Partida Rol por web

Jornada 5 (Vishnu)

Para sorpresa de todos los contendientes, la quinta jornada del torneo tiene lugar en un enclave inusitadamente hostil: el abismo de Vishnu, señor de los demonios. Sin embargo, a pesar de encontraros en un nodo del plano del fuego, parece que los conjuros y las plegarias a los que la organización os somete antes de saltar al enorme tatami ardiente os protegen mejor de lo esperado contra los elementos.

Por supuesto, esta vez no hay espectador alguno que pueda seguir el desarrollo del combate.

Tardax es un joven alto y fuerte, de gran musculatura que porta a su espalda el gran espadón, junto con un camisote de mallas. Su larga melena rubia, casi blanca le cae en cascada sobre sus hombros. Lo que más puede desconcertar, es su piel blanquecina, como la leche.

Al salir y notar el enorme calor, no puedo evitar llevarme una mano a la cara, tapándome la boca antes de sacar el espadón de mi espalda.

Gonthar Puño Iluminado es un semiorco de gran talla, con la piel, los ojos y el cabello de color grisaceo, casi ceniciento.

Viste con una armadura de cuero tachonado, rajada por multiples lugares y que apenas cubre el poderoso torso del semiorco y un simbolo sagrado, de Gruumsh cuelga de su cuello. En su espalda se aloja un espadón mientras que en sus manos porta una Bisarma, un arma similar a una lanza pero terminado en una cuchilla curva en el lugar de la punta recta.

Se alza ante tí, imponente, pero tranquilo, confiado por sus habilidades. Aferra el arma con ambas manos, besa el simbolo sagrado y se coloca en posición de combate mientras te mira y susurra - ¡Comencemos!

Con movimientos difíciles, avanzo hacia el gran semiorco

Lentamente, haciendo lo mismo que el hombre que tengo delante, avanzo hacia él, las manos aferran fuertemente el arma deseando entrar por fín en combate.

Las brasas impiden que me mueva con la suficiente rapidez. Eso, junto con el arma que porta el semiorco, hace que tenga que tomar decisiones difíciles, así, una vez en las inmediaciones de mi rival, decido lanzarme rodando para cubrir la última parte que me separa de mi rival.

Mi rival se pone finalmente a mi alcance, y el último tramo lo hace rodando entre las brasas, curiosa forma de combatir, no obstante, eso no es de mi incumbencia.

Rápidamente reclamo la furia de mi sangre que, como en jornadas anteriores, inflama mis ojos e hincha los músculos de todo mi cuerpo. Levanto y dejo caer brutalmente la bisarma contra el humano, esperando acabar pronto este combate.

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En mi turno
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Con mi rival casi debajo mio, dejo caer la bisarma y desenvaino el espadón, ahora estaremos a la par de posibilidade y trato de golpearlo.

Ante el extraño intento de acercarse a su oponente que lleva a acabo el bárbaro albino, Gonthar lanza una peligroso ataque con la bisarma a la bola humana que se le echa encima. Sin embargo, la rapidez de Tardax evita el embite con facilidad.

Luego el semiorco deja caer el arma de alcance para sacar el espadón y asestar un tremendo tajo al muchacho que tiene delante, que a pesar de todo sigue a malas penas en pie.

Dolorido por el tremendo golpe del semiorco, le miro detenidamente, respirando afanosamente por el cansancio y el calor. Negando con la cabeza me niego a caer sin presentar batalla, así, alzo el espadón y, de un golpe lateral, lo descargo sobre mi adversario.

El combate está a punto de terminar - el pensamiento se abre paso en mi mente - el siguiente golpe será el que determine quien será el ganador de esta jornada - mi cuerpo vibra ante la perspectiva de que un combate tan prometedor como este tenga que llegar a su fin - Buen combate - susurro al hombre mientras alzo mi arma - espero que tras este torneo, podamos luchar codo con codo contra auténticos enemigos - un brillo de camaradería y quizá compasión por el golpe que comienzo a descargar, aparece en mis ojos mientras el arma, finalmente, se abre paso por la guardia de Tardax, golpeandolo para hacerlo caer definitivamente.

El segundo impacto es ya demasiado. Tardax cae inerte a las brasas para quedarse humeando en una extraña posición. 

Contrariamente a lo que era normal en el resto de tatamis, la victoria de Gonthar no se ve recompensada con ovación alguna. El malherido semiorco gira sobre sí mismo confuso, buscando a alguien de la organización hasta que de pronto ambos contendientes son teleportados a sus respectivas celdas de aislamiento para ser sanados.