Tras la salida de la última casa del lugar en el que se ha celebrado tan conflictiva reunión, los maestres comienzan a salir a paso lento.
El maestre Tyrell sale con celeridad rumbo a sus aposentos, sosteniendo en su mano el manuscrito donde debeis escribir la carta que Lord Arryn debe dar a Lord Quentyn para evitar que la guerra manche Poniente.
Algo de interpretación para empezar.
Lucyen es de los últimos en salir, caminando lentamente hacia los aposentos de su maestro. A decir verdad, había estado apunto de morir allí mismo, y todo por decir simplemente un hecho que consideraba la verdad. Si bien es cierto que no se había esperado tal reacción por parte de Lord Blackmont, lo cierto era que la próxima vez debía medir sus palabras, solo por si acaso. Y es que por mucho menos se había matado a hombres.
Su mente estaba puesta en su inminente viaje con Lord Arryn para ir al encuentro de Lord Quentyn e intentar evitar el inicio de una guerra que, para el aprendiz de maestre, estallaría por una causa u otra. Por mucho que lograsen impedir ahora un enfrentamiento, Lucyen no dudaba de que era mas que imposible detener una lucha entre las grandes casas por el poder. Y para muestras la actitud de los Stark y Greyjoy, que ya comenzaban a tomar posiciones completamente diferentes a la del resto de las grandes cosas, pensando en sus intereses (como no podía ser de otro modo).
En cualquier caso, y a pesar de las dificultades, debían de intentar todo lo posible para lograr que la guerra no estallase, por complicado que fuera. Y con eso en mente, Lucyen se dirigió hacia las habitaciones de su maestre. Esperaba poder charlar con él con mas calma sobre la nueva situación y que poder hacer al respecto.
Una vez en los aposentos del maestre Tyrell este despeja apresuradamente una de sus mesas repleta de pociones, perfumes y botellitas con flores y líquidos.
Lucyen, esto está muy mal, muy feo, la reina no logró su cometido, no tenía preparado a un heredero -comenta nervioso dirigiendose a ti en un principio y divagando a continuación -la guerra llegará a Poniente, debemos redactar algo que pueda disminuirla o al menos retrasarla. Piensa estúpido viejo ¿que podriamos decirle a ese maldito crio consentido de Quentyn?
Solo la verdad...- responde sentándose en una silla vacía y cruzando los brazos- las grandes cosas no va aceptar la amenaza que supone traer al ejército a Desembarco del Rey y sino lo envía de vuelta, todas ellas tomarán medidas contra él.
Por otro lado, se ha decidido que se realizará un concilio con representación de todas las grandes casas para intentar poner a un rey que satisfaga a todos.
Aunque todo esto no valdrá de nada. La guerra va a estallar en Poniente, nos guste o no- dice, apesumbrado. Poca fe tenía que todo esto que iban hacer sirviera de mucho.
Es cierto chico -dice el maestre comenzando a escribir la carta -poco podemos hacer para resolver esto. El plan de la reina nunca pudo ser completado, murió antes de que pudiera escoger a un heredero. Si la muerte la hubiera reclamado sólo unos pocos años más tarde los candidatos ya habrían crecido y se podría haber elegido a uno de ellos -murmura entre suspiros tu maestro -pero ya poco importa, la paz de Poniente tiende de un hilo.
Habrá que intentar hacer todo lo posible para que se mantenga en un hilo...- dice- será mejor que escribamos esa nota y se la enviemos a las casas nobles. Partiremos cuanto antes para dialogar con Lord Martell. Espero que no nos corte la cabeza nada mas recibirnos.
Eso espero chico, aunque no serías el aprendiz que menos tiempo me ha durado -dice el maestre Tyrell mientras centra su atención en la carta -Misiva enviada por las grandes casas de Poniente para Lord Quentyn Martell, hijo de... Mano de la Reina...Alto señor del consejo...Heroe de las batallas de... -murmura entre dientes mientras escribe -Por cierto, era una broma, ninguno de mis aprendices ha durado tan poco. Aunque ese estúpido de Lowen estuvo a punto de morir cuando inhaló el veneno de la serpiente celeste del pantano, maldito chico, era un verdadero incompetente.
Mientras continúa contándote historias de este y otros aprendices el maestro Tyrell desliza su pluma sobre el manuscrito con profesionalidad.
Lucyen escucha las pequeñas historias del maestre Tyrell mientras espera pacientemente a que termine de escribir la carta.
Espero que el resto de las casas no pongan peros a la misiva- murmura, mas para si mismo que para el maestre. Dudaba bastante de ello, pero ante los líderes nobles nunca uno podía darlo todo por seguro.
Ya está -el maestro Tyrell coge el pequeño folio en el cual ha escrito y, tras calentar un sello, impregna su marca como maestre de Desembarco del Rey en la parte inferior del folio, dejando espacio suficiente para las firmas de los altos señores -Primero un breve recordatorio de sus hazañas ya que, aunque es como un crío consentido, no podemos obviar algunos de sus actos. Después una breve exposición de los deseos de las grandes casas de discutir sobre el testamento y un disimulado recordatorio de que llevar un ejercito a un concilio no es la mejor forma de empezar.
El maestre Tyrell te señala con el extremo de la pluma el denso párrafo final -Y aquí para acabar un recordatorio de todos aquellos concilios y reuniones que celebraron los grandes reyes antes de comenzar a gobernar o al principio de su mandato, para tratar de hacer que entre en razón dejándose llevar por la ilusión de ser como uno de los grandes monarcas de Poniente.
El maestre Tyrell se levanta, recoge el manuscrito, su pluma y la tinta y se dispone a salir -Si no tienes nada que objetar, joven aprendiz, saldré a recoger las firmas necesarias y tu podrás prepararte para el viaje. Tal vez Lord Arryn quiera salir nada más firmar el tratado.
No tengo nada mas que añadir por mi parte, salvo prepararme como bien decís para el viaje. Sino le importa, me gustaría poder llevarme alguna cosa de su lugar de trabajo, sino le es inconveniente- tampoco iba a llevarse mucho equipaje, pero quería tener preparadas algunas hierbas solo por si acaso.
Por supuesto chico, coge todo lo que necesites. Menos mis costosas colonias, te prometo que te enseñaré a hacer algunas cuando vuelvas, juntos podremos formar un laboratorio de creación de lujosos aromas -el Maestre Tyrell señala la mesa donde guarda los ungüentos y hierbas -eres libre de coger lo que precises pero recuerda que nuestros conocimientos no impedirán que las espadas se claven en tu carne. Ten cuidado chico, tenemos muchas cosas que hacer cuando vuelvas -tras sus palabras el Maestre se marcha, dejándote sólo en la estancia.
Último mensaje de esta pequeña introducción.
Lucyen se levanta, y recoge hierbas, ungüentos, vendas... todo lo necesario (y dosis para varias personas) para el viaje que debía realizar. Si algo malo ocurría, él tendría material de curación para ayudar en todo lo que pudiera, siempre y cuando no le pasase nada a él.
Tras esto escribió una pequeña nota y dejó el libro que le regalaron en la mesa del maestre. El lo guardaría hasta que volviera.
Ya estoy listo- no tenía mucho mas que hacer, salvo buscar a Petyr para ponerse en marcha.