Cecile no puede evitar mirar con extrañeza a Lautone. Es el primer hombre de sus características que no se fijaba en ella desde el primer momento.
En un primer análisis, a Cecile no le acababa de gustar su actitud. Pero esperó a ver su comportamiento para acabar de convencerse.
Lautone le dedicaba alguna que otra sonrisa cargada de suficiencia a la mujer, no demostraba ningún interés en ella, y en su fuero interno se imaginaba que aquello la molestaría, acostumbrada a codearse con hombres de poder por sus atributos... aquello al conde sin tierras valiosas no le importaba.