Tu señor, Lord Tommen Baratheon, te alcanza ante de que puedas disfrutar de tus bien merecidos alimentos -Ser Trant, Quentyn es un verdadero capullo, para que engañarnos, pero al menos parece que a ti te guarda algo de respeto pues ha escuchado tus consejos. Te daré el mando de diez de mis mejores hombres y contaréis con los caballos más rápidos que puedo encontrar. Quiero que llegues a las tierras de los salvajes que se encuentran en ek camino al Nido del Águila mucho antes de que llegue el chico y sus hombres.
Lord Tommen te tiende una pequeña bolsita llena de dragones -Lord Arryn domesticó algo a los salvajes de las tierras pero, tras su muerte, estos habrán vuelto a dejarse llevar por sus ansias de sangre y guerra. Quiero que les ofrezcas dinero y armas a cambio de su lealtad, que encuentres a alguien de entre todos esos locos que sea válido y lo ayudes a reagrupar a los salvajes para que te apoyen en tu misión de exterminar a Ramiel y a otros apoyos que traten de llegar al Nido. Después te reunirás con el ejército de Quentyn y tomaréis el hogar ancestral de los Arryn.
El joven esperó con paciencia que todos abandonasen la estancia para quedarse a solas con el Rey, su Rey. Sin duda aquello le inquietaba y emocionaba a la vez. Era un hombre de carácter difícil, por lo que quizás estuviese enfadado con él o, quizás, le iba a encomendar alguna tarea de la que quería que el se ocupase. Esto último le gustaba y atraía, estaba deseando hacerse notar y ganarse un hueco y una posición más acorde con sus ambiciones. Algún día sería algo más que un simple guardaespaldas, eso lo tenía claro.
Cith se acercó hasta una distancia prudencial a Quentyn y lo miró con cierta expectación. No dijo nada, simplemente se mostró dispuesto a escuchar.
Tu señor, tu rey, te da la espalda y llena dos copas de vino, dándole un sorbo a una y tendiendote otra.
Cith, te voy a pedir algo que no le pediría a nadie. Quiero que mueras por mi, que desaparezcas. Quiero que dejes de ser Cith Seodac y que seas un completo desconocido para todos menos para mi-te ordena tu rey -quiero que seas mi mano en la sombra, que te infiltres en las filas de mis innumerables enemigos y los asesines. Se que es algo complicado y que no eres un experto en este tipo de situaciones. Por ello empezarás por una misión sencilla.
Tu rey coge de uno de sus bolsillos una pequeña saca y te entrega diez dragones -Ve a las afueras de la ciudad, donde acampa parte de mi ejército. Recluta a tres o cuatro mercenarios y ve con ellos a las tierras de los dominios del reino. Quiero que encuentres a ese grupo de mercenarios, al que se unió ese Tuerto, y te unas a ellos. Diles que eres un líder de un pequeño grupo de mercenarios venido a menos. Quiero que te integres en el grupo, descubras las motivaciones de su líder y la mates. A ella y a todos los hombres que puedan ser peligrosos para mi. Si quieres deja al Tuerto con vida y mándalo, junto con el resto de mercenarios, a la tierra de los Lannister, para que siembre el caos en sus dominios.
No muevo la cabeza, aunque apruebo con una sonrisa tras mi mascara todos los insultos hacia el nuevo rey. Un estúpido pomposo que no tiene ni idea de donde tiene los pies metido.
- No se porque me hace caso, pero por lo menos eso que tiene de sentido común, dejarse aconsejar- pongo los ojos en blanco ya que es un pobre consuelo para todos los desatinos que ha hecho en un solo día- Sin problemas señor, iré a los barracones para coger a los diez mejores jinetes.
Cojo la bolsa de Dragones y tras sopesarla de modo automático, dejo mi bolsa de viaje en el suelo y la voy metiendo dentro mientras respondo.
- Mi señor, sois consciente de lo que me estáis pidiendo, es difícil y más aun si tengo que negociar rápido para llegar al nido del Águila con premura y unirme al ejercito. Lo que me deja calculo yo- miro hacia el techo pensativo- 1 día o menos para las negociaciones. Estar más tiempo significa arriesgarme a llegar tarde a la batalla, ya me estoy imaginando a los Martell atacando, bueno, más bien sitiando el Nido del Águila, nada más llegar. Indudáblemente dejarlos aislados de refuerzos es nuestra mejor baza.
Pienso otra cosa.
-A la hora de negociar una posible rendición, permitidme un salvoconducto para asistir en el caso que se produzca para estar presente y hablar en vuestro nombre. Si algo sale mal volveré sin mirar atrás, eso seguro- me importa un pito la vida de los que no sean mis hombres.
peldon ^^
No, el ejército de Quentyn tardará en organizarse y no creo que parta directamente, sin disimular. Tendréis tiempo suficiente antes de que llegue el ejército, seguramente más de una semana. Otro cantar es ese estúpido crío. Esperemos que los clanes de las Montañas de la Luna no hayan perdido sus ganas de matar, aún siendo a críos. Tu habilidad con la espada hará más que el dinero para convencerlos pero, por si acaso, llévatelo. Te dará tiempo de sobra a unirte al ejército, que por cierto posiblemente tenga que pasar por el camino que cruza las montañas o el que las corta. Además, tu dominio de esos clanes nos ayudará a acabar con posibles refuerzos a los Arryn antes de que lleguen y sacrificando a simples salvajes -te responde tu señor. Acto seguido coge un trozo de pergamino y escribe algo en él con una letra diminuta, alargada y muy fina.
Aquí tienes tu salvoconducto, aunque tu espada siempre será otra vía de escape si la cosa se pone peor. Ante todo, procura que los Arryn no retomen el poder del Nido. Que el señor de la Luz os acompañe, Ser Trant-concluyó tu Lord.
El joven cogió la copa de vino y agradeció con un gesto de cabeza... iba a beber cuando el Rey comenzó a soltarle lo que esperaba de él. Lo primero que sus oídos escucharon es que quería que muriese, que se convirtiese en otra persona y así acabar con algunos de sus enemigos. Era una misión complicada, pues él tenía un entrenamiento militar específico y una forma de combate que quizás llamase la atención de los mercenarios. Sin embargo, era algo que podía controlar y pasar tiempo con bárbaros le habían enseñado algunas cosas de sus costumbres.
No probó ni una gota de vino, no era el momento, su mente debía estar despejada y clara. Cualquier detalle podría ser fatal y acabar con sus planes y con su vida. Si hacía aquello para el Rey, con éxito, seguramente obtendría aquello que siempre había deseado, podría casarse con alguna joven doncella con títulos y conseguir ser miembro por derecho propio de alguna familia importante. Era su momento y no podía dejarlo escapar.
Cith hincó la rodilla en el suelo, con un gesto noble y tradicional.
- Estoy a vuestra disposición, mi Rey. Traeré la vida de vuestros enemigos o lo pagaré con la mía - agachó la cabeza esperando la respuesta de su señor. Tenía un par de preguntas, pero esperaría para formularlas. Básicamente se le planteaba la duda de como conseguir morir para los ojos de todos los demás.. que harían para conseguir eso.
Perfecto Cith, hombres como tu son los que necesita un rey. Ten por seguro que, si cumples lo prometido, no te faltará nada durante mi reinado.
Si quieres preguntar vamos a ello :)
-¿Cómo moriré?- era un hombre de cierta importancia, atar cabos era esencial.
Eso no es importante, no eres un personaje público. Diremos que moriste asediando a los Arryn, no os preocupeís por ello. ¿Partís?-te respondió tu rey, dejándote tiempo para nuevas preguntas.
Cith no insistió más en aquellas preguntas, si su Rey no le daba importancia él no era nadie para cuestionar aquello. Sólo le quedaba algo más que preguntar y se iría inmediatamente.
- Si me permitís, una última pregunta antes de partir ¿cómo le informo de mis avances?- tal vez Quentyn ni siquiera quería recibir notificaciones hasta su vuelta - si es que volvía con vida - pero quería irse con todos los detalles en la mano.
Assa, han pasado 9 días, ponte las pilas.
Mándame la cabeza de mis enemigos, esa será una buena señal de tus avances-responde Quentyn con una sonrisa homicida -aunque también puedes mandar algún cuervo. No me fío de que ningún hombre viaje a vuestro lado, conociendo vuestra labor. Prefiero estar poco comunicado a exponeros en demasía. Mandad un cuervo cuando creáis es necesario y yo os mandaré una respuesta en forma de algún hombre escogido por mi. O mis ejércitos, si descubrís donde se esconden esos mercenarios.
Asiento una vez más a las palabras de mi señor.
-De acuerdo Tommen, puedes confiar en mí- guardo el salvoconducto- veo que no podré darme ni un baño- chaqueo la lengua- que le vamos a hacer, saldré de inmediato. Lo que tarde en preparar al grupo.
Cambio el rumbo de la cocina a las caballerizas, para mandar preparar los caballos, llamo a un criado para que me prepare la comida, y rápido, después voy a los barracones y escojo a los mejores jinetes, tienen preferencia aquellos que conozcan la zona de las tierras de los Arrin y luego aquellos que no tengan familia, ya que considero la empresa bastante arriesgada.
Soy un despistado de la vida :_(