Llegas a las puertas de una habitación, custodiada por un guardia. Tras intercambiar unas miradas el vigilaste llama a la puerta y os la abre para que entréis.
En el interior de la pequeña pero lujosa habitación veis al hombre joven sosteniendo una copa de vino, observándoos desde una silla.
Pasad y servios una copa de vino-saluda, señalando una botella y un par de copas plateadas -quiero que me des más información sobre ese asunto del que hablamos. Estoy interesado, la verdad, dado que Sir Héctor no pone nada de su parte para resolver esos problemas.
El mercenario se acercó al vino y se sirvió una copa en silencio, con una leve sonrisa pícara en sus labios y ese nuevo aire de misticismo que le había imprimido a su personaje, parecía totalmente otra persona. Tras servirse, se mojó los labios y miró al joven que estaba ante él.
- Soy mercenario, no me sería difícil entrar en el campamento de los que os molestan, ganarme su confianza...y matar a su líder - soltó de sopetón. Tras decirlo, se bebió el vino de un trago y dejó la copa sobre la mesa. - Y eso podría ayudaros a fijar una alianza con el nuevo Rey - concluyó.
No había tiempo para dilaciones, para estudiar al otro... por lo que Knut se lanzó directamente al ataque, a jugar con la dificil situación del joven Armidal
El hombre miró al fondo de su copa, posiblemente buscando respuestas en el vino -Me interesa bastante lo de matar al líder mercenario, la verdad, al menos como venganza por sus actos. Aunque veo imposible lo de unirnos al rey Quentyn, la casa ha decidido mantenerse al margen. Te pagaré bien por todo lo que hagas que pueda ayudarme a vengarme, incluidas acciones que hagan que los ejércitos de Quentyn arrasen con los mercenarios ¿cuanto queréis?
- Quiero que convenzáis a los de vuestra casa de que la postura de quedarse al margen no es la más conveniente, Sir Armidal. Algo de oro tampoco me vendrá mal, para que negaroslo - Knut se sirvió otra copa de vino y ofreció a su anfitrión. Después lo miró fijamente a los ojos, intentando sacar algo en claro de aquél hombre, de su primer escollo hacía hacer un buen trabajo. - No soy cualquier mercenario, por lo que, a cambio, como podéis ver, no pido cualquier cosa... - Los ojos de Knut estaban vivaces, brillantes, activos... como los de un halcón apunto de atacar a su presa. Debía encontrar el punto débil de aquél hombre, la motivación, lo que fuese que lo convenciera de aceptar aquél pacto - ¿Sabéis? - se giró y dio por unos instantes la espalda a su acompañante, cambiando también el tono de voz, sonaba algo más informal... más íntimo, mas confiado - Soy esa clase de hombre que puede hacer que un caballero de vuestra talla consiga sus pretensiones - Esperemos que sea ambicioso, pensó Knut ...
Puedo daros un poco de oro, mas cuando recupere mi hogar si aún queda algo-te responde con cierta frialdad y tristeza en la voz -pero no puedo cambiar la postura de mi casa, pues la decisión ha sido tomada en una votación y es muy dificil cambiar la opinión del consejo, máxime cuando es defendida por un hombre tan severo como Lord Héctor. Ojala pudiera ayudaros y que vos hiciérais lo mismo conmigo.
- Decidme a quién queréis que mata y así se hará - la voz de Knut escondía algo mas allá de aquella obviedad. ¿Acaso el mercenario estaba proponiendo al joven matar a Lord Hector? Quizás si... quizás no.. - con su correspondiente cantidad de oro, por supuesto.
El mercenario se quedó perplejo, analizando tus palabras y pensando una respuesta adecuada. Finalmente dejó escapar el aire y te respondió -No puedo deciros que matéis a nadie, solo quiero que mi casa cambie de rumbo y me ayude a que la paz vuelva a mi hogar.
Knut se acercó al hombre y puso una mano su hombro.
- Os ayudaré con ello, sólo espero que después no lo olvidéis. Partiré en busca de los mercenarios de inmediato - El mercenario estaba serio, debía lidiar con muchas cosas y no sabía que le depararía todo aquello y si realmente le aportaría algo a su causa.
La idea es partir ya.
Si me ayudáis con esos mercenarios y vengáis a mi casa os tendré en cuenta, muy en cuenta, tenedlo por seguro-te responde el hombre ofreciéndote la mano-tal vez incluso solicite vuestros servicios nuevamente. Un hombre de poder siempre tiene enemigos poderosos.
Y con esto pasamos a la otra partida algún día. Allí empezarás llegando a la ciudadela donde se encuentran los mercenarios.
Siempre que quieras seguir, claro, que creo que si. Aparte posiblemente llevarás otros personajes.
Te meto en la otra :)
Knut respondió estrechando la mano de su interlocutor con fuerza y dibujando una sonrisa. No era una sonrisa cualquier, su cabeza daba vueltas y se dio cuenta del poder que podía llegar a atesorar. Quizás no terminase de cumplir la misión que su Rey le había encomendado...pero estaba seguro que cumpliría con sus expectativas y conseguiría lo que siempre había deseado: poder y reconocimiento.
¿Sería el cambio tan radical en el joven? Sólo el tiempo lo diría.
Por supuesto.