El hambre que acuciaba a tus padres y a tus numerosos hermanos obligó a tu familia a venderte a una compañía de artistas cuando a penas eras un niño.
A pesar de que sufriste el frío y la escasez de alimentos, aprendiste rápido, y siendo muy joven eras capaz de tocar el laud. Tu prodigiosa voz y tu físico te acompañaban, haciéndote una adquisición rentable para muchas compañías y festivales.
Primero fueron las tabernas y los pueblos y poco a poco, diferentes cortes. Asistías a ostentosos festines, y cantabas para las más altas esferas. Un par de canciones malintencionadas como favor hacia el Príncipe Próspero te hicieron ganar su favor, y por ello, cuando la Muerte Roja comenzó a devorarlo todo, extendió una invitación hacia tu persona, para que acudieras al exilio de su corte y complacieses a sus invitados con tu voz y tu laud.
Una cosilla había pensado que por la vida que ha llevado, Attilio es un seductor, sabe que su voz grave y algo cantarina encandila a las mujeres, alguna que otra vez sus servicios no se han limitado a sólo una canción.... Valora la lealtad más que la fidelidad ante todo, si le eres leal él es leal.En el amor se puede decír que no es celoso y pese a ser un gran seductor si está con una mujer le será leal(ojo puede que no fiel) y no le mentira, no le dá miedo estár sólo, es un superviviente y ha estado sólo toda su vida.
Heraldo de la Justicia- “Ser bueno es fácil, lo difícil es ser justo.”
Tienes un extraordinario sentido de la justicia y eres capaz de convencer a otros para que crean justo aquello que tú crees justo, pudiendo añadir o quitar un voto a uno de tus compañeros durante las votaciones, dos a cambio de recibir un voto tú mismo.
Una vez por partida, alzarás tu voz, y tus razones serán escuchadas durante una votación. El resultado de la misma pasará a depender de tu criterio, quedando a un lado los votos de tus compañeros. Al tomar la justicia por tu mano, puedes provocar la ejecución de cualquier personaje. Esto también es aplicable sobre personajes no jugadores.
Tras sonar las campanadas del mediodía, intentas recomponerte, evadiendo el miedo irracional, aferrándote a tu cordura.Sin embargo, a pesar de tus intentos, notas que algo no encaja. Algo no marcha bien.
Un escalofrío recorre tu cuerpo y parece decidido a no abandonarte, y de pronto la simple tarea de respirar se vuelve costosa. Te sientes débil, y estás seguro de que si alguien tocase tu frente notaría que arde en mares de fiebre. Estás enfermo, y no puedes evitar preguntarte si la Muerte Roja también ha decidido abrazarte. No puedes evitar preguntarte qué harán los demás si se enteran y sin embargo conoces la respuesta. Sólo el abandono es lo que aguarda a cualquiera sobre el que pese la marca de la Muerte Roja.
Por ahora te sientes capaz de actuar como si símplemente te encontrases de pronto cansado. Pero, ¿empeorarás? ¿serás capaz de mantener tu ardid? Y más importante aún, ¿es este tu fin? Algo en tu interior, un presentimiento casi tangible, te dice que has sido sentenciado, y durante algunos instantes, al parpadear, eres capaz de ver tus propias manos teñidas en carmesí.