Partida Rol por web

La enfermera tomó los pokémon de Kitty y Wilhelm y le respondió: Pues calculo que a las 9.30 lo tendrás listo. Tardamos siempre una media hora en curar a todos los pokémon. 

La enfermera le entregó las pokéball a Blissey y se los llevó al interior del centro pokémon. Podéis esperar en esas sillas de ahí. Le indicó justo donde Ariadne estaba sentada hacía unos segundos.

Kitty asintió y se dirigió hacia ellas para descansar un poco. Después sacó su MovilDex y empezó a consultar sus redes sociales.

Wilhelm no entendía la mitad de las cosas a las que la chica se refería ¿Por que le molestaría ir con ella? Pero el no era nadie para juzgar a otra persona

— ¿No te importa si espero a mi pokemon? Tuvo un combate rudo y necesita descansar un poco. Será rápido —comentó mientras tomaba asiento.

Pensó que incomodaría a la chica si se sentaba junto a ella, por lo que dejo el asiento libre entre el y Ariadne para darle su espacio. Aunque había otra cosa con la que necesitaba ayuda. El tambien queria avisarle a su mamá que todo habia salido bien. Se sabia el numero de teléfono de memoria, era la primera persona a la que llamaba si estaba en algún lió. Y quería contarle todo, pero nunca había tenido un móvil-dex y no tenia la mas mínima idea de como usarlo.

—¿Alguna sabe usarlo? —pregunto sacando el móvil-dex —Quiero escribirle a mamá que todo salió genial.

Ariadne negó con la cabeza un par de veces, dándole a entender a Wilhelm que no le importaba esperar. Al fin y al cabo no tenía ningún deber del que ocuparse en esos momentos.

La muchacha agradeció que respetaran su espacio personal al no sentarse junto a ella, aunque al fin y al cabo lo que tenía con las relaciones sociales era un problema que probablemente no se solucionaría hasta que tuviera más contacto con otros seres humanos, especialmente de su edad. En cualquier caso, a ella le parecía más que bien disponer del espacio extra.

Al contemplar de reojo al entrenador y percatarse de que estaba teniendo problemas con su móvil-dex, finalmente pidiendo ayuda en alto, Ariadne adelantó su mano zurda con lentitud y temblores perfectamente discernibles hacia Wilhelm.

—Y-Yo t-te puedo a-ayudar, si q-quieres... —musitó, esperando que le tendieran el aparato.

La tecnología se le daba bien y, aunque todavía no había manoseado demasiado su propia móvil-dex, no esperaba que fuera a darle demasiados problemas a la hora de hacer algo tan simple como mandar un mensaje.

Wilhelm entendía que ocurría, y le parecía admirable que alguien intentara sobreponerse a sus debilidades de tal forma, así que no se hizo desear y tendió el aparato. Para acto seguido comenzar a dictar, después de agradecer a la chica.

—Mamá, soy yo. Tengo un nuevo movil-dex, esta genial, me lo dejó el profesor Fir y también tengo un pokémon increíble, es super fuerte y ... —el chico coge carrera conforme dicta hasta que se detiene a mitad de la frase. 

—No, no, borra todo —esta vez parece meditar más el mensaje antes de comenzar a dictar.

—Es Wilhelm, estoy bien. Te escribo del movil-dex que nos dejaron. También tengo un Rookidee conmigo. Volveré a tiempo para la cena —su sonrisa indicaba que estaba satisfecho esta vez - ¡Gracias por la doble ayuda! ¿Después me enseñas a hacerlo? Te juro que aprenderé rápido, solo que no me valgo por mi tan fluidamente con la tecnología. 

Ariadne tomó el aparato y haciendo gala de una presteza mucho mayor que al tender la mano, la jovenzuela retrayó el brazo y observó la móvil-dex. Empezó a toquetear la pantalla como si fuese lo más natural del mundo, y en apenas unos segundos ya estaba lista para mandar el mensaje, así que en cuanto Wilhelm dictó, ella copió a una velocidad envidiable.

Aunque de pronto le indicó que lo borrara todo. La entrenadora le dirigió una mirada confusa, pero obedeció poco después. Entonces transcribió una vez más, y visto que Wilhelm parecía satisfecho, lo envió. Le tendió el artilugio de vuelta, algo más relajada.

—Claro... n-no tiene demasiado problema... —Fue señalando en la pantalla—. T-Tienes que tocar aquí, en el s-simbolito que p-parece una carta, ¿l-lo ves...? Y entonces elegir el c-chat con tu m-madre... entonces e-escribes... y le das a este b-botón para enviar... eso es todo.

Habiendo finalizado su explicación, le entregó la móvil-dex.

—¡Wao! —silbo —de verdad se te da bien esto. Apenas puedo programar el despertador a la hora correcta... A veces - el chico no parecía apenado por su incapacidad, al contrario, le causaba gracia.

—¡Gracias por ayudarme! Creo que podré hacerlo la próxima vez —comenta después de tomar el aparato e imitar lo que hizo Ariadne antes de guardarlo en su bolsillo.

—Mi pokémon estará listo pronto ¿Has pensado donde podríamos buscar? No tengo idea de donde podría haber ido esa chica, pero es lo divertido, ¿cierto? Shakonya no puede ser taaan grande ¿O si? La verdad no he visto ninguna otra región mas que en la tele —mientras hablaba pareció percatarse de algo y rebuscar en su mochila. Una mochila amarilla que por el estado en el que estaba debía ser muy nueva. Rebuscó, y por el sonido tampoco habían muchas cosas. Después de un instante de decepción saco el móvil-dex del bolsillo y se puso a tocarlo. Hasta que pasado un rato suspiró sonoramente y te tendió el dispositivo —Mi móvil-dex esta roto, no puedo encontrar el tonto mapa.

Ser halagada así por un desconocido produjo que Ariadne esbozara una pequeñísima sonrisa, casi inexistente, pero que tratándose de ella, ya resultó ser mucho.

—De v-veras, no es para tanto... —afirmó—. M-Me alegra haber ayudado. Si quieres t-también te p-puedo explicar lo del despertador... —se ofreció.

Aparató la mirada y de paso reflexionó sobre la cuestión planteada por Wilhelm. ¿Dónde se podría haber metido esa chica? Shakonya no era enorme pero tampoco se trataba de un pueblo de tres caseríos... podría resultar complicado dar con ella así por las buenas si no gozaban de al menos una idea general de su localización. «Si le hubiera preguntado por su destino cuando pude...», se lamentó.

—L-lo siento... no le p-pregunté a dónde se dirigía... d-debería de haberlo hecho... Shakonya... no es p-pequeña... pero quizas p-podamos dar con ella... —Tomó el móvil y tras un momento logró que la pantalla del aparato mostrara el mapa, a lo que le devolvió la móvil-dex a Wilhelm.

—No te preocupes, el despertador y yo tenemos una relación extraña —agitó la mano delante de su cara restándole importancia al asunto del despertador. A pesar de lo que se quejara, realmente funcionaba, no bien, pero a él le funcionaba. Cuando algo no era lo suficientemente importante se pasaba por misteriosa casualidad. Dudaba que realmente fuera cosa del aparato, su subconsciente lo hacía con total intención, pero estaba bien con eso.

Tomo su movil-dex y después de ojear el mapa señalo un punto en el mismo —Si siguió calle arriba lo más probable es que ese por esta zona —acercó un poco el dispositivo a la chica para que pudiera ver, señalando con el dedo la zona inferior derecha del mapa de Shakonya —por aquí cerca del gimnasio ¿Crees que sea una entrenadora? Puede que vaya a retar al gimnasio y por eso curó su pokemon.

Wilhelm sopesaba la posibilidad de que realmente no podrían encontrar a la chica ese día. Pero al menos se divertirían intentado. Y no rechazaría cualquier oportunidad de aventura que se encontrara en el camino. Con todo esto, estuvo unos instantes viendo la zona safari en el mapa. Quería ir a darse una vuelta cuando pudiera para contarle a su papá de su nuevo compañero. Tenía unos días ya sin verlo.

Las joven esbozó una pequeña sonrisa, tímida y apagada pero que sin lugar a dudas estaba ahí. Wilhelm no era el único al que a veces se le pegaban las sábanas, sobretodo si no había un deber por en medio para espolear el despertar. Por eso reía la muchacha, a pesar de no verbalizarlo.

Observó con interés, ya algo más cómoda, los puntos que su inesperado compañero de búsqueda marcaba en el mapa. La pelivioleta asintió varias veces e intervino:

—P-Probablemente sí que era e-entrenadora... a-a al fin y al c-cabo pasó por aquí... aunque s-si te soy s-sincera no me fijé en si vino a c-curar un pokémon... —Suspiró por su nuevo error.

Selena, la ayudante de la enfermera Joy se acercó hasta Wilhelm y Kitty para entregarles sus pokéball. Vuestros pokémon ya están cien por cien recuperados. Les comunicó alegremente. Están como nuevos. Así que no temáis en hacerles luchar de nuevo, pues con cada combate se fortalecen más, mejoran y crecen. ¡Así que no dudéis en seguir entrenándoles! ¡Muchas gracias! Dijo con una sonrisa.

¡Ha sido un placer, chico! le dijo Kitty a Wilhelm. Estaré en el dojo por si quieres echar una revancha otro día. ¡Nos vemos! La chica alzó la mano para despedirse y después abrió la puerta del centro pokémon y se marchó de allí.

¡Bienvenidos al centro pokémon! Dijo la enfermera Joy en cuanto entraron por la puerta. Soy la enfermera Joy de Shakonya y estoy aquí para echaros una mano con vuestros pokémon. ¿Qué necesitais? 

El centro pokémon de Shakonya nada tenía que ver con la ciudad, era sumamente pequeño con tan solo un mostrados con dos bandejas para dejar seis pokémon en cada una. Junto a Joy había una Blissey y también estaba otra mujer que parecía ser algún tipo de ayudante o enfermera.

En la sala solo había un banco con cuatro asientos y no había absolutamente nada más. En otras regiones parecía que había tienda, o había zona de descanso para los entrenadores. Allí no. 

En cuanto había cuatro personas más, el local estaba en su aforo máximo y el quinto ya estaba francamente incómodo. Lo mejor sin duda, sería esperar fuera.

Una chica (Ariadne) estaba sentada en uno de los bancos con una pokéball en la mano junto a otro chico (Wilhelm).

Wilhelm iba a responderle a Ariadne cuando apareció la asistente de la enfermera con su pokemon - ¡Muchas gracias, seguiremos luchando! ¿Verdad que si chico? - comenta sacando a Rookidee de su pokeball y cargándolo en brazos. El joven observó su pokemon totalmente reestablecido y sin ningún rasguño. Siempre se había preguntado como hacían en el centro pokemon para lograr tales cosas, pero debía ser un secreto o algo.

- ¡Igual, nos vemos más pronto que tarde! - se despide de Kitty con la mano en alto.

Tan pronto como entraron más entrenadores Wilhelm pensó que lo mejor era marcharse porque el centro pokemon era muy chico para todos. Así que le hizo señas a Ariadne para salir del local, saludando a los entrenadores que recién llegaban con un gesto de la mano y sonriendole al más chico.

- ¡Decidido vamos al gimnasio! - dijo una vez fuera. Él no esperaba visitar un gimnasio si no tenía intensiones de retarlo. Y aún no se sentía listo para esos desafíos. Quizá Topanga supiera más sobre cuál le convenía retar primero. Una vez terminado el misterio de la entrenadora iría a buscarla

- Oye, ¿tienes planeado retar a algún gimnasio pronto? - le pregunta a Ariadne.

La joven aguardó a que Wilhelm recuperara su pokémon y estuviera listo para ponerse en marcha. 

Vergonzosa como de costumbre, le faltó el valor para siquiera saludar a los recién llegados, a los cuales no conocía de nada. Su inesperado compañero de andanzas le indicaba que era el momento de irse, a lo que ella minimizó su pokéball, la enganchó al cinturón y asintió, levantándose poco después con cierta urgencia.

No había planeado ir al gimnasio, pero si Wilhelm quería... adelante. Lo que sí que la escandalizó fue la siguiente pregunta del chico...

—¿Y-Y-Yo...? ¿Retar el g-gimnasio...? ¿E-Estás de broma...? —Negó varias veces con la cabeza, como si aquello fuera una locura.

Jian acudió al mostrador donde entregó la Pokeball. - Hola, acabo de recibir mi primer pokemon, y en mi primer combate lo han dejado muy malito. Por favor enfermera Joy, ¿Podrías recuperarlo? Prometo esforzarme para que no se repita más. -  Jian sabía bien que aún le quedaban muchas visitas al centro pokemon, pero de verdad esperaba que pasara tiempo suficiente hasta la próxima vez como para no tener que retirarse antes de tiempo. Bueno... su hermano sufrió cientos de derrotas antes de convertirse en entrenador, como decía su padre: Hay que cavar hasta el fondo

Gazo iba con sus cascos puestos. Desde el combate Jian no parecía tan amigable como antes, pero igualmente se dirigió al centro pokémon. Hizo un gesto con la cabeza para devolver el saludo al chico que les había saludado, aunque no mostró mayor interés. 

El joven pintor también se dirigió al mostrador donde aguardaba la enfermera por nuevos pacientes. Supun no había sufrido ningún daño en el combate, pero igualmente prefería que la enfermera le echase un vistazo y saliera de allí a tope de energía por lo que pudiera venir. 

Por favor enfermera, puede reponer también a mi pokémon. Dijo con voz tenue el chico entregando su pokéball.

La enfermera tomó sus pokémons y les respondió: Pues calculo que a las 10.30 lo tendrás listo. Tardamos siempre una media hora en curar a todos los pokémon. 

La enfermera le entregó las pokéball a Blissey y se los llevó al interior del centro pokémon. Podéis esperar en esas sillas de ahí. Le indicó las sillas donde un chico y una chica estaban sentados antes.

¡Bienvenida al centro pokémon! Dijo la enfermera Joy en cuanto entraron por la puerta. Soy la enfermera Joy de Shakonya y estoy aquí para echaros una mano con vuestros pokémon. ¿Qué necesitais? 

El centro pokémon de Shakonya nada tenía que ver con la ciudad, era sumamente pequeño con tan solo un mostrados con dos bandejas para dejar seis pokémon en cada una. Junto a Joy había una Blissey y también estaba otra mujer que parecía ser algún tipo de ayudante o enfermera.

En la sala solo había un banco con cuatro asientos y no había absolutamente nada más. En otras regiones parecía que había tienda, o había zona de descanso para los entrenadores. Allí no. 

En cuanto había cuatro personas más, el local estaba en su aforo máximo y el quinto ya estaba francamente incómodo. Lo mejor sin duda, sería esperar fuera.

Jian empezó a juguetear con sus dedos. Su mochila le estorbaba para sentarse por lo que la puso entre sus piernas esperando a que Bulbasaur se pusiera bien. - Había pensado, podríamos ir juntos al safari Gazo. No imagino que pokemon podemos encontrar allí, pero nuestros pokemon entrenan mejor en compañía, será mejor hacer grande nuestro equipo cuanto antes. 

¿Qué querías hacer hoy? Muchos nuevos entrenadores han llegado por la mañana, seguro todos se alojarán en un mismo lugar. ¿Puede? No lo sé - Jian estaba algo nervioso por comenzar, y ya tenía ganas de ver qué clase de pokemon vivirían allí.

Gazo se quitó un casco cuando la enfermera comenzó a hablar, no quería que pensara que no la escuchaba. Gracias. Respondió asintiendo con la cabeza.

El joven fue a sentarse al banco como había indicado la enfermera. Se quitó la mochila y la dejo en el suelo, cerca de él. Jian también fue, aunque ya no esperaba la misma armonía de antes, no después de la batalla y lo que Abra había hecho a su Bulbasur. La realidad fue distinta, Jian si se dirigió a él.

Me parece un gran idea. Contestó el chico de pelo azulado . Por eso dije de pasar por el hotel primero para reservar una habitación, hay mucha gente nueva y no quiero no tener donde dormir al final del día. ¿Te parece? ¿Primero hotel y después zona safari? Los labios de Gazo hicieron por moverse y mostrar una leve sonrisa. La zona safari siempre era un lugar que le emocionaba, con tanto pokémon para capturar y tanto entrenador para combatir.