Partida Rol por web

Escucho con atención al tuerto hasta asintiendo a sus palabras. Me gusta este hombre.

Tendrás un puesto privilegiado a mi lado. Y recibirás una paqa privilegiada también. Puesto preeminente a la hora de elegir botín, mujeres, alcohol, dragones, lo que sea, tú lo elegirás primero sólo por detrás de mi.

No discutirás mis decisiones delante de la tropa, aunque tu opinión será escuchada en los consejos de guerra y tenída muy en cuenta. Le regalo una sonrisa felina -ahora bien ¿Qué te parecen 5 dragones con cada luna llena?

Por los lupanares pasan muchos hombres, hombres buenos, no tan buenos y de los que se dicen justos. Uno de ellos ni justo, ni bueno ni todo lo contrario me habló de ti. Uno que había escuchado de mi cruzada. Le regalé mi cuerpo y el me regalo información. Te rogaría que no insistieses más a ese respecto. Conformaté con saber que puedo darte todo lo que prometo y mucho más.

Abro una mochila y saco una bolsa de cuero donde sé que hay diez dragones. Se la arrojo a Harland. Para ti. Por tu silencio y tu sí a mi causa. ¿Trato? 

Salgo de la casa y contemplo lo que queda de poblado. Mis chicos habían hecho un buen trabajo.

Unos audaces, de momento atacábamos poblaciones dispersas y campos con poca o nula guarnición. Pero pronto nos comenzarían a dar caza como los bandidos que eramos. Había que estar preparados.

Nos dirigimos a Silver Hill. Allí nos dividiremos en grupos señores. Os presento a los nuevos.

Wayland estará al mando de los mejores arqueros, serán nuestra vanguardia, nuestros batidores, cazadores y exploradores.

Harland será mi lugarteniente. Mi segundo al mando. En Silver Hill ya concretaríamos más.

Steth y su compañia de tuertos-digo señalando al curioso grupo -han decidido poner sus lanzas a nuestro servicio.

Y el señor Sairus va a ser mi guardaespaldas.

Ahora son nuestro aliados, nuestros hermanos, no olvideis sus rostros.

Partamos.

El tuerto cogió la bolsa y la sopesó, notando su peso y calculando el dinero que contenía. Asintió, satisfecho, y la guardó en un bolsillo interior de su chaleco.

-Me quedo entonces con el oro y con las promesas, querida... Al menos tengo algo que puedo tocar -lanzó aquél mensaje intencionadamente ambiguo con una sonrisa-. Un placer hacer negocios contigo.

Acto seguido salió de la tienda con la misma tranquilidad con la que hubo entrado.

A la mañana siguiente, Harland despertó temprano y después de un importante desayuno se dirigió a la tienda de Alezade, de la que salió minutos después para dirigirse donde se encontraban los tuertos. Se plantó delante de ellos y sacó del bolsillo interior de su chaleco una bolsa, de cuyo interior escapaba un tintineo metálico.

-Nuestros planes marchan bien. Esto es un pequeño adelanto para aquellos que todavía sois esclavos de él. Poco a poco... No siempre es fácil liberarse de las cadenas.

Lanzó la bolsa frente al variopinto grupo, desparramando su contenido por el suelo: 10 flamantes dragones de oro para quien deseara cogerlos.

-Yo no prometo nada, recordad. Lo que yo hago es... esto.

Acaricio mi arco en la espalda y agarro el caballo por las riendas. Miro mis mochilas. Eso es todo lo que tengo. Ahora empieza... una nueva etapa.

- Intentaré guiar a los arqueros como pueda - acaricio a Simón en mi espalda. Una vez descansado, seguro que haría bien mi cometido.- Iremos por delante, supongo.. - sonrío, me gusta ir en solitario.. sin aglomeraciones, en compañía con la naturaleza.

El pequeño descanso que Erik había tomado termino cuando Alezade salió de la casa donde se encontraba.

El mercenario se levanto de unos sacos que había utilizado para acomodarse en el suelo y se acerco a su posición para poder escuchar las palabras que saldrían de su boca.

Tras escuchar lo que la líder del grupo había dictado Erik se apresuro a encontrar la montura con la que le habían transportado y se acerco a un par de metros de Alezade.

-Seré su guardaespaldas con honor , seré su sombra excepto cuando lo ordene.

El grupo se disponía a partir hacia Silver Hill , Erik espero a que la líder marcara la marcha para continuar a su lado.

Rápidamente observo a los integrantes de aquel grupo , a pesar de ser bastante intento memorizar sus rostros y rasgos .

Observo como los hombres comienzan a tomar posiciones. Recogen sus pertenencias y el fruto del botín y dejan detrás tanta muerte , saqueo y destrucción como los ejércitos tras la guerra.

Niego con la cabeza en respuesta a una pregunta no formulada.

Harland. Escoge hombres. En algún momento tendrás que comandarlos.

Steth y sus tuertos son mios. Tengo que aprender de ellos todo lo que pueda para los tiempos que se avecinan.

Señor Sairus -asiento ante sus palabras- así sea.

¡Audaces. Partimos! Espoleo mi montura.

Wayland. Haz tu trabajo. Confio en ti.

Steth no pudo por menos que coger las monedas de oro que lanzó al suelo el tuerto, aún las veía necesarias para todo y dinero regalado no le guiñes el ojo. Repartió una a cada uno. - Tomad chicos la primera por no hacer nada... espero que haya más después, si no mataremos a esa zorra y la violaremos... bueno no en ese orden espero.