nobleza de Dorne no ha escatimado en gastos. Grandes platos suculentos son servidos por las numerosas mesas acompañadas por la mejor remesa del vino de Dorne. La mayoría de los asistentes, vestidos con ropajes de guerra, celebran el acontecimiento y algunos de ellos, los más poderosos, se acercan a Lord Quentyn para felicitarle.
Os dejo un primer mensaje para que narreis impresiones.
El joven Cith observa la ingente cantidad de hombres reunidos para la batalla, más de 8000 guerreros dispuestos a morir por la causa de su señor, de quién creen que merece ser el nuevo inquilino del Trono de Hierro, el Rey de los Siete Reinos, Quentyn Martell.
Cith no pierde de vista a su señor y las instrucciones que le dan, todo esta revuelto y la gente inquieta, la guerra es algo que todos temen, aunque no lo expresen abiertamente. Mujeres, niños, hombres.. esperan que todo se resuelva rápido y de forma pacífica, pero cuando los intereses de las distintas casas entran en juego, nada de eso importa, el pueblo es una mera herramienta, sin voz ni voto. Sin embargo, el espadachín esta tranquilo, distante.. pensando que muchas oportunidades se presentarán de aquí en adelante.
El señor conversa con su hermana, parece tranquilo y relajado, realmente tiene madera de líder. El joven Cith tiene cierto aprecio por él, sin duda, pero lo más importante es escalar, cumplir sus metas. Se acerca a una de las mesas y coge algo de comer, un trozo de carne mechada. Tiene hambre y no ve motivo para esperar.
El jolgorio en la carpa era inmenso, inundado por un vocerío tal que parecía provenir de todas partes y, a la vez, de ningún sitio. Justo cuando las Serpientes iban reuniéndose con las máximas autoridades de Dorne, él había aprovechado la oportunidad para camuflarse entre los invitados con el fin de encontrar un asiento que le ayudase a pasar desapercibido. A pesar del opulento desfile de manjares que iban desfilando ante él, Maron no probó bocado alguno. Permanecía en silencio, absorto en sus propias cavilaciones mientras generosas dosis de elixir dorniense iban deslizándose por su garganta. Para sus acompañantes quedó claro que el bastardo no estaba para celebraciones, tal y como evidenciaron las gélidas miradas que dirigía a todo aquel que osaba importunarlo.
- "Nunca doblegado. Nunca roto". - las palabras se repetían incesantemente en su cabeza, acompasadas con las furtivas miradas que dirigía a uno de los componentes de la mesa principal. Acompañada de un séquito de malnacidos que no paraba en deleitarlo con un amplio surtido de adulaciones , la figura de Quentyn Martell se encontraba en el punto de mira de sus oscuros ojos de víbora. - "Nunca doblegado. Nunca roto". - se apresuró en tomar otro trago para diluir la mueca de absoluto desprecio que venía aflorando en su rostro desde el comienzo de la velada, volviendo a escoger su copa como objeto de escrutinio. El sabor agrío del vino le ayudaba a mantener la mente despejada, muchísimo más aún después de como se habían desarrollado los acontecimientos desde la muerte de la reina Daenerys. El fallecimiento había sumido Poniente en la más absoluta confusión. En el Trono de Hierro aparecía una vacante sin descendientes directos que lo ocupasen, lo que dejaba espacio libre a las Grandes Casas que, como una auténtica bandada de buitres, no tardaron en tratar de rapiñar todo lo que estuvo al alcance de sus zarpas. Como Mano de la Reina, su tío Quentyn había mandado llamar a los señores de las principales familias nobles con el objetivo de hacer efectiva la voluntad póstuma de la fallecida. - "Nunca doblegado. Nunca roto". - de un solo trago vació el resto del contenido, y no tardó en servirse la que iba siendo su tercera copa. O quizás cuarta, que más daba.
La noticia de que Quentyn había sido designado como heredero al trono llenó de euforia a los miembros de la Casa Martell. Incluso él, de actitud más serena, se dejó llevar por aquella corriente, sintiéndose plenamente orgulloso de la sangre que corría por sus venas. ¿Quiénes mejor que ellos, los únicos capaces de resistir los poderosos envites de Aegon I El Conquistador, para gobernar Poniente? Sin embargo, su inesperado regreso a Dorne en busca de un ejército con el que pretendía introducirse en Desembarco del Rey para afianzar su posición y protegerse de cualquier posible afrenta, lo echó completamente a perder. Aquellos actos constituyeron una afrenta, no sólo para las Grandes Casas a las que había convocado para la asistencia al funeral y la lectura del testamento, sino también para los suyos. - "Nunca doblegado. Nunca roto". - pensó, volviendo nuevamente la cabeza hacia su tío. - "Has sido doblegado por el miedo y la inseguridad, tío Quentyn; escupiendo sobre todo lo que representamos. Reza porque no nos guíes a un destino similar al que sufrieron los Tyrell".
Quentyn lanza un par de sonoras carcajadas y alza su copa de vino. Durante los siguientes segundos algunos de los asistentes lo imitan, guardando silencio y provocando que dicho acto se propague por toda la sala.
Una vez que el silencio se apodera de la habitación Lord Quentyn baja la copa y comienza a hablar.
Mi querida familia, la sangre más fuerte de Poniente, queridos señores de las altas, cuya nobleza y lealtad sólo son comparables con su astucia y queridos caballeros de Dorne, cuya habilidad y destreza a la hora de combatir es leyenda más allá de los mares, os doy las gracias por reuniros aqui conmigo y por darme vuestro apoyo -de esta manera Lord Quentyn comienza el discurso inaugural de la cena -este es un día de celebración que debe ser recordado por el resto de la historia, una brillante luz en este periodo de tristeza tras la muerte de la reina. La reina, en su infinita sabiduría, me ha honrado a mí de todos los hombres de Poniente para ser sucesor. Siento su presencia, su apoyo, en mi persona. La última dragón está conmigo y, con vuestro apoyo, gobernaremos Poniente mejorando la labor que comenzó la Reina Daenerys -tras esas últimas palabras alza la copa y pide un brindis -¡Por Poniente! ¡Por la Reina! ¡Por la nueva era! ¡Por Dorne!
"¿Su presencia y su apoyo? ¡Ja!." - tuvo que apurar nuevamente su copa para ahogar la risa que amenazó con salir de su garganta. Mientras mantuviese sus labios ocupados en aquel néctar bermellón, todo iría bien. Esperaba no tener que aguardar demasiado hasta ser capaz de rellenar nuevamente el recipiente - "Habéis amenazado con arruinar en un solo día lo que ella tardó veinte años en construir. Si la Reina de Dragones estuviese entre nosotros tu pretensión por el Trono de Hierro habría quedado en una mera ilusión".
La inferioridad numérica entre los dornienses y el resto de los Siete Reinos hacia necesario contar con el respeto de las Casas Nobles de todo Poniente. Ganar tal favor, por tanto tendría que haber sido la prioridad de Lord Quentyn desde el momento en que conoció el contenido del testamento. Sin embargo, quizás intimidado por las posibles represalias que pudieran generarse una vez finalizado el proceso de lectura, su tío no solamente puso pies en polvorosa en cuanto avistó una oportunidad, sino que delegó en otros las funciones que, como Mano de la Reina, le correspondían únicamente a él. Que muchas de las Casas Nobles se sintiesen desairadas por un comportamiento semejante, solo conseguiría afianzar la opinión de que un hombre como Quentyn Martell no merecía sentarse en el Trono de Hierro, lo que, unido a la pretensión de su tío por conservar el trono podía acabar provocando un conflicto de inmensas proporciones.
Un enfrentamiento en la que Dorne se vería muy comprometida.
Si este último post parece disconexo o con poca relación de algunas líneas con otras, pido disculpas. Pero quería postear para no interrumpir demasiado el ritmo de juego y tengo un sueño inmenso.
Pido disculpas por ello. Un saludo!
El joven Cith se colocó detrás de Quentyn, desde que entró a formar parte de su guarnición personal era algo que solía hacer, no lo perdía de vista casi nunca. La hasta ahora Mano de la Reina comenzó un discurso de ánimo hacía todos los allí presentes: nobles, abanderados, guerreros, familia...
Cith se perdió rápidamente, el discurso no le interesaba en absoluto, sabía que por muchas palabras que hubiese iban a tener que derramar sangre, mucha sangre, si querían que Martell se sentase en el Trono de Hierro ¿De verdad creía toda esa gente que sería tan fácil? Así que se distrajo buscando una joven noble a la que seducir, que era una de sus pasatiempos favoritos.
Mañana partimos para continuar nuestro trayecto hacia Desembarco del Rey. Allí reclamaremos la voluntad de la reina con su testamento -Quentyn hace una pausa y señala a las armas de algunos de los presentes -y si es necesario usaremos las armas, les mostraremos el poder de Dorne, nuestra furia y nuestras habilidades para el combate ¡Les mostraremos el orgullo de Dorne! -grita exaltado.
Tras un largo aplauso por parte de los presentes y aclamaciones de ¡Quentyn! ¡Dorne! ¡Martell! y ¡Rey! Lord Quentyn se sienta en la silla junto a sus familiares y comienza a comer, provocando de esta manera que los criados recorran la sala trayendo nuevos platos de comida y bebida y que atractivas mujeres y hombres con ropas exóticas y eróticas entren en la carpa.
Aquello era toda una declaración de intenciones. A Quentyn no le había temblado la voz al hablar de las armas, los señores muchas veces no eran conscientes de todo lo que eso conllevaba, pero tenían otras ambiciones más importantes. Cith siguió el juego e hizo aspavientos antes las muestras de orgullo y exaltación dornienses, no en vano era uno más de aquella casa. La guerra le gustaba, pero le atraía más conseguir posiciones y creía que su señor podría haber llegado a ser Rey sino hubiese ido directamente a formar un ejército. Pero eso poco importaba ya .. y la comida estaba en la mesa.
El rubio guerrero comió sin cortarse y bebió, mirando con una sonrisa a las mujeres que daban espectáculo exótico. Se fijó en una de ellas y se prometió a si mismo acercarse a ella después, parecía que la mujer merecía mucho la pena y él estaba necesitado de cariño, o eso le diría.
- ¿Y quién te mostrará el significado del orgullo dorniense a ti, imbécil? - las palabras, aunque en voz baja, salieron de sus labios atropelladamente. Los dedos que sostenían la copa parecían estar estrangulándola más que sostenerla, y tal era la presión que ejercían sobre ella que podía advertirse como una acentuada palidez se extendía por la superficie de sus nudillos. Escuchar las últimas palabras de su tío había sido como recibir un mazazo en el cráneo, como si la despreciable Montaña que Cabalga le hubiese hundido su poderoso guantelete en el esternón con el objetivo de sacarle el corazón. Como era obvio, respondió a los clamorosos vítores con una mueca desdeñosa y ,ante el coro de enérgicos palmetazos que los sucedieron, se limitó a extender el copón hacia una de las escanciadoras para que se la rellenase.
Buscó con la figura de su madre entre la figura de sus parientes, buscando el contacto directo con unos ojos oscuros que él había heredado. ¿Acaso era él el único que ponía en entredicho las últimas acciones de su tío? No alcanzaba a comprender como la Princesa había llegado a permitir el desarrollo de un acontecimiento de tamañas proporciones . Temía que si aquello continuaba el orgullo dorniense acabaría reducido a cenizas, incluida la labor política y administrativa llevada a cabo por Arianne, con la que el reino se había visto engrandecido en todos los sentidos.
"¿Estoy sólo, madre?"
Tras más de una hora en la que los presentes se dedicaron a comer, hablar a gritos y en susurros, a beber y a palpar los cuerpos esbeltos y atléticos de los hombres y mujeres eróticos, Quentyn vuelve a alzarse y llama la atención de los presentes.
Siento volver a interrumpiros pero no me parece lo más adecuado marcharme sin daros las gracias por vuestra asistencia y vuestro apoyo -Quentyn trata de parecer cordial pero el cansancio se acumula en la cara y su rostro se muestra fatigado -debo meditar nuestra estrategia en mis aposentos asi que me retiro antes de que caiga en los dulces sueños del vino de Dorne. Pero vosotros continuad la celebración en mi nombre y procuraos hazañas y anécdotas que me alegren el viaje. Muchas gracias a todos -tras esas últimas palabras Quentyn lanza una sonrisa, intercambia un par de frases con su hermana y con las serpientes de Dorne y sale de la sala junto a unos guardias.
¿Obara sigue por allí? Se le ve bien, mal? Y las Serpientes? Datos, datos x3
El señor se marchaba a descansar y se llevaba a sus guardias con él. Cith estaba entre ellos, se levantó y siguió a la comitiva. Esperaba que le hubiesen dejado la noche libre; "Maldita sea" - pensaba mientras Quentyn se despedía. A fin de cuentas aquella podía ser la última fiesta que diesen en mucho tiempo, la última oportunidad de dormir junto a una bella dama en una cama caliente. Pero el deber llamaba.. y siguió a aquél que pretendía ser Rey de los Siete Reinos.
Obara continúa en la sala, hablando con nobles y acercándose a varios hombres de forma insinuante.
El resto de las serpientes, las que están presentes, hacen exactamente lo mismo, hablan y juguetean con nobles y caballeros.
Te dejo que hagas un último mensaje y cerramos la escena de introducción, si lo ves adecuado.
Ya no había ningún compromiso de tipo familiar o de servidumbre que lo atase allí. El rey se había marchado, brindándole la oportunidad de escapar de aquel ambiente tan enfermizo. Apuró la que sería su sexta y última copa , dejando el recipiente con un golpe seco en la mesa y se levantó lentamente para no acentuar los posibles efectos que la bebida pudiese estar gestando en su interior. Tras una última mirada a su madre, a quien encontró en mitad de conversaciones con algunos de los nobles que servían a los Martell, que acompañaba con naturalidad con más de un movimiento insinuante hacia quienes le podían parecen más aguerridos. Encogiéndose de hombros, y dejando escapar una sonrisa desvaída, se marchó del lugar con tal de descansar lo suficiente para el largo viaje que les esperaba.
De acuerdo, simplemente era para hacerme una idea de la situación. Pues por mi parte, listo :3