Likjar te llevó junto a sus hombres, un par de docenas, y los cautivos del otro clan, solo una decena de bárbaros, por sendas ocultas en las montañas. Se notaba que los montañeses estaban acostumbrados a los largos viajes por peligrosos caminos pues, pese a todo tu entrenamiento, tus músculos estaban fatigados y los salvajes, incluso los cautivos, parecían llevar bien el viaje. Los dos soldados que te acompañaban, veteranos mercenarios, estaban aún peor que tu, con la piel irritada por las plantas, el rostro sonrojado por el esfuerzo y el cuerpo cubierto de una capa de sudor.
Finalmente llegasteis a una explanada en la que se veían varios fuegos, uno de ellos de gran tamaño.
Hoy la Luna se alza entera en el cielo. El Clan Luna de Muerte celebra un ritual. Si lográis superarlo podréis uniros a su clan y, tal vez, optar al mando.
Cansado y vivo, tremendamente vivo,pugnaba por no ceder un ápice de terreno a al fatiga. No era muy bueno que los civilizados tuviéramos tantos problemas. De seguro que ésto nos costará más sangre, ¡que coño!, Así sea.
Al final de la jornada la salvaje me informó de la existencia de un ritual entre éstas tortuosas montañas entre los miembros de un clan. Uno de iniciación parecía. ¿sabes algo de esas pruebas del ritual? ¿o voy a tener que acometerlo a ciegas.
A ciencia cierta no se en que consiste, la verdad, aunque seguro que tiene que ver con la sangre, sacrificios y la lucha. Creo que eres experto en todo ello. Vamos, sígueme -te dijo la montañesa adentrándose en la explanada.
Los montañeses allí reunidos, entre sesenta u ochenta, detienen su ritual de cánticos y bailes para miraros, desenfundando trozos de hierro sin afilar.
Alguien quiere probar su valía con vosotros -te dio pie Likjar.
Caminé detrás de ella.Algo teatral, lentamente. Era un momento extraño pero no podía echarme atrás. Es cierto vengo a demostralo. Dije abriendo los brazos cuando lo expuso Likjar y anduve hacia ellos sin vacilar, presto para desenfundar acerso si fuera necesario.
La mayor parte de los montañeses te miraron con recelo y desconfianza mientras que unos pocos parecían bromear sobre tu aspecto. Uno anciano montañés se abrió paso entre sus hermanos hasta quedarse frente a ti -¿Vienes a demostrar tu valía? ¿crees que eres mejor que alguno de mis hermanos? ¿por cuantos crees que vales, sin rostro?
Valgo por más de los que sabes contar, anciano. Fanfarroneé. Estaba seguro que jactarme era la mejor manera de impresionarlos, y de enfadarlos aunque al final todo era lo mismo. Y tengo intención de demostrarlo. ¡Que coño!¿Que tengo que hacer?
No soy un inculto, Sin Rostro, se contar más allá de los veinte. ¿Vales más que veinte de mis hombres? ¿estás seguro de ello? -te pregunta nuevamente el montañés buscando una respuesta clara -La luna nos ilumina y la muerte nos revela los secretos de los hombres. Responded con sinceridad.
¿Podría Con Veinte? era muy improbable, son salvajes no muñecos de madera. Veinte a la vez...Quizás, pero no vengo a fanfarronear sino a probarme ante todos. Abrí mis brazos y bajé la cabeza levemente exponiéndome. Acataré la tradición y me haré merecedor de todos. Eso lo véreis. Lo que hay que hacer para contentar salvajes
El montañés parece reflexionar ante tus palabras. Pensaba haceros luchar contra veinte de mis hombres, Sin Rostro, para probar si vuestra espada es tan afilada como vuestra lengua. Sin embargo nos estamos preparando para la guerra y podréis ganaros un hueco en nuestro clan si lucháis con valor y nos dais victorias. Mucha gente, peregrinos y soldados, se dirigen hacia la casa del Águila. Traen muchas pertenencias valiosas con ellos y nosotros las queremos, al igual que las quieren el resto de los clanes. ¿Vendréis a la guerra con nosotros? ¿mataréis a esos seres débiles?
Una interesante propuesta. Un clásico. Diezmar a unos y saquear,no tenía que pensarlo mucho. Por supuesto que ne veréis en mitad de la refriega matando a esos débiles. ¡Qué coño! Estaré matando montones de ellos, cuando se hagan las cuentas nos erán pocos.
Ahí si había que mostrarse confiado, quería impresionarlos y dirigirlos a mi gusto, tendría que darles una carnicería.