Partida Rol por web

Assan resopló apesadumbrado.

―No sé, Lord Comandante… No sé me ocurre nada. Ese hombre era amigo de Varys la araña, con que sólo tenga la mitad de informadores que el eunuco… Se nos hará muy difícil engañarle ―se frotó la calva con rudeza―. Una cosa, ¿No os parecieron extraña las últimas palabras del magister? Además, no estaba enfadado con vos… en cierta forma…

Dejó vagar las últimas palabras. 

-Algo hubo de extraño en aquello, debo reconocer...- Los dornienses no necesitan el cuerno para ganar, tienen ya los dragones en su posesión... Tal vez tengan un ejército preparado, algo contra los dragones, las posibilidades eran infinitas. -Podía significar cualquier cosa, sospecho que tenga algo que ver con sus ejércitos, tal vez que tienen un arma para manejar a los dragones, o tal vez... Para matarlos.

―Mi mente de sacerdote del Dios ahogado tal vez no llegue ahí, pero, como bien sabe, Dorne es la casa más poderosa de Poniente, creía que el Magister se refería a que su ejército no necesita los dragones para ganar; es decir, que ni le pidieron el cuerno, ni se lo pedirán; además, el Magister no quiere el cuerno para nada, lo dará al mejor postor, al que más le ofrezca. Él no gana nada manteniéndolo encerrado. 

Se mordió el labio, pensando. 

―Noram se refirió mucho a unos mercenarios... yo no lo conocí, Lord Capitán, pero no es usual en un marinero tan curtido como él temerlos así... No sé, aunque tiene pinta de estar más ido que aquí. ¿Sigue pensando atacar esta noche

Continuasteis caminando, debíais cruzar la ciudad entera para llegar al puerto y aún os faltaba la mitad del trayecto. El camino de ida se os había hecho más corto. 

Dagon no era un genio en todo lo que abandonara el arte de la guerra y le costaba seguir el ritmo de su interlocutor. -Entonces qué sugieres.- Preguntó con disimulo

―Lo siento, Señor, no hago más que liarle... podríamos emponzoñar las bocas de la ciudad, hacerlos creer que vamos tras... tras... mercenarios, tal vez... en dirección este... claro. Sólo saldrían un par de nuestros marineros. Yo, Fynn y alguien que se haga pasar por vos. Tenéis, si me permite decirlo, una cara muy normal, vestido como usted nadie sospechará nada. Por la noche, cuando todos crean que hemos ido a contratar mercenarios hacia el este, vos saldrá acompañado de la mayoría de la tripulación para asaltar las débiles murallas de la casa del Magister, la cual está en un extremo de la ciudad. Con la ayuda de Noram y algunas trifulcas no deberíais tener problema. 

Dagon sonrió al oir aquello. -Esa era la pieza que me faltaba, eso haremos. Por ahora buscaremos a Noram, conociéndole estará en el bar de siempre.- Tan solo espero que no me hallas traicionado, por tu bien y por el de nuestro plan.

La comitiva siguió charlando esta vez de temas intrascendentes, y de planes ficticios para distraer posibles oídos.

Encontráis al descerebrado marinero, en un pequeño mentidero, lanzando risotadas nerviosas y a medio tapar por la manta. Lo acompañan un par de hombres de aspecto rudo. Ellos sí beben, gritan y ríen a carcajada limpia.  En cuanto os ve se levanta y con una leve sonrisa os invita a sentaros.

―Aunque si a mi Señor le place, podemos ir a otro lugar más adecuado, el callejón de antes es perfecto. Yo aquí sólo… os esperaba.

Camináis junto a él por un par de calles. Llegáis muy rápido al lugar donde os lo encontrasteis por primera vez.

―¿Y bien? ¿Le ha sido de ayuda Noram? ―os mira preocupado― ¿Se ha oído por las malas bocas que salisteis de su mansión gritando? ¿Fue bien?

-Las malas bocas exageran, simplemente el Magister no estaba dispuesto a hacer negocios.- Bufó mientras con la mano hacía un gesto despectivo, a continuación se acercó a su interlocutor y en un susurro le dijo: -Tengo un trabajito para ti, bien pagado por supuesto, eso sí, necesitaremos a alguno de tus hombres. ¿Te interesa?

Dagon aguardó la respuesta de su interlocutor mientras echaba una ojeada a sus alrededores.

―Lo que sea para complacer a mi Señor. 

Sin cambiar de postura prosiguió a dar el resto de la información, no tenía porqué saber el cuadro completo, ya se lo dirían sus informadores que si algo se demostraba era que no andaba corto de ellos.

-¿Qué tal se os da armar bulla? Necesito que esta noche, en las primeras horas de la noche os repartáis por todo Pentos, pero lejos del puerto...- Le guiñó amistosamente produciendo un retrato extraño en su faz. -Cuando estéis repartidos por todo Pentos, necesito que arméis bulla, toda la que podáis, peleas en los bares, algún incendio provocado, nada grave.- Añadió quitándole importancia. -Sólo buscamos tener a la guardia ocupada, con ello conseguiremos un buen golpe, por supuesto la sexta parte de las ganancias para mis hombres, que la tomarán por el precio del hierro, la restante para los tuyos, es un buen trato ¿no te parece?.

―El oro prende más que la paja, mi Señor. Ya verá, ya verá... ni los fuegos artificiales entretendrán mejor que nosotros esta noche... ya lo verá ―el marinero os sonreía, encorvado. 

Dagon sonrió levemente como única respuesta, Noram le conocía y sabía el significado tras aquella sonrisa... Adelante. A continuación el Lord Comandante de la flota de Pyke se alejó del callejón en dirección a Assan.

-Assan, encárgate de lo que hablamos, siembra tus dulces palabras en sus oídos. Llévate a Droc'ho y a Fynn para que te cubran las espaldas, yo me encargaré de tener las armas a punto. Nos veremos en el barco al anochecer, mis hombres necesitarán vuestra bendición.

Sin saber cómo despedirse murmuró una frase que llevaba tiempo sin pronunciar: -Que el dios ahogado te guarde.

El sacerdote asintió

―Lo que está muerto nunca puede morir... ―dejó la frase a medio completar, mientras te tendía su mano. 

-...sino que se alza de nuevo, más duro y más fuerte.- Respondió Dagon. Aquel viejo debe querer que abrace la fe, sin embargo sólo la pienso utilizar para tener a todos mis hombres unidos bajo las mismas creencias.

Tras despedirse se encaminó al puerto, debía preparar a sus hombres para la batalla que se avecinaba...

Assan se marchó acompañado por dos de tus marineros. Visteis como entra en un tugurio, algo lejos de ser una taberna.