Partida Rol por web

La máscara de la Muerte Roja

3. Sala Púrpura - 2ª parte.

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29/07/2013, 16:54
Fionna

Fionna sabía que su familia entendía la situación, pero aún así le era algo frustrante el hecho de que pasaran por alto sus palabras. Fionna los mira con rostro de reproche y les dice - Puede que no haya comido en un largo tiempo pero no es ello lo que me ha causado esto - se deja asistir por Salvatore para encontrar donde descansar.

Le toma la mano para que no se aleje de ella y lo mira con cara de súplica. Su familia estaba allí para ella pero también quería que aquel hombre permaneciera ahí. - Tanto tiempo de silencio... - sonríe y le mira a los ojos con dolor. Sabía que la muerte roja le pasaría factura pronto.

Mira a su padre y a Patricia, quienes se niegan a aceptar la realidad y les dice - A quienes hay que cazar no son los enfermos, sino aquellos que dentro de su buena salud, son capaces de sembrar en nosotros la semilla de la muerte - se sentía mal aunque aún estaba viva. No sabía si duraría en ese estado pero prefería despedirse para luego retractarse que permanecer en silencio para arrepentirse eternamente en esa sala negra.

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29/07/2013, 17:15
Chiara

Chiara responde a Fabiano, cada vez más preocupada por el chambelán. — Pero Fabiano, claro que importa... Vos siempre fuisteis un pilar para el Príncipe, bien lo sabéis. Contabais con su confianza mucho más de lo que cualquiera podría pensar conveniente. Os conozco bien después de estos años. Muchos aquí confían en vuestro criterio y siempre habíais conservado la esperanza. Vos deberíais ser una luz para nosotros, darnos un ejemplo para seguir luchando... ¿Por qué os habéis rendido así? No es propio de vos.

Entonces Enzo se acerca a ella y la joven le devuelve la sonrisa. — Muchas gracias por vuestro ofrecimiento, mi señor. Espero no tener que volver a ausentarme, pero si llegase el caso tendré en cuenta vuestras palabras... — Después lo sigue unos instantes con la mirada, observando cómo se une a la mesa de juego. El joven parecía muy preocupado por ella desde el día anterior y el corazón de Chiara agradecía sentir que su seguridad parecía importarle a alguien ahora que su amado ya no estaba entre ellos.

Cuando Elisabetta por fin se acerca, coge su mano y la invita a sentarse junto a ella y Fabiano. — Siento haberte asustado. No quería que te pusieras en peligro... — Cuando su amiga le pregunta por la comida, Chiara señala  con la cabeza a Nicola, que ha traído algunas provisiones. — La comida de allí está igual de rancia que la de esta sala. Nicola ha traído algunas viandas, pero no merecen más la pena que las que tenemos aquí. — La joven baja la voz entonces, para hablar más íntimamente con su amiga. — Elisabetta, se acerca el momento de la votación de Alfredo... Por favor, júrame que no vas a volver a votarte a ti misma. Por favor. Ya he perdido a Próspero. No quiero perderte a ti.

De lejos escucha las palabras de la pequeña Fionna, que dice a su familia lo mismo que ella había estado planteando el día anterior. — Las semillas no son los enfermos... Ellos son víctimas, no verdugos. — Susurra, sin dirigirse a nadie en concreto, más para sí misma. La joven pasea su mirada por los que la rodean, analizando sus gestos, añadiendo sospechas y descargando candidatos mentalmente mientras espera la respuesta de Fabiano y Elisabetta.

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29/07/2013, 17:22
Elisabetta

Claro que no lo haré Chiara. Se lo prometí a mi madre y a vos misma. Pero no tengo pruebas para votar a ninguno de los presentes.

Mi voto será para Attilio -le susurro -él ya está muerto, enfermo por la muerte roja. Morirá sufriendo mucho, como ya sufre. Prefiero votar por aliviar el sufrimiento de un moribundo que votar a un inocente.

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29/07/2013, 17:28
Fabiano

El chambelán vuelve a alzar la mirada hacia Chiara.

-Mi señora, mirad a vuestro alrededor, ¿creéis que tenemos escapatoria? según dijo... lo que fuese eso, hay malas hierbas entre nosotros, no sé de lo que son capaces, pero vamos a matarnos entre nosotros. No hay esperanza ante eso, hasta que solo quede uno, no estará seguro de que no esté a salvo, y sé que no voy a ser ese uno, así que ¿qué importa todo?

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29/07/2013, 17:49
Chiara

Chiara escucha atentamente a Elisabetta, y asiente a sus palabras, con aire triste antes de responderle en otro susurro. — Por desgracia, yo tampoco las tengo. Creo que mi voto será como el vuestro, pues tenéis razón, si ya está enfermo va a morir igual. Y es mejor eso que votar a un inocente... Pero querida amiga, creo que tenemos que esforzarnos por encontrar las semillas esas de las que habló el espectro. Si queremos salir de aquí es a ellos a quien debemos eliminar. Y lo siento tanto por Cecile...

Después, se incorpora, al escuchar las palabras del chambelán. El pobre parece totalmente desanimado y a Chiara le duele verlo así. — No sé si tenemos escapatoria. Pero sé que debemos mantener la esperanza de que sí e intentarlo. Fabiano... Vos podéis ver el vientre de Elisabetta, donde se está gestando una vida. Es un símbolo de nuestra esperanza, mi señor. Es un motivo por el que luchar. No sólo para ella, sino para todos nosotros... Debemos intentarlo, si no por nosotros mismos, por ella y su bebé. Tenemos que buscar la forma de salir de este lugar. — La joven habla entonces con un tono más cálido y cercano al hombre, esforzándose por intentar conectar con él y sacarlo de su negatividad. — Vamos, Fabiano, vos fuisteis un apoyo para mí cuando en la corte se burlaban de mis modales, ayudándome incluso más de lo que os había pedido Próspero. ¿Acaso no me decíais entonces que debía tener esperanza? ¿Que terminaría aprendiendo y siendo una más? Aquí está esa joven, ahora convertida en algo parecido a una dama. ¿Y dónde está el hombre que me ayudó a mantener la esperanza y salir adelante? Dejadlo salir, mi señor, lo necesitamos.

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29/07/2013, 18:48
Cecile

Ya basta... Cecile se llevó las manos a las orejas y cerró los ojos con fuerza. Las palabras de los demás, confesando sus decisiones para las próximas votaciones le provocaban náuseas.

Seguidamente abrazó a Attilio con fuerza. - No te preocupes... Permaneceré a tu lado... - ...Hasta el final. Susurró con la voz temblorosa.

La mujer se ofendió con los comentarios de los demás, pero a la vez entendía sus decisiones. Ella también lo haría, si no se tratara de Attilio...

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29/07/2013, 22:49
Fabiano

Al escuchar las palabras de Chiara, Fabiano alza la mirada en busca de sus ojos y se queda mirándola durante unos segundos para después dirigir sus ojos al vientre donde una vida es estaba gestando.

El chambelán rememora entonces los momentos a los que la mujer hace referencia, recuerda cuando llegó a la corte como una simple campesina cuyo mayor modal era... cuestionable. Sin embargo, fruto del esfuerzo, las cosas habían cambiado.

-Chiara... - Dice con un tono reducido, casi un susurro - Perdonadme, mi señora, perdonadme por haber pensado que no importaba nada, que mi destino no tenía importancia... debemos esforzarnos por sobrevivir, o al menos por intentarlo. Os agradezco vuestras palabras y el gesto que habéis tenido conmigo.

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29/07/2013, 23:14
Attilio

Attilio sonrie algo decepcionado.-Tranquila bella Cecile, siempre hay serpientes entre el grano y ya he visto quienes son...Elisabetta de vos podría imaginármelo...¿Pero de vos Chiara...? Pobre chiquilla que al irse Próspero ahora no tíene nada.....

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29/07/2013, 23:27
Chiara

— No hay nada que agradecer, mi señor. Vos habríais hecho lo mismo por mí, estoy segura. — Responde Chiara al chambelán. — Nadie conoce este lugar como vos. Si se os ocurre algo para que podamos salir de aquí, o para... — La respuesta de la joven es interrumpida por la voz de Attilio y Chiara baja la cabeza, compungida y avergonzada. Es cierto que en cierta forma se siente una traidora por el voto que ha decidido dar esta noche. Pero también lo es que no sabe a quién votar, y el bardo y la pequeña Fionna están enfermos y probablemente morirán pronto... La otra opción era votar a la niña de nuevo, pero todavía sentía remordimientos por haberla votado el día anterior. La joven no atina a decir nada. Ofrecer una disculpa a alguien cuando se está decidiendo sobre su vida o su muerte... No parece tener mucho sentido.

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29/07/2013, 23:38
Director

Las horas transcurren, marcadas nuevamente por el tañido del reloj, que ya se había instaurado en la mente de cada uno de los invitados y sirvientes de Próspero como el ritmo macabro e inevitable de una oligarquía gobernada por la Muerte, el Miedo y la Enfermedad.

A pesar de que durante el día anterior todos se habían visto obligados a señalar y condenar a alguien, la enfermedad no se había detenido, y fue por ello que poco antes de la medianoche, Alfredo volvió a insistir en podar las malas hierbas, en juzgar entre todos.

Esta vez la idea del Senescal no resultó tan descabellada, pues muchos eran los que comenzaban a sospechar o a comprender que los que enfermaban día a día no eran sino víctimas de otros, que portaban la semilla de la Muerte como un arma arrojadiza con la que sesgar la vida de sus semejantes.

A lo largo de la tarde, tanto Attilio como Fionna comenzaron a presentar los síntomas que todos habían aprendido a temer. Todo comenzaba con aquella tos enfermiza. Nadie se atrevía a toser si no quería ser señalado a aquellas alturas, pero en el caso de esos dos desdichados, era algo inevitable.

Cecile permanecía al lado del bardo, que había asumido su destino, intentando consolarle al tiempo que procuraba mantener ella misma la compostura, visiblemente deshecha dado el curso de los acontecimientos. Fionna, acompañada por su familia, parecía igualmente resignada a morir. Roderigo y Patricia ya habían perdido a Camelia, y se mostraban temerosos e igualmente deshechos ante la idea de perder a alguien más de su propia sangre.

Poco antes de la medianoche, Alfredo se dirigió hacia el centro de la sala, e hizo un gesto a los guardias. Todos comprendieron aquella señal, y se acercaron al Senescal, sumándose así a la asamblea en la que deberían condenar a alguien a un destino atroz.  A esas alturas, tanto Fionna como Attilio comenzaban a agonizar, sintiendo que el aire comenzaba a escasearles, pero todavía el carmesí no manaba de sus gargantas. Aún así, se sentían lo suficientemente débiles como para no poder permanecer en pie.

Alfredo cedió la palabra a aquellos que le rodeaban, y los primeros en pronunciarse fueron el Conde Roderigo y sus hijas. Él decidió señalar a Attilio, y su hija menor, en medio de su agonía, a Chiara. Patricia, por el contrario, se propuso a sí misma como posible candidata para ser juzgada, provocando en su padre una reacción angustiosa ante la idea de perder a sus dos hijas, y en su hermana una desidia aún mayor ante la perspectiva de su propio destino.

Cecile, aún aferrada al bardo, señaló a Fabiano, junto con Giuseppe. El chambelán se mostró indiferente ante las acusaciones, y señaló a Fausto.

Fausto, aún habiendo recibido el agravio del chambelán, declaró en contra de Chiara, que comenzó a mostrarse nerviosa cuando, junto a él, Rosella y otra doncella del servicio la señalaron.

Elisabetta se pronunció a favor de su amiga, y señaló a Attilio, pero su madre, Lucrezia, volvió a señalar a la joven plebeya con su abanico, y con ella ya eran cinco las personas que habían decidido culpabilizarla.

Todas las miradas se posaban sobre Chiara, cuando Martina intervino, señalando a Attilio. Nicola se unió a ella, al igual que Enzo, provocando que ahora la atención se dividiese entre el bardo y la joven amante de Próspero, que comenzaba a temblar mientras aquel que parecía correr la misma suerte que ella agonizaba. Sin dudarlo, señaló al bardo, y observó, implorante, a aquellos que aún no se habían pronunciado, temerosa de que alguno de ellos decidiese señalarla.

Fue el propio Attilio el que aplacó su temor, resignándose a su destino, y proponiéndose a si mismo para ser juzgado, y Salvatore, que era el único que aún no se había pronunciado, apoyó aquella idea.

Cecile comenzó a llorar desconsolada, rogándole al bardo que recapacitase, pero todo estaba decidido. Alfredo dio una señal a los guardias, que apartaron a Attilio del grupo.  No tuvieron que emplear la fuerza para reducirle, pues su lamentable estado le impedía defenderse. Desmadejado entre sus brazos, el bardo recibió la Justicia de la espada mientras dedicaba una última mirada a su querida Cecile, y se esforzaba en esbozar una tenue sonrisa que permaneciese en su recuerdo como un último gesto de cariño. De nuevo aquel sonido húmedo, metálico y desagradable, y acto seguido, sangre, sangre esparciéndose sobre el suelo. Se había derramado ya tanta sangre… Y sin embargo aún su visión seguía provocando los mismos escalofríos.

 

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29/07/2013, 23:40
Reloj

Antes de que nadie pudiera lamentar lo acontecido, el reloj comenzó a sonar. Miedo, desesperación, huida. Como cada medianoche, la sentencia final de la Muerte pesaba sobre las cabezas de los habitantes del castillo, y ellos no pudieron eludir su canción macabra.