Partida Rol por web

Poco a poco, todo el mundo fue despertándose. Se encontraban en un sitio que a primera vista, era bastante caótico, pero cualquier New Yorquino podía reconocer casi al instante.

Estaban ni más ni menos que en el interior de la estatua de la libertad. Más allá de eso, al mirar a su alrededor, pudieron ver que se encontraba la clase de historia del arte al completo, al menos, los que quedaban con vida. Todos se encontraban sin dispositivos móviles, pero más allá de eso, delante de Scott se encontraba un frasco de pastillas y enrrollado a los brazos de Drea, algunas pieles de pescado que cubrían sus quemaduras.

Subida en las escaleras, había una chica que parecía sonriente. - ¡Por fin despertáis dormilones! - bromeó, mientras se ponía en una posición un poco más erguida. - Os preguntaréis que hago aquí, en especial tú, Drea, ya que después de todo vine a visitarte a ti a Nueva York.

Bajó un par de escalones, hasta ponerse a la misma altura que el resto de gente. - Veréis, siempre he odiado a Drea en secreto. Me repugnaba que con lo asquerosamente friki que era, lo empollona que era y lo mal que conjuntaba, siempre parecieran salirle las cosas bien y yo sin embargo, por más que me esforzara, no era más que la eterna segundona. Bueno, menos con los chicos ¿eh? - rio levemente. - Cuando me enteré de lo que estaba pasando por aquí, no dudé demasiado y vine a ver a Drea, quería verla mal, no lo voy a negar, pero a las pocas horas de aterrizar, me contactó el Señor G.

Sacó una máscara de Ghostface de su bolso y la miró con cariño. - Conocía a Drea y me dijo que lo que yo hacía con ella no estaba bien. Al principio me asusté, claro, pero a medida que iba hablando con él comprendí que no he sido justa contigo, así que este es mi acto de redención, estar aquí para explicaros las normas de un juego.

Dio una palmada, para atraer la atención de todos los presentes. - Lo que no es justo tampoco, es que malobreís en nombre del señor G ¡han muerto tres personas por vuestras acciones! Y aunque alguno de ellos lo merecía, vuestras acciones iban con maldad y no con justicia, porque si actuáis con justicia, el Señor G os lo habría dejado pasar. - negó con la cabeza y suspiró. - No trasgiverseis el mensaje que intenta dar, o todo será peor.

Es por ello que, puesto que el Señor G es tan bueno, de cinco culpables que sois, solo pide la vida de tres de vosotros. - fue entonces cuando señaló unas sillas, tenían cables conectados a ella y daban bastante mal rollo. - Efectivamente ¡son sillas eléctricas! Cualquiera que se siente allí, morirá en cuestión de segundos, será rápido, pero dolerá un poco, al menos hasta que se os frían los nervios.

Y una polla como una olla. - gritó sobresaltado Thomas Ellis. - ¡Yo no voy a quedarme aquí para que me dejen como un gusilú! - a pesar de que seguía anestesiado, logró correr hasta la puerta del lugar, para intentar abrirla, fallando en el intentó, además de llevarse un sonoro calambrazo que lo echó para atrás, dejándole la mano entumecida.

Por suerte para Thomas, era la mano en la que no tenía los puntos, si no, se le habrían saltado. - Hijos de puta... - murmuró, cabreado.

Creo que no hacía falta decir que no podéis salir de aquí hasta que decidáis ¿verdad? - alzó los hombros. - Además, también hay tiempo limitado. Si no decidís, todo se va a llenar de gas y esta vez no será para dormir. - asintió.

Dio una palmada vez, nuevamente, para llamar la atención de todos los presentes. - ¡Ahora las cosas buenas! Empezando por Nichole. - caminó hacia ella, de forma animada. - El señor G te quiere agradecer la confianza que depositaste en él, como ves, no te mintió, si viste las noticias pudiste darte cuenta de ello, pero si lo hubieras ignorado no podría haberte traído aquí ¡acceder a pisos de lujo es muy problemático! - rebuscó en sus bolsillos y cogiendo la mano de Nichole, le puso algo ahí. - De parte del Señor G, por tu colaboración. ¡Y hay más cosas si sales de aquí entera!

Para los demás, antes de empezar con cualquier otra víctima, ya sabéis que él lo sabe todo, sin embargo se le ha escapado algo que no entiende ¿Quién llevó a Dorcus al parking de caravanas? ¡Porque quien fuera, es el principal culpable de su muerte! - volvió a las escaleras. - Empezad discutiendo por ese tema, aunque cabe destacar que no podéis poner a cualquiera en la silla, si os equivocáis, habréis mandado morir a alguien para nada. La puerta solo se abrirá una vez tres culpables fallezcan ¡dos se irán de rositas, pero sabiendo lo que les puede pasar!

Todos parecían en Shock, por lo que antes de que pudieran intervenir, necesitaban procesar lo que estaba pasando ¿de verdad iban a elegir a alguien para morir allí?

Jack Anderson estaba completamente fuera de sí, luego de aquel vil secuestro su peinado perfecto había sido brutalmente asaltado, por lo que el muchacho luego de recobrar sus sentidos llevó sus manos directamente a su cabello, tratando de alisarlo y de controlar aquellos pelos rebeldes.

-¡Maldita sea!. ¿Creéis que esto es un juego?. -Exclamó colérico el millonario- ¿Acaso no sabéis la laca que tengo que usar para ponerlo bien?. ¡Un Iceberg del tamaño de la isla de Mahattan lleva mi nombre!. ¡Para que luego me tratéis con tanta brusqueza!.

Pero sin contar con aquello, este echó un vistazo a su alrededor y, como siempre, se quedó encandilado con la visión del cabello frondoso de Nichole Bloomer, aquella muchacha a la que la habían premiado por colaborar con Ghostface. Aunque esto no le parecía importar nada a Jack Anderson, al menos de momento.

-¡Nichole!. -Exclamó alegre, cual cachorrito al ver a su dueño regresar a casa- Espero que esos tres bárbaros no te hayan despeinado demasiado... Porque como tengas las puntas abiertas, la noche "para no olvidar" que me prometiste que tendría no podremos hacerla. ¡Y eso que busqué protección como me dijiste!. -Indicó mientras buscaba la caja de condones- La tengo en algún lado...

Mientras rebuscaba en sus bolsillos por aquella caja de condones, este se percató de que a parte de ellos había más gente, algo que no se había enterado por tener una visión selectiva al no reconocer a los pobres como personas, o seres vivos, sino como parte del decorado.

-¡Steve!. -Exclamó al ver a su mejor amigo para ir a abrazarle- ¿Que tal estás, bro?. ¡Me alegro de verte aquí!. Aunque... -El muchacho se acercó al oído de Steve para susurrarle algo que todo el mundo pudo escuchar, principalmente por culpa del eco de aquella estatua- No te quiero alarmar, pero creo que estamos en aprietos, estamos rodeados de pobres... ¿Y quien es Dorkus?.

Lo primero que Nichole sintió al empezar a recuperar la conciencia, fue el frío suelo metálico y un pequeño dolor de cabeza, fino como una aguja, en la zona que había entre los ojos. 

«¿Qué-qué ha pasado...» Se preguntó cuando empezó a ser consciente de que estaba tirada en el suelo y tenía frío y ese horrible dolor de cabeza y... Abrió los ojos, poco a poco, todavía se sentía abotargada y sus párpados pesaban como si tuviera sendos saquillos de arena. Fugazmente vio que se encontraba en un lugar extraño, lleno de travesaños metálicos... Volvió a cerrar los ojos y un gemido salió de sus labios. 

Empezó a recordar lo ocurrido por la noche... Una ventana rota, un ghostface asomando a través de ella... Disparándoles... De nuevo abrió los ojos y se incorporó, provocando que el dolor de cabeza se intensificara. 

Pestañeó, adaptándose a la luz que entraba en aquel lugar y recorrió con la mirada todo lo que había a su vista, hasta que reconoció dónde se encontraba. 

«¡Scott...!» Estaba con él cuando fueron asaltados por el ghostface. Lo buscó con la mirada, sorprendiéndose al darse cuenta de que se encontraban todos los alumnos de historia del arte. 

— Pero... — Sus pupilas se encontraron con las de Scott y sus labios se entreabrieron, pero la voz de una chica la interrumpió. Buscó el origen de aquella voz y frunció el ceño al ver a la joven que estaba hablando sobre su odio por Drea Martin. 

— ¿Y qué tenemos que ver nosotros con tus problemas mentales? — ¿De verdad estaba diciendo que les había llevado hasta allí porque era una sucia celosa? Su voz había salido aletargada y había arrastrado las palabras, sin poder pronunciarlas en voz alta. Todavía sentía una fuerte presión en la cabeza y el peso en sus párpados, que conseguía mantener abiertos a duras penas. Vio a uno de los de clase intentar salir por la puerta y sufrir una descarga eléctrica que lo echó para atrás. Eso fue suficiente para reactivar la adrenalina en su cuerpo y conseguir despertar del todo. 

Mientras la chica les decía que si no sacrificaban a tres culpables, todo eso se llenaría de gas, Nichole volvió a lanzar un vistazo a todo lo que había a su alrededor, buscando inútilmente una salida. Pero cuando escuchó su nombre, se volvió a mirarla, sin comprender. 

Al principio no entendía a qué se refería, la miró, con los ojos muy abiertos, entonces recordó y sus labios formaron una suave mueca. 

Bajó la mirada para observar lo que había dejado en su mano y frunció el ceño. Volvió a mirar hacia la chica, sin comprender.

— ¡Bravo! Ahora me vas a poner a mi en el punto de mira... — Le dijo, recuperando por fin su voz. — Dile a tu querido señor G que es un cobarde. ¿Por qué no da la cara, en lugar de enviar a alguien tan patética como tú a hacer su trabajo? — Mira que tener esos celos enfermizos por alguien tan insignificante como lo era Drea... 

Nichole no quería demostrar el terror que sentía por dentro y se hizo la valiente, alzando ligeramente la barbilla y hablando con un tono de voz afilado y altivo. — Y será mejor que te actualices, fue el señor G quién le pidió a Dorkus que llevara un póster al Parking de Caravanas. A ese imbécil se le ocurrió disfrazarse para darnos un susto y acabó muerto. —

Su mirada se volvió entonces hacia Jack Anderson. — Para ya, Jack. Para de hacerte el idiota. — Le dijo y sus labios temblaron ligeramente. — Te dije que fueras a la policía para que te protegieran. Como una imbécil me preocupé por ti, tras el asesinato de Emily y la declaración de su asesino, temí que fueran a por ti y sólo te dije que fueras a la policía. No puedo más con tus tonterías... — 

Primero fueron las voces, apagadas, distantes. Daphne sacudió la cabeza y se pasó los dedos por el puente de la nariz, la voz de Jack llegó a sus oídos, aflautada, con ese tono de berrinche eterno que lo caracterizaba... ¿Jack? Abrió un ojo y lo cerró de inmediato mientras un dolor en el fondo de su cabeza la atenazaba. Comenzaba a recordar. 

El taxi, el gas. La oscuridad.

Volvió a intentar abrir los ojos, está vez sin que la luz le aguijoneara el cerebro y pudo escuchar una voz femenina rebotando en las paredes de metal de... ¿Estaban dentro de la estatua de libertad? 

Terminó de despertar, por las palabras de Nichole terminó de enterarse de que es lo que había pasado. ¿Responsables? Aquí el único responsable había sido aquellos psicópatas.

—¿Y tu les creíste? —preguntó desde su posición, aunque tuvo que bajar la voz al darse que su propia voz le heria la garganta irritada por el gas, ¿Cuánto tiempo llevaba ahí inconsciente? ¿Cuánto habrían que haber tenido que mantenerla dormida para tener tiempo de traerlos a todos ahi? Porque parecían estar todos. 

Observó alrededor buscando por si faltaba alguno de los alumnos de la clase. De los que aún quedaban, claro está. ¿Lara estaba entre ellos?

—Date cuenta de que a ti también te están usando... Te han mentido como tratan de mentirle a todo el mundo. Los únicos responsables de estás muertes son ellos mismos. Sácalos de la ecuación y... —tomó aire—nada de esto habría pasado. 

Volvió a mirar alrededor, la chica había hablado de gas así que trató de encontrar por dónde debería haber salido ese supuesto gas. 

-Qué mal huele…

Fui abriendo los ojos e intenté levantar la cabeza del suelo, mirando igual que lo haría una cucaracha boca arriba.

-¿Quién habla?

Me sonaba la voz y no negaré que me intrigaba verle la cara. Pero el esfuerzo era tan grande que dejé caer de nuevo mi cabeza contra el suelo, mirando lo que se suponía el cielo _{aunque en verdad sólo apreciaba hierros (y más hierros)}.

-Hoy… ¿Qué día es hoy? -sabía que me había acostado en la camilla del hospital. Únicamente acompañada en la habitación por el señor Arthur _{ya que los de seguridad se encargaron de echar mi segunda visita: Danno y Sydney.}

Veréis, siempre he odiado a Drea en secreto.

-Joder- al escuchar que mencionaron mi nombre, me reincorporé apoyándome con las palmas ancladas y los brazos tensamente estirados detrás de la espalda. Sentada en el suelo con la cara de, -¿Has venido a Nueva York a verme? ¿Qué demonios estás diciendo Gabbi?.

Al principio supuse que seguía sedada. Pero el olor del pescado era real _{y tanto que era real, ¿no tenían otras formas de curar las quemaduras?}

-Está de broma- solté con una sonrisa en mis labios, creyendo que de repente Gabrielle se convertiría de un momento a otro en piruleta y cantaría el happy togheter.

Lo malo es que se iba y no se transformaba en piruleta, ni en una porción de pizza parlante, ni… -mierda- Jack soltaba las típicas frases de Jack, Thomas casi se electrocuta y Nichole se comportaba como Nichole.

-¿Cómo que hay cinco culpables?- terminando de sentarme bien, recordé las noticias _{y su ya habitual aviso de nuevas muertes.}

O sea -Dorcus- ¿Era posible que mi aviso a la policía tras el comentario de Jack en el hospital pudiera haber motivado al tiroteo contra el bromista de clase? 

Desubicada busqué con los ojos a Sydney, Lara, Scott e incluso Steve.

El día del juicio por fin ha llegado. - sentenció Billy con un tono funesto, mientras se levantaba de su sitio, alzando los brazos. - ¡Arrepentios, pues hoy es el día en que por fin se expondrán los pecados de esta clase maldita! No es casualidad la gente que ha muerto y es que todos han hecho algo malo, ya sea abusar de su status, meterse con los demás, intentar conseguir algo que no debería ¡o simplemente ser gilipollas!

Bajó entonces los brazos y tornó a su apático tono habitual. - Es por eso que hoy por fin veremos quien se ha portado realmente mal. Aunque me sorprende que Mindy, Nichole y Jack sigan vivos a día de hoy, después de todo, han hecho muchísimas cosas mal y ha mucha gente.

Sofía se sentó cabizbaja en un rincón. - 我们做了什么？ 如果我们不能减少与这个故事的相关性… 有时我觉得我们只是因为喜欢艺术史而来到这里… - comentó finalizando con un suspiro.

Hermana, no digas eso... - se acercó a su hermana y le pasó un brazo por encima, arropándola con él. - Somos víctimas, al igual que el resto de gente que hay aquí. Yo también creo en lo que dice Daphne, nos mienten para que nos peleemos entre nosotros.

Aquella chica seguía tranquila, apoyada en la barra de la barandilla de aquellas escaleras, rio levemente y levantó un dedo que movió de un lado a otro. - No miento, ni el señor G. Él busca justicia y yo redención. - miró a Nichole, divertida. - Si no te gusta el regalo, puedes tirarlo. Por otra parte, estaría bien que colaboraras un poco más, después de todo, tenemos tu móvil y todos los secretos que guarda. - una mirada de superioridad apareció en su rostro. - ¿O es que ya no te interesa?

Pero pronto su rostro se tornó bastante turbio, incluso enfadado. - Así que sí conoces tu lugar, retira lo que has dicho. El señor G estuvo conmigo todo el rato, estuvimos preparando esto nada más comenzar la noche, es imposible que fue él. No tienes nada para demostrar lo que dices ¿por qué iba a querer poner un póster allí? ¡No tiene sentido!

Renata se incorporó con pesadez mientras se llevaba una mano a un lado de la frente, quedando finalmente sentada. Al mirar alrededor y no ver a Juancho suspiró con cierto alivio. Él era su vida y lo único que importaba. Al principio le costó seguir las palabras de aquella chica. Con el resto de voces su mente se fue aclarando.

Se quedó mirando fijamente a Nichole, sin ninguna emoción en el rostro, pero sin apartar sus oscuros ojos de la pelirroja. Esperaba que dijera algo, que diera alguna explicación, un motivo que despejara la duda de si era una maldita rata traidora, pero simplemente escupió más veneno. 

Se repasó los labios con la lengua pues tenia la boca pastosa. Deslizó su atención hacia Gabrielle - ¿De qué conoces a Drea? Es una chica muy reservada y nunca cuenta nada. ¿Conoces también a su hermanastro? -  se levantó y se acercó a ella con la mano tendida para presentarse - Renata - Durante la charla de la chica se había dado cuenta de algunas, como de que su mente iba por otros derroteros así que no podia culparla. Era como pedirle a Juancho que sumara 2+3.

- Te cuento. Alguien nos fue llevando a algunos al parking de caravanas. Alguien que sabía cosas personales nuestra. De todos. Y solo Gosthface es tan listo para eso. Allí encontré un cartel y una foto de Sydney con un tal Austin y le pedia perdón - miró de reojo a Sydeny un fugaz segundo. Allí todo el mundo se guardaba infomación, pero Renata queria compartir toda la que ella sabía

- Luego el policia nos dijo que fue un tal G quien le pidió a Dorcus que fuera allí - se encogió de hombros - Mi intención era seguir investigando pero claro, aquí no puedo - se encogió de hombros con naturalidad 

Viendo como poco a poco más información fue saliendo por parte de los presentes, Jack Anderson se percató de un detalle un tanto curioso; al parecer no solo él tenía algo que ver con el parque de caravanas, sino que otros habían sido, supuestamente, convocados hasta el lugar.

-Esperad, ¿Fuisteis al parque de caravanas?. -Preguntó un poco extrañado el Multimillonario- Pensaba que solo me lo había pedido a mi ir. Al final envié a Juan para recoger el paquete que tenían. ¿Habéis visto a Juan?. Es de una raza inferior, piel de color "económico", pero con pelazo, y es muy bueno cuidando las plantas de mi casa. -Eran de plástico, cosa que Jack Anderson al parecer no se había enterado para cuando contrató al jardinero- Espero que no le haya pasado nada, ¿¡Quién podría cuidar de mis plantas!?.

Steve había estado en shock desde la noche. Aún no creía lo que vieron sus ojos y no, no era precisamente la muerte de Dorcus lo que le dejó así. Por suerte Renata lo acogió y pudo descansar levemente en su sofá, ya que no era capaz de ir a ninguna casa en aquél momento.

Al despertar se vio en la situación menos deseable del planeta. - Joder, otra vez no. - estaba cansado de estar siempre en peligro, pero era lo que le había tocado vivir. Los comentarios del indeseable de Jack no hacían más que enfadarle más y más, pero aun así, intentó no darle el puñetazo que se merecía y contestó a aquella psicópata que los retenía presos. Se rebuscó en los bolsillos, allí estaba doblado el cartel que encontraron.

Mira estúpida, para que veas que no estás más que viviendo un engaño por parte de tu querido señor G. - le sorprendía que aquella chica se dejara manipular tan fácilmente, cuando todo era tan evidente.

Nada más decirle aquellas palabras a Jack Anderson, Nichole se volvió al escuchar una voz conocida, aclamando por el día del juicio. Al ver de quién se trataba sus pupilas temblaron ligeramente y sus labios se apretaron en una fina línea. Sus siguientes palabras fueron como un jarro de agua bien helada. 

«Billy...»

De repente sintió un pequeño vahído y cerró los ojos durante unos segundos, se cubrió el rostro con ambas manos y apretó suavemente sus párpados cerrados. Respiró, intentando calmarse y evitando que las lágrimas que se habían formado en sus ojos llegaran a asomar. 

Abrió de nuevo los ojos al escuchar a la chica que odiaba a Drea responder a lo que había dicho. La miró y su rostro palideció y su corazón empezó a latir con fuerza cuando le confirmó que tenían su teléfono. Al despertar lo había echado en falta, pero había creído que se había quedado en el apartamento de Scott.

Si lo tenían allí... ¿Habría llegado a dar el aviso a la policía antes de ser descubierto? Le había prometido que si le pasaba algo avisaría y ella había terminado confiando, pero... ¿Le habría dado tiempo? ¿Habría sido descubierto...? Seguro que sí, si tenía razón y G era quién creía que era, en su teléfono habría encontrado hasta las fotos que se hizo eróticas y que había borrado haría como un año. 

Pero... ¿Y si no lo habían descubierto? Con lo de secretos podía referirse a otra cosa y estaba manipulándola para que dijera por qué había desaparecido todos esos días. Se mordió el labio, dubitativa. No podía decir nada que la alertara. Si no lo habían descubierto, podía ser su única esperanza... 

Estaba tan atenta a sus propias desgracias que ni se había dado cuenta que Renata había estado mirándola fijamente. Cuando empezó a hablar y fue a presentarse a esa loca, Nichole dirigió su mirada hacia ella y sus labios formaron una suave mueca. 

— No fue el policía. — La corrigió con un tono de voz condescendiente y aprovechó para levantarse también del suelo. Recordaba como la latina se había quedado al ver el cuerpo de Dorcus y como se había lanzado a los brazos de Scott. Seguro que había estado tan afectada que confundía lo ocurrido. Volvió a mirar a la chiflada. — Dorcus me lo susurró antes de morir. Sus últimas palabras fueron que el señor G le había pedido llevar el póster. Fue idea suya la de disfrazarse e intentar darnos un susto. Así que ya me dirás, o el señor G te ha engañado o alguien que conocéis se hace pasar por él y actúa a sus espaldas. Pero las únicas personas que he escuchado llamarle así sois tú y Dorcus... — Le dijo y caminó hasta donde se encontraba Scott para acuclillarse a su lado y coger el bote de medicinas que tenía delante. 

— ¿Cómo estás? — Le preguntó en un susurro apenas audible, mientras abría el bote y comprobaba el tipo de pastillas que había en su interior. 

Levantó la mirada al escuchar a Jack preguntando por el jardinero y soltó un leve suspiro. — Juan está bien. El agente de policía se ofreció a llevarlo a su casa. — Le dijo y volvió su mirada hacia el póster que Steve acababa de sacar. Sintió un escalofrío recorrer su espalda. 

— No tiene sentido... Creo que eso es cosa de otro... — Dijo y su voz tembló. Desconocía sus motivos, pero Ghostface, en su perturbada mente, lo que buscaba era impartir lo que él consideraba justicia. No tenía sentido que hubiera creado aquel póster, promoviendo una nueva película de puñaladas. — Empiezo a creer que sí que hay otro que actúa a vuestras espaldas. Pero que de alguna manera debéis conocer. Tu señor G ha debido tratar con alguien que ha decidido adoptar su apodo... — Dijo, volviendo de nuevo su mirada añil hacia la chica que besaba el suelo que pisaba Ghostface.

Danno tenía un terrible dolor de cabeza, ya era suficiente el tener que lidiar con Sydney metiendo las narices en sus negocios como para que encima le secuestraran por algo que ni tenía que ver con él.

- Me la trae floja tu complejo de inferioridad, tus problemas con Drea no son asunto mío, guapa - dijo con sarcasmo y mala leche a la Gabriella - tu y tu señor G podéis meteros vuestra hipócrita justicia por donde os quepa.

El joven Miller la fulminó con la mirada y miró al resto. Genial, estaba allí encerrado con todos aquellos tipos de los que no se fiaba ni un pelo, y mucho menos después de todo lo que estaba escuchando.

- A ver, Pelirroja -se inclinó hacia un lado para mirar a Nichole - ¿qué es eso de que habías hecho un trato con "el señor G"? Esto huele bastante mal, y juro que esta vez no soy yo - gruñó recordando el gesto de asco que había hecho la pija la noche que estuvo cubierto de sangre y vísceras.

Con lo bien que estaba en mi puta casa...

Podía ser una pocilga pagada con el sueldo de un dependiente del puesto de perritos calientes, pero joder... era mi casa. Y cuando uno tiene una ventana rota, no es por gusto. ¿Qué derecho tiene nadie para volver a entrar por ella? Joder, que esto no era la casa del Gran Hermano. 

Nichole y yo estábamos a medias en una partida de Twister y... después...

- ¡¡¡Golll!!!- Grité cuando volvió mi consciencia como si estuviera soñando con algo.- ¿Qué? Owwww... joder, mi cabeza...

Delante de mí unas pastillas. ¿Mis pastillas? Ya había aprendido por las malas una vez. No iba a volver a fiarme de esas pastillas. Además, después de lo que pasó puede que ya no las necesitara. O... tal vez sí.

- Estoy hecho una mierda...- Confesé a Nichole cuando se acercó.- ¿Tú estás bien? - La pregunté.

Había escuchado a unos y otros mientras intentaba recomponerme. Una loca, un par de asesinos, poster que nada tenían que ver con los Rolling Stones... Y los mismos gilipollas de siempre, haciendo de supervillanos.

- ¿Stab 23? No existe una 23...- Dije, y casi al mismo tiempo, abrí los ojos algo de más.- Oh, vale. Que somos la nueva película. Genial. Eso quiere decir que hay alguien viéndonos, ¿no? El señor... G de gilipollas, de Greenfield, o de Ghostface... Me la pela, quien sea. La verdad.

A juzgar por su falta de movimiento, Sydney seguía dormida. Había abierto un momento los ojos, pero los había vuelto a cerrar, abandonándose a la pesadez dentro de su cabeza. Había pensado que no iba a poder dormir, y ahí estaba, teniendo uno de sus sueños. Era una novedad que fueran sobre Ghostface, en vez del mismo día una y otra vez. Ojalá esta vez no se despertara gritando. Pero era raro, porque ya no tenía casa en la que dormir, y antes de dormir solo recordaba estar en la calle con Danno y Ghostface-- mierda. Aquellos eran sus verdaderos compañeros de clase, y esa pirada "amiga" de Drea era también de verdad, aunque no tenía ni idea de qué había hecho para merecerse acabar aquí con el resto. Aunque sus amigas, por supuesto, tampoco se merecían estar allí.

Quizás era solo un sueño muy vívido. Quizás también había soñado el momento del secuestro. Entonces oyó a Renata hablar del parking de caravanas (¿por qué todo el mundo últimamente hablaba de ese sitio?), concretamente de lo que había encontrado, y todo pensamiento racional se fue por la ventana.

-¿Has entrado en mi camper? ¿Por qué cojones--? ¡Dime que la foto está en su sitio!-le gritó a la chica, incorporándose tan rápido que la mochila que no recordaba llevar a la espalda chocó contra ella. Sydney se quedó quieta, notando algo familiar. Llevó una mano atrás y palpó el interior a través de la tela. La ira dio paso a la confusión. No podía estar gritando a alguien y a la vez intentar pensar. No mientras Steve sacaba aquel póster tan extraño, o mientras la gente seguía hablando sobre pistas o acusaciones. Pero no le quedaba otra que hacer multitasking.

-Mucha gente aquí tiene que hablar. Y estoy de acuerdo conque empecemos por Nichole.-le incomodaba tener que darle la razón a Danno, pero esa interacción había sido muy sospechosa. Claro que había más personas presentes que todavía debían explicaciones.-Aunque no es la única que debería hablar de lo que sabe.

Y ahora que lo pensaba....

-¿Y soy la única que no ha tenido ningún contacto con Ghostface, Mr G. o como se llame? ¿¿Qué tipo de chanchullos lleváis todos??

Renata se apartó con gracilidad cuando Sydney quiso acercarse. - ¡Tranquila guindilla! No sabíamos que era TU camper. Pero encontramos el póster al ladito de tu foto -  Su voz ahora sí sonaba algo enfadada

- Que te controlen el móvil y te amenacen no creo que pueda llamarse chanchullos - Todos allí estaban muy irascibles pero así no iban a llegar a nada.