Tal vez si consiguiéramos que los líderes de las casas nos siguieran a nosotros tendríamos una oportunidad de rehacer nuestra estrategia. Podríamos dejar algunos ejércitos protegiendo la capital, sin buscar nuevos conflictos, y que el resto baje a nuestra tierra. Pero temo que los Yronwood y los Manwoody no desobedecerán una orden de Quentyn. A no ser que un general respetado afirmara que es una locura -intervino Lord Edric, dejando caer una línea de acción.
Su propuesta no había calado tan hondo como ella hubiera querido, pero todavía quedaba mucho conflicto por delante, y Valena sabía que su propuesta no era la única viable... Y que en la primera escaramuza no se decidían las guerras.
El objetivo era Dorne. La independencia era una salida muy atractiva, pero el reinado sobre poniente también lo era, y en según qué condiciones ser súbditos también podía aceptarse. Pero ese no era el momento para decirlo, como decía: todavía quedaba mucho conflicto por delante.
- Intentaré hablar con Lord Qorgyle. Si los Yronwood y los Manwoody no quieren volver a las marcas siempre pueden ser ellos los que se queden con Quentyn... En cualquier caso, Lord Edric, las tropas están ahora mismo en Desembarco del Rey, necesitamos un buen argumento para hacerlos volver hasta Dorne.
Obvió que también podría hablar con Lord Dalt, pues ni era especialmente relevante entre las casas ni quería sacar a colación un tema espinoso. Ya habría momento para lograr el perdón para Andrey, de momento había cosas más importantes que un hombre enfurruñado con la princesa.
La propuesta de Valena no podía ser aceptada de buenas a primeras, nadie lo esperaría. Pero la idea había sido planteada, tal vez algunos nobles recordaran la grandeza de antaño y se sumaran a su propuesta, tal vez la Princesa Arianne y Lord Edric fueran tentados por la posibilidad de convertirse en soberanos de sus tierras, tal vez no ocurriera nada.
El Maestre Garth era un académico y, aunque parte de sus funciones era dar consejos, era usual verle ensimismado, pensando. En ese momento estaba repasando los diferentes gobiernos del pasado: sus estructuras, sus características, su organización....
Un Dorne libre era posible, aunque no sabía si deseable. Un breve periodo de conflicto sería tan poco deseable como inevitable, pero seguramente en cuanto la guerra se estancara las grandes casas se sentarían a hablar y solucionarían sus disputas... La historia reconocía que en cuanto la nobleza se aburre de la guerra siempre encuentra el modo de llegar a acuerdo.
Lord Edric dejó que en su rostro se dibujara una sonrisa pero no dijo nada más. Fue la princesa la que, tomando el turno, respondió a las palabras de Valena -Las tropas de Dorne se dividen en dos tipos, mercenarios que siguen el dinero de mis arcas y las del reino y hombres de nuestra tierra. Los primeros son fáciles de atraer y los segundos, en su mayoría, son hombres de nuestras casas o comandados por nuestros generales. El problema principal son las casas Yronwood y Manwoody pues espero seas capaz de convencer a Lord Qorgyle para que vuelva sus fuerzas a Dorne y tomemos todo lo que queda al sur de la capital, formando el reino más grande de Poniente, más estable y sin arriesgar a nuestros hombres.
El sacerdote, con su habitual expresión cercana a la locura, apoyó las palabras de la Princesa -Nuestro reinado contaría por el este con los territorios de la piadosa Casa de la Luz y la fiel casa Baratheon, al sur tendríamos nuestros territorios y los de las tierras de la difunta reina. Tendríamos un territorio más extenso que los de las Casas del Norte y, obviamente, seríamos mucho más ricos. Cuando la situación se estabilice podríamos recuperar nuestros territorios del oeste, el Rejo y las Islas Escudo.
Mandaré cuervos a mis hombres que están con el ejército de Quentyn y movilizaré las tropas que aún permanecen en mis tierras. Los llevaré a nuestras fronteras con los Greyjoy y las posibles casas rebeldes, Yronwood, Manwoody y Qorgyle. Si actuamos con rapidez podríamos formar nuestro reino en un par de meses, con nuestra señora Arianne al mando -apoyó Lady Fowler, mostrando sus cartas.
La madre de Valena miró a esta y a la princesa -Sea pues, mi hija se reunirá con Lord Qorgyle y lo hará entrar en razón. Debemos estar preparados, si es necesario tendremos que luchar con vuestro hermano, princesa. Y debemos hacerlo antes de que se percate pues el fuego de su dragón podría destruirnos.
Valena intentaba aguantarse la sonrisa, era una guerrera, pero no podía evitarlo: estaba feliz. Una gran oportunidad comenzaba para Dorne. Tal vez para algunos fuera una empresa menos grandiosa que la corona de Poniente, pero generalmente esos eran los que realmente no sabían cómo era Poniente.
- Hablaré con Lord Qorgyle y lograré que se una a nuestra causa. Le traeré de vuelta junto a nuestros ejércitos, y ojalá el resto de las casas vengan con él.
Lo más difícil no sería convencer a los Yronwood y los Manwoody, que sí, sería difícil, pero lo realmente difícil sería Quentyn. Iba a tener que encontrar el punto justo de presión, amabilidad, persuasión e intimidación para lograr sacarle de sus trece. Prefería un Dorne unido que uno dividido, aunque fuera por un sólo hombre. Antes de terminar la reunión quiso dejar el ánimo alto, por lo que recitó una lección que el Maestre Garth le había enseñado:
- Ni Aegon el Conquistador que nos atacó durante años, ni Daeron I que llegó a tomar Lanza del Sol, tuvieron la fuerza para dominarnos. Ellos eran Targaryens. ¿Qué pueden hacer contra nosotros una panda de conspiradores y cobardes? Además, estarán demasiado ocupados luchando entre ellos por la Corona, para cuando puedan hacer algo será demasiado tarde.
Un coro de asentimientos y aplausos siguió a las palabras de Valena pues los presentes encontraron gran verdad y orgullo en las afirmaciones de la guerrera pelirroja.
La princesa Arianne disfrutó del momento unos segundos, con una sonrisa en el rostro y expresión de satisfacción. Sea pues, tenemos una ruta de acción, reinaremos sobre el sur de Poniente, desde Desembarco del Rey a Lanza del Sol. Preparad vuestros ejércitos, mandad cuervos y despejad las dudas de aquellos que aún desean seguir con las locas ideas de mi hermano. Partid y que R´hollor os acompañe.
Fin del prólogo, podéis interpretar lo que queráis y ya, cuando el resto acabe, me diréis en cada escena personal que tenéis pensado hacer en el primer mes.
Un saludo.