Partida Rol por web

Tras varios días de viaje reuniendo a los siervos de los Siete has formado un pequeño grupo de un centenar de hombres y mujeres de todas las edades, además de algún crío que viaja con sus padres o por iniciativa propia.

Sin embargo aún quedan muchas más almas perdidas que deben reunirse de nuevo bajo tu palabra, la palabra de los Siete. Al cuarto día ves una nube de polvo que se levanta en el horizonte y el ruido de los gritos de tus acompañantes. ¡Jinetes! Vienen a acabar con nosotros. ¡Huid! ¡Los Siete nos protejan! -

-¡BASTA!- Grito sacando mi espada mientras miro a todos -Los siete no favorecen a los cobardes, asi que dejad de actuar como tales- Me tomo un momento para suavizar mi tono de voz -Nos os pido que no tengais miedo, entiendo hermanos que el miedo os invada, pero no os dejeis vencer por él. Luchad contra él y los siete cielos y todas sus recompensas seran abiertos para vosotros- Espero a ver como reaccionan y si es necesario huir con ellos o podemos plantar cara a los jinetes que se acercan -De todas formas quizas me he precipitado, ya que aun desconozco el numero de enemigos...O si siquiera son enemigos- Pienso mientras miro hacia donde el aldeano indicó que venian los jinetes mientras espero la respuesta de los creyentes

Los hombres parecen calmarse ante tus palabras. A medida que la nube se acerca, puedes divisarlos claramente, son los Espadas Juramentadas, una compañía de mercenarios. Avanzan con contundencia hacia vosotros. No es la primera vez que les ves... bueno que les ves si, que oyes hablar de ellos pues sabes que han arrasado varios de los destacamentos de Raimiel Arryn.. calculas que tenéis menos de un minuto hasta que se acerquen del todo y se echen sobre vosotros. Los hombres te miran nerviosos.

-¡AGUANTAD HERMANOS! Mujeres y niños a un lado del camino. A la minima oportunidad atacad las patas y la tripa de los caballos. Los que se queden a mi lado, en cuanto se abalancen apartaros y atacad a los caballos. Cuidado con sus lanzas y los ataques desde arriba- Digo mientras me preparo para la acometida -Hoy comienza a probarse nuestra fe, hermanos ¡CONFIAD EN LOS SIETE!- Proclamo mientras observo como los jinetes se acercan cada vez más

Tus hombres te obedecen en seguida, aunque en sus rostros se dibuja la sombra del miedo, quedándose algunos hombres a tu lado y los niños y mujeres, armados con útiles de labranza y pequeños cuchillos, a los lados del camino.

Siete caballos llegan finalmente hasta vuestra posición, deteniéndose a unos diez metros de vosotros. Los siete son hombres equipados con armas diferentes y protegidos por armaduras de cuero, de escamas o por simples pieles. La edad tampoco es un rasgo común pues los hay desde jóvenes barbilampiños a hombres de edad avanzada. Parece que los único que los une es la muerte, pues siquiera el lugar de origen parece ser el mismo.

¡Huid si queréis vivir! ¡Solo queremos a vuestro líder! -grita el que parece ser el líder mientras, a una señal suya, dos de sus hombres se arman con arcos y os apuntan.

-¡No escucheis los embustes que salen por la boca de este pagano hermanos!¡Todos hemos visto como ha comenzado la persecución a los seguidores de la autentica fe!¡Acabaran con todos o nos harán renegar de nuestra fe!¡Y ESO ES ALGO QUE NO PERMITIREMOS!- Grito mientras levanto mi escudo y corro hacia los jinetes esperando que todos mis seguidores se armen de valor y ataquen a pesar de sus dudas

Practicamente todos los hombres de Edric se lanzaron hacia delante, tratando de cazar a los hombres que querían destruirlos. En sus manos empuñaban espadas oxidadas, algún escudo, guadañas y martillos. Por contra sus enemigos estaban equipados con las armas de mayor calidad y montados a caballo.

Los siete hombres aprovecharon la distancia que os separaba y la movilidad de sus monturas para alejarse de vosotros, desperdigándose para dividiros. Los dos que llevaban el arco dispararon contra vosotros mientras que otro más, ya lo suficientemente lejos, sacó su arco para lanzaros otra flecha letal.

¡Matadlos!No dejéis que os alcancen -gritó el líder mientras una flecha hería a uno de tus hombres y otra se clavaba en el ojo de otro, matándole en el acto.

-¡DEJAD A LOS HERIDOS! ¡CONCENTRAOS EN EL ATAQUE! ¡QUE LOS SIETE NOS DEN FUERZAS PARA ACABAR CON ESTOS PAGANOS!- Grito mientras continuo con el escudo alzado e intento hacer un esfuerzo titanico para llegar a los caballos antes de que estos puedan darse la vuelta y poder asi acabar con la ventaja de la distancia

El esfuerzo que realizas parece en vano pues de nuevo los caballeros se dispersan y lanzan de nuevo una andanada de tres flechas, una de ellas cae en terreno de nadie pero las otras dos dan en sus blancos y te privan de dos hombres más que adolecen en el frío suelo. 

- Rendíos! - os grita uno de los caballeros - No tenéis alternativa.

Las palabras de Endrick hacen mella en sus hombres que se abalanzan con furia y coraje... pero sin mucho éxito.

-Esto no esta funcionando- Pienso antes de agarrar a uno de los aldeanos que me acompaña y susurrurarle al oido -Haced como que me abandonais e intentad cerrarles el paso y rodearles- Le empujo con fuerza hacia el resto mientras cubriendome con el escudo me dirijo a nuestros atacantes -¡HERMANOS! ¡Esta no es una batalla que podamos vencer! ¡Pero vosotros teneis mucho que aportar aun a los autenticos dioses! ¡Huis para luchar otro día por el legitimo rey! ¡Yo me quedaré para detener a estos paganos! -Acabo mi discurso protegiendome lo maximo posible y encomendandome al dios de siete rostros para salir vivo de esta y poder continuar con la labor que me ha encomendado

Tus hombres, un grupo dispar de hombres sacados de sus casas y oficios para combatir en nombre de los Siete, recibe tus órdenes de forma desordenada. Algunos te obedecen y retroceden mientras que otros pocos no te abandonan hasta que tus palabras les abocan a ello. Otros tres, más valientes, devotos o simplemente estúpidos, se quedan a tu lado para retrasar el avance de los siete jinetes.

Así sea, vosotros dos, conmigo, el resto, dad caza a esos cerdos -sentencia el líder del grupo, acercándose a ti espada en mano mientras dos de sus jinetes cargan contra tus guardaespaldas y los otros cuatro parten en persecución de tus hombres, matando a dos de ellos con sus certeras flechas que no erran nunca en su objetivo. 

Los espadas juramentadas impactan contra tus hombres sin ningún tipo de compasión. El hacha de uno de ellos se clava en el rostro de uno de los inexpertos aldeanos mientras que el otro cercena el brazo que lleva el arma, hasta el codo, de su víctima. El tercero de tus guardaespaldas no parece asustarse ante la sangre que brota a su alrededor y clava profundamente la hoz que porta en el cuello del caballo, logrando que el animal se encabrite y tire a su jinete al suelo.

-¡Que los siete continuen guiando tu mano hermano!- Grito al ver como uno de los paganos cae de su caballo -¡Intenta descabalgar a los otros también!- Continuo mientras me abalanzo sobre el que ha caido para acabar con él -El plan ha sido un desastre. Pero sin arqueros poco podiamos hacer- Pienso mientras alzo mi espada

Tu espada cae sobre el cráneo del enemigo caído, introduciéndose hasta el cerebro tras partir el hueso y arrojando su alma fuera del mundo terrenal. Mientras tanto otro Espada Juramentada se abalanza contra tu siervo, abriéndole una tajo en el cuello del que brota con fuerza un chorro de sangre. Su hoz, preparada antes del ataque, cercena el brazo de su atacante, dándole una pequeña victoria antes de morir.

El otro guerrero se lanza contra ti, golpeándote con su hache e hiriéndote mientras su líder te da un fuerte golpe con el pomo de la espada en el cráneo, tras cargar a lomos de su caballo.

¡Ríndete o muere! Si te rindes te juro que dejaremos a tus siervos escapar con vida -te grita el líder, preparado para defenderse de tus golpes o volver a atacar.

-¡JAMAS PAGANOS!- Grito mientras ruedo por debajo del caballo intentando que sus patas no me aplasten para evitar la acometida del otro guerrero que queda y concentrarme solo en el lider atacandole justo cuando salgo por el otro lado del caballo

Consigues esquivar los ataques del enemigo con tu arriesgada maniobra pero es tal la dificultad que el golpe que lanzas contra el líder enemigo erra varios palmos. 

Tirad las armas o deteneos, es mi última oferta -grita el líder enemigo, dándote una última oportunidad.

-¿¡No lo entiendes pagano!? ¡Cuando se lucha por los siete se lucha hasta la muerte o la inconsciencia!- Grito una vez más mientras cambio esta vez de estrategia y voy a por su caballo para intentar descabalgarle

¡Muerte pues! -grita el líder enemigo dándote una estocada que te hiere de gravedad. El ataque del otro guerrero también te impacta y te hace caer al suelo, salvándote de una flecha que se dirigía a tu espalda.

Las hojas de mis enemigos atraviesan mi carne y mi conciencia empieza a desvanecerse. Antes de caer completamente en la oscuridad mis pensamientos se dirigen al Dios de siete rostros -He fallado la misión que me encomendasteis pero os he dejado un rey que defiende la auténtica fe para que luche por vos-

Los pensamientos desaparecen mientras mi cuerpo cae como un saco al suelo esperando la estocada final que ponga fin a mi vida.