Partida Rol por web

En cuanto llegó al colegio, se acercó al grupo de alumnos que tenían la misma edad de ella, su mirada les echó un vistazo a cada uno, sin ningún tipo de gesto les siguió. En cuanto llegaron al castillo, se mantenía totalmente indiferente a las conversaciones que mantenían los otros alumnos, solamente levantaba la mirada de vez en cuando para observar el castillo, los pasillos e ir reconociendo el lugar a su alrededor. Aquel sitio en el que había estado él, entre esos muros prácticamente se crió, aprendió y se convirtió en el hombre que conoció. 

En cuanto volvió la profesora a por ellos, el grupo comenzó a andar, Anastasia se había quedado observando uno de los pasillos y en cuanto se dio la vuelta el grupo ya había avanzado casi hasta entrar. Anastasia pegó varias zancadas hasta alcanzar el grupo y se abrieron las dos grandes puertas que les dirigió al Comedor.

Desde el mismo instante en que pisó el gran comedor, se dio cuenta que era exactamente como se lo había descrito, al mirar el techo, los ojos se le iluminaron y en un susurro, dijo:

- Es hermoso... - no se dio cuenta si alguien pudo haberlo escuchado pero se centró en lo que venía a continuación.

La profesora McGonagall explicó lo que debía hacer cada alumno una vez fueran llamados, en esta ocasión Anastasia prestaba la atención a cada uno de los alumnos, ya que aunque sabía lo que iba a suceder porque se lo habían explicado antes de que la admitieran en Hogwarts, su interés se centraba más en como reaccionaban los otros alumnos antes de que pudiera darse cuenta dijeron su nombre.

- Anastasia Born...- dijo con cierta duda al darse cuenta del nombre en el documento que llevaba en la mano. 

Anastasia se adelantó, no miró a nadie echó un vistazo a la profesora McGonagall en el que le ofreció un gesto con la cabeza asintiendo y sentándose en el taburete, sus manos se aferraron al borde del taburete ya que aunque le habían explicado lo que sucedía, no podía evitar sentirse nerviosa. 

Vaya, Vaya, Vaya... Aquí tenemos a alguien muy peculiar, muy bien veamos donde te tendré que poner... Tu sangre como tu aura son muy diferentes, pareciera como que se contradijeran una contra la otra... mmmm... creo que deberías estar en un sitio donde puedas forjar tu propio sitio sin las expectativas de nadie por ello te pondré en... HUFFELPUFF!!!!

 

 Anastasia se levantó dudando por un momento en la decisión del sombrero pero había llegado allí con un objetivo que tenía que cumplir y no iba a echarse hacia atrás. Se dirigió hacia la gran mesa que se extendía y donde solo se oían aplausos y vítores. Mientras se acercaba a la mesa las palabras del sombrero, cobraron sentido y sin darse cuenta, sonrió justo antes de llegar a la mesa. Justo antes de sentarse y aún con una sonrisa en el rostro, saludó a sus compañeros. 

- Es un placer, mi nombre es Anastasia, encantada.- y se sentó en el banco, estirando la falda debajo suyo y cruzando los brazos sobre la mesa.- Disculpad... ¿vuestros nombres son?

-¡Hola! Lo mismo digo, yo soy Janus- respondí, cada vez más contento de ver gente en Hufflepuff. -Menudos nervios, eh? Ya me lo habían contado, pero qué mal se pasa estando ahí arriba con el sombrero.

Todo parecía empezar bien, me sentía feliz, solo esperaba empezar a comer y, sobretodo, empezar las clases para aprender todo lo posible.

- supongo que habrá que esperar a que terminen todos - dije contestando a Janus sobre la cena, la verdad es que si tenía hambre, aunque en el expreso había tomado algunas golosinas ahora notaba que el estómago me rugía

Mientras comentábamos eso otra chica se unió a nuestra casa - Encantado de conocerte Annastasia - dije mientras le estrechaba la mano - yo soy Andrew, pero todo el mundo me llama "Andy"

- Encantada de conocerles a ambos, Janus, Andy...- su apretón de manos fue firme, sin dudas.- Espero que nos llevemos bien - dijo con una sonrisa.

No habían pasado unos segundos desde que ya se encontraba junto a su casa, que ya quería comenzar a recorrer los sitios de los que le habían hablado. Miró hacia la puerta por si había alguna manera de escabullirse de la sala pero delante de los profesores sería casi imposible así que miró hacia arriba y comenzó a fijarse en los pequeños detalles del techo, se acomodó en la mesa apoyando una mano en su barbilla y de vez en cuando mirando hacia arriba.

Su primer día fuera de la protección de su casa y de sus padres ha pasado por atravesar una pared mágica, montar en un tren mágico y descubrir dulces mágicos como las ranas de chocolate que están encantadas y pueden saltar... Aunque solo una vez. Y al hacerse de noche y llegar a su destino, no puede ser menos emocionante. El nerviosismo de haber subido a una barca que se mueve mágicamente y atravesar un lago en el que habitan criaturas extrañas, pero interesantes, no ha acabado de desaparecer cuando se disponen a entrar en el Gran Comedor.

-Qué nervios... - murmura mientras escucha a la profesora.

Parece una mujer estricta y de pocas bromas. Se pregunta cómo serán sus clases. Tras ese pequeño discurso, las puertas se abren y entran en una sala supergrande y llena de velas que se sostienen en el aire sin que nada ayude a eso. Y el techo es impresionante.

-Guau... qué impresionante...

Un poco más y se cocha con los alumnos que van delante del grupo, pero se detiene a tiempo. La profesora va llamando uno a uno a los alumnos para que se sienten en un taburete y se pongan un sombrero que parece haber pasado por mejores momentos que ese. ¡Y encima habla!

-Smith, Tabatha.

Y llega su turno. Se dirige con nerviosismo hacia el taburete y se sienta para, acto seguido, notar el sobrero sobre su cabeza.

-Veamos, mmm... ¿Dónde te ponemos a ti? No te importa el trabajo duro... Quizá Hufflepuff...

Mientras va hablando el Sombrero Seleccionador, va pensando que no tiene ni idea de nada de las casas que el Sombrero va citando. ¿Encajará en alguna de ellas? Parece que para eso está el Sombrero Seleccionador, para ver en que sitio encajan más. Pero le parece un tanto injusto tener que separar a los alumnos en casas. Eso hace que se enfrenten entre ellos y esas cosas, ¿no?

Y después de haberse perdido en sus pensamientos, por un segundo, el sombrero grita su casa.

-¡GRIFFINDOR!

Da un respingo al ver que el sombrero grita y se levanta del taburete para correr a lo que parece su mesa.

-Hola...

Sonríe, tímidamente, a sus compañeros.

La despedida de sus “padres” fue un poco contradictoria, les echaría de menos claro, pero también estaba deseando descubrir aquel nuevo mundo que se abría ante él, aprender, investigar, obtener respuestas a tantas preguntas…. Así que les abrazó y prometió escribirles,. No pudo reprimir una sonrisa al imaginar a su madre recogiendo la carta de la patita de alguna nerviosa lechuza. Ojala él pudiese comprarse una lechuza…

El viaje en tren fue realmente aburrido, se sentó en el primer compartimento en el que encontró sitio con unos alumnos mayores que él que miraban con desprecio a “los nuevos”: niños nerviosos por saber en que casa les pondrían, otros tristes por dejar a sus padres atrás, y el mayor revuelo cuando una bruja llegó cargada con un carrito de chucherías, Alex compro alguna para probar, unas ranas de chocolate que saltaban, también probó las grajeas pero a esas alturas, ya nada podía sorprenderlo…

Cuando llegaron al castillo, atravesaron el lago en barca, por lo visto era una tradición que todos los alumnos de primero debían pasar, fue un viaje tranquilo, hasta que vio a una niña encaramada al borde de su barca llamando a un ¿calamar gigante?, ¿enserio allí había un calamar gigante? ¿o es que le faltaba un tornillo? Alex sonrió.

Si, Alex pensaba que ya nada podía sorprenderle, hasta que la profesora que les dio la bienvenida, una tal McGonagall, les condujo hasta el lugar donde serían seleccionados para su casa, el Gran Comedor, cuando entraron, Alex se quedó boquiabierto, estaba repleto de alumnos y profesores, y el techo, ¡no había techo! Ante él se extendía una noche impresionantemente estrellada, las velas flotaban sobre las mesas, y en un taburete al fondo reposaba un ajado sombrero que se suponía era el que los destinaría a una de las 4 casas a cada uno, pero ¿cómo?

Alex se alivió un poco al ver que no era el único asombrado ante tal escena, ya que una de las niñas casi se tropieza con todo el grupo mirando al techo ensimismada.

Las dudas de Alex se resolvieron en el instante en el que el sombrero comenzó a cantar, era ¿inteligente? Si. Con forme la profesora fue nombrando alumnos, pudo ver como les ponían el sombrero y un poco después, el sombrero gritaba la casa a la que pertenecería cada uno de ellos desde ese instante.

Vaya, parecía que Hogwarts iba a ser un lugar interesante….

Alex Lowell

Alex salió de su ensimismamiento cuando la profesora le nombró, suspiró y, algo nervioso, se dirigió hacia el taburete donde esta le invitaba a sentarse suplicando mentalmente que el sombrero no tardara mucho tiempo en elegir su casa como habia pasado con aquel chico que fue a Gryffindor.

- Vaya…. ¿Lowell? No, tu mente me es familiar,- ¿era posible que el sombrero conociera su pasado? ¿o era una mera coincidencia? - poderosos padres tuviste, si, puede que Slytherin sea tu sitio,- pues…. parecía que si sabía bien de lo que hablaba… - también inteligencia veo, pero esas ganas y valor… si, tu casa será:

¡GRYFFINDOR!

Alex bajó de un salto del taburete, incrédulo pero sonriente, ¡¿Gryffindor?!  Bueno, el sombrero no podía haberse equivocado. Corrió hacia su mesa donde sus compañeros le aplaudían, contentos de tener un nuevo miembro en su casa. Se sentó junto a los demás alumnos de primero y les saludó sin dudarlo, nunca había tenido ningún amigo de verdad, y pensaba cambiar esa parte de su vida para siempre….

La despedida de sus padres en el Andén 9 y 3/4 fue todo un acontecimiento, la más pequeña de tres hermanos iba finalmente para Hogwarts para cursar sus estudios mágicos. Padres y abuelos no querían perder la oportunidad de decirle adiós, ¡cómo si no fuera a regresar nunca a casa!... Kayla hizo lo propio, sonreír, besar y abrazar, coger algunos galeones a escondidas de papá que tan generosamente su abuela Andrómeda le propinaba, diciéndole claramente que si saliera elegida como Slytherin en Navidades tendría el regalo más maravilloso que podría imaginar. Así, sin crear presiones, como si de ella dependiese...

El viaje en el Expreso de Hogwarts fue bastante interesante. A Kayla le gustaba observar al resto de los alumnos, se conocía a los novatos por la timidez mostrada, y deseaba fervientemente que los mayores de otros cursos no la vieran a ella de la misma manera. Probó a mostrar seguridad en sí misma, eso nunca fallaba, y hasta compró ranas de chocolate a la señora del carrito, pero en su fuero interno los nervios no le dejaban vivir..., ¿A qué casa pertenecería? ¿Sería Ravenclaw como su madre o Slytherin como su padre?... Si su abuela Andrómeda se enterase de que entraba en  Hufflepuff  o Gryffindor probablemente moriría de un ataque cardíaco, aunque su madre le dejó claro algo, lo importante no era su clasificación, pero sí aprender magia, ser una bruja notable que se relacionara lo mejor posible. Tener amigos importaba...

El viaje siguió su curso. Atravesaron el lago, subieron a carruajes que parecían moverse solos y finalmente llegaron allí, a su sueño, a Hogwarts. Cruzaron los alumnos de primero la entrada principal y tras girar a la derecha llegaron al gran comedor donde las cuatro mesas interminables albergaban a los alumnos de otros cursos. Los de primero, cuáles borregos debían permanecer unidos y presentarse ante el sombrero seleccionador.

Uno a uno fueron nombrando a los novatos, el pellizco en el estómago era insoportable y su apellido Silver era de los últimos, mala suerte en todo caso. Kayla pensaba y pensaba en las probabilidades de ser de una u otra casa, llegando a la determinación final de que por más que se torturara la decisión pertenecía a esa antigua prenda que abría la boca y gritaba un nombre.... ¿cuál sería el suyo?... La voz de la profesora por fin la llamó

Kayla Silver!

La muchacha levantó la barbilla, orgullosa por estar allí y controlando los nervios. Observó el taburete, y tras adelantarse y sonreír levemente se sentó, fue entonces cuando el sombrero seleccionador comenzó a hablarle, demostrando que inspeccionaba cada rincón de su interior.

Otra Silver y es interesante todo lo que tienes por aquí dentro... Eres valiente sin duda, algunos de tus familiares fueron Gryffindor, pero esta no es la característica que más te define.... Uhmmm.... Y leal a tus amigos..., pero sabes que por muy buena amiga que seas todo tiene un límite..., ¿verdad?.... También noto inteligencia en ti..., aunque tus intereses van más por otro lado.... Tu familia paterna estará muy orgullosa porque eres astuta y con vivo ingenio.... Yo lo tengo claro..., ¿y tú?....

Kayla intuía sus palabras y casi le da un vuelco al corazón.... ¿iba a ser finalmente lo que muchos de su familia deseaba?... Rogaba por toda la magia que así fuera.

SLYTHERIN

La sonrisa que se formó en su rostro era digna de la mejor Polaroid. La muchacha había conseguido entrar en la casa más noble, según su padre. El verde y plata serían sus colores, y el orgullo que precedió al aplauso de sus compañeros se evidenció. Fue a levantarse para unirse a su gente, las serpientes, un animal que para ella, tenía una belleza infravalorada, por los necios, por supuesto.

Mis padres estaban bastante emocionados porque el día de hoy iniciaba mi nueva vida, una que, con algo de suerte sería al menos la mitad de interesante que la de mi padre quien era un auror que trabajaba para el Ministerio de Magia y Hechicería británico.

El viaje hasta el colegio fue relativamente tranquilo, algunos de mis compañeros se pasaron buena parte del viaje intercambiando cromos y relajándose, yo por mi parte aproveché para terminar de leer el libro que tenía en la mano. En realidad estaba bastante emocionado por empezar mi formación mágica, pues de acuerdo a los libros que había leído Hogwarts era un lugar maravilloso y sus profesores eran los mejores del mundo.

Tan pronto descendimos del tren fuimos separados de los alumnos mayores y conducidos hasta el lago donde una serie de botes esperaba por nosotros, listos para hacernos cruzar hasta el otro lado en donde tendría lugar la ceremonia de de inicio de curso y selección de casa.

Sabía perfectamente de que iba esto aunque la verdad estaba un tanto nervioso por esta ceremonia, casi desde siempre, había querido pertenecer a Gryffindor pues sabía que era una de las casas que había formado a los mejores aurores que habían existido, aunque Ravenclaw no me vendría mal, después de todo yo era una Flamel y como tal contaba con una inteligencia poco convencional.

Poco a poco mis compañeros fueron pasando, uno a uno fueron llamados para ocupar su lugar el el taburete central, conforme la fila se acortaba, sabía perfectamente que mi turno se encontraba próximo y fue así como llegó el llamado.

- Artemis Flamel. - dijo con voz clara el docente a cargo de dirigir la ceremonia. Es así que con paso firme me acerque y tome asiento en el taburete.

Veamos que tenemos aquí, una mente brillante e inquisitiva, posiblemente encajarías bien en Ravenclaw, pero también tienes un corazón fuerte y valiente, Gryffindor podría sacar lo mejor de ti....

Mmmm, pero aquí hay algo más, algo que te define mejor que todo lo anterior, eres tozudo como pocos, no tienes miedo a los retos y das por sentado que el éxito requiere esfuerzo, difícilmente das marcha atrás cuando tomas una decisión.

Resonaron las palabras del sombrero en mi cabeza, mientras yo pensaba.

- ¿En serio no puedes colocarme en Gryffindor o Ravenclaw? - pensé con cierta ansiedad, pero lo que sucedió después me hizo dar un respingo, el sombrero me habló en privado.

- Podría hacerlo, pero esas casas poco tienen que ofrecerle a alguien como tú, Gryffindor puede enseñarte a ser valiente y osado, pero eso ya lo sabes y en Ravenclaw difícilmente podrías encajar, pues no puedes estar quieto como los contemplativos intelectuales, no tu necesitas un lugar en donde puedas explotar esa energía al máximo, un lugar que te fuerce a esforzarte al máximo y dónde tu tozudez no sea visto como algo desatinado, sino más bien como lo que es, una virtud. Tu necesitas estar en.... - sentenció la voz del sombrero antes de guardar silencio por un par de segundos, para luego gritar a todo pulmón, si es que los tenía

HUFFLEPUFF.

En cuanto escuché la decisión del sombrero me sentí un poco desalentado, al menos hasta que recordé que una  de las mejore metamorfomagas de la historia había sido seleccionada también para esta casa, una valiente aurora que había confrontado en diversas ocasiones a las fuerzas del señor Tenebroso, Nymphadora Tonks, en ese momento una sonrisa iluminó mi rostro y sin detenerme a pensarlo corrí a reunirme con mis compañeros tejones, pues había mucho trabajo que hacer y el tiempo ya me estaba quedando corto.

A partir de hoy llevaría con orgullo los colores de la casa de la gran Helga Hufflepuff quien incluso fue capaz de derrotar al poderoso Salazar Slytherin en un épico duelo.

Todo lo de haber atravesado el muro de la estación corriendo le había parecido de otro planeta, mucho más allá de sus fantasias más locas... pero todo lo que había pasado desde entonces había sido aún mejor.

El trayecto en barca había sido de lo más emocionante para el joven Aedan, el cual se había pasado casi todo el viaje pasando la mano por la superficie del agua, mientras que el encargado de llevar la balsa le daba pequeños golpecitos con un baston en la mano para que no volviera a hacerlo.

-¡Cuidado muchacho! Cualquier criatura marina podría cogerte de la mano y tirar de ella, y entonces desaparecerías para siempre debajo de esas aguas ¿Eso te gustaría, eh?- Aedan negó un par de veces con la cabeza y esperó a que el tipo se girase para volver a pasar la mano por la superficie del agua, riendo, pero tan pronto como el enorme castillo se hizo visible, devolvió la mano al asiento y se quedó mirando la enorme estructura con cara de tonto ¿Acaso no era igual que el castillo de las increibles historias de Camelot y el mago Merlin que le había leído su padre? Seguramente no, pero eran parecidos, o por lo menos para él, en su cabeza, lo eran.

La entrada daba a un enorme hall con una enorme escalera enfrente y varias habitaciones a sus lados. Una profesora comenzó a guiar a los alumnos mientras soltaba un pequeño discurso que Aedan escuchó a medias, debido a los numerosos focos de atención que había por todos lados: Velas flotantes, cuadros que parecían moverse, una especie de espiritus danzantes, escobas que barrían solas. No podía creerse que finalmente estuviese en un lugar como aquél.

Llegaron a un enorme comedor con varias mesas dispuestas a lo largo. Eran increiblemente grandes y había un montón de lo que parecían ser alumnos sentados en sus respectivas sillas, cada uno de ellos con unos colores diferentes. Aedan sabía más bien poco de todo aquello, y lo poco que sabía era lo que había aprendido en el callejón diagón.

Esperó pacientemente mientras cada uno de los nuevos alumnos se iba sentando en una silla donde les ponían un sombrero que hablaba en la cabeza. Era ese mismo sombrero el que designaba en que mesa se iba a sentar cada uno y de que color iba a ser su túnica.

"¡Gryffindor! ¡Ravenclaw! ¡Hufflepuff! ¡Slytherin!"

Todas las casas eran gritadas cada vez que uno de los alumnos eran enviados a las casas. El gran comedor estallaba en aplausos y vitores con cada alumno que se levantaba de la silla para unirse a una de las mesas. Aedan parpadeo varias veces, nervioso. Se frotó las manos un par de veces y miró hacia el sombrero.

Este pareció clavar la mirada en él, para luego sonreirle de manera frivola ¿Lo había hecho de verdad, o solo era la impresión del joven muchacho? Negó un par de veces y miró a su alrededor, parecía ser que pronto llegaría su turno y entonces ese enorme sombrero estaría encima de su cabeza.

¡Aedan Fletcher!

Sus ojos azules se clavaron en el sombrero mientras marchaba hacia él con valentía. No dejaría que un sombrero viejo le intimidara de ninguna manera. Se sentó en la silla de un pequeño salto y la profesora a cargo le puso el sombrero encima de la cabeza, mientras Aedan miraba hacia arriba.

-Ya veo... Sangre nueva... Veamos, veamos ¿Que es todo eso que vaga por tu cabeza? Cualquiera diría que te pasas la vida mirando a las musarañas ¿Eh? ... ¿VIEJO YO? Uhm, bueno sí, puede que ya sea algo viejo, pero mi papel no lo podría desempeñar cualquiera ¿Sabes?- hubo un momento en el que se mantuvo callado para luego proseguir, tensando aún más al joven Aedan-. Podrías estar en hufflepuff sin ningún problema... veo en ti talento, aunque quizás no tanto desempeño como deberías... pero valentía... aahh sí, así que quizás mejor en...
 

¡GRYFFINDOR!

De nuevo, todo el comedor irrumpió en aplausos y vitores, mientras Aedan se bajaba de la silla de un pequeño salto después de que le hubiesen quitado el sombrero. Se dirigió directamente a un hueco que quedaba en la mesa de los que llevaban la túnica de color rojo, alrededor de sus compañeros. Varios parecían tener la misma edad que él, así que por lo menos no se sentía tan mal entre tanto "mayor".

-¡Hola!- dijo mientras dirigía su mano a uno de los platos cercanos para acercarlo un poco más. Así con la tontería le había entrado hambre.

Bueno, me ha salido la casa que menos miembros tenga y cual es la afortunada que me va a tener? XD

Sería Slytherin, pero ya que es la casa en la que no quieres estar, puedes gastar un punto de coraje y tirar de nuevo

Sería Slytherin, pero ya que es la casa en la que no quieres estar, puedes gastar un punto de coraje y tirar de nuevo

Bien empezamos pues, tiro de neuvo XDDDD.

Un 6, la casa que quiera, pues ya que me a costado un punto de coraje me quedo con los valientes ¡ G de Gran p****...digo... G de Gryffindor!  :P

Durante todo el trayecto hasta el castillo no pude imaginarme cómo diablos había podido ocurrir todo, el último mes había sido de locos con todas las explicaciones, la llegada del mago a casa, al principio pensé que había sido una broma pesada o peor aún, sus padres habían llamado a un loquero para que se lo llevasen después de las explicaciones que les dio por perder la compra, pero no, había sido real, todo era REAL.

Había disfrutado con la llegada al callejón durante el verano, pero rápidamente esta había sido eclipsada por la escasez de recursos económicos que la familia disponía debido a que también tenían que mantener la plaza de su hermano mayor en la Universidad, pero por suerte se la habían apañado como podían, no era perfecto, pero algo era algo.

Y ahí estaba, en la escuela de magia dispuesto a aprender... ¿qué aprendería? Apenas había podido echar un ojo a los libros por temor a que se le cayese el mundo encima, solo esperaba que las clases no fueran tan complicadas y pudiera seguirles el ritmo.

Con pasos algo vacilantes, aunque no se notaba mucho por el gran grupo de chicos y chicas que éramos, avanzamos pro el impresionante comedor hasta llegar en frente de lo que al parecer eran los docentes de la escuela, sin saber que hacer a continuación cuando vi como el sombrero hablaba ¡estaba hablando aquel trozo de tela arrugado! Al terminar la canción me uní al aplauso algo vacilante del resto de la gente.

Uno a uno, el grupo fue sentándose y probándose el sombrero mientras decía los nombres de las distintas casas, estaba preguntándome cuanto tardarían en llamarme cuando lo escuché.

---Seth Nut- llamó la profesora McGonagall, avancé hasta el asiento y me probé el sombrero.

Mmmm.... ¿que tenemos por aquí? Una mente sedienta de conocimientos, nada mal...también tiene una mente aguda si...si... ¿dónde te colocaré? Veo que estas curtido con el trabajo duro...eso está bien...bueno...decidido...pues entonces deberías ir a ...¡¡¡Gryffindor!!!

Una de las mesas que ya había acogido a bastantes alumnos estalló en aplausos, sintiendo que las piernas me eran gelatina, avancé a trompicones hasta la mesa y ocupar un asiento entro toda aquella gente...

---Hola...-digo algo sonrojado, al menos no sería el único de mi año, con gesto extraño miré el plato vacío y luego a mi alrededor esperando ver donde estaba la fuente de comida para comer, estaba hambriento con todo lo ocurrido hasta ahora...

Caminé junto a mi madre al andén 9 ^3/4 , ella sostenía mi mano con fuerza, pero yo sabía que ella no tenía la intención de hacerme daño. Hoy era un día especial para ambos, pero de alguna forma se sentía algo vacío. Ella estaba a mi derecha, pero a mi izquierda faltaba alguien muy importante, alguien que siempre pensé que me acompañaría, mi padre. Por eso, pese a estar emocionado por ir a Hogwarts, sentía un nudo en el estómago que poco tenía que ver con nervíos, ese nudo era por tratar de disimular le falta que él me hacía. 

El viaje en el tren lo aproveché para dormir, pues la noche anterior no lo había podido hacer. Además, tenía muchas ganas de llegar a Hogwarts, mi mamá me había hablado muchísimo de la escuela y si todas sus historias eran ciertas, estaba por llegar a un lugar maravilloso. 

Hey chico, despierta que ya hemos llegado. Me dijo la señora del carrito de dulces mientras me movía un poco para asegurarse que me despertara. Todavía un poco desorientado me levanté y bajé del tren. Me limpié los ojos tratando de quitarme el sueño y al volver a abrilos quedé asombrado. Ante mi, a lo lejos, se alzaba un castillo enorme. Tenías razón mamá. Dije como pensando en voz alta. 

Fuimos separados en grupos y poco a poco comenzamos a cruzar el lago. Al llegar al castillo hicieron que los nuevos esperáramos antes de entrar al gran comedor. El momento de que nos asignaran una casa había llegado. Hasta ese momento no había sentido nervíos, pero cuando comezaron a llamarnos de uno a uno y se empezó a escuchar una voz que decía ¡Gryffindor! ¡Slytherin! ¡Hufflepuf! ¡Ravenclaw! mis nervios aparecieron y con mucha fuerza. No me había preocupado mucho por pensar en que casa me gustaría estar y en ese momento se me ocurrió que me gustaría estar en la de mi padre, Slytherin. 

-Edward... Los ojos de la profesora se entristecieron antes de pronunciar mi apellido, lo que me hizo pensar que quizás conocía lo que le pasó a mi papá. -Edward River. Acompáñame por favor. 

Seguí a la profesora hasta una silla donde estaba el famoso sombrero que decidiría a que casa sería asignado. Me senté y apenas me lo puso en la cabeza este comenzó a hablar. -Vaya, vaya, vaya... Mmm pero que interesante. Así que quieres seguir los pasos de tu padre. ¿Slytherin? Puede ser, puede ser. Pero ¿por qué no los de tu madre? Si, si, definitivamente hay mucho de ella en tí, ya te darás cuenta.

RAVENCLAW

¿Ravenclaw? ¿De verdad? Mi madre había estado en esa casa pero yo nunca había sido muy estudioso como ella, no entendía que era lo que había visto el sombrero para asignarme a esa casa y menos eso de que ya me daría cuenta. ¿A qué se refería? Todavía desconcertado por la decisión caminé hacia la mesa de mi casa. -Hola, me llamo Edward. Dije mientras tomaba asiento. 

Victoria nunca había vivido lejos de casa, ni visitas de larga duración a los abuelos sin papá y mamá, ni noches de pijamas en casa de las amigas…. nunca. Se sentía nerviosa y triste por dejar a sus padres atrás, pero ¡ya tenía 11 años! Debía madurar y estaba deseosa por aprender y descubrir aquel nuevo mundo que se abría ante ella.

Cuando llegó al andén 9^3/4 se sitió perdida y estúpida, y no le gustaba nada no saber “nada”, ¿cómo se suponía que iba a llegar al tren? Ella y sus padres se quedaron un rato observando el espacio entre los dos andenes donde se alzaba un muro, y un rato después vieron llegar más gente con carritos repletos de cosas “extrañas” como podrían considerarse algunas de las que llevaba Victoria, y que sin vacilar ¡atravesaban el muro! No se lo pensaron, sus padres la tomaron cada uno de un hombro, y Victoria lo llevó al otro lado, donde el Expreso de Hogwarts la esperaba.

El viaje se le hizo eterno, se sentó en un compartimento con más niños de su edad, que estaban tan nerviosos como ella y parlotearon sobre en qué casa les gustaría estar y sobre Quidditch, ¿qué era eso? ¡Tenía que ponerse a estudiar de inmediato! Pero enseguida le explicaron todo, que había 4 casas en las que podías entrar y que ¡el Quidditch era un deporte que se jugaba sobre escoba!

Llegaron por fin a su destino, atravesaron parte del terreno en carruaje y después les subieron a unos botes que cruzaron un enorme lago de apacibles aguas negras bajo la noche que a Victoria le pareció hermoso, entonces vio el castillo a lo lejos y se quedo asombrada de su belleza, era impresionante.

Les recibió una profesora que les contó que irían al Gran Comedor con el resto de alumnos y profesores que ya les esperaban y allí serían elegidos para una casa u otra. Cuando legaron a la estancia, Victoria no puedo evitar abrir mucho los ojos, era precioso, el cielo se mostraba estrellado, bellas flotaban y estaba ¡repleto de gente!

Tal y como la profesora les indico, se colocaron frente a la tarima donde estaban los profesores y un taburete con un ajado sombrero que comenzó a cantar, cuando terminó, la profesora los fue nombrando uno a uno y les colocó el sombrero. Parecía que este les decía algo al oído pero desde donde estaba a la niña le era imposible escucharlo. Entonces llegó su turno.

Victoria Sinclair

Victoria alzo la cabeza y desfiló hacia el taburete sin vacilar, se sentó y la profesora le colocó el sombrero.

- Estás llena de conocimiento, eres decidida y trabajadora, te iría bien Hufflepuff pero creo que esa curiosidad y esas ganas de aprender no pueden ir mejor que en:

¡¡RAVENCLAW!!

Victoria se bajo sonriente del taburete y corrió hacia la mesa donde se encontraban los alumnos vestidos de color azul feliz de pertenecer a un grupo y deseando hacer nuevos amigos.