Conociste a Elisa cuando aún eras un joven sin rumbo, que se conformaba con que sus obras fuesen representadas en una taberna con suficiente público como para proporcionarle una cena caliente.
Una noche, agradaste a un hombre noble que estaba de paso por la ciudad en la que tu compañía actuaba, y el te propuso un lugar en los divertimentos del banquete que tendría lugar algunas noches después en el castillo del Príncipe Próspero, cuando aún el viejo rey vivía. Ella era una de las doncellas del servicio. De cabellos dorados y figura delicada, quedaste prendado de ella a primera vista, y ella de ti.
Erais jóvenes alocados, y os dejasteis llevar por la pasión durante las noches que duró tu estancia en el castillo. Pronto tuviste que marchar junto a tu compañía, y no te quedó más remedio que dejarla atrás con la promesa de un encuentro próximo.
Tras aquella actuación ganasteis cierto renombre, y meses después, volviste a ser honrado con un lugar en los divertimentos de la corte. La buscaste, pero no encontraste sino rumores. Rumores que te dejaron intranquilo. Elisa estaba en cinta, un hombre misterioso había hablado con ella y se la había llevado consigo.
Durante años la buscaste, a medida que la fama de tus obras aumentaba y tu angustia se hacía más profunda. Se podría decir que aquella desgracia que había acaecido sobre ti aumentaba tu productividad artística, pero estabas desgarrado por dentro. Fuiste invitado a ser un miembro fijo en la corte de Príncipe Próspero, y lo único que te llevó a aceptar fue la idea, lógica o no, de que algún día encontrarías a Elisa si permanecías en el lugar en el que la habías conocido.
Con el tiempo, la angustia fue mermando, dando paso a una impotencia larvada. ¿Dónde estaba Elisa? ¿Dónde estaba el hijo que ella llevaba en su vientre al desaparecer?
Esta escena ha sido creada para pormenorizar la historia del personaje tanto como el jugador quiera. Darle una personalidad, aficiones, ambiciones, algún secreto oscuro... Cualquier cosa que consideren oportuna es susceptible de ser introducida como parte del personaje.
Heraldo de la Ira- “La ira, si no es refrenada, es frecuentemente más dañina para nosotros que la injuria que la provoca.”
Todos los que han sido objeto de tus iras temen tu temperamento. Cuando alguien te ofende, una horrible sed de venganza se apodera de ti, y eres capaz de hacer cualquier cosa por saciarla. Una vez por sala, puedes escoger a un compañero para que reciba un voto extra durante la votación diurna, o dos a cambio de recibir tú mismo un voto.
Una vez por partida, podrás añadir dos votos a un compañero sin recibir voto alguno a cambio, y si éste muere, podrás quedarte su poder.
Rollo cabalístico, sospechas de jugadores tras la máscara:
xD Bueno es lo que creo hasta ahora y lo dejo por acá anotado para acordarme luego. xD
Jefa. ¿Juliana abandonó la partida? Pues no es que tuviera obligación alguna. Pero como quedamos al inicio se supone que había una complicidad fuerte entre ambos y no contesta algo como le que le preguntó fioona.
Si no es eso es que ignora a fausto. Lo cual es normal casi todos lo hacen xDDDDDD
Tras sonar las campanadas del mediodía, intentas recomponerte, evadiendo el miedo irracional, aferrándote a tu cordura.Sin embargo, a pesar de tus intentos, notas que algo no encaja. Algo no marcha bien.
Un escalofrío recorre tu cuerpo y parece decidido a no abandonarte, y de pronto la simple tarea de respirar se vuelve costosa. Te sientes débil, y estás seguro de que si alguien tocase tu frente notaría que arde en mares de fiebre. Estás enfermo, y no puedes evitar preguntarte si la Muerte Roja también ha decidido abrazarte. No puedes evitar preguntarte qué harán los demás si se enteran y sin embargo conoces la respuesta. Sólo el abandono es lo que aguarda a cualquiera sobre el que pese la marca de la Muerte Roja.
Por ahora te sientes capaz de actuar como si símplemente te encontrases de pronto cansado. Pero, ¿empeorarás? ¿serás capaz de mantener tu ardid? Y más importante aún, ¿es este tu fin? Algo en tu interior, un presentimiento casi tangible, te dice que has sido sentenciado, y durante algunos instantes, al parpadear, eres capaz de ver tus propias manos teñidas en carmesí.
Acabo de poner un post con un insulto. Por como es Fausto me parece natural que lo haga en especial ahora que esta casi muerto. Pero si te parece de mal gusto lo cambio sin problem.
A medida que la agonía se apodera de ti, fijas tu mirada en el rostro de la joven Patricia y los recuerdos te embargan.
Elisa... Tu añorada y amada Elisa. Ella también tenía el cabello dorado, y aquella lozanía. Sus labios, tenían la misma curva y sus ojos, también tenían aquel color.
Sintiéndote ya en los brazos de la Muerte, notabas que cada vez te costaba más diferenciar la una de la otra. Y sabías que en el fondo, aquello tenía una razón de ser. Y es que eran demasiado parecidas. Tan similares como lo serían una madre y una hija... Una hija... De Elisa.
Con aquella certeza, finalmente expiras. Patricia, Elisa...