Partida Rol por web

Tras curar a ambos hombres con un resultado mas que satisfactorio, escucha las nuevas del soldado en cuestión.

¿Puede ser mas explícito?- pregunta- el Norte es muy grande- no tenía muchas mas opciones que obedecer. El tono de sus palabras no indicaban que pudiera contradecirlas- por otro lado, quiero dejar claro que no trabajo para vos ni para ninguno de ustedes- ya solo le faltaba que le pudieran acusar de ser un rebelde- el hecho de que haya curado a sus hombres no implica que este a su servicio.

Creo que no me ha entendido, no es una sugerencia, viene con nosotros, si es que aprecia su vida en algo. Y, si le sirve de consuelo, salvará la vida de mas inocentes a mi lado que en cualquier otro lado-responde el veterano mientras dos de sus hombres te agarran y te llevan prácticamente en volandas.

En un momento nota las manos de dos hombres que le agarran y le llevan en volandas para salir de allí.

Oh, genial, ¿y ahora a donde voy?- se revuelve un poco, lo suficiente para que le suelten, pero no tanto como para indicar que se resistía. Simplemente, quería moverse por su propio pie. No necesitaba que nadie le llevase. Era absurdo resistirse. ¿Que le quedaba entonces? callar y observar. Quizás pudiera sacar algo interesante de todo esto... al fin y al cabo, la información también era poder- bueno, ¿a donde me llevan mis escoltas?- dijo, irónico.

Allí donde seas útil, joven. Tardaremos varios días en llegar pero será un buen camino en el que podremos conocernos mejor ¿cual es tu nombre joven?-te pregunta el hombre mientras salís de la ciudad, aunque se aleja de ti sin que te de tiempo a dar una respuesta.

El señor se coloca guiando a sus hombres, formando una pequeña columna que atraviesa las calles mientras dos de sus guerreros te sujetan con ambas manos. La población parece no ver lo que ocurre y, por desgracia para ti, ningún guardia está presente, aunque varios hombres parecen seguiros.

Cuando salís a las afueras ves que el grupo de no más de diez hombres ha aumentado durante el paso por la ciudad, alcanzando la cifra de casi tres decenas. Solo entonces el señor vuelve hacia ti y te dice -puedes darme la respuesta chico mientras espero al resto de mis hombres.

Definitivamente, no había mucho que hacer salvo seguir el juego al rebelde. Lucyen se desesperaba de su situación: no llegaría a Harrenthal, estaba claro. Por ahora solo le quedaba ver y observar. Con un poco de suerte lograría sacar algo útil de allí...

Lucyen- contestó- ¿y el vuestro?- vuelve a preguntar- si vamos a conocernos mejor lo suyo es que cada uno haga las presentaciones pertinentes. 

El hombre sonríe ante tu atrevimiento y varios de sus hombres te miran con frialdad -Esa es una mala pregunta para vos, pero os responderé. Ahora bien, el tener este conocimiento hace que no saldréis de aquí con vida. Si alguno de mis hombres sospecha de una posible huida os matará sin dudarlo. Soy Rocken Tudbury, antaño lord, aunque no se si me conocerás. Chico ¿donde has aprendido a curar así?

Sepa o no vuestro nombre, si intento huir vuestros hombres me matarán igual, así que me da lo mismo- responde- por otro lado, si vamos a iniciar una bonita amistad a partir de ahora lo lógico es conocer nuestros nombres. 

Aprendí a curar por aquí y por allá. Gané mis conocimientos sobretodo al servicio de lo que fue la Casa de la Luz, pero mis viejes por los siete reinos me han ayudado también a mejorar mis dotes en la medicina. 

Conocía bastante del El caballero Tortuga, y francamente, dada su situación podía entender su posicionamiento contra la Casa Baratheon. El hecho de que Quentyn se hubiera convertido en el nuevo Rey de Poniente no cambiaba su posición. Al fin y al cabo, se apoyaba en la casa que tanto odiaba Rocken Tudbury.

Algo conozco de vuestra casa- responde- lo suficiente para comprender vuestro posicionamiento contrario a la Casa Baratheon. Pero, y espero que no os ofendáis con lo que os voy a decir, vuestra venganza no es mi lucha. 

Lord Tudbury asiente ante tus palabras -Es cierto hijo, esta no es tu lucha pues vuestras manos me serán más útiles en otro lugar, curando a mis hombres heridos y sanando a mi pueblo enfermo. Y obtendrás recompensas por ello, tenlo claro. Pero también quiero que sepas que no tienes opciones, o vienes conmigo o mueres.

Si, si...- responde ante sus últimas palabras- se en que posición me encuentro. No hace falta que soltéis vuestras amenazas- entendía que su posición era vulnerable y que no podía hacer mucho mas que obedecer. Quería vivir al fin y al cabo- ¿cuanto tenemos que recorrer para llegar a nuestro destino?

Mientras hablabais más gente se os ha acercado, formando ya un destacamento, casi un ejército, de más de doscientos miembros. Pero te percatas de que muchos son mujeres, niños y ancianos y que ni la mitad son guardias, aún cuando la mayoría de los hombres están armados.

Mi pueblo tiene que encontrar, se merece ir a algún lugar en el que cobijarse, donde vivir. Ya no veo importancia en comunicártelo, nos dirigimos a Harrenhal, la fortaleza maldita.

Bueno, un golpe de suerte- piensa el aprendiz al enterarse de su destino. Observó con interés al "ejército" de Rocken Tudbury -un grupo compuesto principalmente de ancianos, mujeres y niños- y con menos de cien soldados de verdad. La marcha sería algo lenta, y lo único que podía esperar era que no sufriesen ataque alguno. 

Es un sitio como cualquier otro- aunque no era cierto. Construido por Harren el Negro de piedra negra, con numerosas y enormes torres y un gran salón en el que se decía podía albergar a un ejército, era el monumento que mostraba el orgullo desmedido de Harren. Claro que de poco le sirvió cuando Aegon inició su invasión. Y es que por muchos gruesos y altos muros que tenga aquel castillo, el fuego de un dragón es suficiente para destruir una fortaleza. Y así acabo la historia de Harren y de su dinastía.

A pesar de su negra historia, era el mejor lugar para poder defenderse de posibles ataques. Eso no podía negarlo. Era el mejor sitio para mantener a salvo a su pueblo... al menos, por el momento.